2 de octubre de 2024. La semana pasada, Israel intensificó sus sanguinarios ataques criminales contra el país pequeño y empobrecido de El Líbano, en particular contra Hezbolá, una organización fundamentalista islámica apoyada por Irán1. Israel llevó a cabo más de 2.000 ataques aéreos2, en que mató al menos a 1.000 personas, hirió a muchas otras y desplazó a medio millón depersonas, en su inmensa mayoría civiles.
Tan sólo el lunes (23 de septiembre), Israel masacró a 558 personas3 e hirió a otras 1.600.
Durante la semana, fábricas, tiendas, casas y edificios de apartamentos fueron reducidos a montones de escombros, metales retorcidos y vidrios rotos. Los hospitales se abrumaron. Un hombre perdió a cuatro de sus sobrinos y sobrinas cuando una bomba cayó sobre su casa. Su hija de 16 años perdió ambos ojos en el ataque.
El viernes 27 de septiembre, Israel lanzó más de 80 bombas, probablemente incluidas bombas “rompe-búnkeres” de 900 kilos suministradas por Estados Unidos, a fin de asesinar al líder de Hezbolá, Hasán Nasralá (con el asesinato de un número incontable de otras personas en el proceso). El ministro de Salud libanés dijo que los ataques israelíes habían destruido por completo entre cuatro y seis edificios residenciales de múltiples plantas llenos de gente: “Quienquiera que esté en esos edificios está ahora bajo los escombros”. Las explosiones dejaron una secuela de destrucción de cinco kilómetros de largo y sacudieron casas y ventanas a 29 kilómetros al norte de Beirut.
¿Defensa propia? Israel no tiene el derecho a la defensa propia
Israel ha justificado repetidamente sus matanzas en Gaza como “defensa propia”, y ahora lo hace con sus ataques en El Líbano, pretextando los ataques con misiles de potencia de fuego relativamente bajo de Hezbolá contra Israel a partir del 8 de octubre de 2023. Esto borra “convenientemente” los últimos 75 años de historia. Israel es un estado ilegítimo. Se estableció con el apoyo de las potencias imperialistas en la guerra de 1948 en la que aldeas enteras de palestinos resultaron masacradas, llevaron a cabo violaciones en masa y expulsaron a más de 700.000 palestinos de su país. Cien mil de estos palestinos terminaron en campos de refugiados libaneses. A lo largo de las décadas, Israel ha librado una guerra extremadamente violenta contra El Líbano en cinco ocasiones distintas, siempre para reforzar su influencia y eliminar cualquier fuerza que percibiera como una amenaza potencial. En un contexto así, no existe “defensa propia legítima”.
Además de esa gran mentira histórica sobre la causa de la guerra, Israel de plano miente descaradamente sobre cómo está llevando a cabo su guerra. El lunes 23 de septiembre, Israel afirmó haber lanzado más de 1.400 bombas, que alcanzaron unos 1.300 objetivos militares de Hezbolá. Pero el Ministerio de Salud libanés dijo que las bombas alcanzaron hospitales, centros médicos, ambulancias, edificios de apartamentos, camiones de bomberos y personas que huían. La “inmensa mayoría, si no todos” los muertos y heridos eran civiles, entre ellos al menos 24 niños.
¿Estaba involucrado Estados Unidos? La pregunta no es si, sino cómo, estaba involucrado
Cuando salió la noticia del asesinato de Nasralá, Estados Unidos dijo que “no estaba involucrado” y que “no había recibido ningún aviso previo”. Pero la cuestión no es si Estados Unidos lo sabía de antemano — existe una relación más fundamental que significa que Estados Unidos no sólo está involucrado sino que es en última instancia responsable.
Israel es una avanzada militar, política y de inteligencia y un perro de ataque de Estados Unidos en el Medio Oriente y más allá. A lo largo de los años ha actuado para aplastar a las luchas nacionalistas o antiestadounidenses de la gente, así como los regímenes que se interponen en el camino de los objetivos estadounidenses o están alineados con otras potencias globales. Estados Unidos fortalece a Israel a fin de mantener su propia dominación del Medio Oriente (así como de otras partes del mundo, incluidas América Latina y África en particular). Dominar esta región, con sus vastas reservas de petróleo, rutas comerciales críticas y ubicación estratégica, no es opcional para los gobernantes de Estados Unidos. El capitalismo-imperialismo estadounidense no puede mantener su posición dominante sin controlar regiones clave y mercados y recursos esenciales, al tiempo que impide que otros imperialistas o rivales regionales lo hagan. Y para estos imperialistas, Israel desempeña un papel esencial e irremplazable, especialmente ahora, cuando Estados Unidos enfrenta muchos desafíos globales.
Por eso, desde 1948 Estados Unidos ha proporcionado a Israel unos 310.000 millones de dólares (ajustados para la inflación) en asistencia económica y militar total, con creces la mayor cantidad entregada a cualquier país. Por eso, tan solo desde 2009, Estados Unidos ha entregado al menos 29.100 bombas teleguiadas, cohetes de artillería y varios misiles a Israel. Por eso, en las semanas posteriores al ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 y al lanzamiento del genocidio israelí en Gaza, “Estados Unidos envió aviones repletos de armas a Israel, incluidas unas 3.000 bombas y decenas de miles de proyectiles de artillería”, y ha entregado al menos 3.500 millones de dólares en armas y ayuda militar desde entonces. Y por eso, tan solo esta semana, la administración Biden-Harris le dio a Israel otros 8.700 millones de dólares en ayuda militar.
También es por eso que tanto el Genocida Joe Biden como la vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris emitieron declaraciones en respaldo a la campaña de bombardeos masivos de Israel en El Líbano y su asesinato de Nasralá. Biden calificó el asesinato de Nasralá como “una medida de justicia para sus muchas víctimas” y reiteró que Estados Unidos “da un apoyo total al derecho de Israel a defenderse contra Hezbolá” y otros grupos respaldados por Irán. Harris también reiteró su “compromiso inquebrantable para con la seguridad de Israel”. Ninguno de los dos criticó la matanza israelí de inocentes.
El potencial de una guerra más amplia y mucho más mortífera
Al cierre, continúan los bombardeos israelíes en El Líbano. Y es posible que Israel se esté preparando para una invasión terrestre, ya que el primer ministro israelí Netan-Nazi rechaza cualquier posibilidad de alto el fuego y amenaza abiertamente no solo a Hezbolá y a El Líbano, sino también a Irán. Mientras tanto, Biden ordenó al Pentágono que “realce aún más la postura de defensa de las fuerzas militares estadounidenses en la región del Medio Oriente”.
Hezbolá es una organización fundamentalista islámica reaccionaria que ha cometido crímenes contra el pueblo y se opone a la emancipación humana. Pero el asesinato de Nasralá por parte de Israel es una violación de la soberanía de El Líbano, otro crimen de guerra israelí y un acto flagrante y provocador de escalada. Nasralá era el líder de Hezbolá, una importante fuerza política y militar en el Medio Oriente y un aliado clave de Irán en su “eje de resistencia” a Estados Unidos e Israel.
Ahora su asesinato trastoca la anterior ecuación y entendimientos político-militares e introduce una enorme incertidumbre y explosividad en toda la situación en el Medio Oriente. Esto podría derivarse en una espiral fuera de control y conducir a una guerra mucho más amplia y mucho más mortífera, lo que podría amenazar literalmente la vida de muchos millones de personas en la región y más allá.
En su despacho mediático REVOLUCIÓN #87 @BobAvakianOfficial, “Las fuerzas armadas de Estados Unidos —la esclavitud sexual, y otros crímenes contra la humanidad— imponen un sistema criminal” (posteado antes de la escalada masiva de Israel en El Líbano), el líder revolucionario Bob Avakian señaló la siguiente cuestión crucial:
Al armar y respaldar las acciones de Israel, el gobierno estadounidense no solo está facilitando la matanza genocida de los palestinos, sino que también está aumentando la posibilidad de una guerra con Irán, y tal vez una guerra aún más amplia y destructiva. Al mismo tiempo, al surtir masivamente armamento, así como inteligencia y lineamientos estratégicos a Ucrania, el gobierno de Estados Unidos, encabezado por la administración de Biden y Harris, ya está indirectamente en guerra con Rusia, al tiempo que hace preparativos para una confrontación militar con China — todo lo cual podría conducir a una guerra mundial, entre potencias imperialistas dotadas de armamento nuclear, con la posibilidad de aniquilar la civilización humana tal como la conocemos.
Esto subraya una vez más la urgencia de su llamado:
Nosotros, la gente del mundo, ya no podemos darnos el lujo de permitir que estos imperialistas sigan dominando al mundo y determinando el destino de la humanidad. Hay que derrocarlos cuanto antes. Y es un hecho científico que la humanidad no tiene que vivir así