1. ¿Cómo es la naturaleza de la “amnistía”?

La República Islámica respondió a nuestro levantamiento de cinco meses con la represión seguida del “indulto” de prisioneros políticos y promesas de “reformas” en boca de reformistas conniventes [es decir, una facción al interior del régimen de Irán que piensa que la RII puede cambiarse hacia lo mejor o componerse]. El anuncio de la “amnistía” en medio de la revuelta es un intento en el marco de una macropolítica de represión continuada y gestión de riesgos, con el objetivo de salvar el sistema en su conjunto y volver al “funcionamiento normal”.

Una política con múltiples objetivos, y múltiples públicos

Por un lado, la amnistía [de la RII] tiene por objeto ocultar su miedo al poder del levantamiento popular y crear una posible división en las filas de la lucha, poniéndole una cara “benévola” a la República Islámica. Por otro lado, tiene por objeto crear más unidad entre las diversas facciones dentro y fuera del sistema. Al mismo tiempo, y quizás lo más importante, [la amnistía] es un esfuerzo por demostrar que se está dispuesto a llegar a algún tipo de acuerdo con las potencias imperialistas occidentales, a la vez que mantiene alguna forma de la República Islámica en el poder. Es un nefando y repugnante intento de decirle al pueblo: “¡Cuidado! ¡Este régimen no va a ninguna parte! ¡Pero ofrecerá amnistía!”. Y le comunica a la comunidad internacional [es decir, a los imperialistas]: “¡Concederemos [cierta] amnistía siempre que no nos echen del juego!”

La República Islámica quiere encubrir el papel de los recientes cinco meses de lucha y resistencia del pueblo por la libertad... con la obscena palabra “amnistía”, para decir que aunque su poder ha sufrido algunos golpes, sigue funcionando. Nasser Mohajer¹, investigador de la historia de las prisiones iraníes, ha declarado con razón: “Utilizar la palabra ‘indulto’ es un poco una broma y un engaño, parte de la política demagógica del gobierno. La realidad es que varios prisioneros políticos [ya] han sido absueltos”. (Nasser Mohajer, entrevista con Aida Ghajar, 11 de febrero de 2023).

A pesar de la resistencia continuada, el reflujo del levantamiento es real y muy natural, por la sencilla razón de que la gente no puede luchar al mismo ritmo eternamente. La República Islámica, energizada por este reflujo, intenta recuperarse de su crisis introduciendo algunos cambios superficiales. Integran “reformas” en su proyecto, dándole a la gente sólo una gota de agua, mientras se le quita un río embravecido, e integran a “los reformistas” en su proyecto.

Está claro que la República Islámica no renunciará simplemente al poder. En la misma entrevista, Nasser Mohajer subraya acertadamente que “en esta batalla y en las protestas en la sociedad contra la República Islámica, no debemos olvidar que la represión sistemática sigue teniendo poder de acción”.

Debemos permanecer atentos a este análisis. Muchos prisioneros políticos conocidos y muchos prisioneros políticos desconocidos en ciudades pequeñas aún no han sido liberados.... Continúa la detención de los bahaíes [miembros de un grupo religioso]. Los presos ambientalistas corren peligro. En estas circunstancias, debemos ampliar más que nunca el movimiento mundial por “la libertad inmediata de los prisioneros políticos”. Hace falta llevar el movimiento en contra de la tortura, las detenciones y las ejecuciones a la atención de la gente de todo el país y de todo el mundo sobre todos y cada uno de los crímenes cometidos por este régimen durante el “levantamiento en torno a Gina”. Debemos seguir intensificando estas denuncias y debemos luchar para que la República Islámica rinda cuentas de sus crímenes. No debemos olvidar nunca el asesinato de más de 500 personas, que el régimen ha lesionado y cegado a miles de personas, encarcelado a 30.000 jóvenes. No debemos olvidar que “la crueldad y la violencia sexual en las cárceles de la República Islámica... nunca se han visto a tal escala....”. (Nasser Mohajer, ibíd.)

2. La sinergia dialéctica entre jeque [mulá] y cha [monarquía]

A MEDIDA QUE AMAINA EL LEVANTAMIENTO IRANÍ, REZA PAHLEVÍ Y CÍA. SE VUELVEN MÁS ACTIVOS

La lucha contra la República Islámica es un escenario complejo y polifacético, con diversos actores. A medida que las luchas populares contra el régimen se intensificaron en los últimos meses, se hizo necesario enfrentarse más activamente a otras fuerzas en el terreno. Los imperialistas estadounidenses y europeos se ven obligados a actuar con urgencia en respuesta a su propia necesidad en relación con el futuro de Irán. Este es, de hecho, el futuro de su hegemonía en el Medio Oriente. Y están buscando oportunidades para influir en el rumbo del futuro de Irán.

Por eso están movilizando aquí y allá diversas “alternativas” como piezas de ajedrez en su tablero de juego. Con una mano mueven la pieza de Reza Pahleví y Compañía. Luego, con la otra mano, celebran una reunión en línea entre Maryam Rajavi de la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán [MEK] y más de 160 miembros del Congreso de Estados Unidos, que presentan una resolución ante el Congreso de Estados Unidos en apoyo a ella y a la MEK². Mover estas piezas de ajedrez, camufladas de cualquier manera, bajo cualquier auspicio es la expresión de una aguda lucha de clases — una lucha que, irónicamente, trata de encubrir su naturaleza de clase promoviendo una variedad de fuerzas políticas. Los partidarios fundacionales de estas alternativas imperialistas provienen principalmente de la clase media y aspiran a disfrutar en Irán del mismo tipo de prosperidad parásita que disfruta una parte de la población en los países imperialistas — es decir, el tipo de bienestar parásito que el imperialismo financia saqueando a los países del “Sur global”.

El choque entre estas dos tendencias (la República Islámica, por un lado, y las alternativas imperialistas, por otro) es contradictorio. Ambas tendencias representan capas sociales anticuadas y en decadencia. De hecho, en ellas podemos ver la dinámica de los “dos sectores anticuados"³ magnificada: ¡más Cha/Rey, más Jeque/Mulá! La República Islámica es muy consciente de esta dialéctica e intenta utilizarla y tratar de volver a canalizar a los grupos que se han “alejado” de ella, y concretamente a los “reformistas”, y empujarlos hacia el proyecto de la República Islámica de consolidar y restaurar el poder...

A medida que se desarrollen nuevas contradicciones, o se intensifiquen las contradicciones ya existentes, diversas fuerzas se ven impelidas a realizar movimientos en uno u otro sentido, e incluso a cambiar de curso por completo. Muchos “demócratas liberales” formarán alianzas con los fascistas seculares (representados por Pahleví). La “metamorfosis” de Hamed Esmaeilion es un ejemplo de ello, pero para nada es el único. Algunos profesores y analistas con antecedentes de “izquierda” centran su atención en “teorizar” dicho proceso. Por ejemplo... diciendo que “el vacío de poder y la anarquía son más peligrosos que la dictadura”.

El reflujo del levantamiento ha dado una oportunidad a las “alternativas” reaccionarias-imperialistas, así como a diferentes bandas al interior del gobierno que están tratando de echar a las masas fuera del escenario de la historia con el fin de impulsar su propio “plan de juego” y sus “tratos”. Aunque el levantamiento continúa y es importante, necesita desarrollar un carácter tal que los reaccionarios no puedan expulsar al pueblo del escenario donde se está haciendo la historia: es decir, tienen que desarrollar una conciencia revolucionaria y organizarse como un “movimiento para la revolución”. Es posible obtener esta cualidad cuando el pueblo cuente con una dirección de tal manera que aprenda que los intereses de clase están incrustados en cada acto, consigna, maniobra, coalición, etc., y no sólo se negará a seguir a los intereses de clase tiránicos, sino que luchará consciente y desinteresadamente para eliminarlos.

Tenemos tanto la necesidad como la libertad de oponernos tanto a las capas sociales decadentes y anticuadas del fundamentalismo islámico como del imperialismo, y que se reflejan en el reciclaje de jeques/mulás y cha/reyes. Debemos llevar esta comprensión y los verdaderos términos a las masas de personas y repolarizar radicalmente la escena política. Una revolución real requiere una polarización de la escena política tal que la República Islámica y las alternativas reaccionarias estén claramente por un lado, opuestas a la verdadera revolución del pueblo por el otro.

Para que esto ocurra, ¡un gran número de personas tienen que decidirse que quieren un mundo fundamentalmente diferente! Cualquier carta o plataforma de unidad que se presente debe estar a la altura de esta necesidad. Tenemos que dejar de perder el tiempo en cualquier proyecto que se interponga en el camino de este tipo de polarización y que, en cambio, fomente el eclecticismo de la situación.

Nos enfrentamos a una tensión y un conflicto crecientes en el mundo y en Irán. Ni la República Islámica ni las potencias imperialistas con designios alternativos sobre nuestro futuro —y que los exhiben en el escenario mundial— pueden manejar fácilmente la situación para resolver sus problemas. La situación está cambiando, tanto a escala nacional como mundial. El orden imperialista mundial se tambalea bajo la influencia de la rivalidad entre China y Estados Unidos, la guerra en Ucrania, las amenazas nucleares y el peligro del ascenso del fascismo. En consecuencia, no nos enfrentamos a un mundo imperialista unificado en el que las potencias puedan llegar fácilmente a una decisión común. La situación en Irán también debe verse y analizarse dentro de este marco, un marco del que la República Islámica es consciente e intenta utilizar para su supervivencia.

Esta es la verdadera situación. Debemos desechar las ilusiones, y de aquí en adelante trabajar por objetivos estratégicos, y estrechamente relacionado con esto, debemos poner al descubierto ferozmente las ilusiones de las clases medias y las alternativas reaccionarias. Al mismo tiempo, debemos insistir en el hecho de que el pueblo tiene el derecho a [tomar] el poder político y para ello debe elegir otro tipo de vida y asumir conscientemente el significado y el contenido de la verdadera revolución. Tal cosa no es nunca una tarea fácil, sino más bien un deber por cuya realización debemos luchar.

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Más que nunca, seguimos necesitando campañas radicales. Millones de nosotros, y de forma organizada, todavía tenemos que organizar al pueblo para que cruce las líneas rojas de la República Islámica y del patriarcado teocrático —ya sea chiíta o sunita—, desde Teherán hasta Khash y desde Zahedán hasta Kurdistán y Tabriz. No obstante y más que nunca, es necesario que los estudiantes de secundaria, niños y niñas, y adolescentes se organicen contra el hiyab forzado en las universidades y aulas y hagan caer los muros de la opresión sexual y de género. Sigue siendo necesario que enfermeros y enfermeras se organicen para expulsar el hiyab obligatorio de los espacios hospitalarios. No obstante y más que nunca, es necesario que las estudiantes se conviertan en una fuerza organizada para hacer frente al hiyab obligatorio y a las patrullas de orientación. ... Finalmente, de manera verdadera y urgente, estas luchas deben proceder de manera organizada. Cuando nos enfrentamos al patriarcado organizado y a su poder estatal, la resistencia individual nunca puede prosperar.