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De apretón de clavijas a apretón de muerte
La dominación imperialista, la Covid-19 y dejar en el olvido a los pobres del mundo

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La maquiladora propiedad del grupo TECMA en Ciudad Juárez fue el centro de un gran brote de la Covid-19. Trece empleados de la fábrica han muerto de la enfermedad, según las autoridades sanitarias mexicanas. (Foto: Wikipedia)   

A medida que la pandemia de la Covid-19 se extendía por todo el mundo, la economía mundial venía contrayéndose. A medida que el sufrimiento y las muertes provocados por el virus han aumentado en todo el planeta, el sistema imperialista mundial, en particular el imperialismo de Estados Unidos, ha respondido como siempre lo ha hecho: actuando para mantener el funcionamiento rentable y los intereses del imperio... con efectos aún más horrorosos, especialmente en los países oprimidos.

Cuatro ejemplos de diferentes partes del “sur global” donde la gran mayoría de la humanidad oprimida vive y trabaja:

Ejemplo 1. El embajador de Estados Unidos pronuncia un ultimátum al gobierno mexicano: las fábricas manejadas por corporaciones manufactureras de Estados Unidos tienen que permanecer abiertas, carajo, o nos llevamos nuestros trabajos a otra parte.

Cerca de la frontera de Estados Unidos en México, las fábricas de propiedad estadounidense y de subcontratación emplean a cientos de miles de trabajadores mexicanos. Producen computadores, aviones y refacciones de autos, televisores y otros aparatos electrodomésticos, en su inmensa mayoría para el mercado estadounidense. Los salarios de los trabajadores promedian una novena parte de los salarios en el sector manufacturero en Estados Unidos; y las protecciones laborales y ambientales son mínimas.

Al estallar brotes del coronavirus en estas y otras fábricas, al enfermarse y morirse los trabajadores en el trabajo y al escasear las pruebas para el virus, la Secretaría de Salud mexicana ordenó el cierre de las plantas. Era una medida de seguridad muy mínima. Pero para los imperialistas de Estados Unidos, se trata de un acto criminal intolerable. Como se contó en el New York Times, no se hizo debido a que estas fábricas estén produciendo productos o estén proveyendo servicios esenciales para el bienestar del pueblo mexicano. Una vez más, se exporta la mayor parte de la producción. Pero el gobierno de Estados Unidos estima que esa producción es “esencial” para... ¡Estados Unidos! ¿Dígame?: ¿los televisores, bolígrafos Sharpie, motores de aviones para una industria aeronáutica estadounidense la cual está reduciendo severamente sus operaciones?

Un pequeño secreto sórdido: para que las cadenas de suministro* de los imperialistas tengan rentabilidad, hace falta que las líneas de montaje globales sigan su marcha... las capacidades estratégicas de la máquina de muerte de las fuerzas militares y el aparato de seguridad de Estados Unidos requieren una entrada garantizada de componentes... y la fuerza competitiva del capital estadounidense depende de una producción confiable, eficiente y de bajo costo — lo que es más aún cierto en vista del reimpulso en grande de la economía china, el que le da a la China imperialista una cierta ventaja competitiva en una economía imperialista mundial golpeada.

Así por eso, el embajador de Estados Unidos pronuncia esta amenaza en respuesta a las declaradas preocupaciones del gobierno mexicano sobre la propagación de la Covid-19 entre los trabajadores de estas plantas: “Ustedes no tendrán ‘trabajadores’ si cierran todas las empresas y éstas se trasladan a otro lugar”. En otras palabras, que ustedes (México) reabran, o nosotros (Estados Unidos con sus empresas trasnacionales) lisa y llanamente podríamos cerrar nuestras fábricas y dejar que su economía se derrumbe aún más. Lo cual, por cierto, es parte de la lógica operacional y la extorsión de las cadenas de suministro imperialistas. Las fábricas mexicanas han permanecido abiertas.

El New York Times describió este ultimátum como un ejemplo de la “relación desigual” de Estados Unidos con México. Podemos ser más precisos: neocolonialismo bruto. Y tengan en cuenta este hecho: la gran mayoría de los infectados en México con la Covid-19 son trabajadores fabriles1.

Ejemplo 2. Moda rápida, las maquiladoras y la Covid-19 en Bangla Desh.

Unos 4.1 millones de trabajadores, el 85 por ciento de ellos mujeres, viven y trabajan en las condiciones de hacinamiento de la industria de la costura de Bangla Desh. Producen camisetas, vestidos y pantalones para empresas como Wal-Mart, Target, H&M y otros minoristas occidentales. Los accidentes industriales, los incendios, los derrumbes de edificios (más de mil personas murieron en un solo derrumbe en 2013) y los abusos sexuales son habituales en estas fábricas que reducen los costos y agotan la vida. Todo ello se integra en la “moda rápida” estacional de los consumidores2.

En beneficio de sus intereses, el imperialismo ha distorsionado y deformado la economía de Bangla Desh: el 80% de sus ingresos por concepto de exportación se derivan de la industria de la costura; es el motor del “crecimiento” económico de Bangla Desh; y el país es muy vulnerable a los choques económicos procedentes de los países imperialistas (como la recesión de 2008-2009). Una espada pende sobre la industria de las prendas de vestir: si estas fábricas de prendas de vestir no cumplen y no siguen abaratando los costos de producción prescritos, pues los minoristas occidentales pueden subcontratar la producción a otros proveedores en otros países pobres. Así es el modus operandi en que se competen unos con otros en las cadenas de suministro imperialistas. Hacer que se abaraten los costos, se aumente la rentabilidad... y todo ello se basa en la superexplotación salvaje. Esa es la norma, antes del inicio de la Covid-19.

Con los duros azotes de la pandemia y el cierre de las tiendas minoristas en Estados Unidos, las empresas occidentales cancelaron abruptamente pedidos por miles de millones de dólares. Una gran parte de la industria de la costura y otras manufacturas cerraron en Bangla Desh. Millones de trabajadores, en su mayoría mujeres provenientes de las zonas rurales, fueron enviados a casa. Casi todos los minoristas de renombre se negaron a contribuir al costo de los salarios parciales para los trabajadores con permiso de ausencia, como lo estipula la ley de Bangla Desh. Enviaron al 70 por ciento de estos trabajadores a casa sin paga3. Muchos de ellos, sin saberlo, llevaban el coronavirus a sus aldeas.

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Unas costurer@s bangladesíes bloquean una carretera para exigir sus salarios no pagados durante una protesta en Daca, Bangla Desh, 16 de abril. Debido a la cancelación de pedidos, las empresas de la costura han puesto de licencia o despedido a más de un millón de los 4.1 millones de trabajadores de la industria en Bangla Desh. (Foto: AP)   

Pero los cierres eran temporales. Las agrupaciones de propietarios rivales y las fábricas de ropa de Camboya, China, Sri Lanka y Vietnam (operaciones que también forman parte de las cadenas de suministro occidentales) habían reabierto. Y si las fábricas de Bangla Desh no encontraran su propia manera de volver a abrirse, podrían perder los pedidos de manera permanente. Así pues, se asoma el espectro de que cientos de miles de costurer@s trabajadores iban y venían entre las aldeas y Daca (la capital de Bangla Desh, donde se centra la industria de la costura) — y muchos de ellos viajaban a pie. Y así el horror, para citar a The Economist, en que “las fábricas de la costura dejaban a que los trabajadores languidecieran en ciudades miseria — ahora convertidas en los centros del brote de coronavirus de Bangla Desh”.

¿Mencioné que en uno de los distritos más pobres de Daca, donde se agrupan las fábricas de ropa, resultaron positivas 150 de las 160 pruebas por la Covid-19 realizadas en un solo día? ¿Mencioné que Bangla Desh tiene una población de 170 millones pero solamente unas 1.000 camas de cuidados intensivos4?

Ejemplo 3. Ciudades miseria causadas por el imperialismo... como correas de transmisión de la Covid-19.

A medida que la curva de los nuevos casos de la Covid-19 comienza a aplanarse en los países ricos, ahora las naciones pobres representan todos los países donde los casos de la Covid-19 crecen más rápidamente.

Una de las principales razones de esta situación es lo que Bob Avakian ha llamado la “tugurización” del tercer mundo, lo que se refiere a la urbanización vertiginosa en los países oprimidos, y al crecimiento explosivo de ciudades y tugurios densamente poblados y empobrecidos donde se propagan fácilmente las enfermedades.

¿A qué se debe este crecimiento sin precedentes de las ciudades y “megaciudades” del tercer mundo? Los imperialistas han invertido en la agroindustria y en las materias primas y se han apropiado de tierras en las zonas rurales, todo lo que ha devastado la agricultura de subsistencia de los campesinos. Las zonas de procesamiento para la exportación de los imperialistas que producen productos para los países ricos atraen a los migrantes hacia las ciudades. El calentamiento global, causado en su inmensa parte por el uso de combustibles fósiles por los países ricos, ha convertido en desierto las tierras anteriormente cultivadas y pastoreadas. Estos y otros factores han impulsado y atraído a muchísimas decenas de millones de personas de las zonas rurales hacia las ciudades. Pero las economías de los países oprimidos están tan distorsionadas por el imperialismo... que no pueden absorber a la gente en empleos regulares.

Mientras nos refugiamos en el lugar, reflexionemos sobre este pasaje de un estudio académico: “Hay 1.200 millones de personas en todo el mundo que viven en tugurios informales, los que por definición están hacinados y carecen de acceso suficiente a agua y alcantarilla... lo que significa que cualquier aplicación de aislamiento o cuarentena es imposible. En algunos tugurios la densidad es tan alta como 800.000 personas por milla cuadrada [2,6 kilómetros cuadrados] — en comparación, la de la ciudad de Nueva York es de 27.0005. Eso suscita la pregunta: ¿cómo se practica el distanciamiento social en estas terribles condiciones?

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Basura amontonada en Dharavi, India.   

Pero no se trata únicamente de la manera en que se obliga a la gente a vivir en los países oprimidos. También se trata de la forma en que se les impele a trabajar. La gran mayoría de las personas del “sur global” trabajan, cuando sí encuentren trabajo, en lo que se llama la “economía informal”. Se trata de trabajos irregulares que ofrecen poca seguridad, con un pago principalmente en efectivo, trabajos que no se benefician de la reglamentación laboral y no ofrecen prestaciones. La mayoría de los que trabajan en la economía informal no tienen ahorros y necesitan recibir sus ingresos diarios o semanales para dar de comer a sus familias. Eso suscita la pregunta: ¿hay que observar los cierres y morirse de hambre — o hay que desafiarlos a fin de dar de comer a su familia?

Y los gobiernos de los países más pobres tienen presupuestos limitados para apoyar a las poblaciones que ya no trabajan o que están bajo encierro. Como observó una periodista: “[se trata] de lo peor de ambos mundos — la pobreza en masa debido a los cierres y las enfermedades y muertes en masa debido a la continua propagación del virus”6. Así es la realidad actual para gran parte de la población del mundo.

Ejemplo 4. Y va de mal en peor... el control asfixiante imperialista sobre la salud pública en los países pobres.

En 2019, 64 países, casi la mitad de ellos en el África subsahariana, erogaron más en el servicio de la deuda externa que en salud7. El servicio de la deuda es la cantidad de dinero —el interés y el principal— que se paga durante un período dado para saldar los préstamos de los bancos, gobiernos y otras instituciones de préstamo imperialistas como el Fondo Monetario Internacional** .

Se trata de una cifra espeluznante el hecho de que estos países pagan más para saldar su deuda que para la salud pública nacional. Ello ha significado que, debido a los recortes de los presupuestos, capacitación e investigación en materia de la salud en los países pobres a lo largo de los años (como parte del cumplimiento de las condiciones para obtener más préstamos de las instituciones financieras imperialistas), muchos médicos formados en África emigran al Occidente. Esto significa, en esta época de pandemia, que los recursos financieros que podrían ir a aliviar algunos aspectos de esta crisis se asignan a saldar los préstamos que refuerzan toda la estructura de la dominación imperialista de los países oprimidos: la producción orientada a la exportación, la extracción de materias primas y el desarrollo de la infraestructura que sirve a las necesidades de la acumulación imperialista de ganancias y más ganancias. Y en vista de que las economías de las naciones pobres ahora están experimentando fuertes desaceleraciones, y cuando se necesitan miles de millones de dólares adicionales para hacer frente a esta crisis sanitaria, este reembolso de la deuda se convertirá en una carga aún mayor para estos países.

Consideremos estos hechos:

*África tiene la mayor carga de enfermedades del mundo, pero tan sólo el 3% de los trabajadores sanitarios del mundo8.

*En el momento más álgido del brote de ébola en África occidental, había un promedio de dos médicos por cada 100.000 personas en Sierra Leona, y 45 por cada 100.000 en Nigeria (el país más poblado de África) — en comparación con unos 250 médicos por cada 100.000 personas en Estados Unidos en ese momento9.

* A mediados de abril de 2020, Nigeria, con su población de 200 millones, ¡sólo tenía cien respiradores10!

CONCLUSIÓN

Todo lo que se ha descrito refleja el desequilibrio del mundo: la concentración de fuerzas productivas y tecnología avanzadas en los países capitalistas imperialistas. Todas las “condiciones preexistentes” de la dominación imperialista en el “sur global” —las maquiladoras de las cadenas de suministro, los préstamos que aprietan el control sobre las economías de los países pobres y las distorsionan, las ciudades miseria densamente pobladas de pobreza y enfermedad— han sido un horror sin tregua. Todo esto está integrado y es un elemento básico en la naturaleza fundamental y el funcionamiento del sistema imperialista capitalista. Con la pandemia de la Covid-19, todo el sufrimiento se ha intensificado y se intensificará más.

Como ha dicho Bob Avakian: “…tenemos dos opciones: o vivir con todo eso —y condenar a las generaciones del futuro a lo mismo, o a cosas peores, si es que siquiera tengan un futuro— o, ¡hacer la revolución!

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Notas explicativas

* Una cadena de suministro es una red integrada de unidades de producción, transporte y distribución que forman el proceso de producir una mercancía final, como Nikes, iPhones o coches. El capital imperialista despliega cadenas de suministro globales para subcontratar y externalizar segmentos interrelacionados de la producción (minería de materiales, fabricación de refacciones y componentes, montaje) a los proveedores de bajos salarios en las naciones oprimidas del “sur global” — y ejerce una presión continua sobre estos proveedores para abaratar los costos, lo que significa una explotación más salvaje de los trabajadores. [volver]

** Para pagar la deuda, los países pobres tienen que generar entradas e ingresos, típicamente mediante la producción y venta de productos en el mercado mundial, lo cual proporciona las divisas, como el dólar, que se requieren para hacer los pagos de la deuda. Pero a menudo, cuando no es posible pagar la deuda debido a los elevados intereses y préstamos a corto plazo, los países pobres tienen que pedir prestado y volver a pedir prestado para pagar los préstamos, lo que conduce a una situación denominada “trampa de endeudamiento”. [volver]

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1. Natalie Kitroeff, “As Workers Fall Ill, U.S. Presses Mexico to Keep American-Owned Plants Open”, New York Times, 30 de abril de 2020. [volver]

2. Vea Dana Thomas, Fashionopolis: The Price of Fast Fashion and the Future of Clothes (Nueva York: Penguin, 2019). [volver]

3. Elizabeth Paton, “‘Our Situation is Apocalyptic’: Bangladesh Garment Workers Face Ruin”, New York Times, 31 de marzo de 2020. [volver]

4. “Suffering from a stitch—Bangladesh cannot afford to close its garment factories”, The Economist, 30 de abril de 2020. [volver]

5. Asif Saleh y Richard A. Cash, “Masks and Handwashing vs. Physical Distancing: Do We Really Have Evidence-based Answers for Policymakers in Resource-limited Settings?”, Center for Global Development, 3 de abril de 2020. [volver]

6. Kelsey Piper, “The devastating consequences of coronavirus lockdowns in poor countries”, Vox, 18 de abril de 2020. [volver]

7. Jubilee Debt Campaign, “Sixty-four countries spend more on debt payments than health”, 12 de abril de 2020. [volver]

8. Robert Nash, et al., “Reflections on family medicine and primary healthcare in sub-Saharan Africa”, BMG Global Health, 12 de mayo de 2018. [volver]

9. Statista Research Department, “Physician density in West African countries suffering from the 2014 Ebola outbreak”, 16 de agosto de 2014. [volver]

10. Max Bearak y Danielle Paquette, “Africa’s most vulnerable countries have few ventilators—or none at all”, Washington Post, 18 de abril de 2020. [volver]

A raíz de la revolución, ¿México y América Central todavía serían el patio trasero de Estados Unidos?

Un corto, en inglés, de la sesión de preguntas y respuestas que le siguió al discurso de Bob Avakian:
Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
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