“Ya no podemos darnos el lujo de permitir que estos imperialistas dominen al mundo y determinen el destino de la humanidad”.
— Bob Avakian, De cerca y de forma íntima con Bob Avakian: De todo corazón y alma sin transigir, por la revolución
Primera parte: La historia de Vannak Anan Prum
Vannak Anan Prum es de Camboya. Ha escrito unas memorias gráficas sobre los años que pasó como trabajador esclavo de hoy día: primero en un barco pesquero durante tres años y luego en una plantación agrícola en Tailandia durante otro año. Escapó y sus memorias (para las que creó los dibujos) documentan el horror que él experimentó.
La historia de Prum no es una experiencia “atípico” excepcional en la actual economía capitalista mundial. Su calvario es representativo de lo que ocurre en un eslabón espantoso de las cadenas de suministro de la producción y el comercio globalizados: en gran medida desconocido para (o que no quieren conocer) los consumidores del Norte global acomodado, pero esencial para el funcionamiento rentable de la economía imperialista mundial.
Prum vivía en la pobreza extrema, sin dinero ni trabajo, con su esposa embarazada y necesitada de asistencia médica. Así que abandonó su aldea en Camboya en busca de trabajo. Cruzó la frontera con Tailandia y encontró lo que pensó (y le hicieron creer) que sería un trabajo remunerado en un barco pesquero. En lugar de eso, le mintieron y lo engañaron, y se convirtió en un trabajador esclavo.
Una vez en el mar, el barco nunca iba a ningún puerto, sino que descargaba sus capturas en otro barco, por lo que no podía escapar. No le pagaron nada por un trabajo agotador y extremadamente peligroso. Cuenta una conversación que tuvo poco después de subir al barco: “... un hombre mayor se sentó a mi lado y me preguntó ‘si me han vendido, ¿qué harán mis hijos?’ No parecía enojado, sino conmocionado, como un hombre que hubiera perdido el alma. ‘¿Qué comerán —preguntó— y cómo sobrevivirán?’ Su historia era como la mía, y los dos empezamos a llorar”.
En el barco viajaban personas de Laos, Birmania, Tailandia y Camboya. Prum vio a gente arrojada por la borda; vio una persona decapitada con un hacha; presenció heridas devastadoras. Sobrevivió en parte gracias a su habilidad para el dibujo. Con sus propios esfuerzos, aprendió a hacer tatuajes y se volvió popular entre los demás pescadores.
Prum cuenta: “La mayor amenaza era el propio barco, cables que se rompían, jaulas y contenedores que se deslizaban por la cubierta, el barco se tambaleaba con el oleaje. Astillas y huesos rotos, y hombres inconscientes por los golpes. En una ocasión, el pie de un hombre se enredó en la red mientras las dejaban caer al mar y fue arrastrado por la borda. Los hombres morían así, con el cuello roto, ya muertos para cuando los subieran a bordo”.
Prum escapó saltando por la borda y arriesgando su vida en un largo nado hasta la orilla. Ahí acudió a la policía, ¡la que volvió a venderlo como esclavo! Tras una segunda fuga, fue enviado a prisión por carecer de papeles en regla en Tailandia. Cuando por fin regresó a su aldea, su esposa estaba furiosa porque no sabía nada de él desde hacía cuatro años. Creó los dibujos (ahora en las memorias publicadas) para explicarle e ilustrarle vívidamente a ella —y al mundo— lo que le habían hecho.
Segunda parte: La pesca de hoy: Condiciones de barbarie para los pescadores, amenaza a la supervivencia de los peces
Los mariscos son una de las mercancías más importantes sobre el planeta, una industria global valorada en 152.000 millones de dólares en 2017. En algunos países, la pesca representa un 40 por ciento del valor total de los productos básicos comercializados1. La implacable competencia por ganancias entre los capitalistas dedicados a la pesca ha impulsado una batalla cada vez más intensa: con equipos de pesca más poderosos que incluyen radares, redes masivas que recorren el fondo del océano, imágenes satelitales y mucho más. Y esto ha llevado a algunos peces al borde de la extinción.
La organización activista ecologista Greenpeace calcula que dos tercios de los peces grandes del océano han desaparecido y que un tercio de las especies de peces están en peligro2. A medida que los peces han caído bajo amenaza, el afán de capturar lo que quede se ha vuelto aún más intenso.
Las condiciones de los “jornaleros libres” que se dedican a la pesca son bárbaras. Se calcula que cada año mueren unas 100.000 personas en los barcos pesqueros. Los barcos pueden adentrarse mucho en mar abierto y no volver a puerto durante años. Llevan sus capturas a un “barco nodriza”, que luego las lleva a puerto para su venta. Y los pescadores, en su mayoría procedentes de países pobres del Sur global, soportan salarios bajos y/o salarios prometidos pero nunca pagados, salarios robados para pagar “deudas”, y así sucesivamente. Existe la realidad básica de la pesca comercial: barcos poderosos y equipos de alta tecnología junto a condiciones de trabajo indeciblemente crueles3.
Y muchos pescadores son verdaderos esclavos en las cadenas de suministro mundiales
La verdadera esclavitud que vemos en la historia de Vannak Prum existe en todo el mundo. Las personas son obligadas, o seducidas, a embarcaciones de las que no pueden dejar y no se les paga nada por lo que pueden ser muchos años de trabajo extremadamente duro, incluso la muerte4.
El trabajo esclavo, tal como lo experimentó Prum, es un elemento integral de la forma en que el capitalismo pesquero opera hoy en día. Los países con el mayor riesgo de esclavitud en la pesca representaron el 39 por ciento de las capturas mundiales en 20185. Y estos países son una gran fuente de pescado para el mercado estadounidense.
Es casi imposible rastrear cuál pescado en el mercado ha sido capturado por esclavos. En el barco en el que trabajaba Prum, la mano de obra “libre” y la mano de obra esclava trabajaban codo con codo. El pescado capturado por los barcos de esclavos se mezclaba en las mismas bodegas de los “barcos nodriza” que el pescado capturado por los barcos “libres”. Las cadenas de suministro son complejas, el pescado se vende y se revende, y pasa por muchas manos.
Y los capitalistas que manejan la pesca no hacen ningún intento de llevar la cuenta del pescado capturado por esclavos — obedece a sus intereses NO saberlo. En 2019, un importante estudio sobre la industria atunera del Pacífico6 puso al descubierto que las flotas pesqueras de atún estaban llenas de “abusos contra los derechos humanos”, incluida la esclavitud. El informe dio la voz de alarma, incluso después de que varias empresas “se comprometieran” a oponerse a ese trabajo esclavo. No obstante, ¡ni una sola empresa reportó voluntariamente un solo caso de esclavitud en su propia cadena de suministro! Se descubrió que las grandes empresas con latas de atún a la venta en todos los supermercados de Estados Unidos —como Bumble Bee Foods, American Tuna, Wild Planet y Starkist— no habían hecho prácticamente nada para determinar si sus proveedores utilizaban mano de obra esclava.
La industria pesquera tailandesa es en gran medida la zona cero. Se trata de uno de los usuarios más notorios de la esclavitud en la pesca y en el procesamiento de pescado y camarones7. Tailandia está dominada económicamente por potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos, pero es relativamente más próspera y desarrollada que sus vecinos. Atrae a personas desesperadas por encontrar trabajo de países cercanos como Camboya y Myanmar. Engañan a muchos de ellos y los obligan a trabajar en la pesca, el procesamiento de mariscos y diversos tipos de agricultura (piscicultura). En las memorias de Prum, vemos que un poderoso comandante de la policía tailandesa lo esclavizó — lo que implica que la esclavitud está profundamente entretejida en el gobierno y la política tailandeses. En años recientes, el gobierno ha llevado a cabo campañas muy publicitadas para supuestamente eliminar la esclavitud, pero no son más que farsas de relaciones públicas y la esclavitud sigue estando muy extendida8.
Y la flota pesquera estadounidense
Y Estados Unidos posa de “el bueno” mundial en relación con cuestiones como la esclavitud, pero eso es más mentira. Aparte de beneficiarse de los tipos de trabajo brutal “libre” y esclavo descritos en las memorias de Prum, los barcos esclavos de hecho operan en aguas estadounidenses.
En 2016, Associated Press publicó una importante denuncia sobre la esclavitud en la pesca en la flota pesquera hawaiana: unos 140 barcos que capturaban atún y otros peces caros para el mercado mundial de alta gama. Mientras que en estos barcos pesqueros con base en Estados Unidos, algunos de los trabajadores pescadores cobran como trabajadores estadounidenses, AP reveló que surtía a la flota hawaiana una red de agentes y empresas pesqueras que traían migrantes desde lugares como las Filipinas, confiscaban sus pasaportes, no los dejaban salir de zonas vigiladas y, en algunos casos, no les pagaban nada o les pagaban salarios muy bajos9. Aunque se levantó un gran escándalo, la investigación posterior demostró que los grandes capitalistas de la pesca y los poderosos funcionarios del gobierno bloquearon los esfuerzos para poner fin a este tipo de trato, y casi no se han producido cambios concretos10.
Tercera parte: La expansión del trabajo esclavo de hoy día en la economía capitalista mundial
La esclavitud en la pesca es solamente una parte de la esclavitud que está creciendo en todo el mundo. La esclavitud abierta está muy extendida no sólo en la pesca, sino también en la minería, la agricultura y la degradación sexual industrializada de mujeres y niñas, eufemísticamente llamada la “industria del sexo”11.
Una expresión importante de las salvajes desigualdades globales de este sistema capitalista-imperialista es la explotación de los emigrantes expulsados de sus hogares por la pobreza extrema, las guerras civiles, la destrucción medioambiental y otros efectos del capitalismo internacional. Se enfrentan a condiciones desesperadas cuando tratan de sobrevivir en otros países. Y muchos acaban en la esclavitud abierta.
Se calcula que al 2022, había más de 49 millones de seres humanos esclavizados. Esto supone más esclavos que en el apogeo de la esclavitud en régimen de propiedad de personas en el siglo 1912.
Ahora bien, la mano de obra esclava actual es una porción menor de la mano de obra mundial en comparación con ese período anterior. Y la esclavitud de hoy día tiene algunas características distintas a la esclavitud en régimen de propiedad de personas que existía en Estados Unidos antes de la Guerra Civil (y también en América Latina en aquella época), en la que por ley las personas esclavizadas y sus hijos y los hijos de sus hijos eran propiedad del dueño de los esclavos y por ley podían comprarse y venderse. La esclavitud de hoy día implica trabajo forzado y no remunerado, e incluye cosas como el matrimonio forzado y la esclavitud sexual. PERO la esclavitud de hoy día está muy extendida. Está creciendo. Y constituye una señal más de que se trata de un sistema que hace tiempo en que se ha vencido su fecha de caducidad y que hay que expulsarlo de la tierra.
Cuarta parte. Conclusión: La verdad a la que hay que hacer frente
La realidad es que si usted consume pescado comprado en el mercado, lo más probable es que esté comiendo pescado que ha sido capturado, o procesado, por medio de las cadenas de suministro globales que incorporan trabajo esclavo en algún nivel. Y esto es especialmente cierto en Estados Unidos13.
Además, el “mejor” pescado —el más rentable para la venta en el mercado capitalista— se han extraído cada vez más de los mares. En algunos lugares, el intenso afán de ganancias adicionales en la pesca se centra en el “pescado basura” — es decir, el que no se puede vender y se tritura para hacer harina de pescado. El pescado basura tiene aún más probabilidades de ser capturado por mano de obra esclava. Un artículo publicado en la revista científica Nature explica que millones de toneladas de esta harina de pescado, transportadas por todo el mundo por el capitalismo global, se utilizan después para alimentar a peces de piscifactoría, gambas de piscifactoría, animales de granja e incluso mascotas. El artículo concluye que esta harina de pescado “con el paso del tiempo acaba en los platos de los consumidores en forma de salmón, atún, gambas de piscifactoría o incluso carne de cerdo, pollo, huevos o res”14.
Lo que esto enseña sobre lo que debemos hacer
Veamos la situación desde una perspectiva más amplia y pensemos en el panorama que se nos presenta: el capitalismo-imperialismo de hoy día está expandiendo la esclavitud abierta — y los productos de esta esclavitud están en nuestra cena. Aquellos que están “en la cima de la cadena alimentaria” en un país como Estados Unidos no ven, o quizá no quieran ver, la mano de la esclavitud en su comida, ni sienten el dolor de las cabezas cercenadas y los cuellos rotos sobre los que Vannak Prum escribió en sus memorias gráficas. Pero esa es la realidad. Bajo este sistema, azotan, obligan, asesinan y violan a personas mientras saquean y expolian los mares y el planeta arde.
Si usted no quiere ser parte del sistema que agobia a la gente y al mundo natural, pues existe una sola respuesta básica: infórmese y sea parte de hacer la revolución para ponerle fin a todo esto.