Hiroshima, Japón, 6 de agosto de 1945: “[D]e repente apareció por encima de la ciudad japonesa de Hiroshima una ardiente bola de fuego de un millón de grados de temperatura, matando, quemando vivas o vaporizando instantáneamente a decenas de miles de personas. Tormentas de fuego se tragaron la ciudad. Entonces llegaron ondas expansivas y vientos de más de 1600 kilómetros por hora, destrozando cuerpos y edificios, lanzando por los aires a hombres, mujeres y niños. Casi todas las estructuras dentro de más de un kilómetro y medio alrededor del epicentro quedaron destruidas.
“Había cadáveres rojos muertos e hinchados unos encima de otros, se les salieron los intestinos y los ojos… Nubes de polvo convirtieron la mañana en el anochecer; luego, cayó una lluvia negra”.
De “Crimen Yanqui - Caso #97: 6 y 9 de agosto de 1945 — La incineración nuclear de Hiroshima y Nagasaki”, en revcom.us.
Así, Estados Unidos desató la pesadilla nuclear sobre el mundo, atormentando a una generación tras otra con la perspectiva de una guerra que podría acabar literalmente con la humanidad. Desde entonces se le ha llegado extremadamente cerca muchas veces, como cuando Estados Unidos, bajo el mando de John F. Kennedy, estuvo dispuesto a arriesgarse a una guerra nuclear con la Unión Soviética durante la Crisis de los misiles en Cuba de 19621. Pero aunque Estados Unidos siempre ha insistido en su “derecho” a lanzar un primer ataque nuclear, y ha considerado seriamente el uso de armas nucleares contra China, la Unión Soviética, Vietnam, Corea del Norte e Irak (enlaces en inglés), estas terribles armas no han sido utilizadas en una guerra por ningún país desde el bombardeo estadounidense de Nagasaki (tres días después de Hiroshima).
Pero con la guerra en Ucrania, el peligro nuclear ha aumentado significativamente en las últimas semanas.
Actualmente, Estados Unidos y la OTAN están armando a las fuerzas militares ucranianas en combate contra Rusia, pero no están en confrontación directa con Rusia, y esta distinción es muy importante, ya que los conflictos directos podrían escalar muy fácilmente a una guerra nuclear total que sería una amenaza existencial para la humanidad.
Esto influye mucho en por qué son terriblemente imprudentes los llamamientos y el clamor para que la OTAN establezca “zonas de exclusión aérea” en Ucrania (espacio aéreo denegado a los aviones de guerra rusos). La única forma de hacerlo cumplir en concreto sería que los aviones de la OTAN derribaran los aviones y sistemas de defensa aérea rusos, lo que podría desencadenar una guerra directa entre la OTAN y Rusia.
Al mismo tiempo, las políticas actuales conllevan riesgos inherentes intensificados, con el papel de los accidentes, los “cables trampa” y la “dinámica de escalada”, en la que las partes enfrentadas se ven amenazadas ante las acciones de la otra, las malinterpretan o reaccionan con aún más fuerza y beligerancia. En una situación en la que Estados Unidos está “tratando de averiguar cómo llegar hasta la línea límite sin cruzarla de forma que se arriesgue a una confrontación directa con Rusia”, todo esto podría desembocar en un conflicto directo entre Rusia y la OTAN2. Esto es una política de riesgo “calculado” muy —pero muy— peligrosa de parte de potencias nucleares — perseguiendo una política peligrosa hasta los límites antes de detenerse.
En todo esto, es fundamental un principio básico de orientación, análisis y objetivo:
[L]a esencia del conflicto entre Estados Unidos y los países como Rusia y China no es un conflicto entre “la democracia” y “el autoritarismo”, sino que es una cuestión de rivalidad entre potencias imperialistas, todas las que son monstruosas opresoras de las masas de personas, y ninguna de las cuales representa o actúa a favor de los intereses de la humanidad. Lo que hay que hacer, y con urgencia ahora, es oponerse a todos los imperialistas merodeadores y asesinos en masa, y a todos los sistemas y relaciones de opresión y explotación, con un énfasis especial en oponerse a “nuestros propios” opresores imperialistas que cometen sus monstruosos crímenes “en nuestro nombre” y se proponen movilizarnos para que los apoyemos sobre la base de un grotesco chovinismo pro estadounidense, el que es necesario que rechacemos firmemente y contra el que luchemos ferozmente.
– Bob Avakian, “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense”
¿Por qué aumenta el riesgo de guerra nuclear?
En 1945, Estados Unidos era la única potencia con armas nucleares y, por tanto, se sentía libre para incinerar a cientos de miles de civiles “enemigos” sin tener que preocuparse por las represalias. Esto demuestra por sí mismo lo absolutamente despiadado y monstruoso que es el imperialismo estadounidense, y constituye una imputación chocante.
Pero dentro de pocos años la Unión Soviética3 comenzó a desarrollar su propio arsenal nuclear, cambiando la “ecuación de riesgo” para el imperialismo estadounidense. Surgió un nuevo paradigma en el mundo: MAD — Destrucción Mutua Asegurada. Cada parte sabía que una guerra nuclear sería probablemente catastrófica para ambas. Esto fue, y sigue siendo, un importante factor disuasorio, o desalentador, para que cualquiera de los dos bandos utilice armas nucleares, y se ha aplicado de forma más general entre otras potencias nucleares opuestas en el mundo, como India y Pakistán.
Entre otros factores, hay dos en la situación actual que aumentan significativamente los riesgos de una guerra nuclear.
Primer factor: Los bloques imperialistas rivales perciben que hay mucho en juego en esta guerra y en la lucha por dominar partes clave del mundo.
Tras 45 años de “Guerra Fría” entre los bloques imperialistas rivales de Estados Unidos y la Unión Soviética, en 1991 esa última se derrumbó. Desde los años 50, la Unión Soviética había sido una potencia social-imperialista, socialista sólo de nombre, imperialista en esencia. La heredera de la Unión Soviética, Rusia, siguió siendo una potencia capitalista-imperialista, pero se vio muy debilitada por la pérdida de las otras naciones miembros de la Unión Soviética y de los aliados que había dominado anteriormente.
Los gobernantes estadounidenses se jactaron de esta victoria y el nuevo mundo “unipolar” en el que ellos no tenían grandes rivales. El Resumen de la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos de 2018 (en inglés) resumía: “Durante décadas, Estados Unidos ha gozado de una superioridad incontestable o dominante en todos los dominios operativos. En general, podíamos desplegar nuestras fuerzas cuándo quisieramos, reunirlas dónde quisieramos y funcionar cómo quisieramos”. [Énfasis añadido]
Para aprovechar esta posición y asegurarse de que se mantuviera incontestada, Estados Unidos pasó décadas ampliando la OTAN para abarcar 14 países en la frontera con Rusia o cerca de ella, y trabajando para subir al poder a gobiernos proestadounidenses en otros, incluida Ucrania (véase los antecedentes y la cronología histórica aquí), e iniciando un proceso para incorporar a la propia Ucrania a la OTAN. Esto siguió una cierta lógica: la lógica del imperialismo de expansión o muerte. Al mismo tiempo, se han producido importantes cambios en el mundo, que van más allá del alcance de este artículo: las derrotas de Estados Unidos en Irak y Afganistán, el nuevo fortalecimiento del ejército ruso y el ascenso de China como un bloque imperialista rival. Como se lamenta en el documento de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos de 2017 (en inglés), Rusia y China ahora
... están desplegando capacidades militares diseñadas para negar el acceso a Estados Unidos en tiempos de crisis y para disputar nuestra capacidad de operar libremente en zonas comerciales críticas en tiempos de paz. En breve, están disputando nuestras ventajas geopolíticas y tratando de cambiar el orden internacional a su favor. [Énfasis añadido].
Todo esto ha preparado el escenario para la guerra en Ucrania y se concentra en esa guerra, la que todas las partes ven como una batalla de alto riesgo por el dominio de una parte clave del mundo. Un gran riesgo en todo esto es que en el curso de la guerra, sectores de las clases dominantes en estos bloques imperialistas quizá lleguen a creer que recurrir a las armas nucleares —e incluso arriesgarse a una guerra nuclear— valga la pena o incluso, desde su propia lógica imperialista pervertida, sea “estratégicamente necesario” en esta lucha de alto riesgo por la dominación imperialista. Esta es la misma dinámica del imperialismo que condujo a dos guerras mundiales en el siglo XX, excepto que esta vez las armas nucleares están en pleno juego.
Segundo factor: Las armas nucleares “tácticas”, una potencial “droga de entrada” a la guerra nuclear total
Las armas nucleares “tácticas” (TNW por sus siglas en inglés) se refieren a armas nucleares de menor tamaño y potencia, y más móviles, destinadas para el uso en el campo de batalla. Estados Unidos desarrolló las TNW a principios de la Guerra Fría, en un momento en que las fuerzas convencionales de la OTAN eran más débiles que las soviéticas. La idea era recurrir a ellas si la OTAN viniera perdiendo una guerra convencional. En ese caso, podrían desplegar las armas nucleares para destruir activos militares soviéticos clave4, quizás con decenas de miles de muertos, así cambiando las tornas de la guerra. (Por el contrario, las armas nucleares “estratégicas” se utilizan para destruir ciudades enteras y poner de rodillas al adversario de golpe).
En primer lugar, es importante destacar que aunque las TNW son “menos” destructivas que las armas nucleares estratégicas, son mucho más destructivas que las armas convencionales. La TNW más pequeña —0,1 kilotones— es unas nueve veces más potente que la bomba convencional más grande de Estados Unidos. En un artículo de opinión publicado el 10 de marzo en Scientific American, se afirma que una bomba de 0,3 kilotones “causaría todos los horrores de Hiroshima, aunque a menor escala. Un arma nuclear táctica produciría una bola de fuego, ondas de choque y una radiación mortal que perjudicaría la salud de los supervivientes a largo plazo. La lluvia radioactiva contaminaría el aire, el suelo, el agua y los alimentos”5.
En teoría, al ser menos destructivas las TNW, es posible que su uso, según algunas doctrinas imperialistas —o políticas oficiales— no desencadene una respuesta nuclear. El “receptor” del ataque con TNW podría decidir que lo que está en juego en la guerra no merece la destrucción potencial de su patria, y aceptar un acuerdo en condiciones más favorables para el bando que utilizó las TNW. Siguiendo esta misma lógica, la amenaza de utilizar las TNW puede ser un elemento disuasorio para el otro bando. Por ejemplo, al principio de la guerra de Ucrania, Rusia anunció que sus fuerzas nucleares estaban en alerta máxima, como parte de señalar esta disuasión.
Del discurso, en inglés, de Bob Avakian: Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
Corto: “Guerras de imperio, ejércitos de ocupación y crímenes contra la humanidad”
Lea el texto de este corto en español aquí.
Simular “en juego” una escalada nuclear
La combinación de la gran necesidad subyacente que tienen estas potencias imperialistas de rivalizar entre sí y dominar partes clave del mundo, con la relativa incertidumbre de cómo reaccionaría cada una de ellas ante diferentes acontecimientos, es lo que hace tan peligrosa la situación actual. Rusia ve a Ucrania como una batalla “existencial”, para detener la expansión de la OTAN, y Estados Unidos también ve muchísimo en juego —y con la gran incertidumbre en la “niebla de la guerra”— los peligros son muy pero muy reales, e intensificados.
Como ejemplo: El analista militar/autor Fred Kaplan escribió sobre dos “juegos de guerra” realizados al final de la administración Obama. La premisa era que Rusia invade un país de la OTAN, la OTAN viene derrotando el ataque, así que Rusia lanza un TNW sobre las fuerzas de la OTAN. La pregunta era: “¿Cómo debe responder la OTAN?”
En el primer “juego” participaron funcionarios militares y gubernamentales de “segundo nivel”. Al principio, la mayoría de los participantes abogaban por una respuesta nuclear, pero a lo largo de muchas horas de debate se convencieron de una respuesta no nuclear. El argumento para ello era que Estados Unidos podría sacar provecho de que Rusia haya roto el “tabú” del uso de armas nucleares, y aislar y marginar políticamente a Rusia.
Un mes más tarde, el mismo “juego” se llevó a cabo con miembros del gabinete y jefes militares de alto nivel. Según Kaplan:
Se plantearon algunas de las mismas preocupaciones: la posibilidad de aislar a los rusos al no morder el anzuelo nuclear, la falta de objetivos sensatos, la incertidumbre de si las armas nucleares amortiguarían o agravarían la guerra. Aún así, los dirigentes decidieron que nosotros [Ed: Estados Unidos] teníamos que responder con armas nucleares, para mantener la credibilidad entre nuestros aliados y adversarios. Decidieron disparar unas cuantas armas nucleares contra la antigua república soviética de Bielorrusia, aunque, en el juego, no tuvo ninguna participación en los ataques rusos... [Cursiva en el original, negrita añadida].
Según tenemos entendido, el juego se canceló, tal vez porque a los pensadores estratégicos les preocupaba que “seguir jugándolo hasta el final” condujera a un resultado de graves intercambios nucleares estratégicos y no querían causar pánico si el resultado se filtrara, o por otras razones, pero cabe tomar nota6.
Conclusión
En todo esto, al aumentar el horroroso peligro del uso de armas nucleares, hay que volver a destacar un punto clave de orientación de Bob Avakian — en conclusión:
Por supuesto, este acto de agresión imperialista de parte de Rusia merece condena. Pero especialmente para personas que viven en Estados Unidos —que ostenta, cabe repetir, el récord para semejantes actos de agresión, con mucho— es cuestión de principio básico y de importancia profunda no hacerse eco a las posiciones ni servir a los objetivos de “nuestros” imperialistas, sino que al contrario poner muy en claro nuestra oposición a los objetivos y las acciones de estos imperialistas (estadounidenses), que están utilizando la oposición a la invasión rusa a Ucrania —no para promover “la paz” o “el derecho de las naciones a la autodeterminación”—, sino como un mecanismo para promover los intereses del imperialismo estadounidense, en oposición a los imperialistas rusos rivales. Por lo tanto, de acuerdo con este principio crucial, toda oposición a la invasión rusa a Ucrania, especialmente de parte de personas en este país imperialista, debe incluir una posición clara y definida de también oponerse al papel de Estados Unidos en el mundo, incluidas las guerras que éste libra a continuo, y a las otras formas en que interviene violentamente en otros países.
Guerra nuclear: amenaza sin precedentes a la humanidad y a nuestro planeta
Para entender qué tan increíblemente peligrosas que lo son las armas nucleares, considere lo siguiente:
La única bomba que devastó a Hiroshima en 1945, y dejó más de 140.000 muertes, tenía una potencia de 15 kilotones, el equivalente a 15.000 toneladas de TNT. Al año 2020, nueve países poseían más de 12.700 ojivas nucleares, más del 90% de ellas en manos de Estados Unidos y Rusia. La ojiva más potente tiene una potencia de 1.2 megatones, el equivalente a 1.2 millones de toneladas, 80 veces más potente que la bomba estadounidense que incineró a Hiroshima.
Un artículo de la revista The Atlantic dice que la detonación de una sola bomba de un megatón
... produciría, en un radio de unos 6.5 km, vientos iguales a aquellos de un huracán de categoría 5, arrasarían de inmediato edificios, derribarían el tendido eléctrico y provocarían fugas de gas. Cualquier persona en un radio de 11 km de la detonación sufriría quemaduras de tercer grado, del tipo que abrasa y ampolla el tejido....
Un estudio realizado en 2007 estimó que si se detonaran 100 armas nucleares pequeñas, es decir un número equivalente a tan sólo el 0.03% del arsenal total del planeta, el número de “víctimas mortales directas debido al fuego y al humo sería comparable al de la Segunda Guerra Mundial en todo el mundo”.
Los estudios científicos confirman que si se lanzaran tan sólo cien bombas nucleares del tamaño de Hiroshima en una guerra nuclear “limitada” o regional, el impacto global sería una catástrofe sin precedentes en la historia de la humanidad.
El artículo de The Atlantic y otros (aquí, aquí y aquí) explican que el humo y las cenizas catapultadas a la atmósfera superior bloquearían a corto plazo los rayos del sol, lo que provocaría un descenso de las temperaturas y la pérdida de las cosechas, lo que conduciría a una hambruna mundial que afectaría a más de dos mil millones de personas. La acidificación de los mares se aceleraría, lo que conduciría a la destrucción masiva de especies y arrecifes de coral. Resultaría destruida gran parte de la capa de ozono de la atmósfera que nos protege de los rayos ultravioleta del sol, lo que provocaría una pandemia mundial de cáncer de la piel entre los seres humanos y además la destrucción de innumerables especies de plantas y animales.
En otras palabras, incluso una guerra nuclear “limitada” resultaría en un desastre sin precedentes para la humanidad, si no la extinción total.