La llegada de algunos inmigrantes por autobús a la Autoridad Portuaria, ciudad de Nueva York, 19 de agosto de 2022. Foto: Make the Road NY
“EAGLE PASS, Texas — Un niño pequeño ha muerto y un bebé se encuentra en estado crítico tras un trágico cruce fronterizo el lunes. El cuerpo sin vida de un niño de 3 años fue recuperado alrededor de la 1 p.m. del Río Bravo / Grande cerca del Puente Internacional II por agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Un niño de 2 meses de edad también fue recuperado del río. Los paramédicos realizaron medidas para salvar la vida del bebé”. SA4News (San Antonio), 23 de agosto de 2022
“Una niña guatemalteca de 5 años se ahogó cuando las aguas del Río Bravo / Grande, en crecida por la lluvia, la arrancaron de los brazos de su madre mientras intentaban cruzar la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez el lunes por la tarde, dijeron las autoridades mexicanas”. El Paso Times, 23 de agosto de 2022
La muerte de estos pequeños son tan sólo algunos de los amargos frutos de la política migratoria de Estados Unidos, en tan sólo un día de la semana pasada. Sin embargo, ¿cuál ha sido la respuesta del gobierno estadounidense a este horror?
Represión fascista, demagogia de los demócratas... Inhumanidad sistémica
En los últimos meses, más de 170 autobuses procedentes de Texas y Arizona han descargado a miles de inmigrantes solicitantes de asilo en la ciudad de Nueva York y Washington, D.C. Los autobuses están repletos de personas, incluidas familias enteras, que fueron detenidas bajo custodia federal en la frontera de Estados Unidos con México. Sus viajes de más de 3.200 km son “a menudo sin comida, agua, suministros médicos o escalas de descanso”. Al cierre de esta edición, los autobuses siguen llegando a ambas ciudades.
Ha estallado una airada disputa entre Greg Abbott, el gobernador fascista cristiano de Texas, y Eric Adams, el alcalde demócrata de Nueva York, sobre la manera de responder a la avalancha de inmigrantes que intentan llegar a Estados Unidos. Abbott desprecia y desdeña abiertamente a los inmigrantes, dice que el gobierno de Biden no está ejecutando las leyes de Estados Unidos para controlar la frontera y promete seguir reprimiendo. Adams responde que Abbott está utilizando a “personas inocentes como peones políticos para fabricar una crisis”, y postea fotos suyas saludando a los inmigrantes.
Su pleito pone de manifiesto un rasgo que define el actual panorama político agudamente polarizado. El sistema capitalista-imperialista que tanto Abbott como Adams representan no ofrece otra solución que la represión violenta para los millones de personas que buscan una oportunidad de vida digna.
Bob Avakian: ¿Si que este país es tan terrible, por qué gente viene aquí de todo el mundo? (audio en español - mp3)
“El cruce terrestre más mortífero del mundo” — Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas
Las personas que viajan en estos autobuses provienen principalmente de países como Venezuela, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití, pero también de países africanos y asiáticos como Angola, Ghana y Afganistán. Son una pequeña fracción de los millones de inmigrantes desesperanzados que se han esforzado por entrar en Estados Unidos en los últimos años, y una fracción aún más pequeña de los millones de personas que han sido desplazadas de sus hogares en todo el mundo.
Aquellos que consiguen llegar hasta la frontera entre México y Estados Unidos se topan con una represión masiva y multidimensional, impuesta por los gobiernos federales, estatales y de los condados — una represión que ha infligido un sufrimiento incalculable a millones de personas y que se ha intensificado, aparentemente sin fin, durante años. (Vea en los artículos de Revolución de este año aquí, aquí y aquí unas denuncias más completas sobre esta situación). Un estudio reciente de la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas concluyó que la frontera entre México y Estados Unidos es “el cruce terrestre más mortífero del mundo”.
Las autoridades federales han llevado a cabo más de 2 millones de “expulsiones” a México o a los países de origen de los inmigrantes en poco más de dos años — en su mayoría durante la presidencia de Biden. (Estados Unidos “expulsa” a algunas personas —o sea, las envía al otro lado de la frontera sin una audiencia en las cortes— más de una vez). En Texas, bajo la “Operación Estrella Solitaria”, Abbott ha movilizado “una sistemática embestida fascista de represión, militarización, detenciones y encarcelamientos en masa, y negación de derechos básicos reconocidos por el derecho estadounidense e internacional”, y la ha impuesto en la frontera y 160 km tierra adentro. “Estrella Solitaria” ha resultado en “más de 292.700 aprehensiones de migrantes y más de 18.400 arrestos criminales, con más de 15.700 cargos por delitos graves reportados”, según un reciente comunicado de prensa de Abbott.
Bajo Biden, la represión se intensifica
Pero, al contrario de las afirmaciones de fascistas como Abbott de que el gobierno de Biden tiene una política de “fronteras abiertas”, Biden no es “blando” con los inmigrantes. Las deportaciones, las muertes y el sufrimiento a lo largo de la frontera se han intensificado durante los años de Biden. Los ataques a los inmigrantes haitianos son una concentración particularmente brutal del enfoque de Biden.
En febrero de este año, utilizando una disposición del código legal federal implementada por primera vez por Trump que permite a Estados Unidos “expulsar” a los inmigrantes sin ninguna audiencia legal, Biden había “expulsado a casi tantos haitianos en 12 meses como los deportados durante los 20 años anteriores... bajo tres presidentes diferentes...”. El New York Times informó de que en enero de este año, un bebé murió poco después de llegar a Haití en uno de estos “vuelos de deportación”. Luego, en mayo, este tormento pasó a nuevos extremos: la administración Biden “expulsó a casi 4.000 haitianos en 36 vuelos de deportación...”.
Los inmigrantes haitianos que están llegando a la frontera sur están empobrecidos y agotados; tienen pocos o ningún recurso o protección legal; se encuentran en un continente donde pocos de ellos hablan los idiomas o están familiarizados con las culturas; y provienen de una patria en el caos, asolada por la pobreza casi universal, la falta de necesidades básicas como el agua potable y la atención médica, y por el conflicto violento de las pandillas, un país gobernado por gobernantes que muchos de ellos no reconocen como legítimos. Y ahora el gobierno de Biden los está devolviendo en avión al infierno creado por Estados Unidos del que intentaron escapar en primer lugar.
Al igual que un golpeador cobarde y maligno que persigue a las personas vulnerables para sus ataques más despiadados, la ah-tan-“humana” administración Biden está poniendo en la mira a los haitianos que solicitan asilo con ataques particularmente despiadados precisamente por su desesperación.
La llegada de una camionada de solicitantes de asilo en Washington, D.C., proveniente de Arizona. Foto: AP
Rumbo a un enfrentamiento
¿Qué es lo que hace que tantas personas de tantos países recurran a acciones tan desesperadas? Como subrayó Bob Avakian en una reciente entrevista:
El imperialismo está estrechamente relacionado con la “crisis de los refugiados” más amplia: Estados Unidos está apuntalando a regímenes brutalmente represivos y está patrocinando a “escuadrones de la muerte” en su llamado “patio trasero” en América Central; la agroindustria imperialista y los acuerdos comerciales fraguados por Estados Unidos como el TLCAN arruinan la agricultura de subsistencia; invasiones y ocupaciones encabezadas por Estados Unidos, tales como en Afganistán e Irak, han diezmado y desestabilizado sociedades y economías; rivalidad imperialista en Siria y Libia.
Y las raíces en la historia son más profundas. Estados Unidos se fundó —y sus fronteras se forjaron— mediante el genocidio, la esclavitud, la conquista armada y la explotación despiadada. Durante más de un siglo, Estados Unidos ha saqueado, invadido y dominado a países de todo el planeta. Su poder y su posición en el mundo se encuentran hoy en la cima de una red global de “maquiladoras, minas y fincas controladas por empresas— ‘que tiene atrapadas a cientos de millones, y, en última instancia miles de millones de personas, en condiciones marginalmente superiores a las de los esclavos’”, como ha escrito Bob Avakian.
Pero ahora Abbott y otros republi-fascistas afirman que es Estados Unidos el que es objeto de una “invasión” de inmigrantes no armados que llevan todo lo que poseen a su espalda. Ken Cucinelli, un fascista líder y ex funcionario de “Seguridad Nacional” en el régimen de Trump y Pence, dijo que los estados deberían invocar la cláusula de “defensa propia” de la Constitución de Estados Unidos para detener a los inmigrantes, y luego “tomarles las huellas dactilares del pulgar, darles comida y agua, y enviarlos de vuelta”. Un anuncio de la campaña de Blake Masters, candidato al Senado de Estados Unidos por Arizona, dice: “Vamos a acabar con esta invasión”. Estos alardes y amenazas no son “teatro político” ni simple retórica con el fin de azuzar la histeria y el odio fascista contra los inmigrantes.
Estos fascistas están presionando para que se dé un enfrentamiento entre los estados fronterizos encabezados por los fascistas y el gobierno federal encabezado por los demócratas en cuanto a la manera de ejercer y quiénes ejercerán el control de la frontera sur de Estados Unidos, un enfrentamiento que podría llevar a una crisis constitucional. Argumentan que la Constitución de Estados Unidos les otorga a los estados la autoridad para detener a los inmigrantes en la frontera, exclusivamente con la aplicación de la ley estatal. Y muchos de ellos dicen que los estados deberían ejercer esa autoridad, en desafío al gobierno federal, ahora.
La polarización que necesitamos
A primera vista, los enfoques adoptados por fascistas como Abbott y por demócratas como Biden y Adams parecen muy diferentes. Ninguna crueldad está en extremo para Abbott. Ha ofrecido puestos de trabajo en Texas a los agentes de la Patrulla Fronteriza que se enfrentan a la disciplina por haber azotado a inmigrantes haitianos. Mientras tanto, Adams ha esperado en la terminal de autobuses para saludar a los inmigrantes que llegan, diciendo que “Nueva York es una ciudad que siempre ha representado los valores democráticos y los valores de nuestra ciudad, mostrando nuestra compasión y eso es lo que estamos haciendo hoy”... y luego hace poco para estos recién llegados desesperados salvo ¡canalizarlos hacia el sistema municipal ya abrumado de albergues para los sin techo!
Pero tanto el planteamiento fascista como el liberal están envueltos en la mentira mortal de que la vida de los estadounidenses importan más que la vida de personas de otros países. Ambos partidos políticos representan y defienden el sistema explotador del capitalismo-imperialismo que causa e impulsa toda esta miseria, ya sea con el odio directamente racista como en el caso de los fascistas como Abbott, o con revestimiento de falsa simpatía y compasión en el caso de los demócratas. Ni los fascistas abiertos ni los demócratas tienen ninguna solución humana para la catastrófica crisis humana en la frontera. Mientras tanto, los factores que impulsan esta crisis —como la catástrofe ambiental y la sequía en América Central, junto con los horrores gemelos de regímenes represivos y las pandillas urbanas con las que trabajan— están en trayectoria que se empeorarán aún más en los años venideros.
Pero existe otra posibilidad. Como dice Bob Avakian en ALGO TERRIBLE O ALGO VERDADERAMENTE EMANCIPADOR: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución:
la crisis y las divisiones profundas en la sociedad únicamente podrán resolverse por medios radicales, de un tipo u otro — ya sea por medios radicalmente reaccionarios, asesinamente opresivos y destructivos o por medios revolucionarios radicalmente emancipadores.
La revolución significa derrocar el estado capitalista y construir un nuevo estado revolucionario, basado en relaciones de producción radicalmente transformadas. Eso posibilitaría que la gente se pusiera a trabajar para transformar toda la sociedad. Haría avanzar la lucha revolucionaria en contra de la dominación y el dominio del capitalismo-imperialismo, y otras fuerzas opresoras, en todo el mundo. Un elemento clave de esto se concentra en el Artículo II, Sección 3, H, de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian:
La Nueva República Socialista en América del Norte tiene la orientación de darle la bienvenida a los inmigrantes de todo el mundo quienes tengan un deseo sincero de contribuir a las metas y objetivos de esta República, según lo establecido en la presente Constitución y en las leyes y políticas que se establezcan y se promulguen en conformidad con la presente Constitución.
Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto)
De la autoría de Bob Avakian, y adoptada por el Comité Central del PCR, Estados Unidos
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