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Primero y ante todo: un crimen imperialista de Estados Unidos y el Occidente

Ocho palabras contra 500 mil muertos y lisiados en Ucrania

Nota de la redacción: este artículo de Paul Street, historiador y autor, apareció originalmente el 8 de febrero de 2024 en The Paul Street Report.

Seven leaders at the G7 conference in Hiroshima, May 2023.

 

Los dirigentes imperialistas de la alianza occidental y Volodímir Zelenski en la Cumbre del G7 en Hiroshima. 21 de mayo de 2023.     Foto: AP

A medida que nos acercamos al segundo aniversario de la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin, cabe reflexionar sobre quién es el principal responsable de la posterior “guerra interimperialista de sustitutos entre Estados Unidos y Rusia”, una masacre épica que hasta ahora ha generado 500.000 muertes y heridos y más de 300.000 víctimas (es difícil conseguir cifras exactas).

No es Rusia.

No me malinterprete. La invasión rusa de Ucrania fue un desastre humanitario total empañado por atrocidades indescriptibles.

Putin dijo un montón de mierda imperial rusa, anti-Lenin y de Pedro el Grande en el discurso que pronunció al anunciar la invasión.

No dudo de que la oligarquía capitalista rusa postsoviética tenía y tiene designios imperialistas sobre los recursos ucranianos. O que una invasión rusa totalmente exitosa habría implicado la explotación sistémica de los recursos ucranianos por parte del estado e intereses capitalistas rusos.

No tengo más que desdén por el autoritarismo y la corrupción del hombre fuerte fascista de Rusia, Putin, un héroe y agente de la derecha fascista en todo el mundo. (Él acaba de conceder una entrevista al importante propagandista neofascista estadounidense, Tucker Carlson.)

Es un criminal de guerra empapado de sangre, responsable de masacres en masa en Chechenia, Georgia, Siria y África, y de la brutal represión en su país de origen, fuertemente vigilado por la policía.

Es un tirano repugnante que dirige una oligarquía corrupta y revanchista encima de un orden sociopolítico clasista, racista y patriarcal salvajemente opresivo que debería ser derrocado en una nueva revolución socialista rusa.

Los ataúdes rusos que han regresado desde Ucrania han estado llenos desproporcionadamente de minorías étnicas oprimidas, especialmente los buriatos mongoles (del sureste de Siberia) y los tuvanos (grupo étnico turco autóctono de Siberia) y soldados de regiones económicamente desfavorecidas de Siberia y el Lejano Oriente ruso. A los soldados de las ciudades favorecidas de Moscú y San Petersburgo se les ha librado en gran medida del papel de carne de cañón en la invasión putinista.

Todo lo cual es muy terrible.

Los “izquierdistas” geopolíticos que piensan que la Rusia postsoviética tiene algo de radical y noble son unos bufones despreciables.

No obstante, en realidad Rusia no tiene nada remotamente parecido a la responsabilidad principal por la inmensa carnicería en Ucrania durante los últimos dos años — matanza que ha ayudado a empujar al mundo más cerca de una guerra nuclear que en cualquier otro momento desde la Crisis de los Misiles en Cuba.

Se podría haber impedido la guerra en Ucrania si el presidente occidental, Volodímir Zelenski , hubiera dicho solo ocho palabras después de ser elegido en 2019: “Ucrania no se le unirá a la OTAN”.

Ocho palabras versus 500.000 bajas.

Piénselo.

Como señaló Benjamín Abelow en su corto libro de 2022, redactado con pericia y avalado por Noam Chomsky, How the West Brought War to Ukaine [Cómo el Occidente llevó la guerra a Ucrania], la narrativa occidental estándar que afirma que Putin es “un expansionista insaciable, parecido a Hitler, que invadió a Ucrania en una apropiación de tierras no provocada” es una tontería total. La verdadera causa de la invasión de febrero de 2022 que condujo a la guerra fue el rumbo de política equivocado y temerario adoptado por Washington y su herramienta imperial, la OTAN, durante las últimas tres décadas.

Sin poner excusas por la carnicería de Putin ni pretender conocer la mente de Putin, Abelow correctamente culpa a quien corresponde: a Washington y sus aliados europeos de la OTAN. Aquí va su acertado resumen de las principales provocaciones occidentales lideradas por Estados Unidos:

“Durante las últimas tres décadas, Estados Unidos, a veces solo, a veces con sus aliados europeos, ha hecho lo siguiente:

  • Expandió la OTAN más de mil 600 kilómetros hacia el este, presionándola hacia las fronteras de Rusia, sin tener en cuenta las garantías dadas previamente a Moscú.
  • Se retiró unilateralmente del tratado sobre misiles antibalísticos (ABM) y emplazó sistemas de lanzamiento antibalísticos en los países recién incorporados a la OTAN. Estos lanzadores también pueden albergar y disparar armas nucleares ofensivas contra Rusia, como misiles de crucero Tomahawk con ojiva nuclear.
  • Ayudó a sentar las bases y quizá haya instigado directamente un golpe de estado armado de extrema derecha en Ucrania. Este golpe de estado reemplazó a un gobierno prorruso elegido democráticamente por un gobierno prooccidental no electo.
  • Realizó innumerables ejercicios militares de la OTAN cerca de la frontera con Rusia, entre ellos, por ejemplo, ejercicios con cohetes con fuego real cuyo objetivo era simular ataques contra sistemas de defensa aérea dentro de Rusia.
  • Afirmó, sin una necesidad estratégica apremiante, y sin tener en cuenta la gran amenaza que tal maniobra representaría para Rusia, que Ucrania se convertiría en miembro de la OTAN. Luego, la OTAN se negó a renunciar a esta política de puertas abiertas, aun cuando hacerlo podría haber evitado la guerra.
  • Retirada unilateral del tratado sobre fuerzas nucleares de alcance intermedio, lo que aumenta la vulnerabilidad de Rusia a un primer golpe estadounidense.
  • Armó y entrenó al ejército ucraniano mediante acuerdos bilaterales y realizó ejercicios regulares de entrenamiento militar conjunto dentro de Ucrania. El objetivo ha sido generar una interoperabilidad militar a nivel de la OTAN aún antes de admitir formalmente a Ucrania en la OTAN.
  • Lideró a los dirigentes ucranianos a adoptar una postura sin compromisos hacia Rusia, exacerbando aún más la amenaza a Rusia y poniendo a Ucrania en el camino hacia una contra-reacción militar rusa”.

Una vez que ocurrió la invasión, Abelow podría haber agregado en una continuación de su libro (que parece haberse completado en abril de 2022), Estados Unidos sin demora vio la acción de Putin como una oportunidad para “debilitar a Rusia” (el lenguaje real del secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, después de un viaje a Kyiv a fines de abril de 2022) e invirtió enormes recursos financieros y militares en el monumental baño de sangre. Sobre el camino, Estados Unidos y sus aliados occidentales, especialmente el Reino Unido, trabajaron para socavar toda posibilidad de un alto el fuego y un acuerdo.

Si no fuera por todas estas provocaciones encabezadas por Estados Unidos, no habrían ocurrido la muerte y mutilación de medio millón de seres humanos en Ucrania durante los últimos dos años.

Abelow llevó a cabo con razón la venerable práctica de Chomsky de “ponerse el zapato en el otro pie”, al preguntar ¿cómo habría reaccionado Washington “si Rusia o China hubiera llevado a cabo medidas equivalentes cerca del territorio estadounidense?... ¿Cómo respondería Estados Unidos si Rusia estableciera una alianza militar con Canadá y luego emplazaría bases con cohetes a 110 kilómetros de la frontera con Estados Unidos? ¿Qué pasaría si Rusia luego utilizara esas bases con cohetes para realizar ejercicios de entrenamiento con fuego real para practicar la destrucción de objetivos de defensa aérea dentro de Estados Unidos? ¿Aceptarían los dirigentes estadounidenses garantías verbales de Rusia de que sus intenciones eran benignas?

¡Buenas preguntas! La respuesta, por supuesto, es que Estados Unidos daría una respuesta contundente que muy posiblemente condujera a “una guerra general y a la posibilidad de un intercambio nuclear”, acorde con la Doctrina Monroe de Estados Unidos (que prohíbe a potencias extranjeras potencialmente amenazantes apostar fuerzas militares en el hemisferio occidental) y la crisis de los misiles en Cuba de 1962, cuando el emplazamiento de misiles nucleares soviéticos en el Caribe llevó a Washington y Moscú al mismo borde del precipicio de una tercera guerra mundial. Sin duda, Washington ordenaría un ataque militar preventivo masivo que vendería como un acto necesario de defensa propia.

Como mostró Abelow, la última generación de ataques letales y temerarios rusos tipo provocadores a los osos tuvo lugar en desafío a los consejos de altos expertos y practicantes de política exterior de Estados Unidos, incluidos numerosos halcones de Rusia, quienes argumentaron que la expansión agresiva de la OTAN hacia el este antagonizaría innecesariamente al Moscú postsoviético y provocaría una nueva guerra fría que podría hacer estallar una catástrofe nuclear. En 2008, el actual director de la CIA, William Burns, entonces embajador de Estados Unidos en Rusia, telegrafió a Washington que Ucrania era “la más roja de las líneas rojas” — un consejo que fue ignorado cuando la administración de Bush43 declaró abiertamente el interés de la OTAN en reclutar a Ucrania.

Hace nueve años, a raíz del golpe de estado de derecha antirruso respaldado por Estados Unidos en Kyiv, el reconocimiento profesor de la Universidad de Chicago, John Mearsheimer, advirtió que las preocupaciones de seguridad rusas bien podrían llevar a Moscú a “destrozar a Ucrania” si Estados Unidos no dejara de intentar integrar económica, política y militarmente al país en el Occidente. ¡¿Qué tan cierta fue esa advertencia?!

La provocación encabezada por Estados Unidos ha ignorado la larga y dolorosa historia de Rusia de invasiones occidentales con víctimas en masa a lo largo de su larga frontera con Ucrania. La “élite” imperial occidental ha demostrado poca preocupación por cómo el miedo histórico, muy comprensible, de Rusia al cerco imperial y a la guerra impulsa el militarismo y el autoritarismo rusos.

Gracias a la locura occidental liderada por Estados Unidos, advirtió Abelow en How the West Brought War to Ukraine, el mundo está más cerca del borde del precipicio de una guerra nuclear que en cualquier otro momento de la historia reciente.

Los izquierdosos que se pusieron detrás de que Estados Unidos impulsara este baño de sangre necesitan mirarse detenidamente en el espejo.

Recomiendo fuertemente el pequeño libro de Abelow de principios de 2022, mientras la administración del “Genocida Joe” Biden y Zelenski intentan preservar un baño de sangre que se ha convertido en un feo estancamiento que los altos generales rusos y ucranianos están tratando de congelar en un lugar territorial antes de que más vidas resulten arruinadas.

El libro de Abelow no está exento de puntos ciegos más allá de su sello de tiempo de abril de 2022. Su extraño comentario de que “Ucrania es irrelevante para Estados Unidos” (p. 60) muestra que no entiende para nada la base capitalista-imperialista que impulsa el interés de Washington en integrar a Ucrania con Estados Unidos y sus aliados europeos y en tratar de debilitar a Rusia. Ucrania quizá sea irrelevante para la mayoría de los estadounidenses comunes y corrientes, pero no lo es para la clase dominante capitalista-imperialista estadounidense.

Al carecer de una comprensión histórico-materialista básica del imperialismo (una palabra que nunca aparece en su análisis de la política estadounidense), a Abelow no le queda otra explicación más profunda de la conducta estadounidense que la misteriosa infección de los cerebros de los responsables políticos estadounidenses por una extraña y estúpida rusofobia.

El libro de Abelow nunca aborda la justificación ideológica central que Estados Unidos y el Occidente han utilizado para vender la idea de llevar la guerra imperialista a Ucrania: la absurda afirmación de que el Occidente está defendiendo la “democracia” contra la “autocracia”.

El libro de Abelow no llama al derrocamiento de los gobernantes imperialistas del mundo, que han llevado al planeta al borde del precipicio de la destrucción (tanto ecológica como militar).

Por supuesto, Abel tenía razón al concluir que “los responsables de la política en Washington y en las capitales europeas” estaban poniendo a la humanidad en grave riesgo.

Bueno, sí, ¡eso es lo que hacen los gobernantes capitalista-imperialistas, Dr. Abelow!

¿Alguien quiere una revolución?

Nos encontramos en un punto de viraje en la historia. El sistema capitalista-imperialista es un horror para miles de millones de personas en Estados Unidos y por todo el mundo y amenaza al propio tejido de la vida sobre la tierra. Ahora, la elección del fascista Trump presenta peligros aún más extremos para la humanidad, y subraya la ilegitimidad total de este sistema, y la necesidad urgente para un sistema radicalmente diferente.

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