Al cierre de esta edición de esta semana de Revolución, parece muy posible que alguna combinación de potencias e instituciones imperialistas —Canadá, Estados Unidos y/o la ONU— van a invadir a Haití. Semejante maniobra ocurriría a invitación y en apoyo del totalmente ilegítimo “primer ministro” de Haití, Ariel Henry, nunca elegido y ampliamente despreciado1.
Henry, en una carta firmada conjuntamente con 18 altos funcionarios de su administración, solicitó el 7 de octubre una intervención militar extranjera. Según la Associated Press, la carta solicitó la ayuda de tropas internacionales, “‘el despliegue inmediato de una fuerza armada especializada, con cantidades suficientes de elementos’, para detener la crisis a nivel nacional causada en parte por las acciones delictivas de pandillas armadas”.
Que quede claro: una crisis urgente y muy real atenaza a Haití en este momento. (Más información sobre esta crisis en adelante.) Pero cualquier intervención a manos de las potencias imperialistas sólo podría tener por objeto continuar su dominación sobre Haití. Y esa misma dominación es lo que ha infligido un infierno —durante décadas y siglos— al pueblo haitiano vez tras vez y ha producido la situación intolerable actual.
Si bien aún están en formación la respuesta exacta de las potencias centrales a esta crisis y la configuración de sus operaciones militares, el rumbo de los acontecimientos claramente está encaminado hacia acudir en ayuda de Henry de una forma u otra. Esto bien podría incluir choques armados con las pandillas en los densamente poblados cinturones de miseria de la ciudad capital, Puerto Príncipe, así como con las masas que ahora están protestando contra el régimen de Henry y/o aquellos que se tomen las calles en oposición a cualquier intervención extranjera. Al 16 de octubre, Estados Unidos ha dicho que apoyaría una intervención en una capacidad logística si la ONU la aprobara (aunque ha descartado, por lo menos por ahora, mandar a tropas de combate).
El 10 de octubre, el secretario general de la ONU Antonio Guterres envió una carta2 al Consejo de Seguridad de la ONU (el organismo que toma decisiones sobre el despliegue de las fuerzas armadas de la ONU) que dice en esencia que, o estados miembros de la ONU (como Estados Unidos y Canadá) deben mandar fuerzas a Haití o si no, la ONU debe mandarlas como organización. El 15 de octubre, vehículos blindados y otra ayuda militar de Canadá y Estados Unidos arribaron a Haití para el uso de la Policía Nacional Haitiana (PNH). Y ese mismo día, Estados Unidos “redactó el borrador de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que apoyaría el despliegue inmediato de una fuerza de acción rápida a Haití”.
Aún si semejante intervención sirviera en muy corto plazo para aliviar tantito el sufrimiento intolerable de las masas, la historia nos ha enseñado una y otra vez que no tardará en llevar a un sufrimiento aún peor. (Vea el recuadro “Un breve examen de las intervenciones militares imperialistas en Haití”.)
Lo que hace falta en Haití es una revolución cabal, una revolución comunista basada en la nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian. Y la tarea más urgente de todos aquellos que tengan el corazón partido y la furia ardiente por los tormentos interminables los que el imperialismo ha infligido al pueblo de Haití es explorar, popularizar y aplicar esta ciencia revolucionaria a la tarea de arrancar de raíz el sistema opresivo en Haití, en estrecha conexión con la lucha para hacer lo mismo por todo el mundo.
La crisis ante las masas
La situación en Haití, en particular en Puerto Príncipe, es extremadamente grave. En primer lugar, el país nunca se recuperó del terremoto devastador en 2010 que mató a cientos de miles de personas y dejó sin techo a muchas más3. Desde ese entonces una serie de terremotos, huracanes, inundaciones y sequías han dañado aún más la agricultura de subsistencia y la economía industrial débil de Haití. Casi el 24 por ciento del ingreso nacional de Haití proviene de las “remesas” (dinero enviado a casa por haitianos que viven en el extranjero). Hace diez años estaba en un 12 por ciento. Esto es una señal del desmoronamiento de la economía haitiana.
Al intensificarse la crisis económica, el gobierno ampliamente despreciado anunció la eliminación de subsidios de combustible, por lo que se disparó el precio del combustible — y de alimentos y otras necesidades que se transportan en camiones. Estallaron manifestaciones masivas que exigían la renuncia de Henry; la PNH atacó a los manifestantes, muchos de los cuales fueron golpeados o hasta asesinados.
A medida que el gobierno venía perdiendo legitimidad así como la capacidad de mantener una sociedad funcional, empezó a abrirse un vacío de poder. Se metieron de volada las grandes pandillas, que ya controlaban Ciudad del Sol y otros enormes cinturones de miseria en Puerto Príncipe. En septiembre, una de estas pandillas (“G9 Familia y Aliados”, bajo la batuta del ex sargento de la PNH Jimmy “Barbecue” [Parrillada] Chérizier) bloqueó el puerto lo que impidió por completo la entrega de envíos de combustible.
Todo esto ha intensificado mucho la crisis, tanto política como económica. Según la ONU, 4.7 millones de haitianos ahora enfrentan “hambre aguda … entre ellos 19.000 en condiciones catastróficas de hambruna”, lo que significa que están en peligro inminente de morir de inanición. Todo estos 19.000 se encuentran en el barrio marginal de Ciudad del Sol, pero la hambruna se ha extendido hasta las regiones agrícolas rurales. También el cólera empieza a propagarse.
Chérizier adopta la pose de un líder político legítimo que lucha por las masas — se ha unido a la demanda de que Henry renuncie, y se ha propuesto su propio plan para reorganizar la estructura política de la nación. También ha exigido posiciones en el gabinete para su pandilla dentro del gobierno reaccionario haitiano.
Algunos izquierdistas haitianos se han tragado la pose de Chérizier y lo ensalzan como héroe revolucionario. Pero, aparte de los múltiples reportes creíbles de que G9 (como otras pandillas) utiliza la violación tumultuaria, el asesinato e incendios premeditados como armas de terror para consolidar su control de diferentes zonas de los barrios marginales, ¿qué tipo de “revolucionario” utiliza el hambre de las masas como palanca para conseguir un cargo en el gabinete de un gobierno opresivo?
Así que esta es la crisis que las masas enfrentan: hambruna, enfermedad, represión policial y terror pandillero, lo que tiene a millones de personas en el mero margen de lo que aguante el ser humano … y más allá.
La crisis ante los imperialistas y sus funcionarios haitianos
El bloqueo del puerto ha intensificado gravemente la crisis que el imperialismo enfrenta en Haití. Desde la caída (en 1986) de la dictadura pro estadounidense de los Duvalier —que ejercía un control terrorista sobre el país entero—, Estados Unidos no ha podido instalar un gobierno que cooperara con Estados Unidos a su gusto y también mantuviera relativamente estable a Haití. Los presidentes más recientes han carecido casi por completo de toda credibilidad entre las masas de personas, en gran parte porque éstas los ven como agentes y utilerías de Estados Unidos4.
Ahora el estado todo deshilachado está perdiendo apoyo por completo, y las fuerzas armadas del estado son abrumadas por las armas de las pandillas que controlan mucho territorio en la capital y son capaces de estrangular la economía nacional.
Este nivel de crisis económica muy probablemente resultará en altos niveles de migración de haitianos a Estados Unidos, a la cual temen y se oponen fuertemente ambos sectores de la clase dominante estadounidense (los republi-fascistas y los demócratas). Es más, semejante nivel de desorden en un país en el “patio trasero” de Estados Unidos crea oportunidades para los rivales imperialistas mundiales de Estados Unidos —en particular China y Rusia— para tratar de pescar en río revuelto y cobrar influencia de alguna que otra forma5.
Los gobernantes de Estados Unidos no se preocupan por las masas de personas en Haití (ni en ninguna otra parte) excepto en el sentido de que el sufrimiento de las masas pueda causar inestabilidad política u otros “problemas” para su imperio.
Pero la crisis actual en Haití sí representa mucho peligro para los “intereses” imperialistas estadounidenses. Son esos intereses los que ahora maniobra para proteger — de ser necesario, con el derramamiento de aún más sangre haitiano e infligir aún más sufrimiento.
Un breve examen de las intervenciones militares imperialistas en Haití
Estados Unidos y sus aliados han intervenido militarmente en Haití cinco veces desde 1915 — siempre al lado de los intereses de “estabilidad”, el “estado de derecho” y, por supuesto, ¡“para proteger al pueblo haitiano”! En realidad, todas estas intervenciones tenían el objetivo de imponer la dominación del imperialismo sobre Haití, y cada una ha hundido a las masas de personas en Haití en un sufrimiento cada vez más hondo.
- En septiembre de 1915, Estados Unidos invadió a Haití y lo ocupó hasta 1934. Aproximadamente 15.000 haitianos fueron asesinados por resistirse a la ocupación.
- En octubre de 1957, tras una década de inestabilidad, François Duvalier (conocido como “Papa Doc”) ascendió a la presidencia de Haití. Estableció un reino de terror absoluto, impuesto por la fuerza paramilitar los Ton Tons Macoute. Cualquier persona a la que se sospechara de disentir aunque a susurros o que simplemente estorbara los objetivos del régimen podría ser acechado, torturado, encarcelado de por vida en la mazmorra del régimen en el Fuerte Dimanche o toda su familia podría ser asesinada. El régimen mató a aproximadamente 50.000 personas, según estimaciones. Estados Unidos respaldó a Duvalier, especialmente después de la Revolución Cubana en 1959, por su violento anticomunismo y porque Haití bajo Duvalier era un “ambiente estable” para la explotación estadounidense de los obreros haitianos empobrecidos.
- Cuando Papa Doc murió en abril de 1971, lo remplazó su hijo Jean-Claude — “Baby Doc”— que continuó el terror y cooperó con Estados Unidos para aumentar las posibilidades de explotación capitalista-imperialista del pueblo. Cuando por fin su régimen odiado fue derrocado en 1986, Estados Unidos rescató a este monstruo. Un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos llevó a él y su familia a un asilo seguro en Francia.
- En septiembre de 1991, bajo la administración de George H.W. Bush, “la CIA colaboró con las fuerzas militares locales para llevar a cabo un golpe de estado sangriento” contra el gobierno electo del presidente Jean-Bertrand Aristide que, al parecer de Bush, no convenía a los intereses estadounidenses. Bajo el nuevo régimen militar del general Cédras, se soltó un reino de terror que mató a miles de simpatizantes de Aristide, especialmente en barrios marginales como Ciudad del Sol que eran su base de apoyo.
- En septiembre de 1994, el presidente Clinton (elegido en 1992), criticó el golpe de estado de Bush contra Aristide; Clinton pensaba que se podría convencer a Aristide a convertirse en un activo estadounidense. Clinton mandó a una armada naval y 25.000 tropas para regresar Aristide a Haití y obligar al general Cédras celebrar elecciones libres. Sin embargo, antes de darle este “regalo” a Haití, hicieron negociaciones con objeto de obligar a Aristide a actuar de acuerdo con los intereses estadounidenses. Básicamente Clinton creía que un Aristide “amansado” tendría más valor para Estados Unidos que un Cédras despreciado.
- Al regresar a Haití, Aristide triunfó en las elecciones presidenciales de manera arrolladora; pero si bien en lo principal aceptaba la dominación imperialista, sobre ciertas cosas opuso resistencia. Por ejemplo, insistía en mantener relaciones amistosas con el vecino Cuba (al cual Estados Unidos trataba de aislar) y presionaba por un aumento del salario mínimo para los haitianos que estaban brutalmente explotados en las fábricas, en su mayoría de propiedad extranjera. También indignó a Francia al exigir que devolviera $21 miles de millones de dólares que había extraído a Haití en el siglo 19 como recompensa por los esclavos, propiedad de franceses, a los cuales los liberó la Revolución Haitiana. Como después reconociera el embajador francés, esto era una de las razones por las que Estados Unidos y Francia colaboraron en otro golpe de estado contra Aristide, en febrero de 2004. En el punto álgido del golpe de estado, Estados Unidos secuestró a Aristide, lo metió en un avión y lo llevó a la República Africana Central.
- En junio de 2004, pocos meses después, una fuerza de la ONU conocida como la MINUSTAH ocupó a Haití para “estabilizar” la situación creada por el golpe de estado respaldado por Estados Unidos y Francia. La ocupación por la MINUSTAH duró 13 años, hasta octubre de 2017. No era tanto “una fuerza de protección en alianza con el pueblo haitiano sino una intervención extranjera caracterizada por su insensible indiferencia hacia la población local”. Tropas de la MINUSTAH eran notorias por su brutalidad, y en particular por su abuso sexual de niños y mujeres. Además por prácticas temerarias (aunque sin intención) introdujeron el cólera en los ríos de Haití, lo que propagó una epidemia que enfermó a 820.000 haitianos y mató a casi 10.000.