Durante más de un año, Estados Unidos ha estado librando una campaña de presiones en toda la chancha (diplomática, económica, política y militar) para recuperar su influencia perdida en el continente africano. En la última entrega, la vicepresidenta Kamala Harris visitó recientemente tres importantes naciones africanas: Ghana, Zambia y Tanzania. Un podcast del New York Times lo describió como una “ofensiva de encanto” estadounidense.
Durante gran parte de esto, Harris actuó como si fuera una mujer negra común y corriente, orgullosa y emocionada de visitar su patria ancestral, difundiendo buenas vibras y buena voluntad. Contó historias sobre su viaje de infancia a Zambia para visitar a su abuelo. Les dijo efusiva a los jóvenes artistas que “el trabajo creativo que está ocurriendo en este continente, representado por el trabajo que está ocurriendo en Ghana, es extraordinario”. Harris publicó su lista de Spotify de su música africana favorita.
Pero desperdigadas entre estas cosas hubo advertencias solemnes sobre la China “depredadora”, y promesas de ayuda, becas e inversiones para atraer a los gobernantes y habitantes de África a ver que Estados Unidos es su “verdadero amigo” con el que deberían aliarse.
Porque, de hecho, Kamala Harris no es una mujer negra común y corriente, ni es una especie de “emisario” de la diáspora negra.
Al contrario, Harris es una dirigente de alto rango y leal representante de un imperio cuyas mismas raíces se nutrieron de la sangre y el sudor de millones de africanos secuestrados y esclavizados, y que desde ese entonces ha explotado, degradado, encarcelado y asesinado a los negros a una escala en masa.
Harris es un emisario, sí, de un imperio que en el siglo 20, estuvo inmerso hasta el cogote en el saqueo de personas y recursos africanos, y la supresión violenta de cualquiera que se resistiera a esto. Ella habla por el imperialismo estadounidense, que conspiró para asesinar o derrocar a líderes africanos progresistas como Patrice Lumumba (en lo que ahora es la República Democrática del Congo) y a Kwame Nkrumah en Ghana. Un imperio que respaldó al despiadado régimen de apartheid en Sudáfrica por décadas. Y que respaldó a grupos contrarrevolucionarios verdaderamente monstruosos como RENAMO en Mozambique y UNITA en Angola, lo que dejó decenas o hasta cientos de miles de civiles muertos o lisiados a su paso.
Todo esto fue parte de la lucha mundial de los imperialistas estadounidenses con su principal rival de ese entonces, la imperialista Unión Soviética (ahora Rusia), así como para aplastar a los auténticos movimientos hacia la liberación. Todo esto, junto con las atrocidades de las demás potencias coloniales occidentales que conquistaron, gobernaron y saquearon al continente durante siglos —Francia, Gran Bretaña, Alemania y Portugal— exprimieron un costo casi inimaginable en sufrimiento y muerte, y perjudicaron profundamente la tierra, la gente y las sociedades de maneras fundamentales.
Y en este momento, una vez más, el imperialismo estadounidense está metido en una gran lucha por la dominación mundial con su rival emergente, China1, así como con su enemigo de vieja data, Rusia2, con un gran potencial de estallar en una guerra mundial.
Y África se ve cada vez más como un escenario crucial de esta contienda.
Después de la invasión rusa de Ucrania (que rápidamente se convirtió en una guerra de sustitutos entre Estados Unidos-la OTAN contra Rusia por Ucrania), la Asamblea General de la ONU votó sobre una resolución para condenar a Rusia. Estados Unidos esperaba un apoyo abrumador, ¡pero la mitad de los países africanos se abstuvieron o no votaron!
Un despertar duro y…
Este fue un duro despertar para el imperialismo estadounidense. Aunque era bien sabido (y preocupante para los gobernantes estadounidenses) que China había estado invirtiendo fuertemente y acumulando influencia política en África durante varias décadas, los gobernantes de Estados Unidos de repente se dieron cuenta que, en gran medida, ¡habían “perdido control” de todo un continente!
Económicamente, China es ahora el mayor socio comercial de África, por un monto de $ 254 mil millones de dólares en 2021, cuatro veces más que Estados Unidos. China también ha estado invirtiendo masivamente en infraestructura (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, represas, puertos) en toda África. Estos proyectos se construyen con préstamos de China, que, por supuesto los países africanos tienen pagar con el tiempo, lo que los convierte en “buenas inversiones” para el capitalismo chino. Y también facilitan una mayor explotación de las personas y los recursos en estos países, especialmente en las regiones rurales del interior.
Pero más allá de eso, acumulan “capital” político, atando a los gobiernos más estrechamente a China y creando sentimiento favorable entre sectores de la población. Y esto es aún más potente debido a la larga historia de colonialismo e imperialismo occidentales que asuela a África, que aún deja un sabor muy amargo en la boca de millones de personas.
Además, China ha invertido mucho en la extracción de la vasta riqueza mineral de África. Según el Brookings Institute, la República Democrática del Congo (RDC) por sí sola tiene 24 mil millones de dólares en recursos minerales sin explotar. En particular, la RDC tiene la mayoría de los depósitos del mundo de una serie de metales como el cobalto y el litio. Se estima que la RDC tiene el 70% de los depósitos conocidos de cobalto. Quince de las 19 principales empresas mineras de cobalto son de dueños chinos, y China procesa alrededor del 80% del cobalto del mundo.
El cobalto es crucial para las baterías modernas, tanto para los teléfonos celulares como para los automóviles eléctricos, que es una importante “industria de crecimiento” que promete enormes niveles de ganancias. Quienquiera que controle el cobalto puede abaratar el costo de los autos que produce, brindándole mayores ganancias y una gran ventaja competitiva sobre sus rivales. Incluso podrían cortar el suministro de cobalto, lo que afectaría gravemente a las industrias de otros países.
Pero el cobalto también es crucial para la producción militar. Se usa para “aleaciones resistentes a la temperatura para motores a reacción, en imanes, que se usan para cosas como tecnología furtiva y guerra electrónica, y aleaciones que se usan en municiones”3.
Así que todo este panorama de la creciente influencia política china y el control chino sobre insumos económicos y militares vitales, junto con la actividad militar rusa y el desmoronamiento de Francia (un aliado cercano de Estados Unidos) en partes de África, han hecho sonar las alarmas en la clase dominante de Estados Unidos. Un general del ejército estadounidense a cargo de las fuerzas clave que operan en África dijo en octubre 2022:
A medida que el ejército vuelve a enfocarse en China, nuestro desafío de ritmo, así como en la grave amenaza que representa Rusia, es importante reconocer que ambos países están compitiendo activamente en África... China y Rusia entienden muy bien la importancia estratégica de África. Buscan influir en los acontecimientos del continente a su favor mediante la influencia política, la desinformación, el apalancamiento económico y la actividad militar maligna.
Presiones en toda la cancha: diplomática, económica, política y militar
En respuesta, los gobernantes de Estados Unidos han desatado presiones en toda la cancha para socavar la influencia de China en África4. Desde noviembre de 2021, el secretario de Estado Antony Blinken ha realizado al menos tres viajes a África, a ocho países. Y tan solo en los últimos pocos meses, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, la Dra. Jill Biden, la Embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, y Kamala Harris fueron a un total de 11 países africanos. También se espera que el presidente Biden vaya a África este año. Y en diciembre de 2022, Estados Unidos celebró una conferencia en Washington con representantes de 50 países africanos.
Además de estos esfuerzos “diplomáticos”, se han llevado a cabo campañas al estilo de la CIA en países clave. Por ejemplo, el New York Times reportó en noviembre 2021 que, más o menos de la nada, “los funcionarios congoleños están llevando a cabo una revisión amplia de los contratos mineros anteriores, trabajo que están haciendo con la ayuda financiera del gobierno estadounidense”. [énfasis añadido.] También “surgieron” acusaciones de que la empresa china, China Molybdenum, no estaba pagando todas las regalías que le debía al gobierno de la República Democrática del Congo. Esto dio lugar a amenazas de expulsar a la empresa china de la RDC. Pero al final, la RDC y China renegociaron su acuerdo original y renovaron las operaciones chinas. Ahora, Estados Unidos está tratando de establecer una empresa de procesamiento de cobalto en Zambia (que limita con la RDC y está más cerca a Estados Unidos) para que al menos parte del cobalto de la RDC esté a su “alcance”.
Además de eso, tenemos las operaciones militares. En octubre de 2022 DefenseNews.com informó que “La 2.ª Brigada de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad [SFAB] del Ejército de Estados Unidos está entrenando a militares en toda África para alejar con señuelos a los países de la influencia china y rusa en el continente”, y que “ha recurrido en gran medida a la competencia de gran potencia a medida que refuerza vínculos militares de Estados Unidos en África... El ejército espera que la segunda SFAB pueda ayudar en última instancia a integrar a los socios africanos con las fuerzas de la OTAN”. NOTA: “integrar con la OTAN” significa hacer que los militares africanos formen parte de la alianza militar de la OTAN, aunque no se convierten formalmente en miembros de la OTAN. Y DefenseNews.com también dice que “la brigada ha realizado actividades en más de 15 países a lo largo del continente con una presencia regular en 11 de ellos” y que esto incluye ayudar a “las fuerzas ghanesas a suspender una operación minera china ilegal”. Así que, con el mundo en un delicado estado de alerta, ¡las tropas estadounidenses en África están “habilitando” ataques militares contra ciudadanos chinos!
La “lógica” de la “inclusión” versus la necesidad de una revolución real
La lógica de la política de identidad, la “inclusión”, etc. es que, si más mujeres y personas de color estuvieran en posiciones de poder, pues las necesidades de los oprimidos recibirían un trato más justo. En esa visión de fantasía, la elección de Harris como vicepresidenta fue un enorme avance.
¿Pero cuál es la realidad del rol que ella (u otras figuras “inclusivas” semejantes) desempeñan? Como se vio en este viaje a África (así como en su rol en la política migratoria), personas como estas sirven de fachada y tapadera almibarada de los crímenes más grotescos del sistema imperialista, particularmente debido a su capacidad de embaucar a los propios oprimidos. Y en este caso, se trata de intentar alinear a las personas del lado de los mayores opresores para combatir en una guerra que podría acabar con el mundo contra sus opresores rivales. ¡Gracias Kamala!
La auténtica liberación requiere muchas cosas (ver revcom.us y El Show RNL). Pero una precondición imprescindible es que la gente reconozca que es el sistema del capitalismo-imperialismo —y no la raza/género/antecedentes, etc., de cualquiera o todos los líderes de ese sistema— el que es responsable del inmenso, creciente e inconmensurable sufrimiento en el mundo. Y que derrocar a ese sistema, y no “trabajar dentro de él para mejorarlo”, tiene que ser el objetivo de todos aquellos que tengan una pizca de decencia.