Durante meses, Trump y su recién rebautizado “secretario de Guerra”, Pete Hegseth, han venido trabajando para reconfigurar por completo a las fuerzas armadas estadounidenses en una institución fascista nacionalista cristiana, patriarcal y supremacista blanca abierta. Si bien las fuerzas armadas estadounidenses siempre han servido a los intereses del sistema imperialista estadounidense y su dominación y saqueo del mundo, este es un salto cualitativo — y extremadamente peligroso. Además, está plagado de contradicciones.
Un principio central de las fuerzas armadas estadounidenses es que los soldados prestan juramento a la Constitución, no a un solo presidente o partido político. Trump y Hegseth están trabajando para transformarlas en una institución en que los soldados juren lealtad a Trump y a su régimen fascista. En una institución constituida de más del 40 % de soldados negros y latinos, ellos están tratando de consolidar a martillazos una flagrante ideología supremacista blanca. Y están desmantelando incluso la fachada o la pretensión de preocupación por cuestiones como las leyes de la guerra, volviéndola abiertamente agresiva y sin ley.
Estas acciones son increíblemente peligrosas, están sucediendo muy velozmente y además subrayan la urgente necesidad y base para que el régimen fascista de Trump sea expulsado del poder por medio de protestas masivas, sostenidas y no violentas, a partir del 5 de noviembre en Washington, D.C.
Hegseth ordena una reunión de generales sin precedentes
El 25 de septiembre, Hegseth ordenó a casi todos los generales y almirantes de las fuerzas armadas estadounidenses (aproximadamente 800 oficiales) desde todo el mundo a que se reunieran en una base de la Infantería de Marina en Quantico, Virginia, el martes 30 de septiembre. Esto no tiene precedentes. Muchos comentaristas también señalan que eso no es necesario en una era en la que este tipo de reuniones pueden celebrarse mediante comunicaciones electrónicas seguras.
No se ha dado ninguna explicación ni motivo de la reunión, ni se ha proporcionado ninguna agenda. Trump ya ha anunciado que también se pronunciará en este encuentro, lo que aumenta la preocupación sobre su posible importancia.
La convocatoria de esta reunión ha suscitado controversia. El teniente general retirado Ben Hodges, excomandante de todas las tropas estadounidenses en Europa, tuiteó: “En julio de 1935, los generales alemanes fueron convocados a una asamblea sorpresa en Berlín y se les informó que su juramento previo a la Constitución de Weimar era nulo y que se les exigiría prestar juramento personal al Führer. La mayoría de los generales prestaron el nuevo juramento a fin de conservar sus cargos”.
Si bien él no vinculó eso explícitamente con la reunión del martes, su mensaje (y advertencia) es claro1.
Hegseth, un fascista cristiano cuya concepción del mundo de la Edad Oscura hemos expuesto aquí — retuiteé este posteo de Hodges con la respuesta vil: “¡Qué historia tan genial, general!”. (“¡Qué historia tan genial, hermano!” es un vil meme en las redes sociales que se usa para desestimar lo que una persona dice).
Hegseth y Trump han dicho muy poco sobre el propósito de esta reunión, pero varios funcionarios del Departamento de Guerra le declararon anónimamente al Washington Post que el objetivo era sostener una conversación “cara a cara” sobre los estándares militares y el “etos guerrero” de Hegseth. La participación de Trump en esta reunión también augura serias preocupaciones sobre la posible “politización de las fuerzas armadas”. Ser “no partidario” (no estar vinculado a ningún partido político ni a ningún sector de los gobernantes) supuestamente es un principio central de las fuerzas armadas estadounidenses.
Esta misteriosa reunión se produce tras una purga de meses de duración de oficiales de muy alto rango que eran negros o mujeres, o que consideraban la diversidad como algo positivo, o que no estaban dispuestos a mentir sobre el “éxito” de operaciones militares no tan exitosas. Y Hegseth ha dejado en claro que tiene la intención de deshacerse de otros 100 oficiales de alto rango en un futuro próximo.
Los militares tratan de silenciar las críticas de los medio de comunicación y la supervisión
Antes de esto, el 20 de septiembre, el Pentágono emitió importantes nuevas restricciones a los medios de comunicación, con la exigencia de que todos los miembros del cuerpo de prensa del Pentágono firmen un compromiso de no reportearse nada que no esté específicamente autorizado: “La información del Departamento de Guerra tiene que contar con una aprobación para su divulgación pública por parte de un funcionario autorizante apropiado antes de su divulgación, aunque no está clasificada”. A cualquiera que no acepte estos términos se le revocarán su credencial de prensa.
En otras palabras, si usted saca a la luz algo distinto a lo que dicen los funcionarios fascistas del “Departamento de Guerra”, no puede tener acceso oficial a las conferencias de prensa con la oportunidad de hacer preguntas a los funcionarios del Pentágono.
Como señaló el reportero del New York Times, David Sanger, bajo esta norma, cosas como los Papeles del Pentágono (unos documentos que pusieron al desnudo la manera en que el gobierno estadounidense había mentido al público durante años sobre la guerra de Vietnam) y la revelación de un ataque con drones estadounidenses en Afganistán que mató a 10 civiles inocentes, y muchas otras historias cruciales nunca se habrían publicado. Los ataques asesinos estadounidenses contra embarcaciones civiles en aguas internacionales cerca de Venezuela (realizados sobre la base de afirmaciones sin pruebas de que los que estaban en las embarcaciones eran “narcoterroristas”) ni siquiera podrían investigarse. O si las tropas en ciudades estadounidenses chocan con civiles, o incluso los matan, y luego inventan mentiras sobre lo sucedido, los periodistas simplemente tendrán que repetir las mentiras, aunque sepan que no son ciertas.
El director del Club Nacional de Prensa respondió: “Esto constituye un asalto directo al periodismo independiente precisamente en el ámbito donde más importa el escrutinio independiente: las fuerzas armadas estadounidenses. Si primero las noticias sobre nuestras fuerzas deben contar con una aprobación del gobierno, pues el público va a… conocer únicamente lo que los oficiales quieren que vea”. Incluso un colaborador del Noticiero Fox, el abogado Jonathan Turley, lo denunció como “ir demasiado lejos” y [como algo] potencialmente “devastador”.
Este es tan sólo el último ataque a la cobertura de prensa del Pentágono. En febrero, Hegseth desalojó de sus oficinas en el Pentágono a ocho organizaciones de noticias (incluidas la CNN, la NPR y el New York Times) y, en su lugar, metió a medios de comunicación fascistas y lunáticos como Breitbart y One America News Network. En mayo, nuevas normas restringieron dramáticamente el acceso a las partes del Pentágono en las que se permite entrar a los periodistas, lo que estranguló su capacidad para hablar con los empleados del Pentágono.
Si bien por ahora, muchos periodistas aún pueden tener acceso a fuentes vía medios en línea, este es un intento de aplastar cualquier disentimiento y cuestionamiento de la “historia oficial” de los militares.
Celebrando abiertamente los crímenes de guerra
Victims of the 1890 massacre at Wounded Knee, where the U.S. Seventh Cavalry killed as many as 300 Lakota Indians, including children. Photo: Library of Congress Foto: Biblioteca del Congreso
El 26 de septiembre, Hegseth anunció que 20 soldados estadounidenses que recibieron la Medalla de Honor del Congreso por la masacre de 1890 en Wounded Knee conservarán sus condecoraciones. Esto fue el resultado de una revisión que el anterior secretario de Defensa, Lloyd Austin, había solicitado en 2022. Cuando Hegseth hizo este anuncio, criticó a Austin por estar “más interesado en ser políticamente correcto que históricamente correcto”.
Al defender a estos soldados, Hegseth seguía diciendo que combatieron en la “Batalla en Wounded Knee”. Esa es una fea mentira empapada de sangre. Se trata de una masacre, no una batalla”. La 7.ª Caballería mató a 300 hombres, mujeres y niños lakota inocentes que se habían rendido. Este fue tan sólo uno de los muchos crímenes del genocidio de los pueblos indígenas perpetrados sistemáticamente por Estados Unidos.
Un sobreviviente describió la masacre de esta manera:
Mataron a una mujer que llevaba a una criatura en los brazos y casi tocó la bandera de tregua…. Justo ahí cerca de la bandera de tregua dispararon a una madre con su criatura; al no darse cuenta que su mamá estaba muerta, la criatura siguió amamantando, y eso sí que fue muy triste ver. A las mujeres que huían juntas con sus bebés las mataron los dos, las balas atravesándolos, y a las embarazadas asimismo las mataron… [D]espués de matar a casi todos, anunciaron que los demás podían salir y entregarse con toda seguridad. Unos niños no heridos salieron de su escondite y apenas se asomaron los rodearon los soldados y los masacraron.
Además de la masacre de 300 indígenas sioux lakota, 25 soldados resultaron asesinados, principalmente por otras tropas estadounidenses que dispararon en un frenesí ciego.
Diecinueve de estos asesinos recibieron la Medalla de Honor, la más alta condecoración militar, la mayor cantidad jamás otorgada por una sola batalla. Hasta el día de hoy, el escudo de armas del 7.º Regimiento de Caballería muestra la cabeza de un jefe amerindio.
En su anuncio, Hegseth declaró: “Dejamos claro, sin dudarlo, que [estos] soldados... merecen esas medallas” y que “su lugar en la historia de nuestra nación ya no está a debate”. Y concluyó: “Saludamos su memoria, honramos su servicio y nunca olvidaremos lo que hicieron”.
Nosotros tampoco lo olvidaremos y lo dejaremos claro, sin dudarlo: esta vergonzosa masacre genocida ejemplificó el comportamiento de las tropas estadounidenses durante siglos. Que Hegseth se haya esforzado por honrar y celebrar este terror genocida demuestra lo que estos fascistas tienen reservado para el mundo no blanco.
Esto concuerda con las decisiones de Hegseth de restaurar estatuas de amos de esclavos y generales de la Confederación de los propietarios de esclavos, en abierta celebración de la historia de Estados Unidos, fundada en la esclavitud y el genocidio. En unas fuerzas armadas en que casi la mitad de los soldados son negros y latinos, este tipo de supremacía blanca abierta es esencial para forjar a los militares en una fuerza fascista, y conlleva importantes contradicciones en cuanto al potencial de disentimiento dentro de las filas.
Pero esto no es solo supremacía blanca; la celebración abierta de los crímenes de guerra es una parte importante de la estrategia militar fascista de Hegseth: defender una forma de guerra sin ley. Como escribimos anteriormente: “Hegseth ha escrito que las reglas de la guerra son ‘la razón por la que Estados Unidos no ha triunfado en una guerra desde la Segunda Guerra Mundial’. Dice que ‘nada más estamos combatiendo con una mano atada detrás de la espalda, y el enemigo lo sabe… Si se obliga a nuestros guerreros a seguir las reglas arbitrariamente y se les pide que sacrifiquen más vidas para que los tribunales internacionales se sientan mejor consigo mismos, ¡¿no sería mejor para nosotros ganar nuestras guerras de acuerdo con nuestras propias reglas?!’”.
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Como dijimos al principio, todo esto subraya el peligro extremo del fascismo de Trump y MAGA, que está avanzando velozmente para consolidar un fascismo total. Y muestra qué tan plagadas de contradicciones están estas acciones.
Todo esto también subraya la necesidad urgente, y la base profunda, de movilizar a millones de personas para que actúen a partir del llamado de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo), y abierto a todos: “Ha llegado la hora de… LA CAÍDA del RÉGIMEN FASCISTA DE TRUMP — A partir del miércoles 5 de noviembre de 2025 — Washington, D.C.”:
“El fascismo no es una amenaza que se avecina. Lo tenemos encima pero ya.
“La única esperanza para la humanidad es que se pongan de pie millones de las personas decentes de Estados Unidos. No podemos esperar para unas elecciones amañadas en el futuro. Tenemos que expulsar del poder al Régimen Fascista de Trump.
“A partir del 5 de noviembre, el aniversario del triunfo electoral de Trump, inundemos a Washington, D.C. con protestas no violentas. Rodeemos la Casa Blanca. Rodeemos el Capitolio. Rodeemos la ilegítima Corte Suprema llena de fascistas. Regresemos una y otra vez. Por todo el país, neguémonos a obedecer. Todas las personas de conciencia, millones de nosotros juntos, paremos en seco la máquina del régimen fascista.
“No nos detengamos hasta que Trump sea sacado”.