En medio de las continuas revelaciones sobre la relación de Trump con Jeffrey Epstein, traficante sexual condenado que murió en prisión en 2019, volvemos a postear nuestro artículo del pasado mes de julio: “Sobre la controversia en torno a Donald Trump y Jeffrey Epstein”.
Además de proporcionar información importante sobre los antecedentes y la orientación, señalamos lo siguiente:
MAGA no se autodestruirá, pero los conflictos dentro de MAGA pueden jugar un papel EN EL CASO DE QUE HAYA UN MOVIMIENTO PODEROSO DECIDIDO A PONER FIN AL GOBIERNO FASCISTA DE TRUMP YA
Esta semana, tras el fin del cierre del gobierno de siete semanas el 12 de noviembre y en medio de la indignación por la claudicación de la dirigencia del Partido Demócrata, los demócratas de la Cámara de Representantes hicieron públicos tres intercambios de correos electrónicos relacionados con Epstein. Los correos electrónicos contienen referencias a Trump, incluido uno en el que Epstein escribía que una de las mujeres víctimas del tráfico sexual de Epstein “pasó horas en mi casa con él [Trump]”. A las pocas horas de la publicación de los correos electrónicos por parte de los demócratas, los republi-fascistas de la Cámara de Representantes publicaron una masiva cantidad de 20 mil documentos del patrimonio de Epstein. Afirmaron que era para contrarrestar lo que, según ellos, eran intentos “selectivos” demócratas de divulgar los documentos. La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que los demócratas estaban trabajando con los “medios liberales para crear una narrativa falsa con el fin de difamar al presidente Trump”. Los demócratas y algunos republicanos están presionando para que se publiquen aún más documentos en torno a Epstein, incluidos los del FBI y otros archivos gubernamentales. Mientras tanto, Trump ordenó a su procuradora general, Pam Bondi, que investigara los vínculos de Epstein — no con Trump, sino con destacados demócratas como Bill Clinton y con importantes bancos.
Sí se trata de una gran controversia, y no sabemos hacia dónde conducirá. También ha impulsado ilusiones falsas ampliamente entre las personas que odian y se oponen a Trump y al fascismo de MAGA de que esta es la forma de sacar a Trump del poder — por medio de un enorme escándalo que lo debilite y conduzca a victorias del Partido Demócrata en las elecciones de mitad de mandato. Elecciones que están a un año de distancia y que Trump ya está maniobrando para robarse.
Una vez más, aunque no sabemos dónde terminará este escándalo en torno a Epstein, apoyarse en esto como la forma de derrotar al fascismo —mientras el fascismo de Trump y MAGA está consolidando velozmente su poder ante nuestros ojos— es extremadamente peligroso y probablemente conducirá al desastre.
En las últimas semanas, ha surgido una gran controversia sobre los vínculos de Donald Trump con el convicto traficante sexual e inversionista millonario Jeffrey Epstein. Antes de la condena de Epstein por dos cargos de prostitución infantil e incitación a la prostitución en 2008 y la condena de 13 meses que cumplió por ello, Epstein había alcanzado cierta prominencia en los mismos círculos de Florida y Nueva York que frecuentaba Trump. Ambos, según las propias palabras de Trump, habían sido amigos durante 15 años y, según se informa, terminaron su amistad por un desacuerdo inmobiliario en 2004. Varios años después, Epstein y su socia Ghislaine Maxwell fueron arrestados por múltiples cargos de tráfico sexual. Maxwell fue declarada culpable y condenada a 20 años de prisión. Epstein fue encontrado ahorcado en su celda y se presume que se suicidó en lugar de ir a juicio.
El caso Epstein y MAGA
El caso Epstein ha jugado un papel importante en la mentalidad MAGA (Hacer que Estados Unidos Vuelva a Tener Grandeza). Muchos en MAGA creen fervientemente que existe un culto que incluye a altos miembros del Partido Demócrata y celebridades famosas que abusan sexualmente y trafican con mujeres jóvenes y niños. Algunos van al extremo de creer que estos supuestos cultitas asesinan y beben la sangre de mujeres jóvenes y niños en rituales satánicos. Además, muchos creen que todo esto está entrelazado con el llamado “estado profundo” —sectores de las agencias de inteligencia y del aparato represivo— que “realmente” tienen el control.
No hay evidencia de tal culto. Pero sí hay abundante evidencia a lo largo de la historia de la manera en que la creencia en tales cultos sirve a la clase dominante en general. Esta creencia de muchos en MAGA evoca temas de las clásicas “teorías de la conspiración” que se remontan mil años atrás, a las Cruzadas, en las que los cristianos europeos libraron “guerras santas” contra los musulmanes. El mismo mito difamatorio de beber la sangre de niños pequeños también se utilizó para justificar el despojo, el exilio forzado y el asesinato de judíos en Europa a lo largo de los siglos, incluido el exterminio nazi de seis millones de judíos.
Para que quede claro, toda la clase dominante, tanto demócratas como republicanos, controla un sistema que explota y oprime a 150 millones de niños. Estos niños trabajan de jornaleros infantiles en lugares como las minas de coltán del Congo, las fábricas de la costura de Bangla Desh y otros lugares del “sur global”. También existe una enorme industria capitalista internacional dedicada a la prostitución forzada (o “trata”) de mujeres1. Además, la misoginia y el abuso sexual permean cada poro de la sociedad. Pero estos actos monstruosamente criminales surgen y están reforzados por el funcionamiento cotidiano del sistema económico y político del capitalismo-imperialismo, que está entrelazado con el dominio brutal patriarcal de mujeres y niños que ha marcado a toda sociedad opresora durante milenios. O sea, este fenómeno es sistémico, no alguna conspiración fraguada por unas pocas personas.
La supuesta existencia de esta “red de venta sexual del estado profundo” ha sido cínicamente alentada y difundida por figuras prominentes del movimiento MAGA, como Steve Bannon y JD Vance, por nombrar solo dos. Han existido rumores (y se han alimentado) dentro del mundo MAGA sobre una “lista de clientes de Epstein” que supuestamente revelaría la identidad de quienes formaban parte de este supuesto culto.
Trump en una pachanga con Epstein en 1992, en Mar-a-Lago.
Una vez más, un factor que complica la situación es que el propio Trump fue un amigo de muy alto perfil de Epstein durante 15 años. Si bien Trump ha fomentado la sospecha sobre el llamado “estado profundo” (es decir, el FBI y otros organismos gubernamentales que iniciaron investigaciones en su contra), Epstein en sí no ha sido uno de sus temas centrales.
Sin embargo, algunos trumpistas prominentes —especialmente la procuradora general Pam Bondi, el director del FBI Kash Patel y el número dos de Patel, Dan Bongino— sí le dieron mucha importancia al caso Epstein, y en especial a lo que llamaron la “lista de clientes” de Epstein. Esta lista supuestamente contiene los nombres de personas prominentes a quienes Epstein supuestamente prostituyó con mujeres jóvenes y niñas. Bondi y los demás prometieron publicarla... hasta hace poco, cuando todos cambiaron de estrategia y declararon que dicha lista no existía. Para que quede claro, nadie sabe realmente si dicha lista existe o no, y confiar en las declaraciones de los conocidos mentirosos Bondi, Patel y Bongino —ni en las de nadie más dentro o alrededor del régimen de Trump— no es forma de determinarlo.
Pero el repentino cambio de posición sobre la existencia misma de esta lista ha enfurecido a un sector de las fuerzas MAGA. Trump les dijo que, en esencia, lo dejaran atrás y se centraran en otros aspectos de su agenda. Se desató una controversia que duró una semana, en la que algunos prominentes líderes de MAGA pidieron a Trump que obligara a Bondi a publicar la lista, y Trump, a su vez, acusó a esos oponentes de ser “débiles”, entre otras cosas.
La controversia alcanzó un nivel aún mayor el jueves 17 de julio por la noche cuando el Wall Street Journal acusó a Trump de haber enviado una tarjeta misógina para el 50.º cumpleaños de Epstein, con una caricatura semipornográfica incluida. Trump negó haber escrito y dibujado dicha tarjeta. Esto, a su vez, atrajo aún más la atención de parte de quienes generalmente se oponen a Trump.
¿Cómo, pues, las personas que se oponen a Trump y al fascismo deberían entender y evaluar todo esto?
En primer lugar, MAGA es una fuerza fascista que avanza a toda velocidad para imponer una transformación fascista en la sociedad estadounidense. En opinión de quienes dirigen MAGA, esta es la única solución a la crisis extrema que ahora enfrenta el capitalismo-imperialismo estadounidense y es una misión de vida o muerte. Lo que Trump hizo o no hizo hace 25 años no puede cambiar este hecho central y esencial: Trump es un fascista, y él y todo su movimiento MAGA son ilegítimos debido a que son fascistas.
¡Eso tiene un significado real! Bob Avakian lo expresó así en un e-mensaje reciente:
El fascismo de Trump es un régimen que despoja abierta y agresivamente los derechos básicos y declara flagrantemente que no existe ningún estado de derecho ni debido proceso legal más allá de lo que él mismo dicta, y que el poder destructivo puro y duro es lo que tiene que regir en el escenario internacional, sin siquiera la pretensión de adherirse al derecho internacional ni preocuparse por la soberanía, o incluso el derecho de existir, de los pueblos y países menos poderosos.
Es un régimen que está empeñado en desatar un saqueo capitalista destrabado sin reglamentación, y al hacer eso, utiliza un mazo (o una motosierra) para destruir programas y servicios cruciales de los que depende la gente — arruinando los medios de vida, destrozando la ciencia y la atención sanitaria, socavando y pervirtiendo la educación, y creando un caos que causará sufrimiento para grandes cantidades de personas, en Estados Unidos y por todo el mundo.
Un régimen fascista como este requiere, al frente, a una persona como Donald Trump: un maníaco patológico, con el dedo en el botón nuclear, que nombra a peligrosos dementes y parásitos ávidos de poder a cargos clave. (De Revolución #114: Derrotar al fascismo de Trump y MAGA: Con la vista puesta en algunas futuras elecciones... o trabajar ahora para movilizar a millones de personas en torno a esta poderosa demanda unificadora: ¡Que se largue el régimen fascista de Trump!
Ha habido una larga y desafortunada historia de personas que buscan una manera fácil de deshacerse de Trump, intentando eludir este hecho esencial sobre Trump, su máquina política y sus partidarios. Con demasiada frecuencia, la gente se ha dejado engañar, o se ha engañado a sí misma, de modo que pensara que esta vez, Trump ha ido demasiado lejos y no se saldrá con la suya —ya sea la cinta de Hollywood Access sobre cómo “agarrarlas por el coño”, la investigación sobre Rusia, el primer juicio político, el intento de anular violentamente las elecciones de 2020, su mal manejo de documentos gubernamentales ultrasecretos, sus acusaciones penales e incluso sus condenas— y, una y otra vez, las esperanzas de la gente se han visto frustradas. ¿Por qué? Debido a que estos fascistas en general están en una misión para la que Trump es esencial, y cualquier pleito que quizás tengan con este o aquel elemento de lo que Trump representa casi con seguridad, en sí y de por sí, no los descarrilará.
Este enfoque perdedor ha sido a menudo alimentado e incluso iniciado por el Partido Demócrata. Los principales líderes del Partido Demócrata preferían señalar los fracasos personales de Trump antes que confrontar y organizar la oposición al programa fascista total de MAGA.
¿Por qué? Para volver a citar a Bob Avakian, de otro mensaje:
Es imposible eliminar las causas subyacentes de este fascismo dentro de los confines de este sistema, y la prioridad más alta del Partido Demócrata es mantener y defender este sistema. Los jefes del Partido Demócrata siempre tratarán de mantener la lucha contra este régimen fascista dentro de los términos y límites que no amenacen la estabilidad de este sistema. Pero, aún a falta de una revolución para abolir este sistema en su conjunto, la lucha necesaria para derrocar y sacar a este régimen fascista requiere una lucha no violenta pero decidida y sostenida, de millones de personas, para parar en seco el funcionamiento de este sistema, bajo el dominio de los fascistas —para hacer que, para este régimen fascista, Estados Unidos sea “ingobernable”— de modo que se aglutinen los diferentes factores y fuerzas, como una enorme y poderosa escoba que barra del poder a este régimen fascista. (De Revolución #119: Los políticos del Partido Demócrata pueden contribuir a la lucha crucial contra el fascismo de Trump y MAGA — pero el Partido Demócrata no dirigirá, ni puede dirigir, esta lucha hacia dónde tiene que ir.)
MAGA no se autodestruirá, pero los conflictos dentro de MAGA pueden jugar un papel EN EL CASO DE QUE HAYA UN MOVIMIENTO PODEROSO DECIDIDO A PONER FIN AL GOBIERNO FASCISTA DE TRUMP YA
Eso NO significa que no podría jugar ningún papel los conflictos dentro de MAGA, ni siquiera un papel importante, en concretamente sacar a este régimen. Por el lado contrario, si existiera una situación en que se diera una resistencia masiva, día tras día, no violenta pero combativa, las contradicciones al interior del campo de Trump podrían llegar a magnificarse, y podría ponerse en marcha una dinámica de avances y retrocesos en la que las crecientes grietas y escisiones al interior del régimen alentaran a se tomaran las calles cada vez más personas, y un resultante levantamiento mayor de masas podría amplificarlas divisiones. No obstante, una vez más, semejante dinámica requiere que dicha lucha no violenta masiva e implacablemente creciente con el objetivo de sacar el régimen pase a estar en un base mucho más alta y mucho más sostenida que ahora. No hay atajos, no hay ninguna salida mágica de esta situación — pero SÍ existe una salida, tal como se plasma en el programa, la posición y la estrategia de Rechazar el Fascismo. Las personas que arden con ver la derrota de este fascismo deben centrarse en eso, sumándose, apoyando y construyendo activamente a Rechazar el Fascismo.
Protesta del 14 de junio de Rechazar el Fascismo en Washington, D.C.
Pregúntese: ¿qué pasaría si en las próximas semanas el movimiento contra este fascismo pudiera lograr algo similar al levantamiento de 2020 por los asesinatos policiales de George Floyd y Breonna Taylor? Recordemos que miles, y con el tiempo millones, se tomaron las calles, noche tras noche, desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños, con la exigencia de que CESARAN los asesinatos policiales. Si un movimiento que se aproximara a ese tamaño, alcance y determinación pudiera llegar a unirse en torno a la única demanda unificadora¡QUE SE LARGUE TRUMP YA!, los conflictos internos que en el pasado, MAGA ha podido aguantar, podrían intensificarse, bajo la presión de un gran desafío, y contribuir a debilitar de forma importante la cohesión de las fuerzas fascistas.
Para parafrasear una vez más a Bob Avakian, Revolución #125: Ni los tribunales ni el Partido Demócrata: La gente decente, en movilización masiva e implacable, es la fuerza en la que hay que apoyarse para derrotar al fascismo de Trump y MAGA.
Le toca a la gente decente, por muchos millones, poner alto a este coloso inexorable fascista de Trump y a los horrores los que actúa para imponer a la gente en Estados Unidos y por el mundo en su conjunto.
Protestas continuadas, y movilizaciones poderosas por todo Estados Unidos, han sido muy importantes, y muestran el potencial de lo que hay que hacer. Pero todo esto tiene que dar un salto, pronto, para convertirse en un levantamiento popular masivo, decidido a derrotar concretamente a este régimen fascista, unido en torno a la demanda urgente: ¡Que se largue el régimen fascista de Trump — YA!
Esto significa “que no siga la actividad como de costumbre”. Significa que se desarrolle la protesta y la resistencia día tras día: no violenta pero sostenida e implacable —que responda a la represión por parte del régimen fascista, con torrentes aún mayores de resistencia— que una a todos los que se pueda unir, cada vez más numerosos, motivados por la necesaria sensación de urgencia, con el objetivo de crear una crisis política profunda y grandes cambios y “realineamientos” por toda la sociedad, inclusive en las instituciones dominantes del poder, con el fin de que el régimen fascista ilegítimo no pueda funcionar, y que de hecho sea sacado del poder.