Descargue, imprima y difunda este pdf:
Uno de los elementos políticamente más explosivos de la lucha que está en marcha por el futuro es sobre el derecho al aborto, que realmente es una concentración de si las mujeres serán esclavizadas o emancipadas. Esta es una expresión de algo que Bob Avakian captó de manera poderosa y con tremenda visión al futuro cuando dijo, allá por mediados de la década de 1980:
La cuestión general de la posición y el papel de la mujer en la sociedad se presenta cada día más agudamente en las extremas circunstancias de hoy — esto es un polvorín en Estados Unidos hoy. No se puede concebir la resolución de todo esto salvo de la manera más radical y mediante formas extremadamente violentas. La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?1
Eso es lo que a mí me motivó a unirme con otras personas, que abordan este tema desde perspectivas políticas muy diferentes, en Rise Up 4 Abortion Rights (De Pie Por el Derecho al Aborto) para luchar ferozmente para impedir que la Corte Suprema revocara Roe contra Wade y les arrancara a las mujeres el derecho al aborto.
No obstante, durante todo este tiempo, ha habido otras personas, entre ellas muchos supuestos líderes del llamado movimiento a favor del derecho a decidir, que no solo no han hecho sonar la alarma ni han movilizado la oposición en las calles, sino que muchos de ellos estaban en las calles para decirle a la gente que se calme, que la situación no estará tan mal. Algunos insistieron en que la gente se centre en recaudar fondos para que las mujeres viajen a otros estados a medida que entraran en vigor las prohibiciones del aborto. Otros se centraron en difundir la píldora abortiva, insistiendo en que aunque una mujer tuviera una complicación médica en el proceso de inducirse su propio aborto, simplemente podría ir al hospital y el médico no podría distinguirla de un aborto espontáneo.
Bueno, veamos cómo se está desarrollando esta situación ahora que el derecho al aborto ha sido anulado a nivel nacional.
En algún momento del año pasado, una mujer de 35 años de Texas llamada Amanda ingresó en una clínica del hospital, sangrando y con calambres por el dolor insoportable de un aborto espontáneo. El hospital programó rápidamente una cita para raspar el contenido de su útero para asegurarse de que no tuviera una hemorragia o se infectara. Ella y su esposo estaban desconsolados, pero el procedimiento transcurrió sin problemas y el personal del hospital fue un gran apoyo.
Naturalmente, cuando supo en enero de este año que estaba teniendo otro aborto espontáneo y fue al hospital con un dolor insoportable y sangrando, pidió al hospital, exactamente el mismo hospital, el mismo tratamiento que antes. Pero le dijeron que no, y en cambio la mandaron a casa y le dijeron que regresara solo si sangraba en exceso. Aunque el hospital se negó a confirmarlo, rechazó el tratamiento porque entre los dos abortos espontáneos de Amanda, Texas había aprobado una ley draconiana que efectivamente prohibía casi todos los abortos.
Fíjese que los “activistas” del aborto no se equivocaron al señalar que el tratamiento para el aborto espontáneo es el mismo que el tratamiento para un auto aborto incompleto. Pero estaban totalmente equivocados al insistir en que las mujeres recibirían el tratamiento que necesitaban para ambos casos.
Lo que luego le pasó a Amanda es bárbaro. Ella compartió su historia en detalle con el New York Times para denunciar este peligro. Pasó 48 horas sangrando y retorciéndose con un dolor tan intenso que lo comparó con el parto y dejó marcas de uñas en la pared por el dolor. Su esposo lloró con ella de miedo durante 48 horas. Incluso después de eso, siguió sangrando por una semana más.
Y ella tuvo “suerte”. Todos los tejidos fetales se salieron de su cuerpo. Ella no se infectó. Ella no murió. Pero pudo haber muerto.
Atrocidades similares les han estado ocurriendo a las mujeres en otros países donde el aborto está prohibido. En 2012, Savita Halappanavar, de 31 años de edad, murió después de días de empeoramiento de la infección mientras estaba recluida en un hospital de Irlanda que se negó a intervenir en su aborto espontáneo debido a las estrictas leyes antiaborto en ese país. Desde entonces, tras enormes protestas, en 2018 Irlanda revocó la prohibición total y legalizó los abortos en el primer trimestre.
A principios de este año, Izabela Sajbor envió mensajes de texto a su esposo y madre desde un hospital en Polonia donde la dejaron morir por un aborto espontáneo. “Mi vida está en peligro”, escribió. Más tarde, escribió: “Los médicos no pueden ayudar mientras el feto esté vivo gracias a la ley contra el aborto... Una mujer es como una incubadora”.
Historias como la de Amanda se están reproduciendo en todo Estados Unidos. A Gabriela, de Misuri, se le negó el mejor medicamento para su aborto espontáneo. Pese a eso, no pudo conseguir que la farmacia llenara la receta que le dio su médico hasta que sufrió la vergüenza pública de tener que insistir, entre lágrimas, a su farmacéutico que era para un aborto espontáneo, y no para un aborto.
Mientras tanto, ¿qué ha pasado con los fondos para abortos? Como es de esperar, los fondos están totalmente abrumados, ya que millones de mujeres ya no tienen acceso al aborto. Pero eso ni siquiera es lo peor. Al seguir la misma lógica capitulacionista que los llevó a quedarse de brazos cruzados y aceptar la caída de Roe sin luchar, muchos de estos fondos se están clausurando sin luchar por temor al potencial de ser procesados por cumplir su misión y por ayudar a las mujeres a viajar a los lugares a donde tienen que viajar para poder abortar.
Yo podría continuar contando todos los demás horrores que apenas comienzan a desarrollarse: una víctima de violación de 10 años obligada a viajar a otro estado para abortar, médicos bajo crecientes amenazas, prohibiciones más severas en el camino y mucho, mucho más.
Pero de más importancia es lo siguiente. Es realmente cierto que cuando se trata de la vida y el futuro de las mujeres, no habrá algo de confusión entre ahora y el futuro. Las cosas realmente se están yendo a los extremos. Para repetir de esa cita presciente de arriba:
La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?
Por lo tanto, es correcto y necesario que personas de muy diversas perspectivas políticas continúen uniéndose en De Pie Por el Derecho al Aborto y digan la verdad y luchen por ella: la maternidad obligatoria es esclavización femenina. ¡Las mujeres necesitan el aborto a solicitud y sin pedir disculpas!
Al mismo tiempo, a medida experimentamos los choques sísmicos no solo para el futuro de las mujeres sino en casi todas las dimensiones de la sociedad y del futuro, a medida la situación está OBLIGANDO a usted y a millones de otras personas a cuestionar si la manera en que han estado las cosas es la única manera que podrían estar, quisiera poner un desafío serio ante ustedes. Explore, levante la vista y asuma la hoja de ruta que Bob Avakian ha trazado para una revolución real. Que alcancemos un mundo donde nunca más una mujer en ninguna parte de este planeta tenga que comentar amargamente que ha sido tratada como una incubadora mientras yacía moribunda a causa de las prácticas bárbaras de este sistema. Que rompamos las cadenas y desencadenemos la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para esta revolución.