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De la sección “Mayor claridad de que hace falta una revolución — la ruptura con las ideas e ilusiones erróneas”

Un pasaje de CIENCIA Y REVOLUCIÓN

Sobre la importancia de la ciencia y la aplicación de la ciencia a la sociedad, la nueva síntesis del comunismo y la dirección de Bob Avakian
Una entrevista a Ardea Skybreak

En la primera parte de 2015, durante varios días, Revolución le hizo una amplia entrevista a Ardea Skybreak, una científica con formación profesional en ecología y biología evolutiva y una defensora de la nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian. Skybreak es la autora de los libros, entre otras obras, La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo: Saber qué es real y por qué importa y Pasos primitivos y saltos futuros, Un ensayo sobre el surgimiento de los seres humanos, la fuente de la opresión de la mujer y el camino a la emancipación. [Hay una versión completa en español y/o inglés en forma de pdf en www.revcom.us y en forma de libro en inglés de Insight Press (www.insight-press.com).]

Pregunta: ¿Cuáles fueron algunas de las ideas con las que tuviste que romper en el proceso de empezar a ver la necesidad de la revolución y el comunismo?

AS: Bueno, déjame ver. Hubo algo, y no duró mucho tiempo, pero cuando estuve en la escuela secundaria pasé brevemente un poco por una etapa de pacifismo. Me acuerdo que hacía pequeños símbolos de paz de cobre [risas]. Mira, como la mayoría de las personas dignas, no me siento inclinada a simplemente aceptar el sufrimiento humano y muerte y destrucción. Si se pudiera evitar todo esto, diría pues mucho mejor. Pero empecé a entender, desde el principio, la naturaleza del sistema que domina esta sociedad y que causa tanta explotación y opresión, y llegué a comprender la tremenda violencia del sistema, misma la que éste perpetra contra el pueblo a diario. Solamente tenemos que observar toda la brutalidad y los asesinatos que la policía continúa cometiendo, y de los que todo el mundo ha estado hablando últimamente y que han estado sucediendo por un largo, largo tiempo. Esto es un ejemplo de ello. Pero está también lo que hacen en el transcurso de sus guerras imperialistas. Y son inhumanos. Quiero decir que se trata de gente muy, muy violenta y también de instituciones muy, muy violentas. Y, sí, son muy poderosos. Ellos cuentan con armas y fuerzas militares tremendamente sofisticadas, desarrolladas, etc. Así que uno tiene que ser muy no materialista e ingenuo para pensar que en algún momento, de manera cortesa se podría decirles: “Discúlpenme, ¿Uds. podrían hacerse a un lado para dejarnos gobernar la sociedad de una manera más razonable y racional que beneficiaría a la mayor parte de la humanidad? Ah, y a propósito, ¿Uds. y sus maneras de hacer las cosas? ¡Uds. están fuera!” [risas] Pensar que ellos no se volverían en contra de uno con tremenda violencia, con todo lo que podrían tirarle… Uno tiene que ser muy ingenuo para pensar que no. Así que esto se me hizo muy claro. No conozco a ningún comunista revolucionario sediento de sangre y matanzas o cosas por el estilo. Hablamos de gente digna que no reacciona con indiferencia ante la realidad, que no deja de entender lo que significa para la gente sufrir y morir y perder a amigos cercanos y familiares. Pero sí, yo rompí con el pacifismo, aún en la secundaria. Como ya lo dije, fue una fase muy breve, porque en esos días la gente también hablaba de lo que en realidad el imperialismo hacía en Estados Unidos y alrededor del mundo. Así que pude ver y escuchar acerca de su tremenda brutalidad, la tremenda violencia que perpetraban rutinariamente. La gente hablaba de ello, y estaba dispuesta a investigarlo, y también a compartir con otros lo que descubría. Las personas no se dedicaban a cultivar su propio jardín.

Por lo que, una vez más, ésta fue una época cuando hubo mucha discusión y debate de masas acerca de la cuestión de reforma versus revolución. ¿Más valdría “trabajar dentro del sistema”, o fuera del sistema? Esta fue una pregunta que se hacía la sociedad en ese tiempo. ¿Podríamos cambiar las cosas mediante las elecciones? ¿Simplemente deberíamos dedicarnos a encontrar a candidatos más progresistas? ¿Era ésa la manera en que debíamos trabajar para cambiar las cosas? ¿O necesitábamos reconocer que el sistema en sí funcionaba sobre una base que en realidad no podía adaptarse a un nuevo estilo de vida más justo y equitativo y que no podía aceptar la eliminación de todas esas injusticias y atrocidades y violencia, y que por lo tanto era necesario eliminarlo a la fuerza como sistema para allanar el camino hacia una sociedad de nuevo tipo?

Ahora, en esos días en los Estados Unidos por cierto la gente no sabía mucho acerca de cómo hacer una revolución. En ese tiempo, yo, claro, personalmente no sabía nada acerca de organización revolucionaria o estrategia revolucionaria. Cuando al principio entré en contacto con estos movimientos y acontecimientos sociales, yo nunca siquiera había oído de lo que era el partido leninista, un partido de vanguardia. No tenía ni la menor idea acerca de por qué, para llevar a cabo una revolución, íbamos a requerir de un partido de tal tipo. Además, hasta la gente con simpatías revolucionarias no sabía nada de muchas cosas, las que eran esenciales para hacer una revolución concreta en un país como los Estados Unidos. Por ejemplo, ¿cómo se podía trabajar para unir a amplios sectores de la población, pero a la vez mantener un enfoque estratégico de preparar mentes y organizar fuerzas para una revolución concreta con el fin de desmantelar el sistema existente y establecer las bases para una sociedad socialista? ¿A qué fuerzas es necesario activar? ¿En qué fuerzas es necesario apoyarnos? Había muchas, muchas preguntas como éstas. ¿Por qué clase de etapas iba a pasar la revolución? ¿Y cómo siquiera comenzar a construir una sociedad nueva? Para repetir, en ese entonces en cierto modo las cosas fueron muy primitivas, y había más preguntas que respuestas, pero mucha gente activamente buscaba esas respuestas. Y lo que era impresionante fue cuánta gente se interesó, cuánto se interesó, y cuánta gente estuvo lista a sacrificar mucho de su propia vida y francamente una buena parte de su propia felicidad, o estabilidad o seguridad, o cosas como ésas. Y eso también fue inspirador. Un gran número de personas estuvieron listas no sólo a soñar con un mundo mejor, sino también a tomar las medidas necesarias y actuar de acuerdo con esos sueños.

Personalmente, digo que la otra cosa con la que tuve que romper fue… Mira, yo no conocí miseria. Mientras yo crecía, mi familia tuvo siempre necesidad de ahorrar dinero pero, por cierto número de razones, pude recibir una educación de alto nivel, y por consiguiente tuve amplia entrada o acceso a un muy privilegiado mundo de intelectuales. Y eso significó que hubo una base para que yo terminara teniendo una vida profesional bastante cómoda, haciendo todas las cosas que daban mucho placer, y ganándome la vida con ello. Fui suficientemente afortunada en que a muy temprana edad tuve la oportunidad de tener muchas experiencias muy positivas como trabajar en tal sentido: viajar por el mundo, hacer experimentación científica y en general pasarlo bien en mi propia vida. Pero en un cierto momento tuve que tratar en serio con la cuestión del “yo” y cuánto más tiempo iba a continuar en el camino que fomentaba y en esencia promovía y priorizaba mi propio bienestar, versus cuánto iba a dedicarme a construir un mundo mejor para la humanidad en general, y ponerme a relegar el “yo” a una posición más secundaria, y ya no continuar actuando basada en priorizar mis necesidades personales.

Y mira, sospecho que hay un buen número de personas hoy que están en la misma situación en que yo me encontré en el pasado. Personas que tienen un gran potencial, que podrían hacer una gran cantidad de contribuciones a la revolución, pero que todavía les cuesta trabajo la idea de subordinar el “yo” a algo más grande que sí mismas y poner lo primero en primer lugar, sobre la base correcta, especialmente dada la cultura del “yo, yo, yo” de hoy. Pero supongo, ante todo, que uno tiene que preocuparse, ¿verdad? Eso es algo de lo que, en mi propia experiencia, nunca pude zafarme por completo: en verdad me preocupaba mucho por los ultrajes, las injusticias, el tremendo e innecesario sufrimiento de la gente en los Estados Unidos así como en el tercer mundo. Bien, preocuparse, en sí, es un buen comienzo, pero no es suficiente. Lo que sigue es preguntarse: ¿Vas a hacer el trabajo necesario para conseguir una comprensión científica más profunda acerca de por qué estas atrocidades continúan sucediendo? ¿Por qué no podemos salir de todo esto? ¿Por qué continúan surgiendo estos mismos problemas vez tras vez? ¿Por qué no podemos alcanzar una sociedad más razonable y racional que en concreto beneficie a la inmensa mayoría de la gente?

Además, una vez que empiezas a encontrar respuestas científicas para esas preguntas, surge un nuevo conjunto de cuestiones morales. Muy bien, ahora ya conoces lo suficiente: al menos en un sentido básico, qué es la raíz de los problemas; que no es posible reformar el sistema; que habrá necesidad de una revolución, y que las revoluciones son procesos complejos; y también que todavía no hay suficiente gente que comprenda la situación, que todavía no hay suficiente gente que sea parte del proceso y que vamos a necesitar de que mucha más gente participe para que haya alguna oportunidad de hacer una revolución concreta. Por lo que eso plantea un dilema moral, un dilema de conciencia. Llegas a ese punto y en esencia tienes dos opciones: puedes mirarte en el espejo y decir: Ya sé tanto que no puedo dar espalda y dar marcha atrás y en realidad tengo que formar parte de este proceso; o puedes decir: Bueno, mira, muchas gracias, pero a mí en realidad me gusta mi vida y pienso que simplemente continuaré haciendo lo que me gusta hacer como individuo y le daré la espalda a la gente que sufre sometida a este sistema.

Repito, vivimos en tiempos cuando mucha gente debería hacerse preguntas de ese tipo.

Pregunta: Pienso que esto se relaciona mucho con lo que BA dice acerca de la mente y el corazón. Analizado científicamente el mundo no tiene que ser como es y más bien podría ser radicalmente diferente. Además, al parecer —otra cosa a la que tu propia experiencia señala, y que incluye a los intelectuales en particular, es tener que tomar una decisión— en cierto momento tuviste que tomar la decisión de dar totalmente tu corazón a la humanidad y a la revolución y a las masas populares. Pudiste haber tenido, estoy seguro, una carrera como científica natural.

AS: Bueno, la tuve.

Pregunta: Sí, la tuviste. Pero quiero decir que pudiste haber continuado centrada en tu carrera. ¿No es verdad? Pudiste haber seguido haciendo lo mismo. Pero en cierto momento tomaste la decisión de dar tu corazón a la revolución. ¿Cómo tomaste esa decisión de dar tu corazón a la revolución?

AS: Bueno, pienso que eso es lo que yo ya mencionaba: darme cuenta de que sabía tanto en ese momento como para darle la espalda a lo que yo ya comprendía, a lo que entendía basada en la ciencia, y además, al haber alcanzado cierto sentido de las posibilidades de la revolución. Nunca pensé que el proceso revolucionario iba a ser un proceso fácil. Siempre supe que iba a haber sacrificios y riesgos. Como mucha gente producto de los sesenta, suponía que uno podía ser encarcelado, que uno podía ser asesinado, simplemente por oponerse al imperialismo de los Estados Unidos. Por ejemplo, veamos lo que le sucedió a la gente de las universidades de Kent State y Jackson State. Eran estudiantes universitarios, pero eso no los salvó. Cuando tú llegas a un cierto punto, si tienes corazón y te preocupas, y además tienes cierto conocimiento científico de los problemas y las soluciones, pues se te hace muy difícil vivir contigo mismo si le das la espalda a lo que ya sabes. Porque en tal caso, cada vez que abres un diario, prendes la televisión o algo por el estilo, ahí está Trayvon Martin muerto en la calle, o Eric Garner, que no puede respirar, estrangulado por la policía… en video, o Mike Brown tan brutalmente abatido a tiros y todos los Oscar Grant y los Amadou Diallo y los Sean Bell. Ellos permanecen contigo, tú no puedes volverles la espalda y no puedes olvidarlos. Hay tantas atrocidades como ésas, y cuando las veo, siento que cualquiera de ellas es una razón suficiente para querer hacer una revolución. ¡Cualquiera de ellas es una razón suficiente! Porque sí comprendo que no se trata de una casualidad, una anormalidad, algo que “simplemente sucedió” causado por un solo policía canalla o lo que sea. Veo que todo esto es sistémico, es parte integral del sistema capitalista imperialista. Por eso es que estas cosas continúan sucediendo. Y es la misma cosa cada vez que una familia rechaza a una mujer o una joven porque está embarazada, o cuando una mujer se embaraza y pide un aborto pero no puede conseguirlo porque ya no hay clínicas del aborto en el estado donde vive, o tiene que viajar muchos kilómetros de distancia y termina por no hacerse el aborto y a fuerzas, efectivamente, tiene que dar a luz una criatura que nunca quiso o que simplemente no estaba lista para criar y cuidar dadas sus circunstancias. Yo contemplo toda esa crueldad y la identifico como una forma de esclavitud. Tal situación reduce a una mujer privada del derecho de controlar su propia reproducción a la condición de esclava, y por lo tanto denigra objetivamente a todas las mujeres por todas partes. Así que, una vez más, cada una de estas atrocidades es una razón suficiente para que yo desee una revolución y la tome en serio.

O cada vez que el sistema usa la pena de muerte en contra de gente… Uno escucha acerca de personas inocentes que han sido condenadas y que han sido echadas a los calabozos del régimen penitenciario por décadas, o que son ejecutadas; o personas con evidentes enfermedades mentales que son ejecutadas. Cualquiera de estos ejemplos es una razón suficiente.

Cada vez que veo que rechazan a gente en las fronteras, o que las deportan, dividiendo familias, o que abalean a gente en las fronteras, y la califican de “ilegal”… Cada uno de esos ejemplos es una razón suficiente para que yo desee una revolución y desee luchar por ella.

Cada vez que veo a una persona sin techo, rodando por allí, tratando de encontrar un lugar donde pasar la noche, porque en esta sociedad increíblemente rica, ¡no hay tan siquiera un lugar que le sirva de albergue! O cuando veo a gente que pasa hambre. Como BA muy claramente lo ha puesto: ¿Por qué no existe el derecho a comer?

O cuando escucho cosas como que los Estados Unidos envía sus aviones no tripulados (drones) y sus bombarderos a los países del Medio Oriente, bombardeando gente, aniquilando civiles, yo no pienso: ¡Ay, qué tecnología tan avanzada que tienen, o qué tan ingeniosos son esos aviones no tripulados! Yo pienso en cuerpos reventados y rebanados y en cerebros hechos pedazos y en familias deshechas y sufrimiento horrible. Cualquiera de estas cosas es una razón suficiente para desear una revolución.

Cuando pienso en las mujeres de todo el mundo y el comercio sexual, y la promoción de la pornografía, que entrenan a generaciones de chicos y hombres jóvenes en el sexo, en esencia en términos de una cultura de violación, y ellos no tienen ni idea —nadie parece tenerla nunca más— de lo que es una buena relación sexual, cómo se siente ser parte de una o cómo tener unas relaciones dignas entre personas. Y existe esta constante promoción de la degradación y deshumanización de las mujeres como nada más que objetos sexuales, y un extenso tráfico mundial de chicas y mujeres el que efectivamente las vende como esclavas sexuales. ¿Cuándo es que bastarán tales ultrajes?

Así que cualquiera de esas historias, que uno puede encontrar en los diarios, la televisión o en el Internet, es para mí suficiente razón para desear la revolución. Y si multiplicáramos ello por millones de veces… Pero no sería suficiente si yo simplemente pensara: esto es horrible, trágico, terrible. Si esto fuera todo lo que yo pensara o entendiera, pues eso francamente probablemente me desanimara y deprimiera mucho al respecto y probablemente yo le diera la espalda. Tal vez simplemente dejara de leer los diarios, de ver las noticias o de investigar en el Internet, porque sería tan desalentador. Pero no le doy la espalda y no me vuelvo indiferente. Por una razón no le doy la espalda: porque sí entiendo que la evidencia científica nos muestra que estos problemas están enraizados en la sociedad capitalista imperialista, en términos de su forma fundamental de organización. Entiendo que estas cosas son consecuencia directa de esa forma de organización social en particular. Entiendo también que en tiempos pasados los seres humanos establecieron muy diferentes maneras de organizar sus sociedades (no porque fueran de mucha monta, o libres de opresión, porque no lo fueron), pero esto me recuerda que los seres humanos podían una vez más reorganizar sus sociedades sobre bases completamente diferentes: una de esas reorganizaciones radicales reemplazaría a la estructura de la sociedad existente, de capitalismo-imperialismo, con la de una sociedad socialista, la que a su vez avanzaría hacia una más completamente emancipadora sociedad comunista. Y estoy absolutamente convencida que ése sería un mundo mucho mejor, y no sólo para un grupúsculo de personas aquí o allá, sino para la inmensa mayoría de los seres humanos en todo el planeta.

Por lo que eso es lo que me mantiene en el camino: conocer el problema y comprender que hay en realidad una base material, en las existentes relaciones de sociedad, para transformar las cosas en esa dirección, hacia la revolución y el socialismo y a la larga hacia un mundo comunista. Esto no va a suceder por sí mismo. No es como que el sistema va a colapsar y un buen día despertaremos y diremos: Ah, supongo que el capitalismo ha colapsado, así que ahora podemos construir una nueva y mejor sociedad. Al contrario. Se requerirá de una intervención humana consciente. Se requerirá que las personas hagan causa común para trabajar conscientemente en torno al problema, para trabajar en torno a esas contradicciones, para desarrollar un proceso que cree nuevas condiciones que maduren hacia la posibilidad de hacer una revolución. Se requerirá de eso. Pero eso es posible.

Y yo preferiría mucho más vivir en una sociedad de ese tipo, y cualquier persona cuerda debería querer hacerlo también.

Pregunta: Pienso que parte de la cuestión es que muchos más intelectuales y científicos necesitan hacer lo que tú hiciste, y darle su corazón a la revolución y a las masas populares.

AS: Bueno, obviamente concuerdo con ello, porque necesitamos a un creciente número de personas que participen en el proceso revolucionario. Pero no quiero que suene como si esto fuera algo que la gente tuviera que hacer así no más en el mero momento en el que empieza a conocerlo. Si la gente apenas empieza a explorarlo, le abrumaría mucho pensar: Ay, dios mío, ni siquiera puedo dar un vistazo, ni siquiera puedo enterarme de esto, ya que esta gente me presionan y me pide que de inmediato forme parte de todo y que dedique mi vida a esto o aquello. Yo pienso que es importante comprender que la gente puede ser parte del proceso a diferentes niveles y en diferentes grados. Lisa y llanamente hay que empezar. Hay lugar para todos. Hay lugar para que la gente conozca, para que se entere, para que simplemente empiece a explorar o se informe. Ese es el primer paso.

Edúcate a ti mismo, infórmate, y visita cada semana la página web revcom.us. Definitivamente revisa las obras de BA. Habla con la gente. Hazte parte de la lucha acerca de uno y otro asunto importante para ti. Mantén tus oídos abiertos, estudia y aprende, y evalúa las cosas como las ves. No te sientas obligado a hacer un compromiso de por vida con cosas las que apenas empiezas a conocer. Y lo mismo en términos de ser parte del proceso. Hay muchas, muchas diferentes maneras en que la gente puede contribuir al proceso. Algunos le dedicarán la vida entera, y este proceso se convertirá en el centro y prioridad de su vida. Otros contribuirán en el grado en que puedan y de diferentes maneras. Algunos contribuirán con dinero, otros contribuirán dando apoyo en diferentes maneras, algunos participarán difundiendo el mensaje acerca de una u otra iniciativa o contribuirán de otras maneras.

Lo repito, existe una necesidad concreta de que un número creciente de personas se unan al proceso revolucionario, y una gran necesidad de que un creciente número de personas dediquen en serio la vida a este proceso, en el más completo sentido de la palabra, pero insisto en que no quiero que la gente sienta que de inmediato tiene que ir de cero a 100. Mi enfoque es científico. Yo no pienso que nadie debería adoptar con entusiasmo algo sólo a partir de lo que unas pocas personas digan, que digamos. Participa y haz el esfuerzo, y comprueba, y aprende y hazte parte del proceso. Haz preguntas, aprende más, haz más preguntas. Compara y contrasta lo que ven con otros puntos de vista y enfoques y métodos. Sobre todo, explora este proceso en relación a la realidad y ve si parece corresponder a la realidad tal como es en concreto. Y de ahí actúa en consecuencia.

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