El 29 de agosto de 1970, más de 25.000 chicanos de todo Estados Unidos se dieron cita en Los Ángeles y marcharon por el bulevar Whittier en el barrio angelino Boyle Heights para exigir un fin a la guerra de Vietnam y un fin a la opresión nacional. La marcha se organizó bajo el lema “¡Raza sí, guerra no!”. Agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) y del Sherifato de Los Ángeles reprimieron a la manifestación con saña, y tres personas ofrendaron la vida en la lucha ese día a medida que la gente se defendía con heroísmo contra el ataque policial. Con motivo del 30.º aniversario del Moratorio, un grupo de jóvenes revolucionarios entrevistaron a un camarada de larga trayectoria (ahora conocido como Juan Rojo) que estuvo metido en el Moratorio Chicano 30 años antes.
Pregunta: A nuestra generación nos politizó la Proposición 187 contra los inmigrantes y la Proposición 209 contra la acción afirmativa. O sea, estamos en la lucha por problemas como esos. Y para tu generación, ¿cuáles eran las cuestiones candentes?
Juan Rojo: Bien compañeros, veamos qué pasaba en el mundo en ese entonces: el pueblo vietnamita demostraba a los pueblos del mundo entero que un país chico puede derrotar a un país grande; si su causa es justa, si está decidido a liberarse, un pueblo oprimido impondrá su voluntad.
Ejército Popular de Vietnam del Norte, circa 1967. Archives of Joint U.S. Public Affairs Office (JUSPAO), 1967
Eso no pasó inadvertido por los pueblos del mundo, ni mucho menos por los chicanos. El Moratorio Chicano se dio hasta finales del movimiento contra la guerra porque la oposición a la guerra de Vietnam era muy discutida. En la escuela nos enseñaban que era bueno derramar la sangre por Estados Unidos y muchos chicanos entraron al ejército. Después de un tiempo se dieron cuenta de que no tenía caso morir por los imperialistas, y empezaron a alzar la voz y a clamar que no iban a morir en esa pinche guerra.
Pero había opiniones muy encontradas. Y el debate ocurría, como ya mencioné, en el marco de la guerra del pueblo vietnamita contra la agresión yanqui; los vietnamitas le daban una derrota a Estados Unidos y le causaban muchas bajas. Me acuerdo de las fotos de bolsas para restos humanos. Las subían a los aviones y, ¡había muchísimas! ¡Un chingo! No más. La rebeldía contra todo eso se plasmó en el Moratorio Chicano, y la heroica lucha del pueblo vietnamita y las demás luchas en todo el planeta la animaron.
En la Universidad Estatal de Kent, la Guardia Nacional tiroteó a una multitud de manifestantes, mató a cuatro e hirió a nueve. 4 de mayo de 1970.
Otro factor en ese tiempo fueron las matanzas de estudiantes de Kent State por la Guardia Nacional y en Jackson State por la policía — siendo Jackson State una universidad negra, casi no se menciona esa matanza ahí. Estados Unidos derramó la sangre de estudiantes blancos y negros. Por otra parte, los chicanos ansiaban unirse en un acto político, pues fue prácticamente la primera vez que se juntaron chicanos de todo el país. En la protesta vi mantas de Kansas City, de Minnesota, de Chicago, de todas partes, y claro de todo el Sudoeste. O sea, los chicanos tenían muchas ganas de unirse en una protesta contra la guerra de Vietnam. No querían que sus hijos fueran a morir en Vietnam y aparte había otros problemas muy gruesos. O sea, no era solo la guerra, pues acabar con ella no iba a solucionar los demás problemas: el asesinato policial, el genocidio, el racismo, la deserción escolar, la supresión del idioma y la cultura. Todo eso los politizó. Se unieron por todas esas razones, pero el problema clave era la guerra, aunque repito no fue el único motivo del Moratorio.
Manifestantes de todo el país se congregaron para participar en los acontecimientos en el Este de Los Ángeles. Imagen cortesía de las Colecciones Digitales de la Biblioteca de la Universidad de California-Los Ángeles, Licencia Creative Commons.
Fue algo nunca visto. Fue la primera vez en la historia que ocurrió una manifestación así. Y no me refiero al simple hecho de que fue multitudinaria. Claro, de 25.000 a 30.000 personas participaron y eso fue muy importante, pero hay que destacar su composición: muchos estudiantes, proletarios y otros que no se conocían. No fue una protesta que se convocaba cada año ni nada por el estilo; fue inaudito, repito, totalmente inaudito. Ustedes preguntaron sobre las cuestiones candentes; fue todo eso: la guerra y la forma en que nos tocaba vivir todos los días en este país, además del ejemplo de los pueblos que se alzaban y luchaban por sus derechos. Todo eso nos politizó.
Y nosotros, la Unión Revolucionaria (porque en ese momento el Partido aún no existía), organizamos un contingente chicano. Planteamos consignas y coros sobre la situación de los chicanos, consignas que iluminaban el camino hacia una verdadera solución. Como señalaba el folleto de la Unión Revolucionaria:
“En agosto de 1970, más de 25.000 chicanos de todo el país acudieron a una manifestación en Los Ángeles para parar la guerra de Vietnam y acabar con la opresión nacional. Se unieron en torno a la consigna: ‘¡Raza sí, guerra no!’. Algunos manifestantes, con la posición más avanzada de que las guerras de liberación nacional son justas y las guerras de agresión imperialista son injustas, lanzamos consignas como ‘¡Victoria para el Frente Nacional de Liberación!’ [FNL] y ‘¡Raza sí, guerra aquí!’”.
Claro, no todos estaban de acuerdo con nuestras consignas. A algunos organizadores les espantó la consigna sobre el FNL, pero nos pareció importante destacar que su lucha era tan justa como la nuestra y que lo que hacíamos nosotros contra el imperialismo yanqui fortalecía la lucha de los pueblos oprimidos. Así que coreamos esas consignas y muchos las adoptaron porque eran justas.
Teníamos esa consigna sobre “guerra aquí” precisamente porque la guerra de Vietnam, que ocurría en un país lejano, no era el único problema de los chicanos, pues la opresión nacional y la lucha contra ella se daba en las comunidades chicanas de todo el país. Destacamos esa cuestión y la respuesta de las masas fue muy favorable, pues eso las hizo reflexionar.
¿Por qué no planteábamos la paz? Me acuerdo que muchos preguntaban: “¿Por qué no plantean simplemente un fin a la guerra?”. Y respondíamos: Porque no se ha dado solución a las causas de la guerra. Queremos la derrota de Estados Unidos por el pueblo vietnamita. Algunos pensaban que eso era traición: “¿Quieren la derrota de Estados Unidos?”. “¡Simón!”, les decíamos, “¡Cómo no!”.
P: Así que, ¿era muy polémico decir eso?
R: Era un concepto nuevo, pues los demás grupos no hablaban de trabajar por la derrota del imperialismo yanqui. Algunas personas pensaban: bueno si la guerra no cobrara vidas chicanas, entonces no habría problema. Pero decíamos que no, que lo que queríamos era que el pueblo vietnamita le diera en la torre a Estados Unidos, que los imperialistas se debilitaran a través de esa lucha. No queríamos que se fortalecieran. Y al reflexionarlo, mucha gente decía que teníamos razón. La mayoría respondió así.
Pero quiero recalcar que ese planteamiento era muy polémico. Todo mundo decía ¡chin!, y se ponía a pensar y luego decía, pues sí. Claro, algunos no estaban de acuerdo, otros sí y a muchos les hizo reflexionar. Pero, repito, todo eso pasaba en el marco de una guerra en que un país chico le daba en la torre a Estados Unidos. Algo insólito. Claro, Estados Unidos se batió en retirada en Corea, pero en ese caso dijo que fue simplemente un “operativo policial”. Ahora el pueblo vietnamita les daba en la torre a los imperialistas yanquis, lo cual les daba mucha rabia, pero a nosotros nos encantaba.
P: Quisiera saber, ¿quiénes iniciaron esa manifestación multitudinaria? ¿Varias organizaciones o una sola? O sea, ¿quiénes la propusieron?
R: Bueno, les cuento lo que sé de eso. Participé en uno de los comités organizadores del Moratorio. Había distintos planteamientos. Todo mundo estaba de acuerdo con unirse a la lucha contra la guerra de Vietnam y que debíamos organizar una serie de protestas que culminaran en una gran manifestación en Los Ángeles. Hubo moratorios chicos en Oakland y en muchas ciudades, ciudades del interior del país, la verdad no me acuerdo exactamente cuáles. Pero por eso llegó toda esa gente a Los Ángeles.
Aprendimos mucho del movimiento masivo contra la guerra. Justo antes del Moratorio Chicano, convocaron manifestaciones de 500.000 personas en la costa este y 250.000 en San Francisco, manifestaciones multitudinarias. Retomamos la experiencia de ese movimiento; empezaron con protestas chicas, o sea, no empezaron con una protesta de 250.000 personas en San Francisco. Las primeras protestas eran relativamente chicas. Así que sacamos esas lecciones.
En ese tiempo, cuando íbamos a otra ciudad, nos hospedaban; nos apoyábamos en las masas. O sea, cuando mandábamos un organizador, se quedaba en casa de un simpatizante, donde le daban de comer y lo ayudaban. No teníamos mucha lana. Nos apoyábamos en las masas, pues nuestra causa era justa y los chicanos cuestionaban la guerra. Cobraba vidas, vidas chicanas. Y eso causaba grandes inquietudes.
Además, era un momento histórico de grandes trastornos y la gente ya no pensaba igual que antes. Así que el Moratorio no fue el planteamiento de una u otra organización; más bien plasmó el sentir colectivo de muchas organizaciones y de gente de muy distintos puntos de vista.
En la marcha de ese día participaron familias enteras: madres, abuelas, niños. Fue muy impactante, algo parecido, según entiendo, a las protestas contra la Proposición 187, o sea, acudió toda la familia.
P: Es impresionante que tanta gente se diera cita en Los Ángeles. ¿Qué onda con eso? O sea, vinieron desde Missouri y Kansas, como dijiste. ¿Cómo les llegó la invitación? ¿Cómo se enteraron de que todo mundo venía a Los Ángeles para esa gran manifestación?
Manifestación del Moratorio Chicano, agosto de 1970. Foto: Luis C. Garza/Chicano Studies Research Center at UCLA
R: Había varios factores: la experiencia del movimiento contra la guerra, las organizaciones chicanas en muchas escuelas. Pero más que nada, era una causa justa, ¿no? O sea, mucha gente respondió porque sentía en el corazón que era justo y que ya bastaba. Ansiaba unirse. Por otra parte, era la primera manifestación de ese tipo y, como mencioné, se mandaron compañeros a muchas ciudades a movilizar gente. Había muchas organizaciones chicas en todo el país que se oponían a la guerra, y mucha gente quería luchar contra la opresión de los chicanos.
Era una época de un gran despertar político. La opresión de los chicanos se ponía de relieve; por ejemplo, el hecho de que en 1967 ningún chicano se había graduado de la carrera de medicina en la universidad de la UCLA. Había muchas injusticias y atropellos: asesinatos policiales, explotación, discriminación en el trabajo, todo eso. Los chicanos sufríamos una opresión común, y ansiábamos unirnos y luchar contra esa opresión. Fue toda una aventura; muchos venían sin conocer a nadie aquí en Los Ángeles. Y ese fue un factor importante cuando la policía atacó la marcha.
P: Es común que nos digan que la comunidad no apoyará planteamientos y acciones radicales de los jóvenes: “No queremos que los arresten a ustedes ni que los lastimen”, etc., etc. Pero por lo que sabemos, gente muy diversa participó en el Moratorio: masas, proletarios, estudiantes. Y cuando la situación se puso gruesa, cuando la policía atacó a los jóvenes, los defendieron. Leímos de un viejito que escondió a un grupo de chavos en el patio. Llegó el sheriff y les apuntó una escopeta, pero el señor se puso en medio y dijo: “Usted no puede pasar”. O sea, estaba dispuesto a dar la vida por esos chavos aunque no los conocía. Cuéntanos de otras situaciones similares. O sea, ¿la gente se defendía mutuamente? ¿Estaba dispuesta a dar la vida por la causa y por los demás?
R: Son temas muy importantes. Es preciso destacar el hecho de que los gobernantes nos mandan a morir por la dominación imperialista. No les importa un comino el bienestar ni los intereses fundamentales del pueblo; somos carne de cañón para sus guerras genocidas. Hay que responderle. Siempre es importante que el pueblo nos apoye. En el caso del Moratorio, el ataque policial fue tan injusto y tan completamente injustificado de modo que mucha gente, que quizás no le hubiera entrado en otras circunstancias, sí participaron, como en el ejemplo del señor mayor que mencionaste.
Les doy un ejemplo: cuando la gente siente un odio y una ira justificables por ser tratada así, eso se expresa. Hubo muchos ejemplos así. En ese tiempo los refrescos venían en botella; el dueño de una tienda nos trajo unas cajas de botellas y dijo que cuando se acabaran, nos iba a dar otras cajas. El señor no era ultrarradical ni quería tumbar al gobierno, pero su tienda estaba en el bulevar Whittier, donde estallaron las batallas campales, y conocía muy bien la vida del pueblo. Veía tantas cosas por la ventana de su tiendita. Así que cuando tuvo la oportunidad de aliarse con gente que quería acabar con todo eso, respondió sin pensarlo dos veces. No fue iniciador del Moratorio ni desempeñó las mismas actividades que los jóvenes, pero los apoyó porque pensaba que era justo. Y tenemos que apoyar eso. Y eso es la otra cosa que considero que importa. Tenemos que apoyar a las personas cuando luchen contra la forma en que están obligadas a vivir. No podemos decirles que no se puede hacer eso.
Muchísima gente venía de afuera y no conocía Los Ángeles. Yo sí había andado por esa zona y la conocía bien, pero mucha gente no. Una de las razones por las que no dimos cuenta de que había mucha unidad fue la forma en que la gente reaccionó al ataque. Eran como “robo policías” y nos atacaban con saña. Teníamos que defendernos, aunque no nos conocíamos ni teníamos ninguna experiencia de trabajar juntos. De repente nada de eso importaba. Lo único que importaba era responder con lucha. Y la policía se desanimó mucho, pues no esperaba esa respuesta. En parte, porque desprecian tanto a los chicanos. O sea, tenían la idea de que no éramos capaces de pensar, de responder. Los policías creían que tras atacarnos, nosotros nos echaríamos a correr y ya.
P: ¿Por qué la policía le tenía tanto miedo a la marcha? ¿Por qué quería dispersarla?
R: Te refieres a ¿por qué atacaron a la marcha? Cabe volver a examinar algunos acontecimientos como las matanzas de estudiantes en las universidades de Kent State y Jackson State que mencionamos. A Estados Unidos le daban duro en todo el mundo: la guerra de Vietnam, las rebeliones urbanas, como la de Watts aquí en Los Ángeles. Los negros se levantaron en Washington, D.C., y llegaron a ocho cuadras de la pinche Casa Blanca: ¡por poco la incendian! En fin, Estados Unidos estaba sitiado y le era totalmente inaceptable que los chicanos se alzaran y tomaran el destino en sus propias manos. Por eso, atacaron la marcha y no por otro motivo.
Además, las autoridades angelinas tenían esa mentalidad de vaqueros; no iban a permitir protestas como en otras ciudades. Estaban ante una situación explosiva y batallaban por controlarla. Por eso atacaron.
La otra cosa que hicieron fue que utilizaron el Moratorio como pretexto: mataron a tres personas. Dos de ellas eran de las masas, y la tercera era Rubén Salazar, que fue asesinado a balazos por el Sherifato de Los Ángeles. Él estaba escribiendo un libro sobre la brutalidad policial. El año del Moratorio, 11 personas murieron en los calabozos del Departamento del Sherifato. Dijeron que un individuo se cayó por las escaleras y otras cosas por el estilo. ¡Que no chinguen! Así que aprovecharon la situación, para chingar a Rubén Salazar.
Unas semanas antes del Moratorio, fui a Los Ángeles a visitar a unos amigos porque el LAPD acababa de matar a balazos a dos inmigrantes, dos mexicanos de San Leandro, y formamos un comité. Queríamos conseguir videograbaciones del incidente, no del momento de los disparos porque no había, sino de lo que pasó después.
Nos reunimos con Rubén Salazar, quien nos dijo que el reportero que buscábamos estaba filmando otra noticia y que volvería en un par de horas. Dijo: como son estudiantes, a lo mejor tienen hambre. Nos invitó a comer y platicamos. Comentó que el Departamento del Sherifato lo amenazó por el libro que estaba escribiendo sobre la brutalidad policial; cuando supieron que hacía entrevistas, le dijeron que no se metiera.
Rubén Salazar acudió a Los Ángeles para informar sobre la comunidad chicana para el cotidiano Los Angeles Times. Antes, ere jefe de la redacción de asuntos latinoamericanos de dicho cotidiano. Como era de una familia acomodada, ignoraba la situación de la comunidad chicana. Le platicábamos de los atropellos por parte de la chota y nos miraba incrédulo, pero poco a poco cambió de opinión porque se dio cuenta de los desmanes de la policía, y sus reportajes también cambiaron. Cuando lo mataron, estaba sentado tomándose una cerveza. Tienen fotos del sheriff en el momento de meterle el tiro; sin embargo, el agente salió totalmente impune. ¿Acaso fue una casualidad histórica, o lo planearon antes del Moratorio?
Aprovecharon el Moratorio para matarlo. Considero que ellos tenían todo fríamente calculado y planeado de antemano. Lo mataron debido a que no querían una población despierta. En otras palabras, los imperialistas no pueden permitir que la gente se desborde. Mantienen su control sobre la gente de diversas maneras. Una de ellas es dar la impresión de que la población tiene ciertos derechos democráticos. Debido a que, de lo contrario, su dictadura es abierta y franca y nadie la aceptará. Por otro lado, no pueden permitir que la cosa se extralimite más allá de cierto extremo. Y en ese momento tenían mucho pavor. Por eso, atacaron a la marcha y desde su perspectiva tenían razón porque no querían que la situación siguiera desbordándose.
Fue parecido a lo que pasó en la masacre estudiantil de 1968 en la Ciudad de México. Los estudiantes mexicanos no pensaban tumbar el gobierno ni mucho menos, pero a Estados Unidos le interesaba frenar las protestas para que las Olimpiadas lucieran como un modelo de paz y tranquilidad. Desataron una salvaje represión, o sea, una respuesta muy exagerada ante las reivindicaciones de los estudiantes. A mi parecer, lo mismo sucedió con el Moratorio Chicano. Querían frenar la protesta para que no se desbordara, y aparte creían que el ataque les arrojaría ciertas ventajas.
P: Participaron varias organizaciones chicanas. ¿Tenían discrepancias sobre el Moratorio?
R: No me parece correcto ahondar en ese tema porque, independientemente de lo que hicieron los organizadores, el Moratorio Chicano principalmente fue testimonio del sufrimiento de los chicanos y de su firme decisión de barrerlo.
La respuesta del pueblo fue totalmente inesperada. Nadie esperaba que fuera tan grande, nadie en absoluto. Algunos no esperaban más que 2.000 personas. El Moratorio sobrepasó las mejores expectativas de todos por un par de razones. En primer lugar, como mencioné, jamás habíamos hecho algo así y no sabíamos cómo iba a salir. Por otra parte, a mi parecer, considero muchos organizadores subestimaban la situación. De hecho, ese era un rasgo del movimiento, o sea, subestimaban el potencial de las masas chicanas.
Ese día demostraron su gran valor al mundo entero. Fue una gran hazaña, un acontecimiento muy importante. El pueblo vietnamita lo aplaudió y, posteriormente, cuando Estados Unidos tuvo que firmar los acuerdos de paz, fue en parte por el Moratorio, por el gran auge de lucha revolucionaria que estremeció al país. Más de 100 ciudades ardieron durante las rebeliones de esos años. Y en Vietnam tenían el problema muy grueso del fragging. A lo mejor, ustedes ni saben qué es eso… Fragging es cuando los soldados simplemente querían irse a casa. Quieren volver a casa. No quieren ninguna porquería de guerra. Así que a veces los oficiales decían: “Bueno, tenemos que salir a patrullar, así que mañana por la mañana saldremos”, y los hombres intentaban disuadirlos. Y si el oficial insistía, en algún momento de esa noche, una granada de mano explotaba donde estaba, y no estaba ahí por la mañana. Así que no tenían que salir a patrullar. Eso se llama fragging, donde los soldados matan a sus propios oficiales. Y la situación se puso tan mal que empezaron a darse cuenta de que no tenían un ejército fiable en Vietnam. Porque, cuando les dieron armas a la gente, lo cual es necesario para que puedan disparar al otro bando, la gente las tiene. Y si crees que vas a morir, y tienes un arma, y aparece un tipo y te dice que tienes que hacer algo que crees que podría significar que no vas a volver, ¿por qué demonios deberías hacer lo que él te dice? No tienes por qué hacerlo. Y empezaron a tener un ejército poco fiable allá. Fíjense que se encuentran en una bronca porque tienen que dar armas a los soldados para que maten al enemigo, pero si el oficial le dice a la tropa que haga esto o aquello y ellos saben que a lo mejor no van a regresar vivos, ¿a poco lo van hacer? ¡Para nada! Van a decir, ¡a la chingada, cabrón! Tienen un arma y no tienen que obedecer. En esa situación no se puede confiar en la tropa.
Además, sucedieron cosas como el Moratorio Chicano. Hasta ese entonces, en su gran mayoría los chicanos prestaban su servicio militar con orgullo. Así que el Moratorio mostró un cambio de actitud y fue un factor que motivó a Estados Unidos a firmar los acuerdos de paz, pues veía que no iba a ganar la guerra.
Eso es muy importante por varias razones. Comprueba la importancia de ligar la lucha con los acontecimientos mundiales. Hubiera sido incorrecto subestimar la conexión entre la lucha del pueblo chicano y la del pueblo vietnamita. El gobierno no la subestimaba para nada; al contrario, estaba muy consciente de ella. Pensaban: “¡Chin! Los vietnamitas nos están jodiendo, pues la gente no se alista como antes ni quiere combatir”. Manuel Gómez escribió un poema sobre por qué no prestaba servicio militar. Y todo eso fue parte del Moratorio Chicano, y fue muy grueso y muy importante.
P: Y, en cuanto a la nueva generación que está luchando contra los ataques del sistema, ¿cuáles son las lecciones del Moratorio Chicano?
R: Antes que todo, hay que recalcar que tenemos que defender el Moratorio, porque para nosotros lo clave es que el pueblo se defendió heroicamente. En cambio, muchas personas no lo analizaron dialécticamente, o sea, le pusieron mucho énfasis a la represión. Pero para mí, la lección más importante es que es justo rebelarse contra la reacción y si uno lucha por una causa justa, tendrá aliados.
Una vez leí una entrevista a Mao Tsetung en que decía que lo más importante es que jamás nos rindamos. Al emprender una lucha, no sabemos cómo saldrá, pero sí sabemos que no permitiremos que nos sigan oprimiendo así. Nos encontramos en una posición de hacer algo al respecto, aquí mismo en las entrañas de la bestia.