Pasar al contenido principal

BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #87:
Las fuerzas armadas de Estados Unidos —la esclavitud sexual, y otros crímenes contra la humanidad— imponen un sistema criminal.

Les habla Bob Avakian — REVOLUCIÓN — número Ochenta y Siete.

En Corea, Vietnam, Tailandia y otros países de Asia y en otras partes del mundo, la demanda de “servicios” para los soldados estadounidenses mediante la prostitución ha sido una de las principales fuerzas impulsoras de la esclavización sexual de millones de mujeres y muchachas. ¡Estas son las mismas fuerzas armadas de Estados Unidos que tienen un terrible historial de agresiones sexuales contra las mujeres en sus propias filas! (Para una descripción completa de la manera en que este sistema capitalista-imperialista, y sobre todo Estados Unidos, ha institucionalizado el tráfico sexual y la esclavización sexual de millones de mujeres y muchachas, véase el artículo de Raymond Lotta en revcom.us: La “industrialización” de la explotación sexual, la globalización imperialista y el descenso al infierno.)

Al mismo tiempo, las fuerzas armadas estadounidenses, junto con los sanguinarios “organismos de inteligencia” de Estados Unidos, son responsables de la matanza de millones de civiles tan solo desde la Segunda Guerra Mundial — una vez más, en Corea y Vietnam y en otros países de Asia, América Latina, África y el Medio Oriente.

Estas mismas fuerzas armadas estadounidenses son el consumidor institucional número uno de petróleo en el mundo, lo que contribuye de manera importante al hecho de que Estados Unidos ha sido, durante décadas, el destructor número uno del medio ambiente.

En este momento, Estados Unidos está armando y apoyando a Israel en la matanza genocida de los palestinos, ¡entre ellos más de 15 mil niños! — mientras millones de niños en el mundo, menores de 5 años de edad, se mueren innecesariamente cada año a causa del hambre y de enfermedades prevenibles (como he mostrado en mi último mensaje, más de 500 millones de niños se han muerto así desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945), en lo fundamental como resultado de la forma en que el sistema del capitalismo-imperialismo, y sobre todo Estados Unidos, domina el mundo.

Todo esto es una gran parte de la base de lo que ha sido la “estabilidad” del dominio de este sistema en Estados Unidos, con las ilusiones y delirios de demasiadas pero demasiadas personas — y con el “lujo” de algunas personas de “mirar hacia otro lado” ante este horror muy real.

Hace poco, en el sur de California, mientras los miembros del Cuerpo Revcom Por la Emancipación de la Humanidad en su trabajo retaban a las personas a entrarle a la revolución —poniendo al descubierto los verdaderos crímenes monstruosos de este sistema en Palestina (y en otros lugares) y explicando la necesidad, y la posibilidad, para una revolución para barrer con este sistema—, una mujer respondió expresando con desafío la siguiente autocomplacencia repugnante: “Elijo no pensar en lo que está pasando ahí. No quiero que mi luz se apague ni perder mi tranquilidad mental. Me siento completamente cómoda con la opción de ignorarlo”.

Esta es la actitud de los tan típicos CCE (cerdos chovinistas estadounidenses). A las personas que sueltan esta basura pútrida, hay que decirles sin rodeos: Usted sí se da cuenta de que esto lo hace que sea un ser humano verdaderamente despreciable y parásito reprensible — que ni siquiera debería intentar fingir ser una persona con algo que se parezca a una moral decente.

Pero, como he enfatizado en el mensaje número Setenta y Cinco: la realidad va tras estas mentiras e ilusiones en las que demasiadas personas están envueltas — y en las que están complaciéndose.

En el mundo en su conjunto, el funcionamiento mismo de este sistema del capitalismo-imperialismo —incluidas las verdaderas políticas de Biden y Harris— está llevando a la destrucción acelerada del medio ambiente. (En revcom.us, se tienen extensas denuncias de las verdaderas políticas, y de las mentiras y afirmaciones engañosas, de la administración de Biden y Harris, con respecto al medio ambiente.)

Al armar y respaldar las acciones de Israel, el gobierno estadounidense no solo está facilitando la matanza genocida de los palestinos, sino que también está aumentando la posibilidad de una guerra con Irán, y tal vez una guerra aún más amplia y destructiva. Al mismo tiempo, al surtir masivamente armamento, así como inteligencia y lineamientos estratégicos a Ucrania, el gobierno de Estados Unidos, encabezado por la administración de Biden y Harris, ya está indirectamente en guerra con Rusia, al tiempo que hace preparativos para una confrontación militar con China — todo lo cual podría conducir a una guerra mundial, entre potencias imperialistas dotadas de armamento nuclear, con la posibilidad de aniquilar la civilización humana tal como la conocemos.

En el mismo Estados Unidos, el fascismo racista, odia-mujeres y odia-personas LGBT, perseguidor de inmigrantes, negacionista de la ciencia, saqueador del medio ambiente y destructor del futuro, por parte de Trump y del Partido Republicano, representa un desafío directo a la mitología unificadora de Estados Unidos como una tierra de libertad, igualdad y oportunidades para todos, y es una amenaza directa a la “forma habitual” en que Estados Unidos ha funcionado, y se ha mantenido la articulación del dominio de la clase capitalista, y que se ha ejercido sobre la población, durante generaciones, con la “transferencia pacífica del poder” de un sector de la clase dominante capitalista al otro, dependiendo del resultado de las elecciones, aceptado por ambas partes.

Aparte de la fea verdad de lo que en realidad representa Harris, se tiene el hecho de que, en las elecciones del próximo noviembre (suponiendo que se celebren en ese momento), si Harris ganara la mayoría (no solo del voto popular sino también del conteo en el Colegio Electoral), es casi seguro que Trump y los republicanos se negarían a aceptarlo, y las cosas probablemente se sumirían en un caos y trastornos, aún más allá de lo que pasó con las anteriores elecciones presidenciales (en 2020).

Como enfaticé en el mensaje número Ocho:

[S]e está desgarrando el país en su conjunto debido a las divisiones que ya no se pueden tapar, y ya no es posible mantener la articulación de las cosas de la manera en que han estado articuladas durante generaciones.

Es muy probable que todo llegue a un desenlace y todo esté en el aire en el presente año, 2024, siendo las elecciones presidenciales de este año un eje agudo de las riñas entre los dos partidos de la clase dominante imperantes —los demócratas y los republicanos— una lucha que muy probablemente se zafe de todos los límites de la “forma habitual” en que ejercen el poder sobre el pueblo y mantienen en marcha el funcionamiento de todo su sistema mortífero.

Una profunda división de este tipo —y especialmente este antagonismo amargo entre los de arriba— no se ha visto en Estados Unidos desde la época de la Guerra Civil en los años 1860.

Éste no es un momento de tomar partido con un grupo de opresores u otro. Este es un momento poco común —una oportunidad muy poco común — una oportunidad que quizá ocurra únicamente una vez en la vida— una oportunidad de aprovechar las profundas divisiones entre los opresores gobernantes y hacer frente al sistema entero de ellos, con el fin de hacerlo caer todo, y erigir algo mucho mejor en su lugar.

Y en este sentido, para hacerme eco a la cuestión importante que enfaticé en el mensaje número Cincuenta y Ocho: para aquellos liberales y “progresistas” que están dispuestos a hacer frente a verdades incómodas pero profundas y que pueden reconocer que cualesquiera “chucherías” que obtengan de este sistema para nada son tan importantes en comparación con el enorme sufrimiento y destrucción causados por este sistema, a nivel mundial —y el peligro muy real que representa para el futuro, y la propia existencia, de la humanidad— y para aquellos que no tienen tanto “interés creado” en este sistema, pero sufren terriblemente bajo su dominio: se necesita con urgencia ingresar, y trabajar activamente por, la única verdadera alternativa positiva a este monstruoso sistema — la revolución emancipadora que es posible justo en estos momentos en que estamos viviendo, ahora.

Próximamente, volveré a explorar la cuestión crucial del pueblo negro y la revolución.