Si usted por casualidad examinara la cobertura por parte de los noticieros tradicionales de Estados Unidos en relación a la situación en Israel en el mes de abril de 2022, encontraría relatos como “Israel en batalla contra ola de ataques terroristas” en las noticias de la NBC; un artículo del New York Times titulado “Nuevos lanzamientos de cohetes desde la Gaza le siguen a un aumento de las tensiones en Israel”; y un video de jóvenes palestinos lanza-piedras en la NBC titulado “Palestinos chocan con policía israelí en sitio sagrado en Jerusalén”.
Y en el proceso, recibirá una dieta tergiversada de mentiras y distorsiones que pone la realidad completamente patas arriba.
La forma en que los medios de comunicación estadounidenses enmarcan los recientes acontecimientos en Israel es que todo se inició con una “ola de ataques terroristas” en contra de los israelíes por parte de los palestinos. En tres incidentes separados a fines de marzo, pistoleros palestinos individuales balearon y mataron a un total de 11 hombres, entre ellos dos trabajadores inmigrantes de Ucrania quienes llevaban años en Israel, transeúntes inocentes y agentes de policía israelíes con lo que los pistoleros supuestamente intercambiaron fuego de armas. Las fuerzas que se atribuyeron el “mérito” de estos atentados o que los apoyaron son fundamentalistas islámicos reaccionarios que, a pesar de afirmar lo contrario, tienen una concepción del mundo, una agenda y unas tácticas que no tienen nada que ver con la liberación del pueblo palestino ni de nadie y se le oponen a su liberación. (Para entender estas fuerzas reaccionarias, lo que incluye el papel crítico del imperialismo estadounidense en su origen, y la necesidad de una verdadera alternativa revolucionaria, véase Forjar otro camino de Bob Avakian).
Pero la historia no se inició ni terminó con estos ni con otros dos incidentes en los que supuestamente los palestinos han baleado y matado a israelíes este año. Y centrarse en estos incidentes tapa la verdadera historia a fin de justificar la verdadera ola de terror que se está produciendo contra los palestinos.
La VERDADERA “ola de ataques terroristas”
Tan sólo en 2022, activistas de derechos humanos han documentado el asesinato de 47 palestinos, incluidos ocho niños y dos mujeres, a manos de las fuerzas israelíes. Muchos de los palestinos asesinados fueron abatidos en protestas sin armas contra la represión israelí. 29 de estas personas fueron asesinados a balazos por soldados israelíes sin estar relacionadas de ninguna manera con ningún tipo de protesta. Israel ha asesinado cinco veces más palestinos en 2022 que asesinó en el mismo lapso en 2021. En medio de lo que de hecho es una oleada de ataques terroristas por parte de las autoridades israelíes, los palestinos de todos los rincones del territorio controlado por Israel temen salir de sus casas para ir de compras, ir a trabajar o enviar a sus hijos a la escuela.
Debido a la prominencia de la víctima, o a la captación del asesinato en vídeo, un par de estos asesinatos cometidos por las fuerzas israelíes han irrumpido en las noticias israelíes o europeas, aunque los medios de comunicación estadounidenses los han ignorado, y por todas partes las han enterrado bajo el tipo de titulares citados al principio de este artículo.
El 10 de abril, Ghada Sabteen, viuda parcialmente ciega de 47 años de años y madre de seis hijos, fue asesinada a tiros cuando se acercó a los soldados israelíes con las manos en alto en un retén de control cerca de Belén, en Cisjordania. Su asesinato fue grabado en vídeo por un periodista palestino, y el vídeo se ha visto decenas de miles de veces en Twitter. Mientras Ghada Sabteen yacía agonizante, los soldados israelíes impidieron que su tía acudiera en su ayuda; finalmente la atendieron médicos palestinos, que no pudieron salvarle la vida. Ghada Sabteen tenía muchos parientes que vivían en Estados Unidos, y la embajada estadounidense en Israel emitió un comunicado en el que afirmaba que “Estados Unidos acoge la decisión de Israel de investigar su muerte a tiros”. Pero, según declaraciones de funcionarios israelíes, no existe tal “investigación”. Ella era una de los 15 palestinos asesinados a disparos por tropas israelíes en la región cisjordana de Palestina desde principios de abril.
El 13 de abril, el abogado palestino Mohammed Assaf llevaba a su hijo al kínder y a sus sobrinos a la escuela en la ciudad cisjordana de Naplusa cuando un soldado israelí en un jeep que iba a toda velocidad abrió la puerta, le disparó a Assaf varias veces y lo mató. Mohammed Assaf trabajaba para la Comisión de Colonización y Resistencia al Muro de la Autoridad Palestina, con sede en Ramala. Las autoridades israelíes no dieron ninguna explicación sobre el asesinato de Mohammed Assaf.
Estas son tan sólo dos víctimas de una ola de terror de parte de las fuerzas israelíes este año. El primer ministro israelí, Bennett, anunció que el ejército israelí tenía “mano libre” y que no había “ninguna restricción” a lo que podía hacer.
La VERDADERA historia de los cohetes y las bombas
El “lanzamiento de cohetes” desde la región palestina de la Gaza (controlada por fundamentalistas islámicos reaccionarios) que apareció en los titulares del New York Times el 18 de abril representó tan sólo un cohete, interceptado por Israel. Dos días más tarde, cazas de combate israelíes atacaron a la Gaza y, según Al Jazira, las bombas dañaron hogares en un campo de refugiados (la mayoría de los habitantes de la Gaza son descendientes de personas expulsadas de otras partes de Palestina).
Durante más de una década, el pueblo palestino encerrado en la Gaza se ha encontrado en la mira de una zona de fuego indiscriminado israelí, sometido a invasiones periódicas y a ataques masivos con misiles y bombardeos que han matado a miles de personas, en su inmensa mayoría, mujeres, niños, personas reunidas en refugios, medios de comunicación y otros civiles inocentes.
Detrás de los choques en la mezquita de Al-Aqsa
Los recientes choques en el recinto de la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, se suscitaron a raíz de toda una serie de provocaciones manifiestas de parte de las autoridades israelíes y de las turbas judías racistas y genocidas. En virtud de un antiguo acuerdo internacional, la mezquita de Al-Aqsa está reservada para los musulmanes durante el Ramadán, la fiesta más sagrada para los musulmanes. Este año, durante parte del Ramadán, las autoridades de Jerusalén cerraron la mezquita a los musulmanes y permitieron a los judíos rendir culto en el sitio (llamado Monte del Templo por los judíos). Y los fundamentalistas judíos intentaron marchar hacia el recinto para realizar sacrificios de animales. Estas provocaciones suscitaron choques el 16 de abril, cuando los palestinos se prepararon para defender la mezquita y las tropas israelíes invadieron el recinto, disparando balas de goma y deteniendo a cientos de palestinos.
El 20 de abril, las tropas israelíes volvieron a invadir el recinto de la mezquita. Un vídeo del interior del recinto de la mezquita muestra a los israelíes disparando balas de goma y gases a todo aquel que se encontraba a su alcance, incluidos los periodistas. El día anterior al choque del 20 de abril en la mezquita, más de mil judíos genocidas, encabezados por un miembro del parlamento israelí, marcharon por los vecindarios palestinos de Jerusalén coreando “¡Muerte a los árabes!”
Una realidad de apartheid y genocidio
Lo que está pasando ahora no es una ola de violencia no provocada por parte de los palestinos, como se presenta en los ganchos de los medios de comunicación estadounidenses tradicionales. Tampoco se trata de una “reacción exagerada” de parte de Israel ante el “terror palestino” tal y como lo “analizan” los defensores supuestamente más críticos de Israel. Tampoco se trata de una expresión de odio eterno entre musulmanes y judíos (aunque haya fuerzas de ambos lados que consideren que corresponde a sus intereses y que trabajen para que el conflicto se presente de esa manera).
Lo que sí está pasando es la intensificación del embate genocida de Israel en contra del pueblo palestino, impulsado por la realidad de que Israel es un estado colonial de colonos en la tierra del pueblo palestino que durante décadas ha servido a los intereses del imperialismo estadounidense. Los gobernantes de Israel y Estados Unidos llevan décadas intentando presentar a Israel como un bastión de la “democracia ilustrada” en un mar de intolerancia árabe. Ahora, ante los desafíos que surgen en parte del hecho de que los judíos se están convirtiendo en una minoría en la zona controlada por Israel, toda la clase dominante israelí (pese a que hay conflictos feroces en su interior) está acogiendo cada vez más una opresión indisimulada al estilo del apartheid y una violencia genocida contra el pueblo palestino.