Noticia de última hora:

Apenas unas horas después de que la Knesset israelí (el principal órgano legislativo) aprobó una decisión preliminar que calificaba a la UNRWA (la principal organización de la ONU de distribución de ayuda para los refugiados palestinos) como “organización terrorista”, Israel bombardeó un campo de personas desplazadas en Rafah. El campamento, cerca de la base logística de la UNRWA, consistía de tiendas de campaña densamente pobladas donde se refugiaban decenas de miles de seres humanos desesperados — ¡¡seres humanos congregados por la fuerza en lo que Israel dijo que era una “zona segura”!!

Al cierre de edición, se ha confirmado la muerte de más de 35 personas, muchas heridas y el destino de otros desconocido. Muchos fueron quemados vivos en los bombardeos. Mirar las fotos es llorar de rabia.

La ironía de cometer semejante crimen genocida después de acusar de terrorismo a una organización de ayuda humanitaria es demasiado obscena para comentarla. Pero esto no es sólo un horror, algo verdaderamente terrible en sí mismo; es casi seguro que indica, junto con la designación de la UNRWA como “terrorista”, un mayor descenso a profundidades inimaginables de crueldad.

Esto debe, y sólo puede, detenerse mediante una indignación masiva.

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El 20 de mayo, Karim Khan, fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), después de meses de investigación, presentó una solicitud de órdenes que les acusaban al primer ministro israelí Netanyahu (Netan-Nazi) y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, de siete cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. (La CPI también presentó cargos contra tres líderes de Hamás por exterminio, asesinato, toma de rehenes, violación y agresión sexual bajo custodia)¹.

Estos crímenes incluyen “hambrear a civiles como método de guerra” y “exterminar y asesinar [a civiles]… en el contexto de las muertes causadas por hambre”. La CPI afirmó que, como resultado, más de un millón de personas en Gaza se enfrentan a un “hambre catastrófica” que ya está matando a “bebés, otros niños y mujeres”.

En otras palabras, la CPI acusa a Israel —que cuenta con el pleno respaldo de Estados Unidos— de hambrear deliberadamente a más de un millón de personas, además de otros actos asesinos.

¿Qué es lo que “indigna” a Biden?

De inmediato, el Genocida Joe Biden lanzó una airada declaración  que defendía a Israel y a Netan-Nazi. ¡Esta declaración inicial ni siquiera negó, y mucho menos intentó refutar, las acusaciones de la CPI! En cambio, Biden trató la idea misma de solicitar órdenes de arresto contra líderes israelíes como “escandalosa”. Denunció lo que calificó de “falsa equivalencia” entre Israel y Hamás². Y terminó enfáticamente su declaración con “Siempre apoyaremos a Israel”. Más tarde ese mismo día, Biden no sólo dijo que las acusaciones de la CPI no eran ciertas, sino que afirmó que Israel “quiere hacer todo lo posible para garantizar la protección de los civiles”. Y luego añadió que “lo que está sucediendo [en Gaza] no es un genocidio”³.

Profundizaremos en la verdad del asunto y demostraremos sin lugar a dudas que lo que está sucediendo sí es un genocidio, pero primero queremos analizar por qué Estados Unidos y Biden en particular lo niegan tan enérgicamente. En la reciente publicación en las redes sociales “Revolución 44: El continuo genocidio israelí contra los palestinos — y el continuo apoyo de Joe Biden a este genocidio”, Bob Avakian lo analizó:

Biden se ha topado con el hecho de que el genocidio que Israel está perpetrando contra el pueblo palestino, con la ayuda militar masiva y la “cobertura diplomática” proporcionadas por Estados Unidos, ha puesto al descubierto la verdadera naturaleza sanguinaria no sólo de Israel sino también de Estados Unidos. Esto arroja una luz deslumbrante sobre los hipócritas esfuerzos de los imperialistas estadounidenses por ¡presentarse como una fuerza a favor de la decencia, la democracia, la libertad, etc.! — en oposición a esos terribles gobernantes “autocráticos” en países como Rusia y China, que oprimen a los habitantes de sus propios países y llevan a cabo una violencia destructiva contra otros países. Es muy importante para la clase dominante de este país imperialista (el “cacareado” Estados Unidos”) intentar encubrir sus propios crímenes monstruosos, a lo largo de su historia y al día de hoy, como se manifiesta agudamente ahora en el apoyo de Estados Unidos a Israel en la guerra de éste contra el pueblo palestino, con un saldo de muertes en Gaza que ya supera 35.000, entre ellos 15.000 niños, y que sigue aumentando cada día.

Si lo que Israel está haciendo no es el genocidio, ¿cómo carajo debería llamarse?

Sin embargo, Biden sigue insistiendo en que Israel está “tratando de hacer todo lo posible para garantizar la protección de los civiles”. ¡¿Que qué?! Lanzar bombas estadounidenses de 2.000 libras sobre edificios de apartamentos, matando a decenas o cientos de civiles, con la “justificación” sin pruebas de que algún miembro de nivel medio de Hamás podría haber estado allí, ¿eso es “proteger a civiles?

Al menos 36.000 palestinos han sido asesinados en siete meses, incluidos unos 15.000 niños. Y esto sin contar los miles de muertos no recuperados enterrados entre los escombros de los edificios que Israel arrasó. Y esto no incluye a los que murieron de hambre, exposición o enfermedades que se propagan porque Israel ha destruido el sistema de agua y casi todos los hospitales.

¿Suena eso como si estuvieran tratando de “garantizar la protección de los civiles”?

Ha habido numerosos incidentes en los que francotiradores israelíes mataron a tiros a civiles palestinos claramente desarmados, a veces portando banderas blancas. El ejército israelí incluso mató a tres rehenes que habían escapado de Hamás que estaban sin camisa, desarmados y ondeando una bandera blanca. Israel dice que esto fue un “error”, pero el error desde su punto de vista es que obviamente pensaron que eran palestinos, no israelíes, y por lo tanto podrían ser asesinados gratuitamente.

Los médicos en Gaza informan de muchos casos de niños a los que el ejército israelí disparó mientras recogían agua, mientras jugaban, mientras buscaban refugio.

¿Algo de eso suena como si estuvieran tratando de “garantizar la protección civil”?

Pensemos en esto: aproximadamente el 80 por ciento de la población de Gaza (casi dos millones de personas) son refugiados que viven en tiendas de campaña o en ruinas de edificios.

El suministro de alimentos se ha agotado casi por completo. Las 400.000 personas del norte de Gaza sobreviven con un promedio de 245 calorías al día, ¡menos que una lata de frijoles! Esto no es por uno o dos días, sino semana tras semana. Las madres están tan desnutridas que no pueden amamantar a sus hijos. Una madre dijo: “Antes de la guerra, teníamos buena salud y teníamos cuerpos fuertes. Ahora, mirándonos a mis hijos y a mí, hemos perdido mucho peso porque no comemos ningún alimento adecuado, estamos tratando de comer todo lo que encontremos: plantas o hierbas silvestres comestibles diariamente sólo para sobrevivir”.

En el sur de Gaza, el agua potable escasea desesperadamente. En un refugio, ¡10.000 personas reciben un total de 4.000 litros al día, o sea alrededor de dos tazas por persona al día! Eso es para beber, lavar y cocinar. Es menos del 3% de lo que la Organización Mundial de la Salud dice que la gente necesita para una supervivencia básica.

El saneamiento es una pesadilla. Un refugio con 8.000 personas tenía sólo 12 letrinas, es decir un baño por cada 600 personas, muchas de las cuales padecen enfermedades intestinales por beber agua contaminada. ¡Y estas son las personas que tienen la suerte de vivir en un refugio! Los trabajadores humanitarios informan de “lagos literales de desechos humanos” junto a las tiendas de campaña donde vive la gente. Las enfermedades se están propagando y casi no hay instalaciones ni suministros médicos disponibles para ayudar a los enfermos.

Podríamos seguir y seguir, pero aquí va la pregunta clave: ¿ALGO de esto suena como “garantizar la protección civil”? ¿O suena como una guerra cuyo objetivo son los civiles?

El uso del hambre como arma de guerra

El derecho internacional es muy claro: no se debe privar intencionadamente de alimentos a los civiles.

Así que es muy obvio que Biden no querría que el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, fuera llamado al estrado. Gallant, al comienzo mismo de la invasión, declaró abiertamente las intenciones genocidas de Israel: “He ordenado un asedio completo a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra los animales humanos y actuamos en consecuencia”⁴. Al día siguiente, Israel cerró el principal punto de entrada de ayuda humanitaria, por el que debían pasar 500 camiones cada día para satisfacer las necesidades básicas de Gaza; este cierre inició una espiral descendente de hambre, inanición y enfermedades que continúa empeorando. (De hecho, acompaña este artículo una lista completa de citas de funcionarios israelíes, incluido Netan-Nazi, ¡que piden descaradamente medidas genocidas!).

Diez semanas después, bajo una tremenda presión internacional, Israel hizo una demostración de “reapertura” del cruce — pero permitió a los manifestantes fascistas bloquear el paso de la mayoría de los camiones. En el otro cruce (el cruce de Rafah entre Egipto y Gaza), las tropas israelíes inspeccionaron cada camión, provocando enormes atascos, y rechazaban camiones ¡por cosas como tijeras médicas que llamaban “armas potenciales”! Cada día sólo llegaba un hilo de ayuda. Los trabajadores humanitarios dijeron al New York Times en marzo que a los camiones les costó un promedio de 20 días realizar el corto cruce.

Y, cuando la ayuda llegó, Israel asesinó a unos de los trabajadores humanitarios. El ataque de drones que mató a siete trabajadores de World Food Kitchen en abril sacó esto a la luz, pero ha habido al menos 260 trabajadores humanitarios asesinados en Gaza, lo que lo convierte en el lugar más peligroso del mundo para los trabajadores humanitarios. Esta “minimasacre” sirve a la campaña de exterminio más amplia al paralizar las redes de distribución de ayuda dentro de Gaza. E Israel también ha “ido un paso más” al matar a personas hambrientas mientras hacían cola para recibir alimentos, como en la “masacre de harina” de marzo que mató a más de 100 palestinos.

¿Algo de esto suena “accidental”?

Como parte de esta política de hambruna, el 6 de mayo, Israel cerró completamente el cruce de Rafah desde Egipto al comenzar su invasión de Rafah, dejando varados 2.000 camiones de ayuda en Egipto y provocando que toda Gaza cayera en picada mortal. La semana pasada, un funcionario de la ONU dijo: “Nos estamos quedando sin palabras para describir lo que está sucediendo en Gaza. Lo hemos descrito como una catástrofe, una pesadilla, un infierno en la tierra. Es todo esto y peor”.

Con el cruce de Rafah cerrado, algunos camioneros palestinos israelíes se comprometieron heroicamente a llevar suministros a través del cruce desde Israel a Gaza. Pero antes de que pudieran llegar allí, fueron atacados por turbas de fascistas israelíes, a menudo “avisados” por policías o soldados israelíes sobre las rutas de los camiones. El siguiente tweet muestra a estos reaccionarios destruyendo alimentos y suministros como si estuvieran en una fiesta, mientras un grupo que parecen ser soldados israelíes se queda de brazos cruzados y no hace nada.

En otro incidente, camioneros palestinos fueron atacados por una turba mientras que, nuevamente, las autoridades se mantuvieron al margen y no hicieron nada. Un hombre dijo: “El estado de terror que experimenté es indescriptible. Incluso ahora tengo pesadillas por la noche. Mi estado psicológico está alterado, no puedo pensar correctamente, no puedo dormir. No puedo trabajar”.

El 21 de mayo, UNRWA —la principal agencia de ayuda de la ONU— suspendió su distribución de alimentos en Rafah por falta de alimentos, así como de combustible para las entregas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU también puso fin a la distribución en Rafah porque sus almacenes eran “inaccesibles debido a las operaciones militares en curso”. Una portavoz del PMA dijo que “las operaciones humanitarias en [toda] Gaza están al borde del colapso” y que si no se reanuda la entrada de alimentos y otros suministros a Gaza “en cantidades masivas, se extenderán condiciones de hambruna”.

El asalto de Israel a Rafah: la última ciudad que queda en Gaza que no han destruido

Desde el comienzo mismo de la guerra, Israel ordenó a los civiles que huyeran de sus hogares hacia el sur, a menudo con sólo unas pocas horas de aviso o incluso menos. La gente se agolpó en las carreteras, e incluso mientras huían sufrieron ataques. Luego, Israel comenzó su asalto a Rafah hace un mes.

Los residentes del oeste de Rafah contaron al New York Times cómo fue: “Los ataques aéreos son continuos e intensos, y el olor a humo no abandona el aire... Por la noche, avanzan unos pocos metros a la vez, y la gente huye inmediatamente… Nos disparan y nos bombardean constantemente… pero lo que más nos asusta son los drones”.

A estas alturas, gran parte de la ciudad está desierta, ya que alrededor de un millón de personas han huido. Un antiguo residente que regresó en busca de agua dijo: “Me quedé estupefacto… no encontré a nadie. Ni siquiera encontré perros ni gatos. No hay mercado ni tiendas... Ni siquiera puedes comprar una botella de agua para beber... Rafah solía ser el mejor lugar de Gaza... pero ahora hay demasiado sufrimiento. No nos queda nada. Es un sufrimiento continuo que no cesa”.

Un sistema basado en la limpieza étnica que ahora avanza hacia el genocidio

Nada de esto es “accidental”. Israel se construyó sobre la base de la limpieza étnica de la mayoría de la población palestina en 1948, y en cada paso desde entonces ha impuesto una opresión brutal al estilo apartheid a quienes permanecieron dentro de sus fronteras. Ahora claramente pretenden algún tipo de “solución final”: aplastar por completo y/o expulsar al pueblo palestino de Gaza.

Esto sí que es el genocidio, lo que se define legalmente como “actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso” los que incluyen “matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo” y/o “sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”. [Énfasis añadido].

Ha estado sucediendo durante más de siete meses a un costo indescriptible de muerte, lesiones y sufrimiento humano horrendo, y no va a detenerse a menos que masas de personas estén decididas a detenerlo.

Para volver a la publicación de Bob Avakian citada anteriormente:

La resistencia contra esta matanza genocida israelí-estadounidense a los palestinos tiene que llegar a ser aún más amplia, más fuerte y más decidida.