Pensaba que mi causa, entonces y ahora, era noble. Por lo tanto, ellos nunca podrían quebrarme. Quizá me dobleguen un poco. Quizá me causen mucho dolor. Quizá incluso me quiten la vida. Pero nunca me quebrarán.

Albert Woodfox, 2010 (durante su año 36 en régimen de aislamiento)

El 4 de agosto de 2022, Albert Woodfox, uno de los prisioneros políticos conocidos como “Los 3 de Angola”¹, falleció a consecuencia del COVID-19. La familia de Albert emitió esta declaración:

Con pesar en el corazón, escribimos para compartir que nuestro compañero, hermano, padre, abuelo, camarada y amigo, Albert Woodfox, falleció esta mañana. Ya sea que lo conozcas como Fox, Shaka, Cinque o Albert, él te conocía como familia. Tenga en cuenta que su cariño, compasión, amistad, amor y apoyo han sostenido a Albert y lo han consolado.

Hasta en la larga y repugnante historia de la opresión de los negros por parte de Estados Unidos, la tortura y el tormento deliberados contra Los 3 de Angola se destacan por su barbarie. Cada uno de ellos pasó décadas en confinamiento solitario en celdas de 1.8 por 2.7 metros, 23 horas al día, sometidos a gases y golpes si presentaran alguna queja. Durante años incluso se les negaron libros, revistas o radios, en un esfuerzo deliberado de las autoridades por quebrantarles el ánimo y la cordura.

Woodfox pasó 44 años en el calabozo. Cuando su madre murió en 1994, se le negó permiso para asistir a su funeral, y lo mismo sucedió cuando murió su hermana. Las autoridades penitenciarias admitieron que este entierro carcelario tenía como objetivo apagar o contener la influencia política radical de Los 3 de Angola y del Partido Pantera Negra al que estaban afiliados.

No obstante, lo que se destaca aún más agudamente es la forma en que los hombres, para usar la frase de Bob Avakian, “se irguieron por encima del lodo y el fango”, por encima de la mera lucha por la supervivencia de sí mismo, por encima de la mentalidad de perro-come-perro del capitalismo y se elevaron a las alturas como luchadores desinteresados contra la opresión del pueblo negro y contra la opresión y degradación de la humanidad en su conjunto.

Albert Woodfox nació en Nueva Orleáns el 19 de febrero de 1947 y en su mayor parte se crió ahí. Desesperadamente pobre, de adolescente, Albert robaba pan y comida enlatada para su familia. Cuando tenía 18 años, los delitos menores lo llevaron al enorme complejo penitenciario de Angola en Luisiana². Angola no solo se construyó en el sitio de una antigua plantación de esclavos, funcionaba como tal. Los presos negros trabajaban en los campos mientras los guardias blancos de la prisión a caballo, armados con escopetas, actuaban como capataces. Cualquier infracción podría significar caer en una red de violaciones por parte de otros presos, algo alentado por los guardias.

Woodfox fue puesto en libertad después de ocho meses, pero luego fue arrestado de nuevo por robo a mano armada y condenado a 50 años de prisión. Huyó a Harlem, pero fue fichado y encerrado en The Tombs [Las Tumbas]³, el infierno de encarcelamiento de la ciudad de Nueva York, durante más de un año.

¡Pero en ese entonces, toda su vida cambió! Albert fue encarcelado con miembros de Los 21 Panteras de Nueva York, líderes y activistas del Partido Pantera Negra que fueron incriminados por cargos falsos de planear ataques terroristas (los 21 fueron absueltos). Los Panteras tenían una gran autoridad en The Tombs, no por medio del miedo, sino al tratar a las personas con respeto y al educarlas para que vieran el racismo sistémico del sistema capitalista de Estados Unidos que había llevado a las personas al crimen y a la prisión, y que esto era parte de un sistema más amplio de opresión del que había que deshacerse. Los presos fueron fuertemente desafiados a participar en esa lucha en lugar de los delitos menores.

Woodfox escribió más tarde:

Fue como si se encendiera una luz en una habitación dentro de mí que yo no había sabido que existía. Yo tenía una moral, principios y valores que nunca antes había tenido. Nunca volvería a ser un delincuente.

Albert llevó este espíritu de regreso a Angola. Se conectó con Herman Wallace (luego se les unieron Robert King) para formar ahí un capítulo del Partido Pantera Negra ahí. Una de las primeras cosas que hicieron fue insistir en el fin de la violencia sexual entre los prisioneros. Lucharon por material de lectura, por comida digna y otras mejoras. Usaron el Programa de 10 puntos de los Panteras como guía tanto para el estudio como para la acción, y trabajaron para mantenerse en contacto con los movimientos radicales a nivel nacional.

Y Woodfox también se empapó en el estudio de pensadores radicales y revolucionarios, desde George Jackson y Frantz Fanon hasta los líderes comunistas Carlos Marx, Vladimir Lenin y Mao Zedong. Albert desarrolló una disciplina de toda vida de levantarse en el silencio de las 3 a.m. para leer durante dos horas cada día.

Woodfox comentó que su actitud hacia las personas cambió cuando asumió este papel, lo que le dio la fuerza para seguir luchando:

Fíjese que a lo largo de todo esto, desarrollé un amor increíble por la humanidad y me dediqué a hacer lo que pudiera para mejorar a la humanidad... Y pensé que lo que estábamos haciendo era una causa noble. Así que estábamos preparados. Y por lo tanto las palizas y los gaseamientos y las décadas en el calabozo —aunque dolorosos y difíciles— nunca llegaron al extremo en que pudieron quebrarnos.

Albert estuvo libre de la prisión solo seis años de toda su vida adulta, pero usó incluso esos pocos y valiosos años para continuar luchando contra la injusticia y esforzándose por comprender mejor el mundo. Es importante honrar, celebrar y, de más importancia, desarrollar su ejemplo, y el ejemplo de Los 3 de Angola. El potencial de que miles y millones de personas que hoy están atrapados en todo tipo de necedades negativas den el salto a convertirse en emancipadores de la humanidad es la esperanza y el futuro de la humanidad, un desafío a todos de que tenemos que luchar ferozmente, especialmente en estos momentos cuando la posibilidad de la revolución se vuelva más grande.