
Chicago, 2 de abril de 2023. Foto: Especial para revcom.us
A medida que en Estados Unidos, el ciclo de noticias se alterna entre tiroteos en masa, tornados y la impugnación contra Donald Trump por el menor de sus crímenes, continúa la guerra de sustitutos entre Estados Unidos y Rusia en Ucrania, con la muerte de cientos de seres humanos todos los días. Gracias a este épico baño de sangre, en el que Estados Unidos ha inyectado más de 75.000 millones de dólares, hace poco el Boletín de Científicos Atómicos calibró su Reloj del Juicio Final más cerca de la medianoche de lo que nunca ha estado.
No se trata de una escaramuza entre Bolivia y Paraguay por los derechos del agua. Se trata de dos estados imperiales gansteriles con suficientes armas nucleares entre sí para volar el mundo cien veces. [Y uno de esos estados gánster, Rusia, está combatiendo en lo que considera una guerra existencial en su propia frontera suroeste inmediata y larga, una frontera que ha sido invadida con la resultante muerte en masa dos veces en la historia moderna].
[¿Alguien aquí duda de que Estados Unidos estaría amenazando con usar armas nucleares si Rusia y/o China estuvieran armando y financiando una guerra en el norte de México o en el sur de Canadá? ¿Qué pasaría si Rusia y/o China navegara algunos buques portamisiles por la vía marítima del San Lorenzo hasta los Grandes Lagos? ¿Y si China pusiera su portaaviones de última generación en el Caribe?]
Ahora bien, en el momento en que nosotros, como socialistas y comunistas de verdad y, por tanto, como antiimperialistas de verdad, empezamos a criticar el papel de Estados Unidos en Ucrania, algún liberal o centrista e incluso algún izquierdista ocasional nos llama apologistas de Vladimir Putin. Dicen que no apoyamos al pueblo de Ucrania.
Mentira. Hablemos serio. El armamento militar avanzado y la inteligencia que “nuestro” gobierno está inyectando en Ucrania no tiene relación con el avance o la protección de la democracia. Y seguro que no se trata de ayudar a los ucranianos. El general estadounidense de máximo rango Lloyd Austin lo dijo desde el principio: se trata de debilitar a Rusia. Se trata de debilitar a un rival imperial en su propia frontera inmediata prolongando un conflicto que ha hecho precaria y miserable la vida de los ucranianos al tiempo que ha inclinado al mundo hacia una guerra nuclear y la catástrofe ecológica.
¿Promoción de la democracia de Estados Unidos? ¿Conocen algún otro chiste bueno? ¿Qué, al igual que en Arabia Saudita, donde el gobierno más reaccionario de la Tierra se apoya en los dólares y el armamento provenientes de Estados Unidos? ¿Al igual que en el estado judeofascista del apartheid de Israel y en docenas de otros regímenes autoritarios respaldados por el Tío Sam? ¿Al igual que aquí mismo en Estados Unidos, donde el dinero habla y la mierda camina y sobre lo que queda de democracia triunfa regularmente el neofascismo odiamujeres racista?
Coreen conmigo: 1, 2, 3, 4, esclavitud, genocidio y guerra. 5, 6, 7, 8, Estados Unidos nunca tuvo grandeza.
Ahora, hay algunas personas que se llaman a sí mismas socialistas y antiimperialistas que repiten como loros el lenguaje de Putin. Apoyan su invasión criminal y asesina de Ucrania. [Yo los llamo “la izquierda RT”.]
Esos NO somos nosotros. Somos muy conscientes de que vivimos en las entrañas de la bestia de la superpotencia militar más peligrosa y agresiva de la historia de la humanidad. [Sabemos bien lo que el Imperio estadounidense le hizo a las Filipinas y a Corea y a América Central y a América del Sur y a Vietnam y a Irak y a Afganistán, y todo lo demás. Sabemos por un documental que se estrenó la semana pasada que, si no fuera por el movimiento contra la guerra en 1969, Richard Nixon atacara al pueblo de Vietnam con armas nucleares. Sabemos de todos los dictadores y déspotas que el Imperio estadounidense ha apoyado e instalado en todo el mundo. Conocemos el nexo entre Estados Unidos y Arabia Saudita, entre Estados Unidos e Israel y entre Estados Unidos y los escuadrones de la muerte centroamericanos. No necesitamos que nos dicten cátedra sobre todo eso].
No necesitamos que nos dicten cátedra sobre el imperialismo estadounidense. Al mismo tiempo, no apoyamos a otros estados gansteriles capitalista-imperialistas sólo debido a que no son Estados Unidos o sólo debido a que Washington lucha con ellos por la riqueza y el poder en el sistema mundial.
Así que hablemos claro. Denunciamos a la invasión de Putin. Y cualquiera que piense que el régimen neofascista de Putin es algún tipo de fuerza antiimperialista virtuosa está viviendo en un mundo de ensueño.
Pero aquí está la cosa: Rusia no es nuestra responsabilidad. No vivimos en Rusia. Los rusos necesitan derrocar a sus propios gánsteres. Necesitan hacer otra Revolución Rusa. Nuestra responsabilidad es hacer caer a nuestros gánsteres, a nuestros fascistas, a nuestros capitalistas y a nuestros imperialistas aquí mismo, en Estados Unidos. En realidad, nuestra tarea y la de la gente del mundo es eliminar el maldito sistema capitalista entero. Este sistema, esta dictadura del capital no elegida e interrelacionada, es imperialista por su propia naturaleza y eso es cierto tanto si se habla del mandamás Estados Unidos o de China o Rusia o de Inglaterra o Francia o Turquía o India. Nuestra tarea aquí en Estados Unidos es hacer una verdadera revolución socialista norteamericana.
“No hablemos ahora en falso”, como dice Bob Dylan, “la hora se está haciendo tarde”. El imperialismo, la competencia letal entre los estados y la guerra están incorporados a la naturaleza misma, a la esencia, en el ADN del sistema mundial capitalista. Pedir o esperar que el capitalismo no se involucre en una guerra imperial mortal y temeraria y que no envenene el medio ambiente natural es un juego de tontos. Es como pedirle a un pez que no nade en el agua.
¡No a una tercera guerra mundial! Es este sistema, no la humanidad, el que tiene que volverse extinto.

Paul Street, historiador, habla en Chicago el 2 de abril.