El 10 de enero, la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de Estados Unidos publicó un informe de su investigación sobre la masacre de 1921 en Tulsa, Oklahoma. No es la primera vez que se cuenta la historia de la masacre: en el transcurso de dos días, turbas armadas de blancos racistas, entre ellos muchos policías, masacraron a cientos de personas negras, aterrorizaron a miles y quemaron una próspera comunidad negra, con sus iglesias, hospitales, hogares, escuelas, bibliotecas y negocios. Para una exposición concentrada y poderosa de la masacre, vea el artículo sobre este tema que forma parte de la serie Crimen Yanqui en revcom.us.
El nuevo informe del Departamento de Justicia es una valiosa, aunque dolorosa, lectura obligatoria, por dos razones relacionadas. En primer lugar, profundiza más en la verdad sobre lo que sucedió: “La masacre racial de Tulsa se destaca como un crimen de derechos civiles único en su magnitud, barbarie, hostilidad racista y su aniquilación total de una comunidad negra próspera”. Y la segunda razón es el hilo conductor del informe y el núcleo de lo nuevo que se descubrió, como se señala en el comunicado de prensa sobre el informe: “Este informe expone nueva información y muestra que la masacre no fue el resultado de una violencia descontrolada de la chusma, sino de un ataque coordinado de estilo militar contra Greenwood”. (Greenwood era la sección negra de Tulsa).
El informe está completamente documentado, con fuentes amplias y diversas. Su principal hallazgo es que “lo que inicialmente había sido una violencia esporádica y oportunista se volvió sistemática, produciendo un resultado mucho más devastador, debido a los esfuerzos coordinados entre los residentes blancos y las entidades encargadas de hacer cumplir la ley”.
Una masacre sistemática
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Durante la Masacre Racial de Tulsa quema la iglesia Mt. Zion Baptist, 1921. Foto: Historical Society and Museum
El informe comienza describiendo cómo eran Tulsa y Greenwood antes de la masacre. Lo que se destaca aquí es que la masacre tuvo lugar unos años después del final de la Primera Guerra Mundial: muchos hombres de Tulsa, tanto negros como blancos, fueron miembros del ejército de Estados Unidos en esa guerra y recibieron amplio entrenamiento militar.
El 30 de mayo de 1921, Dick Rowland, un joven negro de 19 años que trabajaba como limpiabotas, fue acusado falsamente de agredir a una joven blanca operadora de ascensor. (La mujer dijo después que Rowland no había “hecho ningún comentario malo de ningún tipo” y ella no presentó cargos). Al día siguiente, se difundió en la comunidad negra la noticia de que una chusma blanca se estaba movilizando fuera de la cárcel, con la intención de linchar al joven.
Un grupo de hombres negros llegó de Greenwood, algunos con armas, para ayudar a defender la cárcel. Se fueron, pero regresaron después de enterarse de que la chusma blanca enfurecida había crecido a miles. Hubo un disparo y de repente había docena de hombres, negros y blancos, muertos.
La chusma blanca se puso a perseguir a los hombres negros hacia Greenwood. Mientras tanto, en menos de 30 minutos la policía les diputó como delegados policiales a unos 500 hombres blancos. Un periodista negro de piel clara, que podía hacerse pasar por blanco, escribió más tarde que él también fue nombrado delegado especial. Informó que le dijeron que ahora podía “salir y disparar a cualquier ni**er que veas y la ley te respaldará”. Otro testigo blanco informó que las autoridades policiales le dijeron “consigue un arma y ponte manos a la obra y trata de darle a un ni**er”. Luego, al no poder acceder a las armas dentro de la Armería, estos “delegados especiales” irrumpieron en ferreterías y casas de empeño donde se guardaban armas mientras un capitán de policía les repartía las armas.
La sección del informe titulada “Los blancos de Tulsa se organizan” describe cómo el Departamento de Policía de Tulsa y los miembros locales de la Guardia Nacional, con la ayuda de veteranos blancos de la American Legion, organizaron a estos hombres blancos en compañías. Un sheriff condujo hasta un pueblo de las afueras de Tulsa para reclutar a más hombres blancos, “dando a entender que se iba a realizar una redada contra los negros”.
Nada de esto era un secreto. La edición del 1 de junio de 1921 del periódico Tulsa Daily World informó que “durante tres horas, los funcionarios de la ciudad, bajo la dirección de J. F. Adkison, comisionado de policía, y Charles Daley, inspector de policía, con la ayuda de parte de la compañía de la Guardia Nacional, formaron compañías de hombres blancos armados”.
Había tres compañías de hombres blancos y a cada una se le asignó un lugar diferente para comenzar la invasión al amanecer. Cuando sonó el silbato, abrieron fuego y entraron a Greenwood. Se movieron eficientemente de casa en casa, quemando la comunidad. El informe dice que “los incendios fueron metódicos, lo que corrobora que fueron producto de un plan y no de actos espontáneos de violencia”.
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Casa por casa, cuadra por cuadra, demolieron a Greenwood en Tulsa.
Destruían sistemáticamente los vecindarios de Greenwood, cuadra por cuadra. Un periodista que estudió la masacre describió la eficiencia del proceso: “Los incendios se producían sistemáticamente, de la siguiente manera: un equipo de hombres blancos, algunos de ellos designados por la policía, entraban en una casa elegida, haciendo volar la cerradura de la puerta si era necesario”. Luego arrancaban las cortinas, abrían los cajones de las cómodas, reunían la ropa de cama, los muebles de madera y otros elementos inflamables en el centro de una habitación, los rociaban con queroseno y encendían un fósforo. A medida que avanzaban hacia el norte, incendiaban prácticamente todos los edificios de Greenwood.
Un testigo blanco vio a “cientos de blancos, incluidas mujeres y niñas blancas”, sin que la policía los molestara, “llevarse victrolas [tocadiscos], baúles, ropa, pieles” y otros artículos “de las casas de los negros antes de que fueran quemadas”.
Hombres blancos en aviones privados vigilaron a los residentes negros de Greenwood e informaron a las fuerzas del orden de los movimientos de los negros. Y hubo testigos que vieron a hombres con armas de alta potencia subirse a esos aviones. Hubo acusaciones de que los aviones lanzaron bombas, dinamita o queroseno sobre los edificios de Greenwood, pero el informe dice que esto no se ha podido confirmar.
El papel principal de la Guardia Nacional en la masacre fue capturar a hombres negros y ponerlos bajo custodia. Esto tuvo el efecto de facilitar la quema y el saqueo de hogares negros desprotegidos por parte de las chusmas blancas. Durante y después de la masacre, la policía y los agentes especiales arrestaron a los residentes negros de Greenwood y los llevaron a campamentos de concentración. En su máximo apogeo, entre 4.000 y 6.000 personas vivieron en los campos.
Y el informe señala: “Tomaron fotografías de la destrucción de Greenwood, algunas de las cuales se convirtieron en postales. Una de las más infames tenía la leyenda: ‘Echando de Tulsa al negro’”. Esto es como las postales que los blancos hacían de los linchamientos. Como dijo el líder revolucionario Bob Avakian en su discurso: Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es:
En la asquerosa historia de este país, y a través de todos sus horrores, la venta de postales de los ahorcados, en particular la venta de postales de linchamientos de hombres negros, era literalmente un pasatiempo, como una actividad social en la cual demasiada gente blanca participó por un siglo o más, aun después de que había acabado la esclavitud.
El informe no descarta la idea de que la destrucción de Greenwood hubiera sido planeada de antemano. “Bien puede ser, como han sugerido algunos académicos, que antes del amanecer del 1 de junio (cuando los blancos de Tulsa se estaban organizando para la invasión), hombres con intereses inmobiliarios (o sus representantes) participaron en la planificación de la invasión de Greenwood con el objetivo de adquirir tierras”.
Apenas una semana después de la masacre, se aprobó una nueva ordenanza municipal sobre incendios que hizo que la reconstrucción en la mayor parte de Greenwood fuera demasiado costosa para la población negra que había sido expulsada. El informe concluye que “quienes redactaron la ordenanza planeaban expulsar a la gente negra de Greenwood”. Y cita un artículo de prensa que dice: “La tierra ‘nunca más sería un barrio negro, sino que se convertirá en un centro mayorista e industrial’, explicando que este resultado se había logrado mediante la ordenanza”.
La última sección del informe explica por qué no existen remedios legales en este momento para este crimen bárbaro. El informe no plantea la pregunta obvia: ¿por qué nunca se presentaron cargos contra quienes llevaron a cabo la masacre de Tulsa, incluso aquellos en cargos oficiales?
Este informe ha salido en vísperas de la toma de posesión de Trump y su fascismo MAGA. Bob Avakian ha enfatizado que: “existe una línea directa de la Confederación pro-esclavitud, de los años de la Guerra Civil, al fascismo del día de hoy, con su determinación de hacer que Estados Unidos una vez más sea abierta y agresivamente supremacista blanco, supremacista masculino y anti-gente LGBT”. (Vea su mensaje REVOLUCIÓN #102 en las redes sociales en @BobAvakianOfficial “Dos países” dentro de Estados Unidos — y ¡que se vaya todo el maldito sistema! Ya no es hora de la desmoralización y la desesperanza — ya es hora de la furia justa y la determinación revolucionaria. La bárbara masacre de Tulsa —el asesinato masivo sistemático y la destrucción de todo un barrio negro— está justo en esa “línea directa de la Confederación pro-esclavitud” que ahora ha llevado a este fascismo al poder.