En septiembre, se transmitieron por todo el mundo escenas horribles: miles de migrantes haitianos, brutalizados y acorralados por autoridades armadas en un campamento al aire libre en la frontera de Estados Unidos con México en Del Río, Texas. Como escribió Revolución, los vídeos y las fotos de este ultraje “dan solamente un vislumbre del dolor y la represión infligidos por Estados Unidos a los solicitantes de asilo haitianos…. Evocaban imágenes espantosas de la historia de Estados Unidos, de blancos cazadores de esclavos a caballo que perseguían y agarraban a los negros; de personas hacinadas en barcos de esclavos”.
Estados Unidos actuó rápida y violentamente para sacar a los haitianos de su mísero campamento en la ribera del río — no por ninguna preocupación humanitaria, sino por el daño causado a la imagen y la reputación de Estados Unidos cuando un sinnúmero de personas por todo el mundo vieron las imágenes de personas empobrecidas y desesperadas que sufrían mientras buscaban asilo en la “tierra de los libres”. Alejandro Mayorkas, jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por las siglas en inglés), dijo que Estados Unidos “expulsó” de vuelta a Haití a 2.000 de los migrantes en Del Río; pusieron a otros 5.000 de ellos bajo custodia del DHS para “los trámites”; y 8.000 de ellos “decidieron regresar a México voluntariamente”.
La mayoría de estos migrantes haitianos habían dejado las intolerables condiciones en Haití hace años. Muchos habían trabajado y criado familias en países sudamericanos como Brasil y Chile, hasta que muchos de ellos ya no se sentían bienvenidos en esos países ni podían conseguir trabajo. Habían invertido los ahorros de toda la vida y viajado miles de kilómetros a través de terreno peligroso, incluida la mortífera selva del Tapón del Darién, entre Panamá y Colombia, tratando de llegar a la frontera entre Estados Unidos y México para solicitar asilo.
¿Voluntarias?: Tonterías
La mayoría de los haitianos del campamento de Del Río obligados a regresar a México fueron enviados a cientos de kilómetros de distancia de la frontera estadounidense. Una vez ahí, se enfrentan el peligro de ser deportados a Haití. El 29 de septiembre, subieron a 70 hombres, mujeres y niños haitianos a un avión en Villahermosa, ciudad de la costa sur del Golfo de México, y los trasladaron a Haití. Las autoridades mexicanas se negaron a decir si habría más deportaciones. Pero un funcionario del Instituto Nacional de Migración de México se refirió a los del vuelo como “el primer grupo”. Y un comunicado del Instituto dijo que las autoridades mexicanas y los representantes haitianos acordaron “iniciar el retorno voluntario asistido de los migrantes en México a su patria”.
De ninguna manera son “voluntarias” las deportaciones. Unos días antes del vuelo de Villahermosa, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) proclamó: “No queremos que México sea un campamento de migrantes, queremos que se atienda el problema de fondo”. Una semana después del primer vuelo, el 6 de octubre, Reuters informó que deportaron a otras 129 personas a Haití, esta vez desde la ciudad de Tapachula en el sur de México. El Instituto de Inmigración dijo que el vuelo formaba parte de un acuerdo entre los gobiernos mexicano y haitiano.
Nikel Norassaint, un hombre de 49 años originario de Haití, les dijo a los periodistas que no sabía a dónde iba cuando los funcionarios mexicanos lo pusieron en el vuelo desde Villahermosa. Cuando el avión aterrizó, dijo: “Vaya, estoy en Haití. Casi se me paró el corazón”. Un breve vídeo publicado en Twitter muestra a un hombre saltando desde las escaleras de un avión a punto de despegar de México con migrantes haitianos que están en proceso de deportación. El hombre que publicó el video tuiteó: “En este video un hombre salta de la escalera y corre, perseguido por agentes de migración, mientras huye del avión que iba a llevarlo de regreso a Haití. ¿Será esto lo que el gobierno de AMLO llama retornos voluntarios?”
Un “paisaje infernal”
Muchos de los migrantes desesperados obligados a salir de Del Río fueron enviados a Tapachula, una ciudad de más de 350.000 habitantes cerca de la frontera de México con Guatemala. Tapachula se encuentra en el estado de Chiapas (el más pobre de México) y es la ciudad grande más meridional de México. Luis García Villagrán, director del Centro de Dignificación Humana en el sur de México, dijo: “Tenemos entre 11.000 y 12.000 haitianos atrapados en Tapachula, y digo atrapados porque no les están dando la oportunidad de buscar refugio en México ni les permiten pasar a Estados Unidos”.
Un abogado de la organización proinmigrante CHIRLA, con sede en Los Ángeles, describió Tapachula como “un paisaje infernal de discriminación y desempleo” para los solicitantes de asilo. Las autoridades mexicanas de rutina brutalizan a los inmigrantes. El Washington Post informó que las autoridades arrojaron al suelo a un hombre que sostenía un niño pequeño: “Mientras los agentes se le acercan, se tambalea hacia atrás y luego se pone de pie. ‘Mátenme’, dice. ‘Mátenme delante del niño’. Con desesperanza, intenta volver a pie a la carretera mientras los agentes le bloquean el paso. El hombre choca contra los escudos, con el niño aferrado con fuerza al cuello”. Un vídeo muestra un grupo de hombres que echa al suelo, golpea y patea a un hombre migrante en Tapachula mientras los policías uniformados avanzan con equipo antidisturbios.
La Guardia Nacional de México detiene a algunos migrantes haitianos que atraviesan el estado sureño de Chiapas.
Impiden que los haitianos en Tapachula salgan de la ciudad. El Los Angeles Times describió la manera en que los integrantes de la Guardia Nacional mexicana y los agentes migratorios descendieron sobre un grupo de cientos de personas que intentaban emprender el viaje a pie de 1.450 kilómetros a la frontera con Estados Unidos y los obligaron a regresar a Tapachula. El Times informó que la ciudad se ha convertido en un “vasto campo de detención al aire libre, un callejón sin salida para hasta 50.000 migrantes”.
Erika Mouynes, la ministra de Asuntos Exteriores de Panamá, hace poco estuvo en Washington, D.C., para una reunión con funcionarios estadounidenses. El sitio web Axios informó que ella dijo que “hay hasta 60.000 migrantes, en su mayoría haitianos, dispuestos a emprender su camino hacia la frontera entre Estados Unidos y México”. (Los haitianos que viajan al norte desde Sudamérica tienen que pasar por Panamá). Mouynes también les dijo a los periodistas que más de 85.000 migrantes pasaron por Panamá al norte este año, y la mayoría está “probablemente en camino” para tratar de llegar a Estados Unidos.
La lógica gangsteril del imperialismo
Al igual que los padrinos de la mafia que obligan a sus subordinados a hacer el trabajo sucio, Estados Unidos ha asignado a México la tarea de llevar a cabo e imponer gran parte de la crueldad despiadada y aparentemente interminable que inflige a los solicitantes de asilo haitianos1. Cuando Trump era presidente, amenazó públicamente con utilizar aranceles de castigo para causar estragos a la economía de México si el gobierno de AMLO no hiciera más para detener las caravanas de migrantes que se encaminaban a los Estados Unidos. Biden está operando con más sigilo, y fuera de la vista de la conciencia y escrutinio del público. No obstante, como dijo Jessica Bolter, del Instituto de Política Migratoria en Washington, D.C.: “Aunque el gobierno de Biden lo esté haciendo de forma más discreta, ciertamente está ejerciendo tanta presión sobre México como la que se ejerció en el gobierno anterior. Siguen apoyándose en México para impedir que la gente llegue a la frontera entre México y Estados Unidos”.
Para los que todavía se ilusionan lo suficiente de modo que piensen que Estados Unidos, con los demócratas en la Casa Blanca, actuará con más compasión hacia los migrantes, escuchen la escalofriante advertencia lanzada por el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken en la Ciudad de México la semana pasada. Al preguntarle sobre los migrantes que intentaban atravesar México para obtener asilo en Estados Unidos, Blinken respondió: “El viaje es profundamente peligroso y no tendrá éxito”2.
Se necesita urgentemente: Revolución
En lo más fundamental, la crisis profunda y continua del sistema capitalista-imperialista, dominado por Estados Unidos, está convulsionando a América Central, Sudamérica y el Caribe, y está imponiendo una miseria cada vez más fuerte a decenas de millones de personas. José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia, concluyó en un estudio reciente: “El año 2020 se cerró con la peor crisis económica de la historia de América Latina”. Eso quiere decir: hambre, falta de vivienda, desempleo, falta de agua potable, atención médica y necesidades básicas, para innumerables personas. Esta situación se ha intensificado enormemente con la pandemia mundial de la Covid3.
El imperialismo está infligiendo monstruosos crímenes en contra de la humanidad y un incalculable sufrimiento humano a los haitianos y a otros pueblos desesperados a lo largo y ancho de este hemisferio. Como concluyó Revolución en un artículo sobre la represión de Estados Unidos contra los haitianos en Del Río: “Cualquiera que pensara que semejantes abominaciones se detendrían ahora que Trump ha dejado el cargo tiene que despertarse, maldita sea. La horrorosa opresión a la que se enfrentan todos los inmigrantes y todos los arrestados en la frontera sur está profundamente arraigada en el sistema de saqueo y explotación global llamado el capitalismo-imperialismo, un sistema que de costumbre destruye y se ceba de la vida a millones de personas, y lo impone con una brutalidad asesina, independientemente de quién sea la dirigencia política del sistema.
“Orquesta y lleva a cabo estos crímenes una administración que prometió aplicar una política ‘justa y humana’ hacia los inmigrantes. Los aún más sanguinarios fascistas del Partido Republicano exigen mucha más violencia y represión para llevar a cabo e imponer los intereses de ‘hacer que Estados Unidos tenga grandeza’.
“Tanta la actual como la anterior administraciones no ofrecen ninguna respuesta real aparte de llevar a cabo una escalada de represión masiva.
“Tanta la actual como la anterior administraciones representan los intereses del sistema capitalista-imperialista que destruye y se ceba de la vida de miles de millones de personas por todo el mundo”.