El anuncio de que el presidente Biden viajaría a Israel1 y luego a Arabia Saudita en julio y tal vez se reúna con el gobernante de facto del Reino de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán (MBS), ha suscitado conmoción e indignación entre los progresistas, defensores de los derechos humanos, periodistas y otros.
En 2018, bajo la dirección de MBS, Arabia Saudita llevó a cabo el macabro asesinato y desmembramiento del periodista saudita Jamal Khashoggi, un destacado crítico a la familia real gobernante. Khashoggi vivía en Estados Unidos y escribía para el Washington Post. Su asesinato generó una justa indignación mundial entre los periodistas y un amplio abanico de personas amantes de la justicia. (Para ver más información sobre el asesinato de Khashoggi, véase “Algunos puntos básicos de orientación sobre el asesinato de Jamal Khashoggi y los crecientes peligros a nivel internacional”, revcom.us, 29 de octubre de 2018).
Mientras hacía campaña para la presidencia el año después del asesinato de Khashoggi, Biden alardeó que iba a ponerse duro con MBS y Arabia Saudita “convirtiéndolos, de hecho, en el paria que son” y declaró que hay “muy poco valor social redentor en el actual gobierno de Arabia Saudita.” Tras ser elegido, Biden impuso algunas sanciones menores a Arabia Saudita y autorizó la publicación de un informe de la CIA que le echaba la culpa a MBS por el asesinato de Khashoggi.
Pero ahora Biden se encamina a Arabia Saudita, donde es probable que se reúna o interactúe con MBS.
Un artículo del New York Times señala: “Activistas de derechos humanos, figuras de los medios de comunicación y hasta algunos de los colegas demócratas de Biden denunciaron la idea de que un presidente estrechara la mano de un líder saudita que se dice que dio la orden de asesinar y desmembrar de Jamal Khashoggi”.
Lo que MBS dio la orden de hacerle a Jamal Khashoggi fue un ultraje y un crimen. Pero aquellos que se escandalizan de que un presidente estadounidense le estreche la mano a un líder saudita con las manos manchadas de sangre deben hacer frente a algunas cuestiones básicas sobre la banda más grande, más despiadada y más asesina de criminales en el mundo: los imperialistas estadounidenses.
Hacer frente a la realidad: ¿Quién ha respaldado, armado y dominado en general a Arabia Saudita desde su formación?
En primer lugar, ¿quién se cree que fuera crucial en la formación de Arabia Saudita hace 90 años? 2¿Quién ha sido crucial para el funcionamiento, la seguridad y la influencia de Arabia Saudita en las décadas posteriores y, en un sentido general, quién ha llevado la voz cantante, tanto con los demócratas como con los republicanos? Es Estados Unidos.
En segundo lugar, ¿quién se cree que tiene más sangre en las manos: MBS y Arabia Saudita? ¿O Estados Unidos y sus gobernantes?
Sí, la visita de Biden, como dijo un disidente saudita, es “el equivalente a un indulto presidencial para el asesinato, y MBS lo percibiría como la licencia emitida por Biden para matar a más Khashoggi”3. Pero este no es el primer caso de un visto bueno de Estados Unidos para los crímenes sauditas, y para nada es el peor caso.
Hablando de una licencia para el asesinato en masa, la gente tiene que hacer frente a lo que Estados Unidos ha hecho y está haciendo en Yemen: cómo, a partir de Obama en 2015, Estados Unidos ha respaldado la guerra saudita en Yemen, hasta ha entrenado a los pilotos sauditas y ha guiado sus cazas de combate en sus campañas de bombardeo. La guerra aérea respaldada por Estados Unidos ha matado directamente a unos 15.000 civiles en Yemen. En general, la guerra saudita ha contribuido a la muerte de más de 400.000 personas, ha llevado a millones de personas —incluidos niños— al borde de la hambruna y ha creado una de las peores crisis humanitarias en el mundo. Todos estos son masivos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, llevados a cabo por Arabia Saudita y sus patrocinadores estadounidenses. (Véase el recuadro.)
Se trata de un imperio imperialista y de la dominación global — no simplemente del gas barato
Biden no se encamina a Arabia Saudita (¡y a Israel!) simple o ni siquiera principalmente (o en absoluto) para tratar de “reducir los precios de gas”. Se encamina a Arabia Saudita porque es el jefe de una potencia imperialista mundial que lucha por mantener su dominio. Como Bob Avakian recalca:
Imperialismo quiere decir enormes monopolios e instituciones financieras que controlan las economías y sistemas políticos —y la vida de la gente— no solamente en un país sino en todo el mundo. Imperialismo quiere decir explotadores parasíticos que oprimen a centenares de millones de personas, condenándolas a incalculable miseria; financistas parasíticos capaces de hacer pasar hambre a millones simplemente presionando una tecla de una computadora y trasladando de esa manera grandes cantidades de riqueza de un lugar a otro. Imperialismo quiere decir guerra —guerra para suprimir la resistencia y rebelión de los oprimidos, y guerra entre los estados imperialistas rivales—, quiere decir la capacidad de líderes de estos estados de condenar a la humanidad a increíble devastación, quizás hasta la aniquilación total al oprimir un botón. (de Lo BAsico 1.6)
Ese sistema global de explotación y opresión exige “aliados”, en realidad regímenes clientes, como Arabia Saudita. Regímenes que son tiranías violentas que suprimen despiadadamente a las masas de “su” población, especialmente a las mujeres, como es el caso de Arabia Saudita. El pasado mes de marzo, Arabia Saudita ejecutó a 81 personas en un solo día, inclusive, según Amnistía Internacional, a algunas personas condenadas de cargos como “perturbar el tejido social y la cohesión nacional” y “participar en paros y protestas e incitarlos”4.
En algunas ocasiones quizá los gobernantes estadounidenses intenten distanciarse de las salvajadas que llevan a cabo estos regímenes. Pero en realidad, estos regímenes no son “problemas” o “vergüenzas” para Estados Unidos, sino que son pilares clave del imperio imperialista estadounidense.
En el caso de Arabia Saudita, sus inmensas reservas de petróleo han proporcionado energía barata y palancas estratégicas aún más cruciales para los gobernantes estadounidenses (y, por supuesto, esto ha ayudado a impulsar la emergencia climática mundial). El reino saudita ha sido una fuerza estabilizadora en los mercados financieros capitalista-imperialistas globales. Su ubicación ha sido un elemento para los movimientos militares y la dominación política del Medio Oriente por parte de Estados Unidos. Arabia Saudita ha sido un socio voluntarioso de Estados Unidos en una guerra tras otra: en Afganistán en la década de 1980, en Irak en las décadas de 1990 y 2000, en Siria en 2015, y más.
Durante la venidera visita, Biden discutirá, según se informa, los principales desafíos a la dominación de Estados Unidos en el Medio Oriente, incluida la República Islámica de Irán, y el fortalecimiento de los lazos entre Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Israel.
Todo ello está al servicio de los intereses de una potencia imperialista. Y como Bob Avakian ha escrito sobre esta potencia imperialista:
Estados Unidos ostenta con mucho el récord de invasiones, golpes de estado y otras injerencias violentas en otros países. Al día de hoy, ha seguido siendo responsable de atrocidades —por ejemplo, en Yemen— que son muchísimo peores que lo que Rusia ha hecho en Ucrania5.
¿Dónde está la indignación, las condenas y la oposición decidida que se necesitan urgentemente contra eso?
¿Sorprendido por el viaje de Biden a Arabia Saudita?
¡No has estado prestando atención a sus mentiras sobre YEMEN!
La promesa de campaña de Biden de tratar a Arabia Saudita como un “paria” no fue su única mentira. En su primer discurso sobre política exterior como presidente, Biden prometió que Estados Unidos iba a intensificar sus esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra de Arabia Saudita en Yemen, y que Estados Unidos estaba “poniendo fin a todo el apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra en Yemen, incluidas las ventas de armas relevantes”.
Estados Unidos ha estado respaldando a los sauditas desde que lanzaron esta guerra de agresión en 2015. Y Estados Unidos ha continuado con ese apoyo incluso después de que la guerra creara la peor crisis humanitaria en el mundo — con la muerte de unas 400.000 personas, ya sea directamente en combate o debido a la hambruna y las enfermedades causadas por la guerra. El setenta por ciento de estas muertes son, según se informa, niños menores de cinco años, y los aviones, las bombas de entrenamiento y las fuerzas navales de Estados Unidos han contribuido directamente a la matanza.
Así que si Biden realmente estuviera poniendo fin a todo el apoyo militar de Estados Unidos a los sauditas, eso sería un gran cambio.
Pero no lo hizo. Incluso el centro de investigaciones pro Partido Demócrata, Brookings Institute, comentó: “La afirmación de Biden de que Estados Unidos iba a terminar el apoyo a las operaciones ofensivas es una mentira”.
Y, como ha analizado revcom.us: “Biden no dijo nada, ni mucho menos llamó, a que se levante inmediatamente el bloqueo saudita respaldado por Estados Unidos, que está literalmente matando de hambre a enormes cantidades de personas en Yemen al impedir la entrada de alimentos esenciales, combustible y medicamentos o al hacer estas necesidades prohibitivamente caras. Y, si bien esto se mantiene casi completamente en secreto, la propia marina de Estados Unidos en sí, y no solo los sauditas, está desempeñando un papel en imponer el bloqueo”.
Ahora, dos nuevos informes —“Saudi-led airstrikes in Yemen have been called war crimes. Many relied on U.S. support” [Se ha calificado de crímenes de guerra a los ataques aéreos al mando de Arabia Saudita en Yemen. Muchos confiaron en el apoyo de Estados Unidos] en el Washington Post (4 de junio de 2022) y “U.S. Fails to Assess Civilian Deaths in Yemen War, Internal Report Says” [Estados Unidos no evalúa muertes de civiles en guerra en Yemen, según informe interno] en el New York Times (7 y 15 de junio de 2022)— han aportado más pruebas que demuestran que Biden estaba mintiendo, así como el alcance de la inmensa y criminal facilitación estadounidense de la guerra genocida de Arabia Saudita contra Yemen.
El New York Times informa: “El presidente Biden dijo en 2021 que Estados Unidos iba a poner fin a su apoyo, pero su administración ha seguido vendiéndole armas”.
Según la investigación del Washington Post:
El gobierno de Biden anunció en 2021 un fin al apoyo militar estadounidense para las “operaciones ofensivas” llevadas a cabo por la coalición liderada por Arabia Saudita contra los rebeldes hutíes en Yemen y suspendió algunas ventas de municiones. Pero han continuado los contratos de mantenimiento ejecutados por tanto las fuerzas armadas de Estados Unidos como por empresas estadounidenses para los escuadrones de la coalición que llevan a cabo misiones ofensivas.
Y:
Mientras la atención mundial se centraba en la invasión rusa a Ucrania a principios de este año, la coalición liderada por Arabia Saudita llevó a cabo más de 150 ataques aéreos contra objetivos civiles en Yemen, entre ellos casas, hospitales y torres de comunicaciones, según el Yemen Data Project.
Según el New York Times: “el Pentágono gestionó 54.600 millones de dólares de ayuda militar a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos entre 2015 y 2021....”
Entre otros hallazgos de las investigaciones del Washington Post y del New York Times figuran:
- “Estados Unidos apoyó a la mayoría de los escuadrones de las fuerzas aéreas que participaron en la campaña aérea de la coalición saudita, que duró años... con la revelación de que una parte sustancial de las incursiones aéreas fueron llevadas a cabo por cazas de combate desarrollados, mantenidos y vendidos por empresas estadounidenses, y por pilotos que fueron entrenados por las fuerzas armadas de Estados Unidos.... [y] la mayoría de los escuadrones de cazas de combate en la campaña”.
- Cientos de miles de personas han muerto a causa de los combates o de sus consecuencias indirectas, como el hambre, según las Naciones Unidas. Tan sólo la devastadora campaña aérea —llevada a cabo por una coalición liderada por Arabia Saudita— ha matado a casi 15.000 civiles, según las estimaciones conservadoras del Proyecto de Datos de Sucesos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED), que vigila las zonas de guerra en todo el mundo.
- “Mientras que los bombardeos de Rusia contra un hospital de maternidad y otros objetivos civiles en Ucrania han suscitado una amplia indignación pública como crímenes de guerra, se han producido miles de ataques similares contra civiles yemeníes. Los bombardeos indiscriminados se han convertido en un sello distintivo de la guerra de Yemen....”
- “Hace poco, se ha descubierto que el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa no han evaluado las víctimas civiles causadas por la coalición liderada por Arabia Saudita en la guerra y el uso de armas estadounidenses en las matanzas, según un informe interno del gobierno”.