Escritos míos anteriores, y otras obras importantes que están disponibles en revcom.us, han arrojado luz sobre las formas en que el parasitismo del imperialismo estadounidense —su dominación de países por todo el tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia) y la súper-explotación de masas de personas en esos países, incluidos más de 150 millones de niños— ha generado cierto nivel de vida, y condiciones de vida relativamente estables, particularmente para la “clase media” en Estados Unidos1.
Una expresión de ello es un crecimiento importante de la clase media negra. Pero, al mismo tiempo, este parasitismo imperialista ha tenido efectos muy diferentes, y definitivamente negativos, sobre las masas de gente básica en este “país base” imperialista.
Como señalé en mi Declaración de Año Nuevo del año pasado (enero de 2021) y como se analiza a fondo en un importante estudio de Raymond Lotta, los cambios en la economía mundial imperialista durante las últimas décadas han estado ligados a cambios significativos al interior de la estructura económica y los patrones de empleo al interior del propio Estados Unidos. Uno de los principales rasgos de esto es la caída del empleo manufacturero en este país. Esto, a su vez, ha sido una causa importante de la realidad de que grandes cantidades de jóvenes de las comunidades pobres de las ciudades están efectivamente excluidas de la economía formal. En esta situación, la actividad ilegal se ha convertido en un medio de supervivencia y de apoyo para los miembros de la familia — si bien unos pocos de ellos se enriquecen, al menos por un tiempo, el resultado para muchos de ellos es la cárcel o la muerte a una edad temprana. Todo esto es el resultado de la discriminación continua, y de larga duración, en interactuación con las dinámicas y las necesidades del capitalismo-imperialismo estadounidense en esta economía mundial altamente globalizada2.
Esta situación ha impulsado el crecimiento de las pandillas y de la guerra entre pandillas, junto con el “tráfico de drogas”, entre los jóvenes negros —así cómo latinos— de las comunidades pobres de las ciudades, con terribles consecuencias para aquellos que están envueltos en esto y para las masas de personas más en general que no pueden escapar de sus consecuencias. Esto, a su vez, ha estado ligado a efectos importantes de la globalización imperialista en los países del tercer mundo, y en particular en América Latina: la dominación imperialista de la agricultura, y de las economías en general, de estos países ha conducido a la ruina de una buena parte de la agricultura a pequeña escala y a la migración de masas de personas de las zonas rurales a los tugurios que rodean a las ciudades en expansión. El resultado es que esta situación obliga a una mayoría de la población en muchos de estos países a sobrevivir por medio de su participación en la economía informal. (Como explica Raymond Lotta en su extenso estudio de la globalización imperialista parásita, la economía informal “se refiere a los trabajos que son muy precarios: sin horarios regulares (o sin siquiera un salario fijo); con pocas protecciones o ninguna en seguridad y salud; y con pocas prestaciones o ninguna, como el pago de seguro de desempleo o el apoyo para la jubilación”.)
Un aspecto importante de esto ha sido el pronunciado aumento de las pandillas y de poderosos cárteles en varios de estos países, basado en una medida importante en el “comercio de drogas” — junto con otras actividades ilegales perversamente rentables, como el tráfico de mujeres y niñas esclavizadas en el llamado “comercio sexual” que abarca la prostitución y la pornografía. (Raymond Lotta también analiza a fondo este fenómeno en otro importante estudio3.) Esto, a su vez, ha impulsado una “economía ilegal”, que abarca el tráfico de drogas, pero también de mujeres y niñas, al interior de los países imperialistas mismos, incluido Estados Unidos.
¿Y cuál ha sido la respuesta de la clase dominante de Estados Unidos a esta terrible situación, que se ha engendrado por medio del funcionamiento del sistema capitalista-imperialista mismo? ¡La encarcelación en masa y el asesinato en masa por parte de la policía! El “viejo y querido Estados Unidos” tiene la tasa más alta de encarcelamiento y la población carcelaria más grande de cualquier país del mundo — los negros y los latinos constituyen el número más grande de las personas que están encarceladas y que de otra forma están envueltas en el llamado “sistema judicial”. Y el asesinato de negros, así como de latinos, por parte de la policía es una característica cotidiana de Estados Unidos: es un hecho que el número de negros que han sido asesinados por la policía en los años transcurridos desde 1960 es más grande que los miles de negros que fueron linchados durante el período de la segregación del Jim Crow y del terror del Ku Klux Klan, antes de la década de 1960.
Todo esto, una vez más, es el resultado de la naturaleza fundamental y de la necesidad continua de este sistema capitalista-imperialista y de las expresiones particulares que ha tomado con su globalización, y parasitismo, altamente intensificados en las últimas décadas. No es posible “eliminar con reformas” nada de esto — es necesario barrerlo, barriendo con este sistema mismo, por medio de una revolución.
El camino revolucionario para salir de todo esto
La fuerza de las relaciones opresivas básicas de este sistema y las fuerzas cruelmente represivas de “la ley y el orden”, así como de la poderosa atracción de su pútrida cultura, han impactado poderosamente a aquellos que más fundamental y desesperadamente necesitan esta revolución. Esto se expresa de forma particularmente aguda y dañina entre grandes cantidades de jóvenes en las comunidades pobres de las ciudades. Una gran parte de este fenómeno es la forma en que este sistema —su funcionamiento básico y sus instituciones de poder y opinión pública— actúa para formar el modo de pensar de las personas de manera que éstas crean que no existe ninguna alternativa real, o positiva, a este sistema —y que cualquier intento de hacer una revolución será derrotado y que aquellos que toman parte en ésta serán aplastados sin piedad—, así que más vale aspirar a lo que se puede conseguir dentro de este sistema, antes de que se te acabe.
Pero también es cierto que el trato deshumanizante, degradante y literalmente asesino al que este sistema somete continuamente a estos jóvenes, y a otros que están oprimidos por este sistema, suscita un anhelo real, aunque a menudo sofocado, de liberarse de todo esto, de encontrar un camino hacia algo mejor.
Como he subrayado en “Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador”: únicamente es posible lograr superar el derrotismo, inspirar a cantidades crecientes de personas amargamente oprimidas de modo que se atrevan a dedicarse a ponerse a gestar la revolución que se necesita con urgencia, “mediante una poderosa combinación de feroz lucha ideológica entre las personas, para ganarnos a crecientes cantidades de personas a una comprensión científica de la situación que enfrentamos y la verdadera solución a esta situación, junto con una resistencia decidida contra este sistema opresor — todo lo cual hay que dirigir de modo que contribuya a acumular las fuerzas y a crear el alineamiento político necesario para la revolución”4. Es esta revolución la que es la esperanza de los desesperanzados —de hecho, es la esperanza para la humanidad en su conjunto— sobre una base científica: el método y enfoque científico del nuevo comunismo.
Un enfoque serio y científico de la revolución
Como escribí en la conclusión de “Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador”:
todo depende de hacer nacer un pueblo revolucionario, de entre los más amargamente oprimidos, y de todas las partes de la sociedad, que primero cuente con miles y luego con millones de personas, como una poderosa fuerza revolucionaria, organizada desde el principio y de manera consecuente con una perspectiva a nivel de todo el país, impactando a toda la sociedad y cambiando los términos respecto a la manera en que masas de personas ven las cosas y la manera en que cada institución tiene que responder. Es necesario que todo se centre ahora específicamente en activar y organizar a esta fuerza revolucionaria.
Y luego, una vez que nazca esta fuerza revolucionaria, todo se centrará en cómo luchar concretamente para ganar.
En ese momento, sería necesario movilizar a esa fuerza de millones de personas y esgrimirla de una manera tal que dejara en claro que se propone emprender un cambio revolucionario total — que no dará marcha atrás con este objetivo y no aceptará nada menos. De esta manera, constituiría un polo poderoso que atraería y activaría a cantidades aún más amplias de personas de todas las partes de la sociedad — y presentaría un claro reto y llamamiento a las personas en todas partes de la sociedad, incluidas en todas las instituciones existentes de este sistema, para pasar al lado de esta revolución5.
Aquí, en esta conclusión de “Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador”, se refiere a la doctrina básica y la orientación estratégica para que las fuerzas revolucionarias luchen por ganar, una vez que exista una base para que esta revolución pueda triunfar. Esta doctrina básica y orientación estratégica
sienta las bases básicas de cómo, cuando se hayan gestado las condiciones necesarias, una fuerza revolucionaria, que al movilizar a masas de personas, de hecho podría abordar el derrocamiento de este sistema de una manera tal que neutralice materialmente y con el tiempo supere lo que casi con certeza, al principio, sería el poderío abrumador de las fuerzas armadas que busquen derrotar y pulverizar este intento de toma revolucionaria del poder. Aborda cómo sería posible, cuando se haya madurado la situación revolucionaria, organizar y entrenar a las fuerzas de combate revolucionarias, con la columna vertebral extraída especialmente de los jóvenes que han sido ganados de manera sólida hacia esta revolución, y proveerles de los medios para enfrentar y derrotar a las fuerzas de la contrarrevolución en enfrentamientos, al principio en pequeña escala, que serían favorables para las fuerzas revolucionarias — y cómo, sobre esa base y en el transcurso de hacer eso, podrían cobrar fuerza y ganarse a cantidades cada vez más grandes de aquellos que habían formado parte de las fuerzas contrarrevolucionarias, y de ahí, al final, derrotar a las fuerzas que queden de la contrarrevolución6.
Y también se enfatiza lo siguiente:
Una lucha en serio por la revolución en este país —en Estados Unidos— tendría el efecto de un poderoso terremoto político, enviando ondas de choque sísmicas por todo el mundo. Es cierto que una reacción a semejante situación sería que los gobiernos y fuerzas opresivos en todo el mundo la vieran como una fuerte amenaza a su posición y objetivos, y existe una verdadera posibilidad de que algunas de estas fuerzas actuaran para ayudar, o unirse, a los esfuerzos para aplastar semejante revolución. Al mismo tiempo, semejante revolución despertaría a sacudidas y asestaría un poderoso choque positivo a literalmente miles de millones de personas en todas partes, haciendo añicos la sensación de que no es posible ninguna alternativa a este terrible mundo7.
La verdad básica y la simple conclusión es lo siguiente:
A toda persona que ya no soporte este mundo tal como está … que esté harta del trato a tantas personas como si fueran menos que humanos … que reconozca que la supuesta “libertad y justicia para todos” es una mentira cruel … que esté justamente enfurecida porque la injusticia y la desigualdad siguen, y siguen, y siguen, a pesar de las falsas promesas y palabras almibaradas de aquellos que están en el poder (o aquellos que aspiran a conseguirlo) … a toda persona que se angustie ante el rumbo por el cual se encaminan las cosas y el hecho de que ser joven ahora implica carecer de un futuro digno, o de plano de un futuro … a toda persona que haya soñado alguna vez con algo mucho mejor, o alguna vez se haya preguntado si eso es posible … a toda persona que anhele un mundo sin opresión, explotación, pobreza y destrucción ambiental … a toda persona con corazón para luchar por algo por lo que realmente vale la pena luchar: Tú tienes que ser parte de esta revolución8.