El 3 de julio, el Congreso aprobó la nueva ley de impuestos y gastos de Trump. Trump la llama “la gran y hermosa ley” porque está repleta de atrocidades fascistas y pura crueldad. Mejor llamémosla por su verdadero nombre: la gran ley fascista empapada de sangre de MAGA.

Incluso la forma en que se aprobó este proyecto de ley huele al fascismo de Trump y MAGA. El proyecto de ley viola las promesas públicas de Trump. Pisotea los derechos humanos y derechos constitucionales básicos de millones de inmigrantes. Destripa programas de “red de seguridad” de larga data como Medicaid y proyecta una larga sombra de terror de estado policial sobre todo el país. Sus recortes a Medicaid por sí solos resultarán sin duda en decenas de miles de muertes innecesarias y un océano de miedo, hambre y sufrimiento entre inmigrantes, mujeres, pobres y la clase trabajadora en general. Al parecer, es muy impopular entre todos, salvo entre sus seguidores más acérrimos, con el cerebro lavado.

Pero Mein Trumpf lo quería, y el Congreso dominado por los fascistas lo entregó.

Lo hicieron a pesar de lo que a veces se presentó como una oposición apasionada a algunos aspectos del proyecto de ley por parte de los republicanos en el Congreso. Trump intimidó y sobornó, y la inmensa mayoría se alineó sin rechistar. Por ejemplo, la senadora Lisa Murkowski de Alaska, quien en el pasado se ganó cierto respeto (así como amenazas de muerte) por desafiar a Trump en votaciones clave, y quien, al principio, se opuso a este proyecto de ley en voz alta y públicamente. Trump y MAGA la presionaron fuertemente, luego le dieron algunas migajas para salvar las apariencias para algunos en su estado, y ella se arrastró y capituló.

Mientras tanto, los pesos gordos demócratas se tambaleaban impotentes, hacían gestos vanos y buscaban tecnicismos. Inmediatamente después de la aprobación del proyecto de ley, el presidente del Comité Nacional Demócrata se jactó de cómo este devastador ataque contra las masas de personas era en realidad un “regalo en bandeja de plata”, ya que supuestamente les ayudaría a obtener la victoria en 2026. ¿Qué tan ruinoso hay que ser para ver algo tan destructivo para los derechos y la vida de las personas como este proyecto de ley como un “regalo en bandeja de plata”? ¿Y qué tan aturdidos por las ilusiones hay que estar para hablar de “las elecciones de 2026” como si fueran tiempos normales e ignorar cómo este proyecto de ley fortalece el aparato represivo bajo el mando personal de Trump?

La mayor consolidación y expansión del poder de Trump

El viernes 4 de julio, cuando Trump firmó el proyecto de ley ante una manada de fascistas eufóricos, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, “le regaló” el mazo que Johnson usa oficialmente como líder de la Cámara. El mazo simboliza la autoridad de Johnson en el Congreso, que, según la Constitución estadounidense, debe ser independiente y un freno al presidente.

Trump le quitó el mazo a Johnson y empezó a golpearlo alocadamente contra el escritorio, entre vítores. ¿Se entiende? Trump lo controla todo.

Si bien no todas las partes desagradables de este proyecto de ley encajan perfectamente en su conjunto, es no obstante un paquete fascista coherente, compuesto de:

• financiación masiva de una fuerza de “deportación” al estilo Gestapo y de campos de concentración (que, de ser necesario, también pueden utilizarse contra toda la población);
• destripamiento de la red de seguridad social de la que millones de personas dependen para sobrevivir;
• grandes ataques a lo que queda de los derechos reproductivos de las mujeres; y
• Grandes recortes de impuestos para los ricos.

Este artículo se centra en el terror contra los inmigrantes y otros; la semana entrante abordaremos los crueles ataques a la red de seguridad social en general y a la vida y la humanidad de las personas negras y otras personas de color, y las mujeres.

La formación de una fuerza masiva tipo Gestapo contra los inmigrantes y otros objetivos del régimen, junto con una red de campos de concentración para encarcelar a cientos de miles de personas

La nueva ley financia una expansión masiva del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que prácticamente cuadruplica su presupuesto anual, pasando de 9.600 millones de dólares a 37.000 millones de dólares anuales (unos 150.000 millones de dólares en cuatro años). Esto convertirá al ICE en la mayor agencia policial en Estados Unidos, con un presupuesto mayor que el de la mayoría de los ejércitos nacionales en el mundo, incluso superior al del ejército israelí (antes de su guerra masiva contra Gaza).

Incluso con su anterior presupuesto, el ICE desataba un infierno sobre las comunidades inmigrantes y cualquiera que las apoyara. Desde que Trump retomó el poder hace menos de seis meses, decenas de miles de personas han sido deportadas (el ICE no revela exactamente cuántas) y casi 60.000 se encuentran recluidas en centros de detención del ICE o en prisiones de tortura en otros países, como el CECOT en El Salvador. En ciudades que abarcan de Los Ángeles a Houston y Nueva York, el terror en las comunidades inmigrantes ha sido palpable.

“Superdimensionar” una Gestapo

Ahora están “superdimensionando” el ICE, ¡con el objetivo declarado de deportar a un millón de personas al año! Esto refleja que, entre las diversas “corrientes” del movimiento MAGA, el miedo y el odio a los inmigrantes se han forjado al frente. Trump sataniza a millones de inmigrantes —personas comunes, incluidos millones de niños— como “criminales peligrosos que envenenan la sangre de Estados Unidos”.

La mayoría de los inmigrantes que llegan a Estados Unidos, y especialmente aquellos que el ICE está capturando, provienen de lugares que Estados Unidos ha saqueado y donde la destrucción causada por el Tío Sam ha hecho imposible la vida de las personas. Muchos son superexplotados, sin derechos. Trump les dice a sus seguidores que ahora hay que perseguir brutalmente y deportar a estos inmigrantes para revivir los “maravillosos tiempos del pasado”, cuando la supremacía blanca y la supremacía masculina reinaban mediante el fusil y la soga. JD Vance dijo abiertamente que “todo lo demás” en el proyecto de ley no importaba “en comparación con el dinero para el ICE y las disposiciones de control migratorio”.

Esta deshumanización sistemática quedó en evidencia cuando Trump celebró el establecimiento de una prisión del ICE en medio del enorme pantano de los Everglades en Florida. Alardeó y bromeó sobre la posibilidad de que los inmigrantes fueran descuartizados por los caimanes. La imagen de prisioneros encadenados perseguidos por fieras por los pantanos del sur evoca la época de las leyes del Jim Crow en el Sur de Estados Unidos en la década de 1950 y antes, cuando azuzaban a perros contra la población negra. Es lo que realmente significa “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.

Así que los fascistas están avanzando a todo vapor con esto. Según informes, se han asignado 45 mil millones de dólares para expandir dramáticamente los centros de detención del ICE. Esto representa un 62 % más que el presupuesto de toda la Oficina de Prisiones de Estados Unidos, que supervisa 122 prisiones federales. Dado el desempeño de Trump en lo que él llamó “el Alcatraz de los Caimanes”, sumado a los elogios que ha prodigado a las cárceles de pesadilla en El Salvador, parece claro que estas “instalaciones de detención” serán poco más que una red de campos de concentración y centros de tortura.

El número de golpeadores fascistas con mascarillas aumenta rápidamente

El ICE también planea aumentar dramáticamente el número de golpeadores que aterrorizan a la gente en los estacionamientos de Home Depot, campos de hortalizas, pequeños talleres de la costura, puestos de tacos y en sus hogares. Actualmente, hay 22.000. La directora del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), Kristi Noem, dice que quiere añadir 10.000 más (el DSN está a cargo del ICE). Dada la reputación pública del ICE de ser hampones fascistas racistas sin ninguna rendición de cuentas, la mayoría de las personas que soliciten y sean contratadas seguramente serán del tipo que se entusiasma con la oportunidad de ejercer ese tipo de poder supremacista blanco sin preocuparse por las “sutilezas legales”.

En este momento, todo esto se dirige principalmente contra los inmigrantes, lo cual constituye un crimen atroz contra la humanidad que toda persona decente no solo debe condenar, sino también desafiar enérgicamente en todas partes, inclusive en las calles. Pero claramente hay objetivos más amplios en el horizonte. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) (y otras fuerzas federales) ya ha arrestado a congresistas, alcaldes y otros líderes políticos, y ha encabezado una ocupación militar de Los Ángeles contra la voluntad de la alcaldesa de Los Ángeles y el gobernador de California. Trump ha hablado públicamente sobre la deportación de sus enemigos políticos que son ciudadanos estadounidenses naturalizados (incluido el candidato demócrata a la alcaldía de la ciudad de Nueva York) y además de ciudadanos nacidos en Estados Unidos.

Ahora imaginen un ICE monstruosamente ampliado, con su propia red de prisiones y prácticamente sin control judicial ni de terceros. Imaginen a este cuerpo ampliado de agentes del ICE no solo como golpeadores antiinmigrantes, sino como leales incondicionales de MAGA, preparados para ser las tropas de asalto de Trump, listos para atacar, brutalizar, “desaparecer” o hacer cosas peores, a quien el régimen fascista les indique, con una vasta red de campamentos “a su disposición” con poquísima reglamentación y de acceso casi imposible.

Esto no es una “bandeja de plata”, como decía aquel pez gordo demócrata.

Es una EMERGENCIA de cinco alarmas.

La semana entrante: Un ataque al por mayor a las posibilidades básicas de vivir de la gente de la clase obrera, y un gran ataque al derecho al aborto y la atención médica general de las mujeres