En Washington, D.C., el venidero 4 de julio de 2025
EN NOMBRE DE LA HUMANIDAD,
DECLARAMOS NUESTRA INDEPENDENCIA DEL ESTADOS UNIDOS FASCISTA DE TRUMP
Siempre que cualquier régimen fascista de gobierno se vuelva destructivo para el futuro de la humanidad y del planeta, es la Responsabilidad del Pueblo expulsarlo del poder mediante la protesta no violenta día tras día hasta que el régimen sea sacado del poder.
Que se largue Donald Trump YA debido a que él y su régimen son fascistas. El fascismo es un cambio cualitativo radicalmente reaccionario en la forma de gobernar la sociedad. El fascismo fomenta y se apoya en el nacionalismo xenófobo, el racismo virulento, la misoginia y la restauración agresiva de “valores tradicionales” opresivos. Desatan turbas fascistas y amenazas de violencia para construir su movimiento y consolidar su poder. Es crucial comprender que, una vez en el poder, el fascismo esencialmente elimina los derechos democráticos tradicionales.
La historia del régimen fascista de Trump es una historia de repetidas injurias, usurpaciones y violencia al servicio de la consolidación de una tiranía fascista —asaltando la verdad, el estado de derecho, la separación de poderes y la separación entre la Iglesia y el Estado— mientras acelera la catástrofe climática, pone en peligro la salud pública y aumenta los riesgos de una guerra global.
Que se presenten los hechos.
Para establecer el dominio de la supremacía blanca virulenta:
Trump ha exaltado de nuevo la Confederación de los propietarios de esclavos; renombrado las bases militares estadounidenses en honor a “héroes de guerra” de esa Confederación; ha purgado a generales negros y programas de diversidad racial en las fuerzas armadas; ha nombrado a supremacistas blancos a cargos importantes; ha blanqueado racialmente sitios web y oficinas gubernamentales; ha hecho comentarios que animalizan a los inmigrantes haitianos negros; ha retirado el busto del Dr. Martin Luther King Jr. de la Oficina Oval; ha sugerido que el primer presidente negro de la nación se enfrente a un “tribunal militar”; ha atacado a la enseñanza y el estudio de la historia de los negros y los indígenas; ha otorgado el estatus de refugiado a los herederos sudafricanos blancos del apartheid racista bajo la falsa afirmación de que son víctimas del “genocidio blanco”; ha vomitado repetidamente mentiras racistas de que las personas de color no tiene calificaciones o no son calificadas; ha creado una Corte Suprema que puso fin a la acción afirmativa antirracista en las admisiones universitarias.
Para consolidar la subyugación de las mujeres y borrar a las personas LGBT:
Trump se ha jactado de ser “el tipo que terminó” con el derecho fundamental de las mujeres al aborto después de que sus nominados para la Corte Suprema volvieron a imponer la esclavización femenina de la maternidad obligatoria; ha derogado una norma gubernamental que estipula que los proveedores médicos realicen los abortos que se requieren para salvar la vida de una mujer embarazada; ha amenazado con usar la arcaica Ley Comstock, de 150 años de antigüedad, para prohibir el aborto en todos los estados, sin excepciones; ha prohibido los cuidados a personas transgénero para menores; ha prohibido el uso de pronombres de identidad de género; ha declarado que la identidad de género en los pasaportes deba coincidir con la identidad de género en las actas de nacimiento; ha retirado de las fuerzas armadas a los soldados transgénero bajo el pretexto falso y peligroso de que los soldados transgénero no pueden cumplir con los “altos estándares” militares.
Para satanizar a pueblos enteros y amenazar al mundo con la xenofobia “Estados Unidos Ante Todo” y la agresión imperialista.
Trump ha desatado a gendarmes militarizados para aterrorizar a los inmigrantes predominantemente latinos con operativos masivos de secuestro de costa a costa con el uso de la etiquetación racial lo que trae recuerdos de las cacerías de esclavos fugados de la década del 1850; ha puesto a las iglesias, escuelas y tribunales en materia migratoria bajo su despiadada persecución contra cuerpos de inmigrantes de color; ha atacado por decreto ejecutivo el derecho constitucional central de la ciudadanía por nacimiento, ha dejado apátridas a los hijos nacidos en Estados Unidos de inmigrantes no documentados; ha desaparecido a inmigrantes para mandarlos torturar en prisiones en El Salvador, con luz verde de la Corte Suprema para “deportar” a los migrantes a cualquier tercer país o campo de concentración distante; ha ordenado la mayor deslegalización de seres humanos en la historia de Estados Unidos, ha despojado a medio millón de haitianos, cubanos y venezolanos de su estatus de protegidos de la noche a la mañana; ha bombardeado ilegalmente a Irán mientras amenazaba con aún más “tragedia” por venir; ha prometido apoderarse de Groenlandia, ha amenazado con anexionar a Canadá, ha profundizado el apoyo de Estados Unidos al genocidio en Gaza; ha invocado el “Destino Manifiesto”, la noción del siglo 19 de que Estados Unidos está divinamente ordenado a controlar toda América del Norte.
Y para establecer una dictadura flagrante en la que no existe el estado de derecho y Trump es la ley; donde no hay debido proceso, derechos para el pueblo o recurso para remediar las injusticias del régimen; y arresta, amenaza y reprime a los enemigos políticos:
Trump ha dicho que su reelección y su segunda administración horrorosa son “la voluntad de Dios” y se ha negado a decir si debe acatar la Constitución de los Estados Unidos; ha librado una guerra implacable contra la verdad, alimentando a su base repleta de odio con una mentira fascista descabellada tras otra; ha emitido un aluvión de órdenes ejecutivas ilegales e inconstitucionales; ha ordenado a la Guardia Nacional y a los Marines de Estados Unidos que repriman a las protestas públicas por sus redadas de deportación masiva en Los Ángeles y ha amenazado con arrestar al gobernador de California y a la alcaldesa de Los Ángeles por expresar su oposición; ha convertido al Departamento de Justicia en una herramienta de retribución contra sus enemigos políticos; ha chantajeado, intimidado y atacado la independencia e integridad de importantes bufetes de abogados, universidades, corporaciones de los medios de comunicación y organizaciones sin fines de lucro; ha desafiado los fallos de los tribunales federales; ha difamado y solicitado juicios políticos contra los jueces que fallan en su contra; ha purgado a las fuerzas armadas de los oficiales que quizá se opongan a sus medidas fascistas; ha violado el derecho internacional y la Ley de Poderes de Guerra; y ha montado un desfile militar para anunciar el nacimiento de un ejército fascista del siglo 21 leal no al estado de derecho, sino a Trump personalmente.
Una dura verdad histórica que se evidenció a gran costo humano en el siglo pasado es que resulta devastadoramente difícil desalojar del poder a los fascistas una vez que consoliden su dominio sobre el estado y la sociedad, tal como ocurrió en la Alemania nazi en la década del 1930 y en Chile bajo Pinochet en la década del 1970. Sin separarlos de la autoridad antes de consolidar su reino, puede llegar a ser muy tarde.
No importa cómo obtengan el poder, un régimen fascista nunca es legítimo. La responsabilidad de expulsar del poder a los fascistas es particularmente urgente cuando el fascismo amenaza con consolidar el control sobre la nación más poderosa de la historia en tiempos de creciente catástrofe climática global y un mundo repleto de armas nucleares cada vez más letales.
Rechazar el Fascismo, al llamar a todos aquellos que se preocupan por la justicia y la decencia, declara: