El 12 de noviembre, Trump anunció su selección de Pete Hegseth a jefaturar la Secretaría de “Defensa”, para dirigir la enorme máquina militar de Estados Unidos. Antes de hablar de Hegseth, tenemos algo crucial sobre el sistema opresivo bajo el que vivimos, del mensaje Revolución #105 de Bob Avakian en las redes sociales @BobAvakianOfficial: “NO: Aceptar, y negarse a oponer resistencia, a este fascismo de Trump y MAGA, ¡NO hará que las cosas ‘estén bien’”:
A pesar de los constantes intentos de mal dirigir a la gente y alejarla de una verdadera comprensión científica al respecto, el gobierno de la clase capitalista, en cualquier forma, es en realidad una dictadura: es el monopolio del poder político por parte de la clase capitalista — y en particular su monopolio de la fuerza armada y violencia “legítima”, por parte de su policía y ejército. Esta dictadura se basa en la dominación de la economía por parte de la clase capitalista: su propiedad y control de lo que se produce, cómo se produce, cómo se intercambian (venden) los productos y servicios y las ganancias que se obtienen de esto.
En la forma “democrática” de esta dictadura capitalista, se permiten que la gente tenga, en diversos grados, ciertos derechos, y se aplica el “estado de derecho” como un principio general, aunque todo esto se basa, se limita y se conforma al gobierno de la clase capitalista y a las relaciones opresivas del sistema capitalista. (En el mundo de hoy, este es el sistema del capitalismo-imperialismo. El capitalismo-imperialismo se refiere al hecho de que el capitalismo ha sido, durante algún tiempo, un sistema internacional de explotación y opresión.)
En la forma fascista de la dictadura capitalista, el “estado de derecho” es esencialmente lo que los fascistas dicen que es, y los derechos de la población se limitan más o menos abiertamente a lo que los fascistas permiten, mientras que se extienden semejantes derechos únicamente a aquellos que aceptan el gobierno de los fascistas.
Todo esto hace que la selección de Pete Hegseth por parte de Trump para jefaturar la máquina militar en el corazón de esta dictadura tenga consecuencias extremadamente graves.
Después de nombrar a Hegseth, Trump dijo: “Con Pete al timón, los enemigos de Estados Unidos están sobre aviso — nuestras fuerzas armadas volverán a tener grandeza y Estados Unidos nunca retrocederá”.
¿A qué se refiere Trump?
Con “nuestras fuerzas armadas volverán a tener grandeza”, Trump se refiere a organizar y unificar a las fuerzas armadas sobre una base cabalmente fascista — supremacista masculina, supremacista blanca, ultranacionalista, abiertamente agresiva y terrorista.
Con “enemigos de Estados Unidos”, Trump se refiere a cualquier persona que viva en Estados Unidos que se oponga a los fascistas, y a cualquier grupo o país en el mundo que se interponga en el camino o desafíe la dominación económica y política de Estados Unidos.
Con “Estados Unidos nunca retrocederá”, Trump se refiere a desatar esta fuerza armada cada vez más nazificada contra estos “enemigos”, en Estados Unidos o en otros países — y en particular a China como el enemigo que hay que derrotar.
Piénselo: van a poner a Pete Hegseth al mando del ejército más poderoso en el mundo, y tiene la encomienda de transformarlo y dirigirlo como el “puño de hierro” que imponga el fascismo “en casa” y la dominación estadounidense en todo el mundo.
Veamos en profundidad cuáles “credenciales” tiene Hegseth para este cargo crucial.
Pete Hegseth — 100% fascista cristiano
Hegseth es un “personaje” de Fox News y un veterano militar cuyo primer puesto fue como guardia en el campo de tortura estadounidense en Guantánamo. Y fue parte de la máquina de crímenes de guerra de Estados Unidos en Afganistán e Irak. Pero lo más importante de Hegseth es que es un fascista cristiano declarado.
En su libro de 2022 Battle for the American Mind, Hegseth anhela hacer retroceder el reloj al siglo 16 en Europa, cuando grandes sectores de la sociedad creían que “la verdad se podía descubrir por medio de la palabra revelada de Dios [la Biblia] y Su revelación”. Critica duramente al movimiento de la Ilustración del siglo 18, que difundió la idea de que descubrimos lo que es verdad estudiando lo que pasa en el mundo real y luego aplicando la razón y la lógica para analizarlo. O sea, ¡la ciencia!
Según Hegseth, en ese tiempo todo empezó a volverse mal. La “palabra de Dios” ya no estaba al centro del pensamiento y la acción de los seres humanos. En su opinión, este “problema” —con la ayuda de una “conjura” de parte de los “marxistas” y los “progresistas”— iba de mal en peor cada vez más y, después de 200 años, finalmente “hizo metástasis” (como un cáncer) y se apoderó de la sociedad estadounidense, dejándola al borde de la catástrofe y en necesidad de que la rescatara una reconquista cristiana.
Volver a cohesionar a las fuerzas armadas estadounidenses sobre una base fascista
Las fuerzas armadas estadounidenses constituyen un elemento central del poder económico y político del sistema imperialista estadounidense, pero están acribilladas de profundas contradicciones. En primer lugar, en lo esencial están “cohesionadas” (se mantienen unidas) a base de la lealtad a la escuadra y a los compañeros, y en segundo lugar también por la creencia patriótica en la “libertad e igualdad” supuestamente garantizadas por la Constitución. Pero también están impregnadas de la supremacía masculina y la supremacía blanca sobre las que se construyó Estados Unidos. A la vez, casi la mitad de las fuerzas armadas están constituidas de negros, latinos y otra nacionalidades oprimidas. Estas contradicciones pueden socavar su “cohesión” y su capacidad de combate — en lapsos de crisis intensas pueden conducir a fuertes escisiones en las fuerzas armadas tales como empezaron a manifestarse hacia el fin de la guerra de Vietnam y tal como los altos comandantes temían que pudieran darse en torno al levantamiento tras el asesinato policial de George Floyd.
En las últimas décadas, los gobernantes estadounidenses se han inclinado por manejar estos tipos de problemas con modestas concesiones a los grupos oprimidos — darles ascensos a más personas negras y mujeres, “permitir” que las personas gay expresen abiertamente quiénes son, y así sucesivamente. Pero los fascistas desprecian estas medidas. Y no podrían utilizarlas, aunque quisieran, ya que las “concesiones” de este tipo están totalmente en contradicción con toda su agenda de reafirmar la abierta supremacía blanca y supremacía masculina, por no hablar de los roles sexuales y de género “ordenados por Dios”. Su plan es cohesionarlas en torno a la religión, el patriotismo y el fascismo, para reclutar a más personas sobre esa base ideológica. Y en la medida en que “permitan” que haya mujeres, personas gay y otros en las fuerzas armadas, se hará sobre una base abiertamente subordinada y humillante.
Este enfoque se revela en el siguiente comentario repugnante e intolerante de Hegseth:
Durante los últimos tres años, el Pentágono… ha acogido el mensaje de justicia social de la igualdad de género, la diversidad racial, estupideces sobre el clima, la veneración de las vacunas y la sopa alfabética LGBTQA+ en sus campañas de reclutamiento.
Pero hay un problema: simplemente no hay suficientes travestis de Brooklyn o lesbianas de San Francisco que quieran unirse a la 82.ª División Aerotransportada. No solo los travestis y las lesbianas no se unen, sino que esos mismos anuncios alejan a los hombres cristianos jóvenes y patrióticos que tradicionalmente han ocupado nuestras filas. (énfasis añadido)
En referencia a los altos mandos que apoyaron o no se pusieron en contra de los programas de “DEI” (diversidad, equidad e inclusión)1, en 2023, Hegseth escribió: “El próximo presidente de Estados Unidos tendrá que despedirlos a todos —o al menos a la mayoría de ellos— e instaurar a líderes con verdadera fidelidad a la Constitución”. Según se informa, Trump ya están elaborando órdenes ejecutivas para facilitar este proceso tan pronto como asuma el cargo.
Un paladín ardiente de crímenes de guerra y de criminales de guerra
A pesar de que las fuerzas armadas estadounidenses cometen crímenes de guerra masivos y de que esto es parte integral de su forma de combatir las guerras, y a pesar de que ha trabajado para ocultar sus propios crímenes de guerra, al mismo tiempo ha fingido ser una fuerza de combate que respeta el estado de derecho. Esto es una tontería, pero ha significado que cuando ciertos crímenes, como la matanza abierta de civiles indefensos, salen a la luz del día, a veces las fuerzas armadas estadounidenses han tenido que someter a proceso a soldados u oficiales individuales.
Pero incluso eso es el colmo para Hegseth. Cerca del fin del primer mandato de Trump, seis elementos SEAL de la Marina habían delatado a un miembro de alto rango de su escuadra por cometer atrocidades repetidas, entre ellas disparar intencionadamente a civiles y apuñalar hasta la muerte a un prisionero no armado, herido y medicado. Hegseth utilizó su plataforma de Fox News para lanzar una fuerte campaña a favor del indulto para el oficial de los Seals de la Marina acusado y otros tres soldados estadounidenses condenados, al denunciar su proceso como una “crítica después del hecho” lo que sería “mortal” para las operaciones militares estadounidenses.
Trump los indultó.
Hegseth ha escrito que las reglas de la guerra son “la razón por la que Estados Unidos no ha triunfado en una guerra desde la Segunda Guerra Mundial”. Dice que “nada más estamos combatiendo con una mano atada detrás de la espalda, y el enemigo lo sabe… Si se obliga a nuestros guerreros a seguir las reglas arbitrariamente y se les pide que sacrifiquen más vidas para que los tribunales internacionales se sientan mejor consigo mismos, ¡¿no sería mejor para nosotros ganar nuestras guerras de acuerdo con nuestras propias reglas?!”.
Hegseth propone, en cambio, esta orientación respecto a los enemigos: “Si se rinden, quizá les perdonemos la vida. Si no lo hacen, les arrancaremos los brazos y se los daremos de comer a los cerdos”.
Todo esto revela un aparato militar estadounidense que se apoya aún más fuertemente en el terror, la tortura y las masacres gratuitas, y que no lo restringe en absoluto el derecho internacional ni la “opinión pública”.
¿Quiénes están en la mira de las fuerzas armadas fascistas?
En primer lugar, están los enemigos “en casa”. Trump quería desatar a las fuerzas armadas contra los manifestantes por el asesinato de George Floyd, “dispararles en la pierna”. Ha dicho que quiere invocar la Ley de Insurrección el primer día de su próximo mandato, lo que le permitiría utilizar las fuerzas armadas estadounidenses para atacar a las protestas que se oponen a su régimen. Y Trump y los miembros de su administración insisten en que desplegarán a las fuerzas armadas estadounidenses para ayudar a llevar a cabo las deportaciones en masa de millones de inmigrantes indocumentados. (El 8 de noviembre, Trump reafirmó que “usaré los recursos militares para revertir la invasión de Biden por medio de un programa de deportaciones en masa”).
Hegseth ha ido aún más lejos en su afán por manejar lo que describe como “el único ejército poderoso, pro libertad, pro cristiano y pro Israel en el mundo”. En American Crusade, escribe: “De más maneras de las que se pueden imaginar, los izquierdistas han rodeado a los patriotas estadounidenses tradicionales por todos lados, listos para acercarse y matar: matando a nuestros fundadores, matando a nuestra bandera y matando al capitalismo”. Describe “diferencias irreconciliables entre la izquierda y la derecha en Estados Unidos que conduzcan a un conflicto perpetuo que no se puede resolver vía el proceso político”. (Énfasis añadido). Si bien afirma que no está llamando a la violencia, telegrafía lo contrario: “Nuestra Cruzada Estadounidense no se trata de espadas literales, y nuestra lucha no es con las armas. No obstante”. (Énfasis de Hegseth)
Preparativos para una guerra con China
Durante varios años, toda la clase dominante estadounidense (los sectores fascistas y “tradicionales”) ha estado unida en considerar a China como la principal amenaza a la dominación global imperialista estadounidense y en prepararse para una guerra.
Veamos un ejemplo dramático: en 2024, la administración de Biden solicitó un aumento de 31 por ciento en las erogaciones para los programas de armamento nuclear en vista del aumento de la capacidad nuclear de China2.
La posición fascista es aún más agresiva y explícita. Hegseth dice que China está “desarrollando a un ejército específicamente dedicado a derrotar a Estados Unidos de América”. Y que “tienen una visión de largo plazo y de espectro completo, no sólo de dominación regional sino global… La única forma en que pueden implementar una estructura que les sirva es derrotándonos”.
El Proyecto 2025 (un plan de juego para los seis meses iniciales de consolidación fascista elaborado por fuerzas cercanas a Trump) dice directamente que los programas de estudio de las escuelas del Ejército deben “concentrarse en preparativos para operaciones terrestres a gran escala que se centren en derrotar a una amenaza de parte de sus pares”. Y en caso de que alguien no esté seguro de quién es esa “amenaza de parte de sus pares”, el Proyecto 2025 dice que “la estrategia de defensa de Estados Unidos debe identificar a China inequívocamente como la máxima prioridad para la planificación de la defensa de Estados Unidos”.
¡Lo que se necesita YA!
¡Es importante que la gente se ponga las pilas! El fascismo no es (como señaló BA hace poco) “una ‘palabra malsonante’ — o simplemente una especie de etiqueta negativa que se le pone al oponente en el transcurso de una elección”. Es un cambio marcado en la forma de gobierno del capitalismo-imperialismo, que trae consigo horrores aún peores.
Al mismo tiempo, todos estos cambios dramáticos pueden servir para conmocionar a la gente, y revelar la fealdad en el corazón de este sistema y Estados Unidos que han engendrado y nutrido este fascismo. Y, cada una de estas maniobras —imponer el fascismo cristiano; la abierta supremacía blanca y la abierta supremacía masculina; despedir a generales; poner a soldados federales en el terreno en Estados Unidos; acercarse cada vez más a una guerra con China— va a estar plagada de peligros para el régimen y para el sistema mismo. Todas estas maniobras conllevan la posibilidad de agudizar el conflicto, tanto en las filas de la clase dominante, inclusive en sus instituciones centrales, como entre los fascistas y las masas de personas. Todas estas son oportunidades potenciales para que la gente desafíe fuertemente a este sistema y la miseria que inflige.
Para citar a Bob Avakian: “Ya no es hora de la desmoralización y la desesperanza — ya es hora de la furia justa y la determinación revolucionaria.
Súmense a los revcom (comunistas revolucionarios) en emprender la lucha revolucionaria para derrotar a este régimen fascista como parte de la lucha por una revolución real y un mundo completamente nuevo y mejor.
En nombre de la humanidad, NOS NEGAMOS a aceptar un Estados Unidos fascista.
Un mundo mejor ES posible.
Es necesario abolir y desmantelar el sistema capitalista-imperialista y las instituciones de gobierno existentes en Estados Unidos — y reemplazarlos por un nuevo sistema socialista basado en la CONSTITUCIÓN PARA LA NUEVA REPÚBLICA SOCIALISTA EN AMÉRICA DEL NORTE.
Aspirante a cruzado con planes de guerra santa
Hegseth no solo quiere volver a los tiempos anteriores a la Ilustración — está aún más inspirado por la primera cruzada cristiana… en el siglo 11. Esto ocurrió durante un largo período de la historia europea en el que la Iglesia Católica tenía un poder casi absoluto sobre la sociedad, cuando los “herejes” y las “brujas” eran torturados y quemados vivos de manera rutinaria, y cuando se les mantenía en cintura a los campesinos desesperadamente pobres, enfermos e ignorantes que conformaban la mayoría de la sociedad —y que proveían la inmensa riqueza de la Iglesia y otros poderes— por medio de las enseñanzas de la Biblia y la promesa de un mundo mejor después de la muerte si se sometían a la opresión mientras vivieran. ¡Buenos tiempos!, según Hegseth.
El libro de Hegseth de 2020 American Crusade tiene un capítulo titulado “Make the Crusade Great Again” (Hagamos que la cruzada vuelva a tener grandeza). Con celo religioso, Hegseth captura la “emoción” de un momento en el que el papa Urbano (en Italia) decidió que los cristianos debían librar una guerra con las potencias islámicas por el control de Jerusalén (en Palestina): “El papa, la Iglesia Católica y los cristianos europeos decidieron combatir — y así nacieron las cruzadas”. Y “el papa Urbano II instó a los fieles a combatir contra los musulmanes con su famoso grito de guerra en los labios: ‘Deus vult!’ o ‘¡Dios lo quiere!’”.
Y así se fueron a la batalla, prendiendo siglos de matanza mutua. (En su camino, estos “cruzados” atacaron a asentamientos judíos, matando a miles de inocentes).
Hegseth no solo escribe sobre esto — tiene “Deus Vult!” tatuado en el hombro. (Los tatuajes “Deus Vult!” son muy populares entre los grupos supremacistas blancos. Hegseth niega cualquier conexión con ellos). Y lo que es aún peor, él imagina la guerra contra los “izquierdistas” en Estados Unidos como una cruzada de hoy día. En American Crusade escribe: “Este momento de nuestra historia exige una cruzada estadounidense. Sí, una guerra santa por la justa causa de la libertad humana”.