Al deslizarse por debajo del ciclo de noticias de dictámenes fascistas en las últimas semanas, el 17 de abril la Corte Suprema de Estados Unidos se negó a conocer un caso que pregunta si el confinamiento solitario prolongado es un castigo cruel e inusitado en violación de la Octava Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. En su respuesta, la Corte básicamente dijo: “No se molesten en preguntar”.
En el caso Hope contra Harris, la petición por el demandante describía el confinamiento en régimen de aislamiento de Dennis Wayne Hope desde 1994, tras un intento de fuga de la cárcel. Durante casi 30 años, Hope “‘ha pasado entre 22 y 24 horas al día a solas en una celda de 5 metros cuadrados. No tiene contacto social con otros presos. Desde 1994, se le ha permitido hacer una sola llamada telefónica personal’. En concreto, Hope alega que este aislamiento contribuyó a que sufriera trastornos mentales como ansiedad, depresión y pensamientos suicidas”1.
El aislamiento prolongado ha sido considerado cruel e inusitado por la comunidad jurídica internacional desde la Declaración Universal de Derechos Humanos posterior a la Segunda Guerra Mundial. En 2011, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes afirmó que es especialmente preocupante “cualquier período de reclusión en régimen de aislamiento superior a los 15 días de duración... porque en ese momento, según la bibliografía estudiada, algunos de los efectos psicológicos perjudiciales del aislamiento pueden llegar a ser irreversibles”2, 3.
Lo que sigue es una pequeña parte del testimonio de William Blake, otro preso que pasó décadas en régimen de aislamiento. Blake fue condenado a una pena de 72 años a cadena perpetua cuando tenía 23 años de edad, por matar a un ayudante del alguacil mientras se encontraba ante el tribunal por un delito de drogas:
Llevo treinta y cuatro años en régimen de aislamiento en el sistema penitenciario de Nueva York.
Los defensores de los derechos de los presos lo llaman aislamiento extremo. Las autoridades penitenciarias lo han bautizado eufemísticamente como SHU por Special Housing Unit (Unidad de Alojamiento Especial). Los presos lo llaman más acertadamente la caja. Para la gente allá fuera en la sociedad, estas unidades penitenciarias se conocen como confinamiento solitario. Son hileras de jaulas donde los presos están segregados de la población carcelaria general, encerrados bajo llave durante meses, años o incluso décadas a solas en una celda con muy pocas pertenencias personales y pocos o ningún privilegio de lo que valga la pena mencionar....
Así que durante más de treinta años viví en la SHU, me despertaba con los gritos de los locos en medio de la noche y olía su mierda cuando decidían tirarla. Recibí multas disciplinarias por hacer cosas que no debería haber hecho, por hacer otras cosas de las que nunca me arrepentiría y por hacer cosas que nunca hice, cuando un guardia decidió que se necesitaba castigarme más de lo que ya estaba de todos modos. Descubrí que la desesperanza y la desesperación podían significar mucho más de lo que nunca antes había conocido, y aprendí que la soledad todavía podía seguir aguijoneando profundamente aun cuando un hombre duerme en una fila de otros hombres separados por sólo unos pocos metros y un muro de acero u hormigón. Experimenté un tipo de dolor distinto a todo lo que había sentido antes, del tipo en el que todo el sangrado se produce para mis adentros, en la mente y en el alma, y se prolonga durante días y años. En varias ocasiones, vi mientras la tristeza se apoderaba de la unidad cuando otro preso de la SHU se había acabado con su vida con el cuello en una sábana atada a la rejilla que cubría la luz del techo, en lugar de pasar otro día en la caja; y me preguntaba si ése sería mi propio fin”4.
Y esas palabras son de una persona que sobrevivió, si a eso se le puede llamar sobrevivir. Un número desproporcionado de suicidios en prisión, y de suicidios poco después de la puesta en libertad, afectan a personas que estaban en régimen de aislamiento5.
Sea cual sea la condena por ley o las circunstancias carcelarias, a ningún ser humano se le debe torturar de ninguna manera.
Los casi 30 años de aislamiento de Dennis Hope, los 34 años de William Blake y los más de 40 años de aislamiento del prisionero político Albert Woodfox6 son únicamente tres de las decenas de miles de ejemplos de presos en Estados Unidos sometidos al aislamiento prolongado e indefinido.
Cruel, como siempre. Como los que deciden en última instancia, con nombramientos vitalicios, en un sistema que supuestamente tiene controles y equilibrios, la supermayoría fascista de la Corte Suprema debe pensar que ahora están encaminando a toda la nación por una autopista despejada hacia un Reich Cristiano de Mil Años de Duración. Únicamente la revolución puede detenerlos.
Inmediatamente después de su triunfo, la revolución implementará la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian. Esta Constitución para una sociedad emancipadora y totalmente nueva incluye lo siguiente, bajo el Artículo III. Los derechos del pueblo y la lucha para arrancar de raíz toda explotación y opresión, Sección 2. Los derechos y libertades legales y civiles; 3. “Lo siguiente se aplicará respecto a la Nueva República Socialista en América del Norte y a aquellos que viven en su territorio.... G. Por lo que se refiere a la ley, los procedimientos legales y las penas por ley, se aplicará lo siguiente:... x. Se prohibirán los tratos y penas crueles e inusitados, incluida la tortura” [énfasis añadido]