[L]a esencia del conflicto entre Estados Unidos y los países como Rusia y China no es un conflicto entre “la democracia” y “el autoritarismo”, sino que es una cuestión de rivalidad entre potencias imperialistas, todas las que son monstruosas opresoras de las masas de personas, y ninguna de las cuales representa o actúa a favor de los intereses de la humanidad. Lo que hay que hacer, y con urgencia ahora, es oponerse a todos los imperialistas merodeadores y asesinos en masa, y a todos los sistemas y relaciones de opresión y explotación, con un énfasis especial en oponerse a “nuestros propios” opresores imperialistas que cometen sus monstruosos crímenes “en nuestro nombre” y se proponen movilizarnos para que los apoyemos sobre la base de un grotesco chovinismo pro estadounidense, el que es necesario que rechacemos firmemente y contra el que luchemos ferozmente.
— Bob “Avakian, “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense”, 2 de marzo de 2022
Nota del autor: Bill McKibben ha desempeñado, a lo largo de los años, un papel importante en la concienciación en cuanto al calentamiento global y la emergencia medioambiental. Pero siempre me ha llamado la atención que nunca vaya a las raíces del problema, en el funcionamiento del sistema competitivo basado en las ganancias del capitalismo-imperialismo — ni explore con seriedad la solución, en una revolución real para transformar este sistema. Y ahora, tenga la intención o no, ha optado por soluciones feas y chovinistas. Desafío a Bill McKibben a que lea esta crítica, a que le responda y a que debata públicamente estas cuestiones conmigo. En un momento en el que lo que está en juego es nada menos que la potencial extinción de una buena parte de la humanidad, este debate es urgentemente necesario.
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Desde el comienzo de la guerra en Ucrania a fines de febrero, el escritor y activista medioambiental Bill McKibben, en artículos de opinión, entradas de blog y apariciones en los medios de comunicación, ha estado sacando chorros de argumentos en apoyo al imperialismo estadounidense en su enfrentamiento con el imperialismo ruso. A medida que Rusia intensificaba su brutal invasión a Ucrania —y mientras Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental aumentaban la ayuda militar al gobierno de Ucrania e intensificaban la guerra económica contra Rusia—, McKibben ha repetido el mantra de la clase dominante estadounidense de que esta es una batalla entre la “democracia” (representada por Estados Unidos y el gobierno de Ucrania) y la “autocracia” (Putin y Rusia). Pero Bill McKibben va más allá. Le da a su apoyo a las sanciones de Estados Unidos en contra de Rusia y a las balas para Ucrania un toque medioambiental particular.
Bill McKibben intenta hacer cuadrar el círculo de apoyo para el imperialismo estadounidense en su conflicto cada vez más intenso con Rusia con escenarios delirantes en los que la confrontación con Rusia puede hacer surgir lo que él llama un “esfuerzo total para descarbonizar el continente [sacar a Europa Occidental de los combustibles fósiles], y luego el nuestro”. Es una fantasía chovinista de Estados Unidos como fuerza del bien, inclusive como líder potencial en energía verde. Es un veneno ideológico que debe rechazar cualquiera que se preocupe de verdad por el futuro de la humanidad y del planeta.
En lo que sigue, repasaré y refutaré los argumentos centrales de McKibben y señalaré sus puntos ciegos chovinistas. Me basaré principalmente en su artículo de opinión del 25 de febrero en The Guardian de Londres.
I. Condenar al “petroestado” ruso para dejar en la impunidad al dominio de combustibles fósiles y maquinaria militar del imperialismo estadounidense
McKibben titula su ensayo en The Guardian “This is how we defeat Putin and other petrostate autocrats” (Así derrotaremos a Putin y a otros autócratas de los petroestados). Ya con el “nosotros” está señalando de manera enfermiza que “nosotros” estamos todos juntos en esto: la clase dominante estadounidense, las fuerzas armadas estadounidenses, la alianza occidental de potencias imperialistas, la población estadounidense y, sí, el movimiento ambiental.
Por petroestado, McKibben quiere decir una economía y un gobierno en que la producción de petróleo y otros combustibles fósiles desempeña un papel preponderante desproporcionado en la estructura económica de esa sociedad, especialmente en la generación de ingresos para el estado gobernante. Rusia no es lo mismo que un país como Arabia Saudita. Rusia es una economía capitalista-imperialista desarrollada con una base manufacturera, cadenas de suministro nacionales y capacidad tecnológica. Es el exportador más grande de trigo del mundo. Pero la economía rusa está sesgada hacia la exportación de gas natural, petróleo y otras materias primas, y hacia la producción militar. McKibben denuncia que las ventas de petróleo y gas natural de Rusia proporcionan el dinero “que potencia la maquinaria militar del país”.
¿Y qué del imperialismo estadounidense? La economía estadounidense no está centrada, como lo está la rusa, en los ingresos procedentes de las ventas internacionales de petróleo y gas natural. Pero los niveles de producción y consumo de combustibles fósiles en Estados Unidos tienen un impacto global mucho más grande:
— Estados Unidos es el productor más grande de petróleo y gas natural del mundo1.
— Estados Unidos es el consumidor más grande de petróleo por persona del mundo2 .
— Estados Unidos es responsable de la cantidad cumulativa más grande de emisiones de carbono en la atmósfera que provocan el calentamiento global3.
McKibben se apresura a denunciar la “maquinaria militar” de Rusia. Pero en su artículo de The Guardian guarda un silencio intolerable sobre la maquinaria de muerte y destrucción de Estados Unidos. Otro “Veamos los hechos:”
— Estados Unidos gasta más de diez veces lo que Rusia gasta en sus fuerzas armadas — sí, 10 veces más que Rusia. De hecho, en 2022 Estados Unidos gastará tanto como el gasto combinado de las siguientes nueve potencias militares más grandes (países como China, Francia, India, Rusia, Reino Unido y Arabia Saudita)4.
— Estados Unidos es el exportador más grande de armamento del mundo5. Armamento como lo que lanzan los cazas de guerra sauditas sobre mujeres, niños y otros inocentes en Yemen, armamento que ha dado en centros sanitarios. Arabia Saudita es un régimen “petroestado” cliente del imperialismo estadounidense.
— Estados Unidos ha invadido e intervenido en más países a lo largo del siglo 20 y en lo que va del 21 que cualquier otro estado. Actualmente tiene 700 bases militares en más de 70 países — ningún otro país se le acerca6. En décadas recientes, las fuerzas militares estadounidenses han sido el consumidor institucional más grande de petróleo del mundo7.
McKibben no toma en consideración lo que financia la maquinaria militar estadounidense. La respuesta corta y esencial es: las “ganancias del imperio”. La posición privilegiada y dominante de Estados Unidos en la economía mundial y las innumerables formas —por medio de inversiones, préstamos bancarios, el papel especial del dólar en el comercio mundial, sobre la base de la explotación de cientos y cientos de millones de personas— por medio de lo que Estados Unidos extrae y chupa la riqueza a vastas partes del mundo le dado la capacidad de financiar sus fuerzas militares. Esta máquina militar, la más grande de la historia de la humanidad, refuerza ese mismo dominio.
II. Si Rusia tiene una “economía patética”, ¿cómo describir la de Estados Unidos?
Así se exhibe el repugnante chovinismo y loas para el imperio: McKibben, en su tono de orgullo por Estados Unidos, proclama que “Rusia tiene una economía patética — tú lo puedes verificar echando un vistazo a lo que tienes en tu hogar y viendo cuántas cosas que utilizas fueron fabricadas dentro de sus fronteras [de Rusia]”.
Un buen consejo, Bill. Mire más de cerca en su armario : ¿y qué pasa de la ropa, oye los gritos de las mujeres en las despiadados maquiladoras en Bangla Desh, Honduras, Indonesia y otros lugares del Sur global que producen la mayor parte de la ropa que se compra y se viste en Estados Unidos? Mire en su escritorio, en su teléfono móvil y en su computador. ¿Ve los rostros de l@s trabajador@s en las fábricas de China que ensamblan su teléfono móvil y las que se parecen a complejos carcelarios? ¿Siente la agonía de los 40.000 niños que trabajan en las minas del Congo en la extracción del cobalto, litio y otros minerales necesarios para potenciar computadores portátiles, teléfonos y vehículos eléctricos? Sí, mire alrededor de su hogar.
Estados Unidos, sobre la base de su dominio y saqueo mundial, ha desarrollado una vasta red de explotación y súper-explotación integrada a nivel mundial. Pero cuando examinemos el mundo, tal como lo hace McKibben, por el lente desganado y chovinista de que Estados Unidos es la fuerza suprema del bien en el mundo, haga lo que haga —Bob Avakian ha llamado esto la “Gran Falsedad Tautológica”—, es posible maniobrar para evitar las verdades de las guerras genocidas y cadenas de suministro de explotación de Estados Unidos (McKibben conoce estos hechos). Y es posible apuntar su fuego contra la “maldad” de Putin al mismo momento en que Estados Unidos y el imperialismo occidental se están preparando para una confrontación más frontal con Rusia.
Corto: “Libérese de la Gran Falsedad Tautológica”
(Para leer el texto en español, haga clic aquí.)
III. McKibben borra la historia... y las verdaderas dinámicas de la rivalidad imperialista
Aquí, citando su artículo del Guardian, se tiene el meollo del argumento que McKibben expone:
Junto con la maquinaria militar [de Rusia], el control de los suministros de petróleo y gas es la principal arma de Rusia. Una y otra vez han amenazado con cortar el flujo de hidrocarburos a Europa occidental.... Imagina una Europa que funcionara con energía solar y eólica, cuyos coches funcionaran con electricidad suministrada localmente y cuyos hogares se calentaran con bombas eléctricas que extraen el calor el aire ambiente. Esa Europa no estaría financiando a la Rusia de Putin [comprándole su petróleo y gas natural], y temería mucho menos a Rusia.
Y luego McKibben hace un llamamiento a los gobernantes de Estados Unidos a que movilicen la economía a una escala similar a la de la Segunda Guerra Mundial (más sobre esto en adelante) para producir bombas que extraen el calor del aire ambiente y otra maquinaria que ayude a convertir rápidamente las economías de Europa Occidental a la energía renovable.
A) McKibben comienza flotando en el aire como si no hubiera historia previa. McKibben comienza su versión de la crisis actual con una Rusia agresiva que invade a Ucrania y una guerra que amenaza con extenderse. Los países de Europa Occidental dependen de Rusia para el 40% de sus necesidades de gas natural y el 30% de su petróleo. Sus economías se paralizarían sin esas importaciones. Por lo tanto, según McKibben, estos países “democráticos” están bajo amenaza militar y son rehenes económicos — por lo que no se pondrán de pie.
Pero veamos un poco de la historia relevante. Estados Unidos encabeza una alianza militar de países de Europa Occidental. Esa alianza es la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). La OTAN se ha ido ampliando desde principios de los años 1990, cuando la antigua Unión Soviética se derrumbó. Entre 1999 y 2004, Estados Unidos incorporó a la OTAN a 10 países vecinos o fronterizos con Rusia. La OTAN ha apostado tropas y sistemas avanzados de armamento en muchos de estos países. En 2014, Estados Unidos respaldó una revuelta en Ucrania (la llamada “revolución naranja”) que llevó al poder a un gobierno pro-estadounidense en Ucrania, un país con una frontera terrestre de casi 2.400 km de largo con Rusia. Ucrania pregona su determinación de formar parte de la OTAN.
Rusia, por su parte, tiene por objeto ampliar su esfera de influencia económica y militar en Eurasia (la vasta masa terrestre de Europa y Asia). Estados Unidos tiene por objeto bloquear eso y conservar y ampliar su posición dominante en el mundo.
Ucrania se ha convertido en una zona de conflicto de la rivalidad entre las grandes potencias imperialistas. McKibben borra esa historia.
B). La verdadera realidad del imperialismo frente a las fantasías de McKibben
McKibben se lamenta que Europa Occidental se ha vuelto dependiente del gas natural y del petróleo de Rusia. Esto se ha basado en la rentabilidad. La importación de esta energía proporciona un insumo “eficiente en costos” para la producción basada en las ganancias. Además, los europeo-occidentales se han convertido en importantes socios comerciales de Rusia; eso también ha sido rentable.
Pero ahora una crisis monumental y el espectro de una guerra creciente amenazan con socavar estas relaciones y vínculos con Rusia. Los imperialistas de Europa Occidental deben responder, y están respondiendo, de manera que sirva a sus intereses imperialistas y que responda a las presiones del imperialismo estadounidense, que está tratando de apretar su control sobre la alianza de la OTAN.
¿Se están movilizando los imperialistas de Europa Occidental para recortar masivamente el consumo de combustibles fósiles y reestructurar radicalmente sus economías hacia las energías renovables? No. Eso no puede suceder cuando tanta producción y tanto transporte requieren combustibles fósiles. Y la “maquinaria militar” de la OTAN —cazas, tanques, buques de guerra, portaaviones y vehículos de transporte— requiere petróleo, especialmente en un período de realzados preparativos para el combate. La OTAN no funciona con energía eólica y solar (aunque nadie con conciencia debería desearlo).
Así que, ante las crecientes tensiones con Rusia, los imperialistas de Europa Occidental promueven y planean avanzar por tres vías: a) obtener más combustibles fósiles (especialmente gas natural) de fuentes no rusas —y esto incluye el gas natural licuado, que requiere terminales especiales; b) almacenar más gas natural; y c) aspirar a una mayor eficiencia energética, lo que significa quemar combustibles fósiles y contaminar el planeta de forma más “eficiente”. Hay llamamientos y medidas para aumentar la capacidad de energía solar y eólica —y crece la energía renovable—, pero esta no es el rumbo principal de reemplazar el gas natural y el petróleo de Rusia de ser necesario. (Se trata de recomendaciones de alto nivel en estudios recién publicados por la Agencia Internacional de la Energía y la Unión Europea).
McKibben argumenta además, como lo he citado anteriormente, que si Rusia perdiera los clientes de Europa Occidental para el gas natural y el petróleo, Putin no podría financiar la “maquinaria militar”. Pero lo que McKibben no entiende es que Rusia también está buscando diversificar sus relaciones comerciales. En particular, Rusia quiere vender más energía suya a China, el país capitalista-imperialista de más rápido crecimiento del mundo, y establecer nuevas e importantes asociaciones industriales con China.
Se dan maniobras entre grandes potencias a medida que se deshilachan los acuerdos económicos existentes y suenan los tambores de guerra con más fuerza.
C) Crisis e ilusiones del movimiento ambiental
Algunos sectores del movimiento ambiental han argumentado repetidamente a lo largo de los años que las grandes crisis obligarían a Estados Unidos y a otras grandes economías a hacer lo correcto con energías renovables. Lo dijeron durante la crisis financiera de 2007-2008 y la consiguiente desaceleración económica. Los bancos que sufrieran grandes pérdidas encontrarían nuevas fuentes de ganancias en energías renovables. Lo que siguió, bajo el mandato de Obama, fue muy distinto: el aumento masivo del “fracking” (fracturación hidráulica) — el método altamente contaminante para extraer el petróleo de esquisto; la expansión de las excavaciones en alta mar y en el Ártico; y que Estados Unidos tomó posición, bajo el “Obama amigo del clima”, como productor mundial número uno de petróleo y gas natural.
Y a medida que un informe científico tras otro documentaba la aceleración del calentamiento global —y a medida que la realidad de hoy día de sus devastadoras consecuencias se evidenciaba cada vez más en el derretimiento de los glaciares, el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos más violentos, la propagación de los incendios forestales—, se hicieron llamamientos para un “Nuevo Acuerdo Verde”. Para una crítica, véase “Por estas 5 razones ‘El Nuevo Acuerdo Verde’ es engañoso, peligroso y parte del problema — Engaños ajenos y propios al servicio del imperio de Estados Unidos”. Los ambientalistas y algunos demócratas en el Congreso argumentaron que un Nuevo Acuerdo Verde era una situación en la que todos salían ganando: podíamos actuar para salvar el planeta y además crear nuevos mercados y empleos para Estados Unidos como líder potencial en tecnología verde. Pero esto se derrumbó en la realidad política de un Estados Unidos con un poderoso sector fascista de la clase dominante estadounidense que no quiere nada de eso (y que incluso niega la realidad del calentamiento global).
Se traficaban con el mismo tipo de ilusiones cuando azotó la pandemia. Muchos ambientalistas convencionales argumentaron que las ralentizaciones y trastornos de la producción obligarán a replantearse la energía. Pero las emisiones globales de carbono relacionadas con la energía fueron las más altas de la historia en 2021, cuando la economía mundial comenzó a recuperarse8. En Estados Unidos, la producción de carbón aumentó en 2021. Y Biden, como reconoce McKibben, ¡ha concedido más permisos de excavación petrolífera en su primer año de mandato que Trump en todos sus cuatro años!
Pero en esta ocasión, según McKibben, las cosas pueden ser diferentes. Podemos acelerar pacíficamente la economía como si fuera la época de la Segunda Guerra Mundial y producir en masa tecnología de energía renovable, venderla a Europa Occidental y adoptarla en Estados Unidos.
IV. El mito de la Segunda Guerra Mundial y el espejismo de una movilización de energías renovables en toda la economía
McKibben está encantado de la movilización económica de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, tragándose la noción de Estados Unidos como el “arsenal de la democracia”. Y ve en ello un modelo para volverse verde: “En los años posteriores a la invasión de los Sudetenland [parte de Checoslovaquia] por parte de Hitler, Estados Unidos volcó su poderío industrial en la construcción de tanques, bombarderos y destructores.... Un bombardero es una máquina complicada con más de un millón de piezas; una turbina eólica, en cambio, es relativamente sencilla.... ¿Creemos que está fuera de nuestras posibilidades producir rápidamente los paneles solares y las baterías necesarias para poner fin a nuestra dependencia de los combustibles fósiles?”
En primer lugar, ¿qué celebra McKibben en realidad? La Segunda Guerra Mundial no fue alguna noble empresa de Estados Unidos “en lucha por la democracia” para la gente del mundo. Estados Unidos estaba librando una guerra asesina por un imperio más grande, en competencia con otras potencias imperialistas por el control del mundo. Fue una guerra en la que Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre Japón. Como resultado del desenlace de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en la potencia imperialista dominante; el explotador más grande del mundo; y el policía global del mundo dominado por los imperialistas. Las guerras genocidas de Estados Unidos en Corea y Vietnam estaban cerca (“Cuidado con lo que deseas… el Nuevo Trato de FDR y el imperio de Estados Unidos”).
En segundo lugar, McKibben quiere que creamos que Estados Unidos puede movilizarse y escalar de nuevo su economía de esta manera, pero con la producción de lo que McKibben llama en su blog “bombas de extracción de calor para la paz y la libertad”. De este modo, “podemos darle un gancho pacífico a Putin en los riñones sin aumentar las probabilidades de una guerra nuclear”. Ojalá McKibben pudiera desear que se creara esta situación.
El problema es que los combustibles fósiles siguen representando alrededor del 80% de la producción energética de Estados Unidos9. Las fuerzas armadas estadounidenses son inoperantes sin los combustibles fósiles. El presidente Biden ni siquiera puede promulgar una insignificante legislación medioambiental. Ante los trastornos del suministro energético y la intensificación de la guerra económica, Biden llama a los países a que aumenten su producción de petróleo. Y Biden, en su reciente discurso sobre el Estado de la Unión, llamó a realizar una “independencia energética”, y no una revolución en energías renovables.
Eso se debe a que, como se muestra en los artículos y análisis de revcom, los combustibles fósiles son elementos fundacionales para el funcionamiento rentable del capitalismo-imperialismo, tal como se ha desarrollado. El petróleo es una necesidad estratégico-militar y un instrumento de competencia, rivalidad y dominación imperialista. La verdad esencial es que únicamente al hacer una revolución para derrocar este sistema y crear una economía y sociedad socialista sustentable, tendremos la oportunidad de abordar la crisis climática a la escala y con la urgencia que se requieren (“A 50 años del primer Día de la Tierra: Reflexiones sobre la catástrofe que es el capitalismo-imperialismo”).
Se tiene la paradoja de McKibben. Quiere una movilización a escala bélica a favor de la tecnología verde que disminuya los ingresos procedentes de los combustibles fósiles... y que, de alguna manera, socave la “maquinaria bélica” de una potencia imperialista (Rusia). Eso no va a suceder. Pero es cierto que en la historia del imperialismo de hoy día, la guerra mundial ha sido un motor de rápida innovación tecnológica. La Segunda Guerra Mundial, en la que perecieron unos 75 millones de personas, fue un catalizador para el desarrollo de la penicilina, los computadores y la microelectrónica, los materiales sintéticos, la tecnología de cohetes... y la bomba atómica.
De hecho, las cosas están avanzando hacia una guerra mundial y una verdadera movilización bélica, que bien podría incluir importantes avances en las tecnologías energéticas. Pero la realización de esa guerra, lo que incluiría el posible uso de armas nucleares, bien podría llevar a la destrucción de una buena parte de la humanidad y de los ecosistemas del planeta. Eso es intolerable e inaceptable.
CONCLUSIÓN
Mientras redacto este ensayo, Estados Unidos está embarcando nuevas cantidades masivas de armamento a Ucrania. Rusia está intensificando sus bombardeos sobre las ciudades de Ucrania. Los nubarrones de la guerra se están extendiendo sobre Europa. Biden se presenta ahora como un “presidente en tiempos de guerra”.
La perspectiva y el programa de Bill McKibben no van a conducir a donde él, en su corazón, querría que condujera: a la energía verde. Pero Bill McKibben está desempeñando un papel líder en la colocación de un toldo ambiental en el carro anti-Putin... y está actuando objetivamente para llevar a los activistas medioambientales y a los progresistas en general a abrazar los objetivos estratégicos y los preparativos de guerra del imperialismo estadounidense contra sus rivales imperiales. Es chovinista hasta la médula y moralmente despreciable.
Pronto se añadirán notas de las fuentes.