El 19 de mayo, un helicóptero que transportaba al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, al ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, y a otras siete personas, se estrelló sobre las montañas del norte de Irán, sin dejar supervivientes. En el mundo de intrigas entre regímenes reaccionarios y dentro de ellos, dominado por los imperialistas, hay muchos rumores, especulaciones, teorías de conspiración y llamados a investigaciones. Es posible que en los próximos días surja o no surja claridad sobre las circunstancias exactas, a la vez que varias fuerzas de clase estén emitiendo declaraciones. Pero hasta ahora, las pruebas y los informes de los grandes medios de comunicación dentro y fuera de Irán señalan que esto se debe al “mal tiempo y no a juego sucio”. La pregunta más importante es cómo esto quizá afecte el futuro del pueblo de Irán, la región y el mundo.

La República Islámica de Irán (RII) ordenó inmediatamente un período prolongado de cinco días de duelo nacional por Raisi para apuntalar la unidad nacional en su base social, y la legitimidad de su gobierno opresivo. Cientos de miles de iraníes asistieron a ceremonias masivas de luto. El régimen también amenazó y arrestó injustamente a personas por publicaciones de celebración en las redes sociales sobre el incidente. Se informa que algunos iraníes lanzaron fuegos artificiales, bailaron, cantaron o con otras formas expresaron alegría tan pronto como se anunció la noticia de la muerte de Raisi, demostrando su enojo por lo que Raisi y este régimen le han hecho al pueblo. Las fuentes noticiosas informaron que varios gobiernos, incluidos la OTAN, la Unión Europea, China, Rusia y también la administración del Genocida Joe Biden estaban ofreciendo muchas condolencias. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas guardó un momento de silencio en honor a Raisi, quien era, de hecho, uno de sus propios líderes opresores, aunque fuera un rival en el escenario mundial de gánsteres grandes y pequeños.

Raisi era un líder apto del sistema capitalista teocrático odiamujeres de Irán basado en la ley sharia. La ley sharia es una norma religiosa fanática literal arraigada en las escrituras islámicas del Corán (escrito en el año 600 d.C.). Raisi era conocido popularmente como “el carnicero de Teherán”. Como resumió el grupo de derechos humanos Amnistía Internacional en su boletín del 22 de mayo de 2024:

Ebrahim Raisi, que en 1980, a los 20 años, fue nombrado fiscal general ... rápidamente fue ascendiendo para asumir diversos altos cargos judiciales y ejecutivos, antes de convertirse en presidente del país en 2021.... Ebrahim Raisi fue miembro de la “comisión de la muerte” que llevó a cabo las continuas desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales de varios miles de disidentes políticos ... entre finales de julio y principios de septiembre de 1988.

El rol directo de Raisi en la masacre de prisioneros políticos en 1988 es un crimen bien conocido. Esto está bien documentado por testigos presenciales, así como en películas como The Secret Fatwa [El fatwa secreto] y en libros como Voices of a Massacre [Las voces de una masacre]. A lo largo de décadas en su papel como parte de la clase dominante de los mulá de Irán, también estuvo en posición de supervisar la aplicación brutal de sus leyes de uso obligatorio del hiyab (pañuelo en la cabeza) para las mujeres, y el encarcelamiento, la tortura y las ejecuciones de sus oponentes.

Lo que implica la muerte de Raisi... y lo que no implica

Unos pasajes de una declaración del Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta) ayudan a enmarcar la comprensión de los desafíos planteados por este suceso, publicados en cpimlm.org (nota de la redacción: la traducción es de unos voluntarios de revcom):

La muerte de Ebrahim Raisi, el verdugo y de Hossein Amir Abdollahian, el brazo ejecutor de la política exterior beligerante de la República Islámica, quizá tengan muchas tensiones ambiguas que tendrán que esperar hasta que la claridad sea mayor. Sin embargo, lo importante es que estos dos criminales no sobrevivieron para responder por sus crímenes en un juicio justo; la República Islámica se mantiene firme y su derrocamiento está aún muy lejana para el pueblo.

Él era el juez de la muerte, pero la muerte y el crimen son profesión de la República Islámica. El crimen de matar a combatientes comunistas y de izquierda y a la OMPI [Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán] en los años 1980, el asesinato de nuestros jóvenes en ejecuciones políticas y no políticas, la supresión y la existencia de prisioneros políticos, los crímenes contra las mujeres y las agresiones a las mujeres durante su arresto, los ataques químicos a escuelas, la pobreza, la destrucción ambiental, los crímenes contra la gente de la región, asesinatos en masa y ejecuciones de jóvenes baluchíes y kurdos [de nacionalidad minoritaria], etc. Estos son el historial vergonzoso de este sistema y nuestra acusación contra este sistema y todos sus agentes, y en su cima [el líder supremo ayatolá] Alí Jamenei.

No importa quién suceda a Raisi en la presidencia, seguirá sus pasos y eso no traerá un futuro mejor al pueblo de Irán…. Raisi fue un juez que no se desvió ni un milímetro del carácter, la tradición y naturaleza de la teocrática y capitalista República Islámica de Irán. La República Islámica tiene que largarse. El derrocamiento revolucionario de este gobierno es una necesidad urgente que un pueblo consciente y decidido debe asumir, un pueblo consciente del carácter y principios de la [nueva] sociedad que serán fundamentalmente diferentes a lo que hemos experimentado durante los últimos cuarenta y cinco años y antes, un pueblo decidido a derrocar este régimen y crear un nuevo estado y una nueva sociedad. La única manera de alcanzar esa sociedad es obtener la victoria en una revolución real —es decir, una revolución comunista— y el establecimiento de la nueva república socialista de Irán. Únicamente así se puede curar estas profundas heridas. Eso y nada menos. 

En otras palabras, es fundamental hacer frente a la necesidad de deshacerse de todo un sistema, la estructura gobernante de Irán y su base bajo el brutal sistema económico, político y social basado en la explotación y la opresión, especialmente de las mujeres, por medio de la revolución más radical y cabal en la historia de la humanidad. Este es un suceso mucho más difícil pero también mucho más liberador de celebrar. El desafío se plantea en torno a cuál es el futuro de Irán, de la región del Medio Oriente y del mundo en su conjunto. La muerte de Raisi no cambia fundamentalmente el panorama general —ni la gran demanda— de que el pueblo “forje otro camino” para Irán que esté fuera del infierno del régimen fundamentalista islámico Y ADEMÁS fuera de la dominación imperialista, ya sea por parte de Estados Unidos (nuevamente), China o Rusia.