Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
Soldados estadounidenses en Panamá participan en un ejercicio de entrenamiento de guerra química durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Howard R. Wilson/Cortesía de Gregory A. Wilson
EL CRIMEN
Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas armadas estadounidenses ejecutaron experimentos con armas químicas —como la lewisita1 y el gas mostaza2— sobre más de 60.000 soldados y marineros. Las fuerzas armadas realizaron pruebas separadas con criterios de raza sobre soldados negros, estadounidenses de origen japonés y puertorriqueños para observar cómo reaccionaban las personas no blancas al estar sometidas a gas mostaza.
Estos estudios se llevaron a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell en Nueva York, el Laboratorio de Toxicidad de la Universidad de Chicago, el Instituto de Investigación Médica de Cincinnati, el Instituto Rockefeller de Investigación Médica de Nueva York y en la isla de San José, frente a la costa de Panamá.
Rollins Edwards, uno de los soldados sometidos a pruebas con armas químicas en 1945 en la Base Aérea Clark, las Filipinas. Foto: Cortesía de Rollins Edwards.
Rollins Edwards muestra que, a 70 años de su exposición a pruebas con armas químicas, su piel aún se descascara. A la derecha, un frasco lleno de escamas de piel que llevaba consigo para mostrar lo que le pasó. Foto: Amelia Phillips Hale por la NPR
Encerraron con candado a los soldados en cámaras de gas y los expusieron al gas mostaza y otros agentes químicos. En una investigación de la Radio Pública Nacional (NPR) que puso al descubierto los experimentos con gas mostaza sobre soldados negros, Rollins Edwards, un veterano negro, dijo: “Se sentía como si estuviéramos en llamas. Los compañeros empezaron a gritar y vociferar e intentar escapar. Y unos se desmayaron. Y finalmente abrieron la puerta y nos dejaron salir, y los compañeros simplemente estaban, estaban en mal estado”3. Edwards dijo: “Nos dijeron que estaban haciendo pruebas para ver qué efecto tendrían estos gases en la piel de los negros... No teníamos opción. No sabíamos hasta dónde llegaríamos. No nos decían nada”. Edwards dice que su “piel todavía se cae en escamas como resultado de las pruebas”4. Durante años, el veterano de la Segunda Guerra Mundial llevaba consigo un frasco lleno de escamas para convencer a la gente de que algo le había pasado.
En su libro, Toxic Exposures: Mustard Gas and the Health Consequences of World War II in the United States (Exposiciones tóxicas: Gas mostaza y las consecuencias para la salud de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos), Susan Smith indica que muchos soldados que participaron en el experimento fueron considerados “voluntarios”. No obstante, Smith afirma que en un experimento: “No hay indicios de que [el investigador] solicitara el consentimiento a los sujetos de investigación individuales. Al contrario, el consentimiento para la experimentación humana provino de las autoridades militares”5.
Estas fotografías históricas muestran los antebrazos de sujetos humanos de las pruebas tras su exposición a los agentes de mostaza nitrogenada y lewisita en experimentos de la Segunda Guerra Mundial ejecutados en el Laboratorio de Investigación Naval de Washington, D.C. Foto: Cortesía del Laboratorio de Investigación Naval
Smith sugiere que sometieron a pruebas a los soldados negros y puertorriqueños en su búsqueda del “soldado químico ideal”. Si estas tropas tuvieran mayor resistencia a las armas químicas, podrían ser utilizadas en el frente, mientras que los soldados blancos se quedarían atrás, protegidos del gas6. Esta idea racista de que la piel de los soldados negros y otros no blancos podía tener una mayor resistencia al gas mostaza que la de los soldados blancos indicaba que el ejército tenían la intención de utilizar a los soldados negros y puertorriqueños en el frente durante una guerra química.
Louis Bessho, uno de los soldados estadounidenses de origen japonés a los que obligaron a someterse a las pruebas de gas mostaza del ejército estadounidense. Foto: Cortesía de David Bessho
David Bessho, cuyo padre participó en los experimentos con gases químicos, dijo: “Se interesaban en saber si las armas químicas tendrían el mismo efecto en los japoneses que en los blancos”. Bessho dice que su padre le dijo: “Supongo que estaban contemplando tener que usarlos contra los japoneses”7.
En la investigación de la NPR, June Dickenson informa: “Todos los experimentos con gas mostaza durante la Segunda Guerra Mundial se realizaron en secreto y no se registraron en los historiales militares oficiales de los sujetos. En su mayoría no tienen pruebas de lo que experimentaron. No recibieron atención médica de seguimiento ni monitoreo de ningún tipo. Y los obligaron a jurar que iban a guardar el secreto sobre las pruebas bajo amenaza de baja deshonrosa y prisión militar, lo que dejó a algunos sin posibilidades de recibir tratamiento médico adecuado para sus lesiones, debido a que no podían decirles a los médicos lo que les había pasado”8.
LOS CRIMINALES
Presidente Franklin D. Roosevelt: Roosevelt apoyó el Servicio de Guerra Química (CWS), establecido en 1918. Roosevelt dijo: “Voy a hacer todo a mi alcance para desalentar el uso de gases y otras sustancias químicas en cualquier guerra entre naciones. Mientras tanto, lamentablemente, las necesidades defensivas de Estados Unidos exigen el estudio del uso de sustancias químicas en la guerra…”9 [énfasis añadido]. En 1941, Roosevelt estableció la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico (OSRD). Una rama de la OSRD, el Comité Nacional de Investigación de la Defensa (NDRC), proporcionó “fondos federales para miles de proyectos de investigación sobre la guerra química”10.
Congreso de los Estados Unidos: “El Congreso designó al Servicio de Guerra Química como parte permanente del Ejército en 1920, con la responsabilidad de continuar ‘la investigación, el desarrollo, la fabricación o la adquisición y el suministro de todos los materiales de humo e incendiarios, todos los gases tóxicos y todos los dispositivos de defensa contra gases…’”11. “Para 1942, el gobierno de Estados Unidos ya había erogado mil millones de dólares para el CWS”12.
Ejército de los Estados Unidos: Líderes militares clave apoyaron el uso de armas químicas y los experimentos. Uno de ellos fue el jefe del Servicio de Guerra Química, el mayor general William N. Porter. Porter “presionó a sus superiores para que aprobaran el uso de gas venenoso contra Japón. ‘La iniciativa en la guerra con gas es de suma importancia. Tenemos una ventaja abrumadora [sobre los japoneses] en el uso de gases. El uso apropiado de los gases podría acortar la guerra en el Pacífico y evitar la pérdida de la vida de muchos estadounidenses’, dijo Porter”13.
Medios de comunicación: El New York Daily News proclamó en 1943: “Deberíamos gasear a Japón”, y el Washington Times Herald escribió en 1944: “Deberíamos haber usado gas en Tarawa” porque “es posible cocinarlos mejor con gas”14.
Científicos que participaron en los experimentos con gas mostaza en soldados: Los principales científicos que experimentaron con los soldados fueron Max Bergmann, Cornelius Rhoades, Homer Smith y Marion Sulzberger. Bergmann, quien trabajó para el Instituto Rockefeller de Investigación Médica, experimentó con soldados del CWS y con marineros de la prisión naval de Hart Island15. Rhoades participó en los experimentos ejecutados con puertorriqueños. En una carta que escribió sobre sus experimentos, Rhoades dijo que el “exterminio” era una solución a los problemas de salud locales16. Smith “creía que el gas mostaza debiera usarse en el Pacífico contra Japón, y esperaba que los estudios de campo… demostraran su eficacia”17. Sulzberger fue uno de los más firmes defensores de los estudios con criterios de raza, y sus estudios concluyeron erróneamente que existían diferencias en la forma en que los individuos de distintas razas reaccionaban al gas mostaza, en particular que los soldados negros tenían una mayor resistencia al gas mostaza que los soldados blancos. Su mala práctica científica contribuyó a la noción de que los soldados negros debían preceder a los soldados blancos en una batalla de guerra química18.
LA COARTADA
Durante la Segunda Guerra Mundial, se estableció el Cuerpo Químico del Ejército, centrado en la investigación y el desarrollo de agentes químicos para su uso en la guerra. Estados Unidos afirmó que estaba almacenando armas químicas, entre ellas gas mostaza y diversos agentes neurotóxicos, como medida disuasoria contra su uso por parte de los enemigos de Estados Unidos19.
El presidente Roosevelt afirmó que Estados Unidos solo iba a utilizar armas químicas como medida defensiva. En junio de 1943, expuso la política estadounidense respecto al gas en la guerra: “Este país no las ha utilizado, y espero que nunca estaríamos compelidos a utilizarlas. Declaro categóricamente que bajo ninguna circunstancia recurriremos al uso de tales armas a menos que nuestros enemigos las utilicen primero”20.
Soldados negros de una unidad segregada practican maniobras con máscaras antigás y equipo de protección en una base de Maryland durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Cuerpo de Señales del Ejército vía los Archivos Nacionales
El ejército estadounidense afirmó que las pruebas con armas químicas en soldados y marineros solo tenían como objetivo determinar cómo protegerlos contra el gas mostaza. En un formulario de 1991 presentado por el Departamento de la Marina durante una audiencia en el Congreso, el motivo el que dieron para los experimentos fue “averiguar y evaluar la ropa y las aplicaciones de protección (ungüentos, polvos, etc.) para su uso contra los gases en la guerra. Este programa, anteriormente clasificado, fue establecido por la Marina en previsión del potencial uso de gases en la guerra por parte del enemigo”21.
EL VERDADERO MOTIVO
Varias potencias que combatieron en la Primera Guerra Mundial utilizaron armas químicas durante la guerra. Después de la Primera Guerra Mundial y antes de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos almacenó 87.000 toneladas de gas mostaza para su uso en la guerra.
A pesar de las afirmaciones de Estados Unidos de que no iba a usar armas químicas durante la guerra, no solo almacenaba gas mostaza, sino que tenía la intención de usarlo. Esto quedó claro en 1943 con un incidente en Bari, Italia, en que un barco estadounidense que transportaba gas mostaza fue destruido durante un ataque alemán contra varios buques estadounidenses. El bombardeo del barco liberó el gas mostaza proveniente de dos mil bombas de 45 kilos c.u., e hirió y mató a muchos marineros. A aquellos que viajaban en el barco nunca se les informó que su cargamento contenía bombas de gas mostaza. Estados Unidos y Gran Bretaña mantuvieron este ataque en secreto, ya que no querían que los alemanes supieran que Estados Unidos y sus aliados tenían la intención de lanzar gas mostaza durante la guerra22.
Estados Unidos hizo planes para lanzar ataques químicos masivos contra Japón y Alemania23. Ya en abril de 1944, se había completado un estudio detallado titulado “Objetivos aéreos selectos para ataques de represalia con gas contra Japón”, que evaluaba la vulnerabilidad de ciudades tales como Tokio, Nagoya y Osaka a los ataques con gas. Los analistas creían que sus zonas residenciales densamente pobladas, con calles estrechas y pocos espacios abiertos, eran particularmente susceptibles a la guerra química. Además, la madera absorbe fácilmente el gas mostaza, y hubiera sido muy difícil descontaminar las casas de madera japonesas… La intención era maximizar las bajas, en su mayoría civiles, y el estudio decía: ‘El Programa de Ataques con Gas tiene como objetivo principal causar el máximo número de bajas, paralizar el transporte y los servicios públicos, complicar y retrasar la reparación de los daños causados por bombas de alto poder explosivo y hacer que los objetivos fueran más vulnerables a ataques incendiarios”’24.
Para junio de 1945, el plan completo de ataques con gas se presentó al mayor general William N. Porter, jefe del Servicio de Guerra Química, que detallaba 50 objetivos urbanos e industriales, entre ellos 25 ciudades particularmente susceptibles a ataques con gas. Según el informe: “Los ataques con gas del tamaño y la intensidad que se recomienda contra estas 650 km cuadrados de población urbana fácilmente podrían dejar a 5 millones de muertes y muchos otros lesionados”25.
Durante ese tiempo, Estados Unidos había descubierto y comenzado a fabricar un arma para usar contra Japón, que fuera más poderosa que las armas químicas: la bomba atómica. Sin embargo, si el Proyecto Manhattan para fabricar esa bomba fracasara, Estados Unidos tendría un plan B para Japón: un ataque masivo con armas químicas.
A pesar de la indignación por el desarrollo y uso de armas químicas después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos continuó usándolas en la guerra. Durante la Guerra de Vietnam, el Cuerpo Químico continuó su apoyo a las operaciones de combate mediante el empleo de municiones incendiarias, herbicidas, agentes antidisturbios y otros esfuerzos, siendo el uso del napalm26 y el Agente Naranja27 las principales armas químicas de preferencia.