En agosto de este año, la desesperación y la furia de los migrantes retenidos en Tapachula volvieron a desbordarse. Tras meses de espera sin noticia alguna de parte de las autoridades, cientos de migrantes protestaron en las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar) exigiendo su derecho a solicitar el asilo y la resolución oportuna de solicitudes ya hechas. No hubo respuesta alguna.
Más de 125 mil personas están acorraladas en la ciudad de Tapachula [en el sur de México, cerca de Guatemala], que se ha vuelto una “prisión a cielo abierto” para los migrantes. Están retenidos como rehenes y alargan deliberadamente los trámites para establecer su estancia legal en el país. Los migrantes no pueden salir de la ciudad sin contar con papeles, pero no hay trabajo, comida, dinero ni techo para ellos. Y más de 15 mil agentes de Migración, la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina están desplegados para que no salgan del cerco.
El 28 de agosto cientos de migrantes haitianos, centroamericanos y de otros países se lanzaron en caravana. Buscaban llegar a la frontera norte para pedir asilo en Estados Unidos, o si no, llegar a otra parte de México donde pudieran trabajar y sobrevivir. Fueron brutalmente atacados por los uniformados. Más de 100 fueron capturados y “asegurados” en autobuses del INM. Sus compañeros lograron liberar a algunos detenidos y juntos seguían su camino. En los días siguientes, salieron tres caravanas más de Tapachula. De nuevo los policías y militares las emboscaron y desbarataron, deteniendo a cientos de migrantes en cada ocasión. Pero otros cientos seguían desperdigados, tratando de llegar al norte.
Quince días después, unos 15 mil migrantes, principalmente haitianos, ya estaban acampados bajo un puente en Del Río, Texas, exigiendo su derecho de solicitar el asilo en Estados Unidos. Acorralados por agentes armados de Estados Unidos, tenían que cruzar el río a México para conseguir agua, comida y pañales durante los 8 días de su estancia, hasta que quitaron a todos.
Según el jefe del Departamento de Seguridad Interna (DHS) de Estados Unidos, 5 mil de estos migrantes seguían bajo custodia “para ser procesados”, 2 mil fueron “expulsados” (deportados a Haití), y 8 mil “regresaron voluntariamente a México”, es decir, fueron deportados u obligados a regresar por su cuenta. El gobierno mexicano también deportó a por lo menos cientos de haitianos hasta Puerto Príncipe y regresaron forzosamente a muchos más al centro de detención Siglo XXI en Tapachula. Deportaron migrantes de otros países a Guatemala.
El 5 de octubre en Tapachula otros 500 migrantes volvieron a manifestarse, exigiendo que agilizaran sus trámites migratorios o de lo contrario, saldrían en caravana hacia la Ciudad de México en 20 días. Irineo Mújica, director de Pueblos sin Fronteras, declaró que “La manifestación es para decirle a Migración que ya basta; que esta cárcel ya se rompió y que le damos 20 días para que regularice a la gente. Con papeles o sin papeles, marcharemos a la Ciudad de México”. Esta caravana ya arrancó el 23 de octubre, al publicar este artículo.
Represión brutal de los gobiernos de México y de Estados Unidos
Mientras los gobernantes de los dos países se llenan la boca con melosas y hipócritas frases de supuesto respeto a los “derechos humanos”, la realidad es una brutal represión y cacería a los migrantes por el supuesto “crimen” de buscar un lugar donde puedan sobrevivir, huyendo del infierno provocado por la operación del mismo sistema capitalista-imperialista mundial en sus países de origen.
En las fronteras sur y norte de México, los agentes de Migración, la Guardia Nacional, el Ejército y las policías locales cazaron, hirieron, detuvieron y deportaron a los migrantes con saña. Algunos de los salvajes ataques fueron captados en video: En Chiapas, el director del centro de detención de migrantes en Tapachula (el más grande en toda Latinoamérica), Jorge Alejandro Palau, agarra y arrastra a un migrante, para que otros agentes lo tumben, lo golpeen y lo pateen en la cabeza varias veces. En otro video, efectivos de la Guardia Nacional derriban a un hombre que lleva a su hijo en brazos. Se levanta con el niño agarrándose de su cuello. Los uniformados lo empujan e intentan cerrarle el paso con sus escudos, y les grita “¡Mátenme. ¡Mátenme aquí, con mi hijo!”. En Mapastepec, las tropas de la Guardia Nacional cercan a las familias migrantes que descansan en el parque central; golpean y detienen a todos los que pueden. Separan a familias y una mujer busca desesperadamente a un hijo que no encuentra. En Ciudad Acuña, Coahuila, frontera con Estados Unidos, la Guardia Nacional entra a un hotel rompiendo puertas y cristales para detener a todos los migrantes —con y sin papeles— para regresarlos a Tapachula, a Villahermosa, Tabasco [sur de México], o deportarlos a Guatemala. Detuvieron a muchos más en el norte del país, en toda la ruta hacia Estados Unidos sin informar cuántos se llevaron.
Al otro lado, en Estados Unidos, se captó en video a un agente de la Patrulla Fronteriza a caballo usando sus riendas como látigo contra migrantes haitianos. Otro casi atropella a dos niños con su caballo, y uno le grita a un migrante “Por eso su país es un hoyo de mierda — porque usan a sus mujeres” (para cruzar a Estados Unidos). Durante una semana los uniformados armados los cercaban, manteniéndolos hacinados bajo el puente. Cuando deportaron a cientos de los haitianos hasta Puerto Príncipe, otros regresaron a Cd. Acuña. Un padre de familia en esta situación señaló, “No quiero ser como los ratones que no saben de la trampa y quedan atrapados, porque regresar a Haití es como ser enterrado vivo”. La represión xenofóbica y racista y las deportaciones inmediatas (negando el derecho a asilo a miles de refugiados) suscitaron protestas de haitianos radicados en Estados Unidos y otra gente airada ante estos crueles abusos.
Hasta el enviado especial de Estados Unidos para Haití, Daniel Foote, renunció en protesta por la deportación de haitianos. Escribió: “No permitiré que me asocien con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados e migrantes ilegales haitianos a Haití, un país donde los funcionarios estadounidenses están encerrados en cuarteles seguros debido al peligro que significan las pandillas armadas que controlan la vida cotidiana”. Señaló que Haití está devastado por “la pobreza, el crimen, la corrupción gubernamental y la falta de recursos humanitarios”, y advirtió que más desastres en Haití provocarán consecuencias “catastróficas”, no solo para Haití “sino para Estados Unidos y los vecinos en el hemisferio”. Este último comentario alude al temor de sectores de la clase dominante de Estados Unidos de que el auge de migración puede desestabilizar a su dominio hasta en su propia casa.
Casi todos los migrantes haitianos recientes llegaron a México después de vivir durante años en Chile o Brasil, adonde huyeron por la pobreza, la devastación de terremotos y huracanes, así como la represión y robo por gobiernos impuestos y apuntalados por el imperialismo estadounidense. Ahora la situación en Haití está aún peor. Como señalan los migrantes, no hay presidente (fue asesinado en julio), no hay congreso, no hay trabajo y las bandas criminales mandan, secuestran y matan a su antojo. En Chile y Brasil, el desempleo (recrudecido por la pandemia), las políticas antimigrantes que les niegan permisos para trabajar y la xenofobia creciente entre sectores de la población les obligan a volver a migrar para sobrevivir.
Reportes periodísticos señalan que desde comienzos de agosto, “casi a diario” despegan de Texas y de Matamoros [norte de México] aviones llenos de migrantes que el INM obliga a cruzar sin nada a zonas apartadas en la selva de Guatemala, incluso migrantes con permisos para estar en México. De octubre de 2020 hasta septiembre de 2021), la Patrulla Fronteriza detuvo a casi 1.7 millones de migrantes en la frontera con México: 608 mil mexicanos, 684 mil ciudadanos de Honduras, Guatemala y El Salvador (el llamado “Triángulo Norte” de Centroamérica) y 367 mil de Haití, Venezuela, Cuba, y docenas de otros países.
Cientos de miles de migrantes que llegaron a la frontera norte y lograron apuntarse para solicitar asilo en Estados Unidos han sido expulsados a México. Muchos viven a la intemperie en la frontera norte, sufriendo golpes, extorsiones y secuestros a manos de agentes uniformados o de bandas criminales sin uniforme. Defensores de los migrantes en Estados Unidos que exigen que se ponga fin a este programa “Quédate en México” que “legaliza” las expulsiones de solicitantes de asilo, señalan que existen 6 mil 356 informes de secuestro, violación, tortura y otros ataques contra migrantes expulsados a México o a quienes les cerraron el paso para entrar en Estados Unidos desde el comienzo de la administración de Biden (en enero de 2021). También señalan la “complicidad de agentes del gobierno mexicano en ataques violentos y secuestros de migrantes y solicitantes de asilo”.
Así es como los gobiernos de Estados Unidos y de México responden a las justas exigencias de los migrantes.
Hipocresía Sin Par
El gobierno imperialista de Estados Unidos obliga al gobierno capitalista de México, un país dependiente y dominado por ellos, a cazar, detener y deportar a los migrantes antes de que lleguen a su frontera. Biden declara que su política migratoria es justa y humana, mientras [el presidente mexicano Andrés Manuel] López Obrador [AMLO] insiste que su política de “contención” es para “proteger a los migrantes”. Los dos gobiernos juran respetar sus “derechos humanos” a la vez que les advierten a que “no se arriesguen” a intentar llegar a Estados Unidos o siquiera a la Cd. de México y desatan a sus guardias armadas a golpear, violar, encerrar y deportarlos en caliente a diario y en gran escala.
El gobierno mexicano utiliza un lenguaje engañoso para disimular estos crímenes de lesa humanidad que comete en su “misión” de “asegurar” la frontera de la superpotencia que domina este continente y gran parte del mundo: las detenciones se llaman “rescates”, el encarcelamiento se llama “alojamiento”, los centros de detención son “estaciones migratorias” y las deportaciones son “retornos voluntarios asistidos”. El presidente López Obrador jura que “no hay represión”, y que su “estrategia” es “resolver de raíz los problemas” que causan la migración, con su programa “Sembrando Vida” y con más inversión imperialista en Chiapas, Guatemala, Honduras y El Salvador. Sin embargo, estas medidas que no han tenido y no tendrán ningún resultado importante. No disminuirán la marea alta de migración (su única preocupación real), ni mucho menos mejorarán la vida de la gente.
El problema “de raíz” es este sistema, y la única solución es la revolución
¿Qué tipo de sistema hace que millones de personas no pueden sobrevivir en el país donde nacieron? La migración aumenta ahora por el hambre y desempleo; por el calentamiento global que destruye las cosechas e intensifica los huracanes, las inundaciones, y las sequías; por las guerras reaccionarias; por el caos político y las bandas criminales que mandan y matan a la gente indiscriminadamente en cada vez más países. Y por los crímenes y atrocidades suscitadas por la supremacía blanca, la supremacía masculina y la xenofobia. Estos horrores han arrojado a más de 270 millones de migrantes fuera de sus países de origen a arriesgar la vida buscando algún lugar donde puedan sobrevivir en este mundo.
El sistema capitalista imperialista acarrea todo esto y es el verdadero problema de raíz. El mismo funcionamiento de este sistema no permite una solución favorable para la humanidad de ninguno de estos horrores. Por el contrario los está intensificando.
Las crisis que están convulsionando el mundo surgen de las contradicciones del mismo sistema capitalista, y es importante entender que no solo aumentan con creces el sufrimiento de la gente, sino que también aumentan los problemas para mantener en pie el sistema.
Solo una revolución comunista podrá tumbar este sistema y construir un verdadero sistema socialista, un sistema cuya meta es eliminar toda forma de explotación y opresión. Vivimos tiempos en que es muy probable que las condiciones que hacen posible hacer esta revolución se presenten en muchos países.
Hay que defender a los migrantes y apoyar su lucha justa por vivir, y sobre todo hay que preparar la revolución que es la única manera de crear otro mundo y ponerle fin a todo este sufrimiento innecesario.
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Aurora Roja
Voz de la Organización Comunista Revolucionaria, México