El 1º de diciembre bien puede pasar a la historia como el día en que los magistrados fascistas cristianos que ahora dominan la Corte Suprema dejaron saber por medio sus preguntas y comentarios que están dispuestos a destripar el derecho constitucional al aborto establecido hace casi 50 años en Roe contra Wade.
Faltan algunos meses antes de que se emita una decisión en el caso que la Corte Suprema de Justicia conoció en audiencia el 1º de diciembre, que determinará el futuro del derecho al aborto en Estados Unidos (ver aquí). Durante este tiempo los “magistrados” sopesarán —basados en haber sondeado la opinión pública con los argumentos que hicieron— cuál será la base para restringir aún más el aborto, y con qué rapidez. El hecho de que las personas que apoyan el derecho al aborto estuvieran en gran parte ausentes de las calles, y de que durante meses el movimiento organizado a favor del aborto haya estado preparando a la gente para aceptar una derrota en este caso, simplemente ha dado más libertad para que los fascistas en la corte sientan que pueden anularlo con un costo político relativamente bajo, y seguir con su agenda con ahínco, con conmoción y asombro.
Lo que está en juego y el rumbo de la sociedad
¡La maternidad obligatoria es una forma de esclavización femenina! Como advirtió Bob Avakian, líder revolucionario y autor del nuevo comunismo, en 2015:
Por increíble que parezca, en el siglo 21 algunas personas —entre ellas personas en posiciones de poder y autoridad— están decididas a obligar a las mujeres a parir, no importa la situación, los sentimientos ni el mejor juicio de esas mujeres mismas. Se trata de una manera de esclavizar a la mujer bajo los dictados de un opresivo sistema patriarcal de supremacía masculina; y de eso se trata en concreto lo que representan los crueles fanáticos decididos a privarle a la mujer del derecho al aborto.
En reacción a la magnitud que implicaría una revocación del derecho al aborto de las mujeres, el académico en derecho constitucional Laurence Tribe comparó esta situación con la decisión de Dred Scott de 1857 antes de la Guerra Civil cuando la Corte Suprema dictaminó que los negros “no tenían derechos que el hombre blanco estaba obligado a respetar”1.
La comparación es acertada. No solo en términos de la revocación total de derechos fundamentales, pero de la profundidad de las divisiones que ahora agobian a la sociedad. Estados Unidos no ha estado tan profundamente dividido, no solo acerca de la cuestión del aborto, pero en cada una de las principales fallas sísmicas sociales de la actualidad, desde la Guerra Civil. Los republicanos se han convertido en un partido fascista unido en torno a la supremacía blanca virulenta, la supremacía masculina militante y el afán de Estados Unidos de dominar al mundo — un partido convencido de que ganó las últimas elecciones y que es el único partido con el derecho de gobernar, que está maniobrando para aferrarse al poder mediante cualesquiera que sean los medios necesarios en las próximas elecciones. Y estos republicanos están movilizando a su “base” rabiosa y violenta detrás de este objetivo — para dominar la plaza pública, incluidos los supremacistas blancos y las milicias cristianas que ya no son “marginales”. El 1º de diciembre, los manifestantes contra el aborto eran más numerosos que los que defendían el derecho al aborto; se estrellaron contra las barricadas que separaban los dos lados y se metieron en las caras de la gente con sistemas de sonido ensordecedores gritando: “¡Te mereces la pena capital!” “¡Esto es lo que pasa cuando permites que las mujeres castran a los hombres!” “¡Dios te odia!”2
Como señala Bob Avakian en “ESTE ES UN MOMENTO POCO COMÚN EN QUE LA REVOLUCIÓN SE VUELVE POSIBLE — POR QUÉ ES ASÍ, Y CÓMO APROVECHAR ESTA OPORTUNIDAD POCO COMÚN”:
No es posible resolver estas divisiones entre los poderes gobernantes, y en la sociedad más amplia, en el marco que ha existido, y que ha mantenido la articulación de las cosas, durante casi 150 años, desde poco después del fin de la Guerra Civil de Estados Unidos que condujo a la abolición de la esclavitud — no es posible resolverlas sobre la base de la “democracia” capitalista que ha sido la forma “normal” de gobierno capitalista (dictadura) durante tanto tiempo.
Algo radicalmente diferente va a reemplazar el marco que ha existido durante todo este tiempo, y como la “Declaración y Llamamiento” señala de manera concisa:
sólo es posible resolver la crisis y las profundas divisiones de la sociedad con medios radicales, de un tipo u otro — ya sea medios radicalmente reaccionarios, mortíferamente opresivos y destructivos o medios revolucionarios radicalmente emancipadores.
Se advierte el espantoso futuro fascista para todos los que tienen ojos para ver y que están dispuestos a hacer frente a lo que está desenvolviéndose a diario más vívidamente, lo que incluye por medio de esta bárbara embestida a la vida y el futuro de las mujeres. Y aquellos que se han negado a ver eso tienen que zafarse de ello rápidamente porque fingir que no está pasando solo lo permite ir de mal en peor.
Pero también existe la posibilidad muy real de arrancar a esta locura algo que salve vidas y sea liberador para toda la humanidad: ¡una revolución real! ¡Eso es posible, precisamente por lo profundas que son las múltiples crisis que ahora están desgarrando a la sociedad, que es posible conseguir que millones de personas que normalmente se conforman con este sistema se zafen para luchar contra este sistema e incluso hacerlo caer!
Lo que tenemos a nuestro favor
Hay una enorme fuerza potencial que tenemos a nuestro favor en esto. La furia de las mujeres y de todos aquellos que no pueden imaginarse que la mitad del país sea consignada a ser incubadoras, que sienten el dolor de las mujeres que tienen que vivir con temor por los hombres que buscan controlarlas, que no soportarán las tremendas penurias, el tormento y sí, las muertes crueles e innecesarias que esto implicará. Esta furia ahora está reprimida; en cambio, no sólo hay que aprovecharla pero también desencadenarla como una fuerza poderosa para una verdadera resistencia y, más aún, una revolución. Este potencial podría estremecer más al mundo de lo que te imaginas en este momento de presagio, pero las mujeres lo están manifestando en todo el mundo de formas históricamente sin precedentes.
Y existe una dirección que puede darle expresión y llevarlo por un rumbo no solo positivo, pero emancipador. Bob Avakian (BA) se destaca en contraste con todos los líderes autoproclamados que nos están diciendo que aceptemos la derrota y trabajemos por una larga e ilusa sarta de reformas en un terreno cada vez más reducido dentro de este sistema. BA es un líder revolucionario que no solo ve un camino para salir de esta situación, pero que ha forjado una estrategia y un plan para arrancar una revolución real a esta situación y hacer nacer una sociedad radicalmente nueva y liberadora, tal como está concentrada en la Constitución de su autoría para la Nueva República Socialista en América del Norte. BA ha llevado la ciencia del comunismo a un nivel cualitativamente nuevo, colocándola sobre una base cabalmente científica y haciendo avanzar la comprensión científica del papel decisivo de la lucha para romper las cadenas que atan a las mujeres en la lucha por la liberación de toda la humanidad. En este momento, es necesario organizar a miles de personas en un movimiento para una revolución real arraigada en el nuevo comunismo que BA ha forjado, y capacitada y preparada para dirigir a millones de personas en la realización de esta revolución.
Una palabra final
A las personas de nuestro lado de esta divisoria en la sociedad: nadie quiere el espantoso futuro que está llamando a nuestra puerta. Pero si queremos impedirlo, el negacionismo tiene que terminar.
Vas a tener que dejar de mirar hacia otro lado porque la situación parece tan abrumadora. Vas a tener que dejar de decirte a ti mismo “nada puede cambiar”, lo que es solo una excusa que en realidad contribuye a agravar las cosas. Vas a tener que salir de tus malditos ilusorios “espacios seguros”, ¡porque no hay espacios que los fascistas respeten!
No a todas esas ilusiones. Sí a la verdad y al valor. En lugar de dejar que los fascistas dominen la plaza pública con la que infunden temores, hace falta que todos elijan un lado y luchen con el valor que se necesitará para cambiar esto. Imagínate si dos millones de personas, en lugar de tan solo 200 personas, se hubieran reunido en frente de la Corte Suprema. Imagínate si se hubieran permanecido ahí durante días en lugar de unas pocas horas. Imagínate si en medio de eso, una fuerza fuerte y creciente para la revolución hubiera propagado el hecho de que todo este nefando futuro es innecesario, que hay un mundo emancipado por el que podemos luchar y hay una manera de ganarlo. ¿No crees que millones más tendrían que volver a pensar en lo que es posible, lo deseable y lo que hay que hacer para poner fin a esta locura?
Así que, ¿qué se necesita para cumplir con el desafío planteado por la fea audiencia del 1º de diciembre? Una avalancha masiva de mujeres y hombres que no tolerarán la barbarie de obligar a las mujeres a tener hijos en contra de su voluntad, cuya determinación y desafío público es parte de despertar a la gente en relación al rumbo en que se encamina esta sociedad en todas sus dimensiones mientras actuamos juntos para determinar el futuro que vamos a conseguir, y cuya inquietud impaciente sólo se iguala por su afán de ir a fondo a la causa del problema y luchar por la solución que requiere: la revolución.
El futuro está en juego. ¿Será esclavizante o emancipador? Eso depende de nosotros.
Lo que hace falta eres tú.