Kilmar Ábrego García
Kilmar Ábrego García es uno de más de 230 hombres (en su mayoría venezolanos) a los cuales el régimen de Trump los secuestró y los mandó a una prisión de tortura en El Salvador en marzo. Al llegar, los maltrataron abiertamente, los encueraron, les rasuraron la cabeza, y básicamente los condenaron a una cadena perpetua en el infierno, aunque nunca los habían encontrado culpables de ningún crimen, ni siquiera los habían acusado. Y llevaron a cabo esto en pleno desafío de la orden de una corte de distrito federal de no hacerlo.
Este caso en su conjunto era y es un crimen horrendo y cruel contra estos hombres y sus familias, que apesta del odio racista contra inmigrantes de color, lo que es una distintiva del fascismo estilo MAGA. Además, comprobó claramente que a los fascistas les vale un carajo el debido proceso de ley ni ningún otro derecho constitucional — ni para estos hombres ni para nadie. Incluso hicieron gaslighting [manipulación mediante engaños] y mintieron a la Corte Suprema de Estados Unidos, dominada por fascistas, así como a otros jueces federales, sobre los hechos básicos del caso.
El caso de Ábrego García sobresalió incluso entre los casos de los demás hombres porque él tenía una orden de restricción emitida por una corte en 2019 que prohibió que el gobierno estadounidense lo enviara a El Salvador donde (según dictó la corte) enfrentaba el riesgo de violencia y tortura a manos de una pandilla allá. El Departamento de “Justicia” (DOJ) de Estados Unidos admitió que lo enviaron a la prisión salvadoreña por “error” pero asumió la posición de que ya no podían hacer nada al respecto.
Por todas esas razones y otras, el secuestro-encarcelamiento de García se convirtió en una cuestión enorme en la sociedad, y la demanda de devolverlo a casa se propagó ampliamente; incluso surgió en lugares con poblaciones de casi puros blancos y muy trumpistas como el estado rural de Iowa. Y las cortes federales dictaron al régimen de Trump que trajera de regreso a Ábrego García.
Durante meses, el régimen desafió la presión pública y las órdenes judiciales, y declaró, de manera ridícula, que ahora Ábrego García estaba bajo el control del gobierno de El Salvador y era imposible traerlo… cuando todos sabían que hubiera bastado una sola llamada telefónica de Trump al jefe de El Salvador.
Luego, al parecer de la nada, el 6 de junio el DOJ anunció que Ábrego García había regresado. Seguramente este vuelco no hubiera ocurrido al no ser por el alboroto social amplio y la demanda por su regreso; en ese sentido señala las vulnerabilidades reales del régimen fascista detrás de su fachada de ser “todopoderoso”.
Es un hecho que la lucha del pueblo, en combinación con el trabajo tenaz de sus abogados y los jueces dispuestos a desafiar la intimidación fascista, lo devolvió a casa. ¡Es una victoria!
Pero se trata de una victoria parcial, nada más. Los fascistas siguen siendo fascistas… y Kilmar Ábrego García sigue en sus manos. Entonces, en vez de pedir disculpas y enviarlo a casa con su familia, lo están acusando de dos cargos de conspiración de transportar, a diferentes partes del país, a inmigrantes que entraron ilegalmente en Estados Unidos. Se trata de cargos federales mayores con una posible condena de 10 años de cárcel por cada persona que se le acuse de transportar, básicamente una cadena perpetua. Estas, y muchas otras acusaciones, están contenidas en un pliego de acusaciones obtenido en la corte del distrito federal de Middle Tennessee (Nashville) el 21 de mayo.
Por supuesto, el público que oye este anuncio no tiene manera de saber si las acusaciones tengan algo de cierto, o si se trate de puras mentiras inventadas por una administración que sacó su doctorado en Mentirismo. Pero como señala la historiadora y profesora Heather Cox Richardson:
La acusación es problemática. Ábrego García es la única persona nombrada en la “conspiración”, y la investigación de esta se inició solamente en abril, después de que las cortes ordenaron a la administración traer a Ábrego García de regreso a Estados Unidos. La acusación se basa en un incidente en 2022 en que la policía paró a Ábrego García en Tennessee por manejar en exceso de velocidad con ocho pasajeros en su vehículo. Él le dijo a la policía que eran trabajadores de construcción, y no lo acusaron ni lo multaron. La acusación alega que Ábrego García mintió al oficial al no revelar que venía de Texas; el informe de remisión dice que él le dijo al oficial que venía de Houston, Texas.
También cabe destacar que el día en que se presentó la acusación —el 21 de mayo— el jefe de la división criminal del DOJ en Nashville renunció después de 15 años. El abogado, Ben Schrader, escribió que “Ha sido un privilegio increíble servir de fiscal con el Departamento de Justicia, en que la única descripción del cargo que he conocido es hacer lo correcto, de la manera correcta, por las razones correctas”. Esto podría tratarse de una renuncia ordinaria que ocurrió por coincidencia el día en que se anunció la acusación… o podría tratarse de una manera muy cortés y profesional de decir “esta acusación apesta”. El tiempo dirá.
Además, cabe señalar que el peso de la acusación se basa en el testimonio de un “coconspirador” anónimo que ha admitido ser el líder de la “red de traficantes”. Sería muy fácil presionar a una persona en semejante posición a que diera testimonio falso, y el DOJ está en una posición en que, por razones políticas obvias, está bajo una enorme presión de demostrar al mundo que Ábrego García era un “maleante” después de todo, por lo tanto, la serie de injusticias cometidas en contra de él en realidad importa poco (a los fascistas y a los que los adoran). Así que es muy probable que ejerzan todo el tremendo poder del gobierno federal para conseguir el resultado que quieren en vez de un resultado que refleja lo que realmente ocurrió.
Así que, cabe repetir, esto requerirá una tremenda lucha — una lucha por la justicia para Kilmar Ábrego García, y aún más, una lucha para obligar a este despiadado régimen fascista y al bravucón que lo encabeza a ¡QUE SE LARGUE YA!