
Manifestante frente a la Corte Suprema, 7 de diciembre de 2022. Manta: "La Corte Suprema de los Estados Unidos es ilegítima". Foto: AP
El 29 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos, dominada por los fascistas cristianos, dictaminó el fin de las políticas de acción afirmativa para ingreso en la Universidad de Harvard y la Universidad de Carolina del Norte (UNC). Con este fallo, la Corte Suprema acaba de dar un gran “que se jodan, quédense donde están” a los negros, así como a todos los sectores de esta sociedad que sufren la discriminación sistemática.
Sin embargo, demasiadas personas que deberían tener mejor juicio actúan como si esto no fuera gran cosa o algo sobre que se puede simplemente “encontrar otra manera”. ¡Abran los ojos!
Un resultado inmediato de este fallo es que menos negros y otros oprimidos serán admitidos en las universidades, especialmente en las más “selectivas”. Esto tendrá un efecto amplio, disminuyendo en general la ya miserablemente pequeña proporción de negros en las profesiones y la cultura y la política.
Pero el significado completo de este revés es mucho mayor incluso que eso. Es un salto que les despoja a los negros y a otros incluso de la pretensión de esfuerzos para superar siglos de opresión y terror raciales. Es un indicio de la fuerza dominante de un movimiento fascista que, si no se detiene, va en camino de desatar una supremacía blanca y terror desenfrenados aún peores contra los negros y otros oprimidos en todas partes.
Concesiones parciales, reacción feroz
Piense en estos hechos básicos. Durante siglos, los negros soportaron la esclavitud, luego la segregación Jim Crow y el terror de las turbas de linchamiento, y ahora un nuevo Jim Crow de encarcelación en masa y discriminación sistémica en la vivienda y la atención sanitaria y en todos los demás aspectos de la sociedad1. Durante la mayor parte de este tiempo, a los negros ni siquiera se les tomaron en cuenta de ninguna manera para ingresar en la mayoría de las universidades y colegios, o sólo en cantidades miserables. Carolina del Norte era un estado esclavista cuando se fundó Estados Unidos y cuando se fundó la Universidad de Carolina del Norte (UNC) en 1789. Formó parte de la Confederación que luchó para defender la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense. Tiene una de las mayores poblaciones de gente negra del país. ¡Pero la UNC no aceptó ningún estudiante negro hasta 1955! Y eso sólo después de que un tribunal federal ordenó que la universidad “eliminara la segregación”.
A mediados de la década de 1950 y en las décadas de 1960 y 1970 estallaron en este país luchas justas y feroces en contra de la opresión sistemática de los negros y otros. Durante el mismo periodo, la clase dominante estadounidense también se enfrentó a los crecientes desafíos de las luchas de liberación en todo el mundo, así como de un rival imperialista (la entonces Unión Soviética) que pugnaba por la supremacía mundial. En este contexto, la clase dominante estadounidense empezó a hacer concesiones a los negros y otros oprimidos. Medidas como la Ley de Derechos Civiles de 1964 abordaron algunas de las desigualdades flagrantes de la sociedad. Las políticas de acción afirmativa que se iniciaron en este periodo obligaron a universidades, gobiernos locales y estatales, empresarios y otras instituciones a admitir a algunos negros y otras personas oprimidas y mujeres en lugares que antes les habían admitido solamente en pequeñas cantidades como gestos simbólicos.
Estas concesiones distaban mucho de ser suficientes para superar siglos de opresión. Apenas hicieron mella en la desigualdad arraigada y mucho menos en la ideología de la supremacía blanca entretejida en el sistema del capitalismo. Hoy, por ejemplo, en Harvard, una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, los estudiantes negros representan poco más del 6% del alumnado, menos de la mitad de su proporción en la población estadounidense.
Pero las políticas de acción afirmativa, incluidas las de ingreso a las universidades, sí representaron un cambio importante respecto al pasado y abrieron la puerta a dramáticos cambios positivos, al mismo tiempo que fueron limitados. Por ejemplo, el número de estudiantes negros de ingeniería casi se triplicó entre 1970 y 1985.
Pero estas políticas se vieron inmediatamente sometidas a un feroz ataque. En 1978 comenzó lo que un artículo del New York Times calificó de una “reacción durante décadas contra la acción afirmativa”. Los blancos ofendidos —financiados y apoyados por adineradas fundaciones conservadoras y fascistas— presentaron una serie de demandas contra la acción afirmativa. A lo largo de varias décadas, los fallos de la Corte Suprema minaron sistemáticamente la acción afirmativa.
Ahora, un fallo judicial del más alto tribunal del país ha enviado un mensaje a decenas de millones de jóvenes de este país. La discriminación, la degradación y las privaciones que se les infligen habitualmente por el color de su piel no van a terminar. Se ha inyectado una nueva infusión de veneno racista en una sociedad ya grotescamente distorsionada por cientos de años de opresión profundamente arraigada. No es de extrañar que el fascista supremacista-blanco-en-jefe, Donald Trump, se exultara que la decisión de poner fin a la acción afirmativa marca un “gran día para Estados Unidos”2.
Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto)
Escrita por Bob Avakian y adoptada por el Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PDF)
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Profundas divisiones, feroces enfrentamientos
Esta decisión refleja, y profundiza, profundas divisiones que están desgarrando a Estados Unidos y a todas sus instituciones, y que se expresan intensamente entre los poderes dominantes. Un movimiento fascista, concentrado en el Partido Republicano, lleva décadas forjándose en este país. Ha estado luchando para revertir todas las concesiones de la década de 1960. Está decidido a destrozar las normas existentes en la sociedad y a establecer una forma fascista de gobierno. Estos fascistas están trabajando sin descanso para cohesionar el Estados Unidos sobre la base de lo que Bob Avakian ha llamado una “tríada del fascismo, es decir, la afirmación agresiva irredenta de la supremacía blanca, la supremacía masculina y la supremacía pro Estados Unidos… ignorante y beligerante hacia la ciencia y al pensamiento racional, en combinación con la aserción igualmente ignorante y beligerante de la ‘superioridad de la civilización occidental’” que refuerza este fascismo.
Biden y los demócratas están convencidos de que para cohesionar este imperio despiadado se necesita una imagen multicultural y contrato social diferentes, que proyecten y abran algunas vías para la diversidad y la inclusión de algunos de los oprimidos en el gobierno, la educación y otras instituciones3. Barack Obama, cuando fue elegido presidente por primera vez, lo expresó de esta manera “Lo que hace excepcional a Estados Unidos son los lazos que mantienen unida a la nación más diversa de la Tierra”.
Mientras los fascistas han ido avanzando implacablemente para establecer su control sobre los tribunales y las leyes, los demócratas han venido predicando que todos los que estén conmocionados y enojados por el monstruo fascista deben confiar en estos mismos tribunales y leyes, y poner su esperanza en las elecciones. Los demócratas y los “progresistas” que condenan el fin de la acción afirmativa, están buscando formas de adaptarse a ella, de encontrar maneras de trabajar dentro de un “nuevo normal” aún más opresivo.
La decisión de la Corte Suprema sobre la acción afirmativa, que llega tras la anulación del derecho al aborto hace un año, y la anulación de los derechos LGBTQ la semana pasada, son deslumbrantes luces intermitentes de aviso que revelan, como escribió Bob Avakian en ALGO TERRIBLE, O ALGO VERDADERAMENTE EMANCIPADOR: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia. Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución, que si
el actual carácter y dinámicas de todo esto se mantienen en el mismo curso en el que se encuentran ahora—, esta situación, las divisiones que la caracterizan y el desenlace resultante de ella casi con certeza van a volverse aún más terriblemente negativos
Estos no son tiempos normales
No se puede volver a lo que ha sido “normal”. En cualquier caso, nadie debería querer hacerlo. “Normal” ha significado un sistema de supuesta igualdad de derechos construido sobre una base de enormes desigualdades sistémicas. Lo “normal” ha significado generaciones de jóvenes negros, latinos e indígenas en prisión, ciudades vaciadas de puestos de trabajo y millones de jóvenes sin futuro, miles de personas asesinadas por la policía, sólo una pequeñita fracción de jóvenes negros que podía aprovecharse de la acción afirmativa incluso cuando existía, y mucho más. Por mucho tiempo la supremacía blanca ha sido “normal” en la ley y la cultura de este país, y esa normalidad no es nada a lo que merezca la pena volver.
“Normal” bajo este sistema significa la supremacía masculina, la asesina supremacía blanca, las guerras constantes y la destrucción continua del medio ambiente. Nada de esto puede resolverse, de ninguna manera que se acerque a positiva, dentro de los confines de este sistema. Todas estas atrocidades se derivan del sistema capitalista-imperialista y son perpetuadas por él. De hecho, sólo empeorará, no importa si los demócratas o los republicanos-fascistas dominan el liderazgo político.
Además, no existe la necesidad de volver a ese podrido “normal”. Una verdadera oportunidad de revolución se está desarrollando en esta sociedad.
Bob Avakian en su discurso de crucial importancia, “ALGO TERRIBLE, O ALGO VERDADERAMENTE EMANCIPADOR”, dijo respecto a estas divisiones:
No es posible resolver estas divisiones… en el marco que ha existido, y que ha mantenido la articulación de las cosas, durante casi 150 años, desde poco después del fin de la Guerra Civil de Estados Unidos que condujo a la abolición de la esclavitud — no es posible resolverlas sobre la base de la “democracia” capitalista que ha sido la forma “normal” de gobierno capitalista (dictadura) durante tanto tiempo.
Y más aún,
a medida que la “manera normal” en que se ha gobernado a la sociedad deje de mantener la articulación de las cosas —y la sociedad esté desgarrándose cada vez más—, es posible que esto haga flaquear la creencia de la gente en que “la manera en que siempre han sido las cosas” es la única manera en que las cosas pueden ser. Puede hacer que haya más receptividad en la población a cuestionar —en un sentido real puede obligar a la gente a cuestionar— la manera en que han sido las cosas, y si tienen que seguir siendo así. Y es mucho más probable que esto ocurra si las fuerzas revolucionarias están en la sociedad entre las personas arrojando una luz sobre la realidad más profunda de lo que está ocurriendo, y por qué, y explicando que SÍ QUE EXISTE una alternativa a vivir así.
La alternativa es una sociedad y un gobierno radicalmente nuevos para una forma completamente nueva y emancipadora en la que podríamos vivir y que se concentra en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian. Una piedra angular de ese documento, y de la sociedad que puede cohesionarse en torno a ella y florecer bajo ella, es la erradicación y desarraigo a fondo de todas las formas de opresión, incluida la de los negros y otra gente oprimida4. Un pasaje de la página 53 de esta Constitución dice:
En vista de los atroces crímenes, la opresión y las injusticias perpetrados por la antigua clase dominante y gobierno de los Estados Unidos de América contra las diversas nacionalidades minoritarias, para plasmar la unión voluntaria y unidad creciente de los diversos pueblos en la Nueva República Socialista en América del Norte y para propiciar que los principios y objetivos establecidos en la presente Constitución tengan el efecto más poderoso, se proscribirá y se prohibirá la discriminación contra las nacionalidades minoritarias en todas las esferas de la sociedad, incluida la segregación en la vivienda, educación y otras áreas, y el gobierno central y el de otros niveles adoptarán y concretarán medidas y pasos para superar los efectos de la discriminación y segregación y el legado general de la opresión a la cual estos pueblos han estado sometidos.