Nota de la redacción:
El 11 de mayo de 2022, el Departamento del Interior publicó un informe —Informe de Investigación sobre la Iniciativa de Internados Federales para Indígenas— que describe las horribles prácticas infligidas sistemáticamente a cuando menos 150.000 niños amerindios durante 150 años.
La investigación para este informe se inició tan sólo después del descubrimiento en Canadá, en junio de 2021, de 751 tumbas sin marcar cerca de un antiguo internado indígena canadiense. La noticia de este descubrimiento y las preguntas que lo rodean enviaron ondas de choque a nivel internacional, y las preguntas rápidamente empezaron a tocar a Estados Unidos y a su sistema mucho más amplio de “internados” indígenas, que fueron el modelo para las “escuelas” canadienses: ¿Cuántos internados había en Estados Unidos? ¿Cuántos cadáveres de niños hay enterrados cerca de ellos? ¿Y cuáles eran las condiciones y el trato que recibían esos niños y que les causaban la muerte?1
La descripción de ese trato se basa en los informes anuales del mismo departamento durante todo ese período de tiempo, así como en dos informes generales: el Informe Meriam de 1928 y el Informe Kennedy de 1969.
En sus propias palabras:
En 1902, el Comisionado de Asuntos Indígenas, William A. Jones, describió el objetivo principal de la aplicación de metodologías sistemáticas de militarización y alteración de la identidad en el sistema federal de internados para amerindios de la siguiente manera:
Las crías de aves silvestres, aunque nazcan en cautiverio, naturalmente conservan los instintos de libertad tan fuertes que en los progenitores y golpean los barrotes que lo encierran, mientras que después de varias generaciones de cautiverio las aves jóvenes volverán a la jaula tras un breve período de libertad. Lo mismo ocurre con el niño indio. El primer piel roja salvaje colocado en la escuela se resiente de la pérdida de libertad y anhela volver a su hogar en el bosque. Su descendencia conserva algunos de los hábitos adquiridos por los progenitores. Estos hábitos reciben un nuevo desarrollo en cada generación posterior, fijando nuevas reglas de conducta, diferentes aspiraciones y mayores deseos de estar en contacto con la raza dominante 2.
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Como describimos en el Crimen Yanqui Caso #40: Los internados para los niños indígenas: “Matar al indio, salvar al hombre”: “El casi total exterminio de los pueblos indígenas en los siglos después de 1492 es uno de los grandes crímenes históricos cometidos por los gobernantes de Estados Unidos — o de cualquier país”. Mediante la combinación de epidemias masivas y las “guerras indias” emprendidas por el ejército estadounidense durante las décadas posteriores a la Guerra Civil, en 1890 la estimada población de amerindios se había reducido en más del 90%.
Pero de la mano con este monstruoso genocidio de los pueblos amerindios transcurrió siglo y más de genocidio cultural — de asimilación forzada mediante “educación”. El informe actual identifica al menos 408 “internados para niños indígenas” gestionados por el gobierno en 37 estados y los entonces territorios de Hawai’i y Alaska entre 1819 y 1969.Al día de hoy también han localizado 53 lugares de enterramiento y esperan encontrar más. Aunque se niegan a divulgar la ubicación de los lugares o el número de tumbas, sus propias estimaciones indican que decenas de miles de niños no sobrevivieron al tratamiento que recibieron ahí.
El informe que investiga los internados federales para niños indígenas incluye una carta que los sitúa en un “contexto histórico”: “Estados Unidos estableció este sistema como parte de un objetivo más amplio para despojar a las tribus indígenas, a las aldeas autóctonas de Alaska y a la comunidad autóctona de Hawai’i de sus territorios en apoyo a la expansión de Estados Unidos. La política federal de internados para niños indígenas intencionadamente afectó a los niños amerindios, autóctonos de Alaska y autóctonos de Hawai’i a fin de asimilarlos y, en consecuencia, quitarles sus territorios”.
Estos NO eran “internados”
El sistema federal de “internados” era un crimen continuo contra la humanidad, en el que decenas de miles de niños amerindios eran retenidos en condiciones similares a las de una prisión mientras eran sometidos a una “asimilación” forzada. Los niños vivían una pesadilla diaria: se les mantenía alejados de sus familias, amigos y tribus durante años, se les despojaba de su lengua, cultura y costumbres, es decir, de su identidad, y se les enseñaba a despreciarse a sí mismos a fin de asimilarlos en una sociedad que los despreciaba. Todo esto se hacía a la fuerza siempre que era necesario. Los niños que intentaban huir eran perseguidos, devueltos y golpeados como lección para los demás.
¿Cuál era el objetivo explícito de estos “internados”?
Los internados para niños indígenas estaban diseñados para separar a un niño de su reserva y de su familia, despojarlo de su cultura y costumbres tribales, forzar el completo abandono de su lengua originaria y prepararlo para no volver nunca jamás a su pueblo3.
“Metodologías sistemáticas de militarización y alteración de la identidad”
Los niños de las reservas, a partir de los 4 años de edad, eran apartados de sus padres y comunidades a la fuerza —a punta de pistola si era necesario— y los padres de familia eran castigados si intentaban resistirse. Los niños eran llevados a “internados” fuera de la reserva, donde permanecían hasta una década. Algunos estudios dan a entender que en 1926, casi un 83% de los niños amerindios en edad escolar estaban en el sistema. Hasta 150.000 niños o más experimentaron este trato desmedido durante más de un siglo.
Se utilizaron “metodologías sistemáticas de militarización y de alteración de la identidad” para borrar la identidad cultural de los niños amerindios, autóctonos de Alaska y autóctonos de Hawai’i. Al llegar al “internado”, se sustituyó el nombre de cada niño por un nombre en inglés y se les cortó el pelo — un símbolo de orgullo y de conexión con la Tierra para muchas culturas indígenas. Se les quitó la ropa tradicional y se sustituyó por uniformes al estilo militar; se les prohibió utilizar sus lenguas, religiones y prácticas culturales indígenas, y se les convirtió a la fuerza al cristianismo.
Cuando los trajeron por primera vez, eran un grupo de aspecto duro. Se les rapaba el pelo largo y enmarañado y se les despojaba de su atuendo indio, se les bañaba de pies a cabeza y se les vestía de ropa civilizada. La metamorfosis es maravillosa, y el pequeño salvaje parece muy orgulloso de su aspecto. Enseñarle al joven niño indio a hablar inglés es esencialmente el primer paso en su formación... No se habla el indio[:] No hay un alumno indio... al que se le permita estudiar otro idioma que no sea nuestra propia lengua vernácula — el idioma de las nacionalidades más grandes, poderosas y emprendedoras bajo el sol. [Del Informe Anual de 1904]
Las reglas de los internados para niños indígenas se imponían a menudo mediante castigos corporales. El abuso físico y el confinamiento solitario de los niños eran comunes, inclusive castigos como “azotes, retención de alimentos, latigazos, bofetadas y esposas”. (del informe de investigación de 2022) Algunas escuelas obligaban a los alumnos mayores a castigar físicamente a los más pequeños. Los niños que intentaban huir de sus captores eran perseguidos, traídos de vuelta y golpeados como advertencia para los demás.
Estas supuestas escuelas tenían condiciones hacinadas y peligrosas. Un informe de 1896 describe “tres niños por cama” en un lugar, otro en el que todas las camas estaban apiñadas, con cada cama con dos o más niños. La nutrición era inexistente, como concluía el mismo informe: “la deficiencia más destacada está en la dieta suministrada a los niños indios, muchos de los cuales están por debajo de la salud normal”.
El Informe Meriam de 1928 admitió “franca e inequívocamente que las disposiciones para el cuidado de los niños indios en los internados son sumamente inadecuadas”. El abuso físico, sexual y emocional rampantes; enfermedades; desnutrición; hacinamiento; y la falta de atención médica en los internados indígenas están bien documentados. Todas estas condiciones fomentaron enfermedades contagiosas como la tuberculosis, la gripe y la viruela, especialmente entre los alumnos debilitados por el trauma y las escasas raciones. Las escuelas tenían sus propios cementerios — y los alumnos solían fabricar los ataúdes de sus propios compañeros.
¿Educación? No son escuelas, sino campos de trabajo infantil
Además del inglés, la tarea principal en las clases constaba de varios tipos de formación vocacional en materias como el trabajo manual, la limpieza y la agricultura; y habitualmente se requería que los estudiantes ayudaran a “mantener la escuela en la autosuficiencia” trabajando ahí cuando no estaban en el aula. El Informe Meriam descubrió que los internados servían de campos de trabajo infantil. Incluso obligaban a los alumnos más jóvenes a realizar labores manuales como la tala de árboles, el ferrocarril, la carpintería, el riego, la excavación de pozos y la construcción. También remarcaron que la formación que recibían era demasiado anticuada como para ayudarles a conseguir empleo cuando salieran.
Las órdenes religiosas habían construido las primeras “escuelas” para indígenas, decididas a convertir a los “salvajes” al cristianismo. A medida que el gobierno organizaba el sistema de “asimilación forzosa”, reclutaba para el sistema nacional las escuelas gestionadas por las iglesias. En un momento dado, casi la mitad de las escuelas estaban gestionadas por iglesias cristianas. La Corte Suprema permitió que el gobierno pagara a las escuelas gestionadas por las iglesias con el dinero que desviaban —se robaban— de los fondos de los indígenas depositados en cuentas fiduciarias, y posteriormente el gobierno les dio a las iglesias tierras que eran para los amerindios según la ley de tratados.
Trauma durante múltiples generaciones
El trauma y daño histórico de este genocidio estadounidense han tenido un tremendo impacto en los pueblos indígenas de América del Norte en su conjunto al día de hoy. Este crimen contra los indígenas ha dejado cicatrices que persisten. “No hay un solo amerindio, autóctono de Alaska o autóctono hawaiano en Estados Unidos cuya vida no haya sido afectada por las escuelas”.
Las investigaciones sobre los supervivientes de los internados muestran mayores índices de problemas de salud crónicos que podrían transmitirse a los hijos. “El mayor trauma al que se enfrentaron los hombres en el sistema de internados indígenas puede haber producido un mayor estrés, que luego puede afectar a los sistemas biológicos del cuerpo”, según el informe. Ese trauma incluye un patrón de desintegración cultural y familiar, generación tras generación, bajo el apoyo directo e indirecto del gobierno de Estados Unidos4.
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Al juntar estos crímenes con los cuatro siglos de la indescriptible esclavización y la continua opresión y degradación cometida contra los afroamericanos, pensemos en las palabras pronunciadas por el esclavo fugado Frederick Douglass, del 5 de julio de 1852. Dijo que Estados Unidos es culpable de “crímenes que deshonrarían a una nación de salvajes. No hay nación en la tierra culpable de prácticas, más espantosas y sangrientas, que el pueblo de estos Estados Unidos, en este mismo momento”. Estos crímenes y tantos otros [Vea la serie Crimen Yanqui] han sido un elemento esencial del desarrollo de este sistema capitalista-imperialista al día hoy. Y únicamente por medio de una revolución real por fin podremos eliminar estos horrores.