Hace dos años esta semana, la gente de Irán hizo erupción en una feroz rebelión que duró más de cuatro meses. Se centró en la cuestión de la opresión de las mujeres de una manera nunca antes vista. El toque de clarín de Irán resonó en todo el mundo y llegó a conocerse como el levantamiento “Mujer, Vida, Libertad”.
El levantamiento sin precedentes fue provocado por la muerte bajo custodia de Mahsa Jina Amini, una mujer kurda de 22 años de edad detenida por la odiada “policía de la moralidad” de Irán. Era algo que había sucedido antes, y francamente desde entonces, con demasiada frecuencia en demasiados lugares. Sin embargo, aparentemente de la nada, su muerte fue el colmo y encendió una mecha que llevaba mucho tiempo ardiendo. Las mujeres —miles, luego millones de ellas— salieron a las calles desafiantes, arrancándose e incluso quemándose el pañuelo (hiyab) que les había impuesto el régimen, haciendo frente a las porras, las balas y la prisión. Exigieron el fin de las leyes basadas en la religión que gobiernan cada faceta de sus vidas, incluyendo lo que deben vestir. Ningún país en la historia reciente había presenciado un levantamiento así que pusiera de relieve y desafiara la llaga abierta de la opresión de las mujeres de una manera tan sostenida y masiva.
Cientos de miles de hombres salieron a las calles para unirse a estas mujeres. Cientos de miles de personas de las nacionalidades minoritarias oprimidas (por ejemplo, los kurdos, los baluchíes, los árabes, etc.) también salieron a las calles para exigir un fin de su opresión. Millones de personas de todos los sectores sociales plantearon la demanda de libertad inspirada por la poderosa furia de las mujeres que luchaban contra su brutal opresión. Esta erupción sin precedentes de furia y alegría sacudió los cimientos del régimen fundamentalista islámico. Se puso en tela de juicio la legitimidad del derecho del régimen a gobernar, y el clamor por ponerle fin resonó desde muchos sectores de esa sociedad, incluidos muchos artistas e intelectuales.
Represión brutal y valor continuo
A fin de cuentas el régimen logró expulsar de las calles al movimiento y la lucha amainó. En los meses y años transcurridos desde entonces, el régimen ha podido encarcelar y asesinar a algunas/os de aquellas/os que desafiaron valientemente su dominio, pero los gobernantes de Irán no han logrado matar las esperanzas y los deseos de la gente que se levantó. En Irán, un enorme número de mujeres desafían el uso obligatorio del hiyab, entre ellas las valientes prisioneras de la prisión de Evin, que corren grandes riesgos para hacerlo.
Hoy, frente a las desenfrenadas ejecuciones, torturas y calumnias de los medios de comunicación oficiales, continúa la resistencia heroica, sobre todo las acciones de las prisioneras contra las ejecuciones. La resistencia al régimen continúa de varias formas, a medida la gente persiste en desafiar a la racha de represión contra las mujeres y las niñas con el fin de reafirmar el Reino del Terror de este régimen sobre ellas. La lucha de las mujeres y de las amplias masas en Irán es nuestra lucha. Su sangre es nuestra sangre y su grito por una liberación verdadera y duradera es uno al que debemos apoyar y al que debemos unirnos, al luchar por hacer avanzar esta misma lucha en todo el mundo. Poner fin a la opresión de las mujeres es parte integral de hacer una revolución real y gestar un mundo donde la humanidad en su conjunto sea finalmente liberada.
Estados Unidos NO es un “amigo” del pueblo de Irán
Al mismo tiempo, es muy importante mantenernos alerta ante las amenazas y maquinaciones de los imperialistas estadounidenses contra Irán. Desde el derrocamiento de su brutal títere el Sha de Irán en 1979, Estados Unidos ha considerado a Irán como una espina en la garganta contra su objetivo de dominar esa región (y contrarrestar la influencia imperialista de China y Rusia). Varias figuras del oficialismo estadounidense han fingido apoyar al levantamiento y también han vertido lágrimas de cocodrilo por la brutal represión del régimen islámico, incluidos mierdosos proyectos de ley en el Congreso. Aparte de la presión económica y diplomática, tales como las sanciones paralizantes, Estados Unidos quizá utilice otras medidas, como trabajar por medio de Israel y con Israel, para atacar a Irán y restaurar la dominación estadounidense. No se debe permitir que estos imperialistas subviertan las aspiraciones revolucionarias del pueblo de Irán en aras de sus propios fines reaccionarios.
¿Cómo será el futuro?
Después de dos años, la pregunta se plantea con cada vez más fuerza en Irán: ¿qué sigue? En Irán y en todo el mundo, hay concepciones profundamente diferentes sobre lo que se requiere para llevar adelante el espíritu justo de esta lucha y alcanzar en realidad la liberación duradera de las mujeres y de todas las personas. Animamos a nuestros lectores a que consulten en revcom.us los numerosos artículos clave del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta) (PCI [mlm]) que indican el proceso y dirección revolucionarios que se necesitan para responder a la pregunta “¿qué sigue?”. La pregunta que plantearon el 13 de septiembre del año pasado todavía arde:
El grito de libertad ha estado en boca de millones de personas en Irán, pero la cuestión apremiante es: ¿será libertad para que los oprimidos aprovechen el tumulto que está desgarrando el viejo orden para hacer una revolución, derrocar al régimen junto con todas las relaciones de opresión y explotación y reemplazarlo por algo mucho mejor? ¿O los explotadores y opresores tendrán libertad, de una forma u otra, o bien, de continuar con el viejo régimen o bien de continuar con las mismas condiciones de opresión y explotación con nuevas caras en la cima?
No se pueden romper todas las cadenas menos una. No se puede decir que uno quiere eliminar la explotación y la opresión, pero quiere que persista la opresión de la mujer por el hombre. No se puede decir que uno quiere liberar a la humanidad, pero mantener a una mitad esclavizada por la otra. La opresión de la mujer está íntimamente ligada a la división de la sociedad en amos y esclavos, explotadores y explotados, y acabar con todo esto es imposible sin liberar completamente a la mujer. Por eso la mujer desempeñará un enorme papel en el proceso de hacer la revolución y garantizar que esta no pare a medias. Es posible e imprescindible desencadenar plenamente la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución proletaria.
— Bob Avakian, Lo BAsico, 3:22