Como ya mencioné, las relaciones de producción en la sociedad, por importantes y fundamentales que sean, no son las únicas relaciones importantes en la sociedad, y sería un error reducir todo a esas relaciones de producción. También hay relaciones sociales muy definidas e importantes, que también son objetivas y no son simplemente categorías arbitrarias o cosas que sólo existen en la mente de las personas. Por ejemplo, existe la relación social —una relación desigual de opresión— entre los hombres y las mujeres. Existe la relación entre los pueblos o naciones opresores, y los pueblos y naciones oprimidos al interior de la sociedad estadounidense (así como a nivel mundial). Por ejemplo, si uno es blanco, objetivamente se encuentra en cierta posición en esta sociedad; y si uno no es blanco, si forma parte de lo que el lenguaje popular llama la “gente de color” —los negros, los latinos y otros— se encuentra en una posición distinta, objetivamente se le mantiene en una posición inferior y oprimida. No es que uno sea un ser humano inferior, claro, pero sí forma parte de una categoría de personas que existe objetivamente en términos de las relaciones sociales en la sociedad, una categoría la cual se trata y mantiene en una posición inferior, aunque uno no es, de ninguna manera, inferior como un ser humano. Y se ha desarrollado una ideología que sirve para racionalizar esto, que dice que uno es parte de un grupo de personas que es inferior. Tales relaciones sociales opresivas corresponden a las relaciones de producción explotadoras.
Es muy interesante: cuando estos reaccionarios de la edad de las tinieblas hace poco empezaron a centrar sus ataques en la esfera de la educación en Arizona, por ejemplo, una de las cosas que hicieron fue maniobrar para eliminar los estudios chicanos. Y oí decir a una de las personas en la institución educativa del estado a cargo de esa decisión: No podemos tener una educación que les dice a las personas que son parte de un grupo en la sociedad que es oprimido; tenemos que tener una educación que les dice a las personas que todos son meros individuos.
Ahora bien, la vida sería mucho más sencilla si realmente se pudiera eliminar la opresión social simplemente negándose a hablar de ella. Pero, en el mundo real, estas categorías de personas —estas relaciones sociales, para describirlas de manera más precisa— existen objetivamente. Son parte de las relaciones en esta sociedad que evolucionaron históricamente. No es posible eliminarlas con deseos, y no es posible eliminarlas prohibiendo que se hable de ellas. (Claro, el propósito, y ciertamente el efecto, de prohibir que las personas hablen de esas cosas en realidad no es de eliminarlas sino, al contrario, perpetuarlas y reforzarlas).
Un entendimiento científico del carácter de la sociedad y de la necesidad de tener una revolución obviamente implica un entendimiento de las limitaciones de una persona como Martin Luther King, pero es muy interesante ver la forma en que los derechistas, e incluso algunos liberales, tratan su famoso discurso “Tengo un sueño”. Para parafrasearlo, Martin Luther King dijo, tengo un sueño donde algún día los descendientes de los esclavos y los descendientes de los amos de los esclavos podrán unirse y tratarse entre sí como simples individuos y que no se les juzgará por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. Ahora acuérdense, Martin Luther King dice, “tengo un sueño” —es un sueño, o una esperanza, o una meta— de que algún día esto será la realidad. Y ahora estos derechistas y algunos liberales se ponen a decir: “Martin Luther King dice que ésta es una sociedad donde se juzga a todos por el contenido de su carácter y no por el color de su piel, así que dejen de quejarse de sufrir opresión como negros”.
Bueno, esto es otro intento, en concordancia con lo que declaró ese funcionario educativo fascista de Arizona, de borrar las relaciones de opresión (o más bien borrar el reconocimiento de estas relaciones opresivas) prohibiendo que las personas hablen de ellas, o distorsionando lo que dicen cuando sí hablan de ellas. Obviamente, el propósito es mantener esa opresión e intensificarla. Así que la cuestión de las relaciones sociales es muy importante. Obviamente, estas relaciones sociales están interconectadas con las relaciones fundamentales de producción en la sociedad, pero también tienen una vida propia, y tienen enormes consecuencias. Y, cabe repetir, lo que es importante señalar aquí es que estas relaciones evolucionaron históricamente y existen objetivamente. No podría existir un Estados Unidos de América sin la supremacía blanca. Ésa es otra verdad simple y básica.
Para retomar lo que dije anteriormente, miren cómo articularon al país [Estados Unidos] los “grandes padres fundadores” — y sí, eran padres. Lo articularon sobre la base de un “acuerdo de principios” — un “acuerdo de principios” para institucionalizar la esclavitud. Eso es una parte integral de esta sociedad, y tiene consecuencias reales. La esclavitud no es simplemente una abstracción. La esclavitud es algo real que afecta a personas reales. Es un modo de vivir; es un modo de producir las cosas; tiene sus propias dinámicas, interactúa con la producción y el intercambio en otras partes de la sociedad y a escala mundial — es algo real. Luego, cuando hicieron la Guerra Civil, y el Norte derrotó al Sur, como una parte necesaria de derrotar al Sur, el Norte tuvo que abolir la esclavitud, primero en los estados de la Confederación y después en todo el país — eso es lo que Lincoln y los demás fueron obligados a hacer.
Pero luego, ¿cómo volvieron a articular al país? No estaban dispuestos a quedarse con la mitad de un país. Por eso Lincoln fue a la guerra en primer lugar. Dijo: No podemos permitir que se separe la mitad del país, no se puede tener a un país si se permite que la mitad de él lo abandone. Así que no estaban dispuestos a quedarse con la mitad del país y que todas estas potencias europeas amarraran alianzas con la otra mitad del país que rompió con el país, se separó de él. Así que tuvieron que articular al país de nuevo como un país entero, y la única manera en que podían hacerlo, dadas las relaciones de producción y las relaciones sociales prevalecientes, era de amarrar todo tipo de “acuerdos de principios”, otra vez, con la aristocracia del Sur, los grandes terratenientes, que eran, en una medida muy grande, los antiguos dueños de los esclavos. Así que por eso dieron marcha atrás con la Reconstrucción, poco tiempo después de la Guerra Civil, y volvieron a traicionar a las masas del pueblo negro.
Lo que todo esto refleja e ilustra es que estas son relaciones que evolucionaron históricamente. Si ellos hubieran intentado, digamos, suprimir por completo a los antiguos dueños de los esclavos que encabezaron la rebelión de la Confederación —la que había tratado de separarse y libró una guerra como esfuerzo por lograrlo— si los hubieran suprimido con mucha mano dura, no habrían tenido posibilidades de articular al país de nuevo como un país capitalista. Eso habría hecho pedazos al país entero, y ellos probablemente se habrían quedado con poco o nada de él al final. Así que estas relaciones sociales y sus interconexiones con las relaciones de producción prevalecientes tienen un significado real y un efecto real.