Ya he escrito con cierta extensión sobre lo que tiene de muy mal la “cultura de la cancelación de los concienciados”1. Hace falta decir más al respecto, pero aquí voy a hablar de la cuestión de los individuos, y más allá, de las fuerzas sociales e instituciones, a los que sí se debe “cancelar” — o, dicho más correctamente, a los que se debe poner al descubierto, denunciar y oponérseles activamente.
Entre las fuerzas que definitivamente figuran en esta categoría son los fascistas fundamentalistas cristianos en Estados Unidos, por las ideas y acciones que promulgan y ejecutan agresivamente. Tendré más que decir sobre ellos al ratito. Pero primero, examinemos el panorama más amplio.
Se tiene a los pilares institucionales centrales de este sistema —que incluyen la policía y el supuesto “sistema de justicia”— que encarnan e imponen la cruel y asesina opresión.
Se tiene a los políticos, del partido que sea y de la raza o del género que sean, que apoyan los golpes de estado, las invasiones y otros actos de guerra los que este país comete en pos de los intereses capitalista-imperialistas de su clase dominante. De seguro cualquier figura política que apoya esta agresión y saqueo imperialista y en general las acciones y los objetivos imperialistas de esta clase dominante —así como cualquier personaje mediático que busca justificar esto y le hace eco a la propaganda justificante— también merecen que se les denuncie y se les oponga.
Las fuerzas armadas estadounidenses han cometido repetidos actos horrendos de masacres y destrucción, desde la fundación del país hasta la fecha, en este continente y por el mundo entero: el genocidio contra los pueblos indígenas; la invasión a México y el robo de una enorme extensión de su territorio, con el objetivo principal de expandir la esclavitud; y, en tiempos más recientes, la matanza de millones de civiles en Vietnam, y en Corea antes de eso, y luego la invasión ilegal a Irak, con toda la muerte y destrucción que eso ha desatado. Estos son apenas algunos de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que ellos han cometido.
Estados Unidos es el único país que efectivamente utilizó armas nucleares — las bombas atómicas con las cuales incineró a cientos de miles de civiles en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al fin de la Segunda Guerra Mundial. No se debe dejar eso en el olvido, ni al margen, en particular ahora cuando algunos en los círculos dominantes de Estados Unidos hablan de meterse más directamente en acciones militares en Ucrania, lo que conduciría a una guerra con Rusia, y muy posiblemente al uso de las armas nucleares mucho más masivamente destructivas de hoy, lo que de hecho podría resultar en la extinción de la humanidad.
Y en este caso hay personas que definitivamente merecen que se les condene agudamente: cualquier persona en los medios de comunicación, especialmente en Estados Unidos, o cualquier otra persona que tenga una posición para influir en la opinión pública, que sirva de portavoz para los gobernantes imperialistas de este país en su rivalidad con los imperialistas de Rusia, o China — que condene las atrocidades cometidas por aquellos otros imperialistas, mientras apoye, defienda o “justifique” las atrocidades de “sus propios” imperialistas.
Esto incluye a todas las personas de los medios de comunicación, y a las demás personas que cuentan con una “plataforma pública” de importancia, que se han arremetido contra las acciones rusas en Ucrania pero no lo hacen en contra de las acciones de Arabia Saudita en Yemen —con el respaldo y las armas de Estados Unidos— acciones que han causado una carnicería y sufrimiento aún peor sobre la población civil en Yemen, especialmente los niños, que lo que Rusia ha infligido a Ucrania y su población.
Los que merecen una condena desde luego incluyen a los políticos, a la gente de los medios de comunicación y a las “celebridades” que ahora denuncian las atrocidades rusas en Ucrania pero apoyaron la masacre por parte de Israel de más de 2.000 civiles, entre ellos cientos de niños, en la pequeña, cercada y densamente poblada franja de Gaza, Palestina en 2014 — un acto el cual, una vez más, recibió todo el aval del gobierno estadounidense y su presidente en ese entonces, Barack Obama. (El gobierno de Israel ocupa la metáfora obscena de “cortar el césped” para describir sus repetidas masacres de los palestinos — mientras el propio estado de Israel existe sobre tierras robadas a los palestinos, por medio de guerras sangrientas y medios terroristas. ¡¿Qué dirían los políticos, los medios de comunicación, etc., de Estados Unidos, si Putin describiera lo que está pasando en Ucrania como que Rusia “está cortando el césped”?!)
Como he escrito anteriormente, con respecto a la invasión rusa a Ucrania:
Por supuesto, este acto de agresión imperialista de parte de Rusia merece condena. Pero especialmente para personas que viven en Estados Unidos —que ostenta, cabe repetir, el récord para semejantes actos de agresión, con mucho— es cuestión de principio básico y de importancia profunda no hacerse eco a las posiciones ni servir a los objetivos de “nuestros” imperialistas, sino que al contrario poner muy en claro nuestra oposición a los objetivos y las acciones de estos imperialistas (estadounidenses), que están utilizando la oposición a la invasión rusa a Ucrania —no para promover “la paz” o “el derecho de las naciones a la autodeterminación”—, sino como un mecanismo para promover los intereses del imperialismo estadounidense, en oposición a los imperialistas rusos rivales2.
Además, como mencioné anteriormente, se tiene a los fascistas fundamentalistas cristianos. Estos fundamentalistas cristianos tienen por objeto instituir una dictadura teocrática en Estados Unidos: el mismo sistema capitalista-imperialista pero un sistema en que las autoridades imponen un gobierno tiránico basándose en su versión fundamentalista del cristianismo, con todos los horrores que esto implica —lo que incluye la rabiosa supremacía masculina y el odio anti-LGBT, así como la agresiva supremacía blanca y xenofobia (odio a los extranjeros e inmigrantes, especialmente de los países no blancos) y el irrestricto saqueo del medio ambiente— todo eso avalado por una demencia anticientífica institucionalizada.
(Algunos fascistas cristianos tratan de decir que no son racistas, pero el hecho es que el fundamentalismo cristiano y la supremacía blanca siempre han estado estrechamente vinculados, durante toda la historia de Estados Unidos y hasta el día de hoy. Por eso hoy el apoyo más fuerte para este fascismo cristiano se encuentra entre los racistas blancos en el antiguo territorio de la Confederación en el Sur, y entre los blancos, especialmente en las regiones rurales, en todas partes del país que se reúnen detrás de lo que representa la bandera de la Confederación, el símbolo de la esclavitud y el linchamiento.)
En lo fundamental, es este sistema el que hay que “cancelar”
En obras mías, y en otro material en revcom.us, se ha señalado que, por medio de la operación de este sistema, la gente en Estados Unidos —y esto incluye a las personas “concienciadas” que siempre se la pasan hablando del “privilegio” y la “colonización”— están viviendo a expensas de los niños en el Congo que minan las materias primas que son esenciales para los productos que forman parte de la vida cotidiana en Estados Unidos, entre ellos los computadores y los teléfonos celulares. Y esto es tan sólo un ejemplo del parasitismo que resulta de vivir en Estados Unidos, lo que ha sido, durante generaciones, el país capitalista-imperialista opresivo y destructivo más poderoso, cuya clase dominante tiene la capacidad de repartir entre las personas en Estados Unidos algo del “botín” proveniente de su saqueo mundial, aunque se reparte dicho “botín” de forma sumamente desigual.
Para poner fin a la súper-explotación roba-vidas no solamente en el Congo sino a lo largo de los países del tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia) que siguen siendo en efecto “colonizados” (controlados y dominados) por el imperialismo capitalista —para poner fin a todos los ultrajes que este sistema perpetra, lo que incluye su explotación y opresión de las masas de personas dentro del mismo Estados Unidos, así como la amenaza que representa para la humanidad en su conjunto por medio de su devastación del medio ambiente y el peligro de una guerra nuclear—, se requiere de una revolución real, para derrocar este sistema y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y emancipador, en camino al objetivo final de un mundo comunista, con la abolición de todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión en todas partes. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte3, de mi autoría, ofrece una visión panorámica y un plano concreto para ese sistema radicalmente diferente y emancipador.
Semejante revolución, y el establecimiento de un sistema emancipador de este tipo en Estados Unidos, asestaría un fortísimo golpe y constituiría una inspiración poderosa para los oprimidos en todo el mundo, para llevar adelante la lucha para romper el dominio estrangulador de este sistema del capitalismo-imperialismo y hacer posible un mundo libre de todos los horrores que constituyen la vida diaria para las masas de la humanidad y libre del muy real peligro que este sistema representa para el futuro de la humanidad.
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En revcom.us, así como en El Show RNL — ¡Revolución, y Nada Menos! que se transmite cada semana en YouTube, se presenta un análisis científico continuo de los acontecimientos importantes en Estados Unidos y en el mundo en general, la verdadera historia y la realidad actual de Estados Unidos, la verdadera naturaleza del sistema que gobierna en este país y domina el mundo —el sistema del capitalismo-imperialismo— y la base y la estrategia para hacer una revolución para por fin deshacernos de este sistema y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y emancipador. Como una parte importante de esto, revcom.us regularmente destaca las obras de Bob Avakian, entre ellas las siguientes a las cuales este artículo se refiere.