El fascismo de Trump es un régimen que despoja abierta y agresivamente los derechos básicos y declara flagrantemente que no existe ningún estado de derecho ni debido proceso legal más allá de lo que él mismo dicta, y que el poder destructivo puro y duro es lo que tiene que regir en el escenario internacional, sin siquiera la pretensión de adherirse al derecho internacional ni preocuparse por la soberanía, o incluso el derecho de existir, de los pueblos y países menos poderosos.

— Bob Avakian, REVOLUCIÓN #114: “Derrotar al fascismo de Trump y MAGA: Con la vista puesta en algunas futuras elecciones… o trabajar ahora para movilizar a millones de personas en torno a esta poderosa demanda unificadora: ¡Que se vaya el régimen fascista de Trump!” 

Esta política de violencia fascista abierta y amenazas de guerra se está intensificando rápidamente en la ofensiva militar del régimen de Trump contra Venezuela, al tiempo que declaran su intención de controlar de forma mucho más completa y abierta toda América Latina.

El viernes, Trump dijo a la prensa: “No puedo decirles qué será, pero ya he tomado una decisión”, sobre si emprender una acción militar en Venezuela. Esto se produjo tras dos días de reuniones en la Casa Blanca en las que, según se dice, se deliberó sobre este tema.

En los últimos días:

• El 15 de noviembre, Estados Unidos llevó a cabo el vigésimo primer ataque militar ilegal contra pequeñas lanchas rápidas en el mar Caribe y el Pacífico oriental, con más de 83 personas asesinadas hasta la fecha.

• El 12 de noviembre, Trump fue informado sobre las opciones militares para las operaciones militares en Venezuela, incluyendo posibles ataques terrestres.

• El buque de guerra más grande y letal de Estados Unidos se encuentra ahora a poca distancia de Venezuela.

• La semana pasada se reveló que un avión de combate militar estadounidense y dos aviones espías han estado operando desde una base militar en El Salvador. Mientras tanto, Estados Unidos está haciendo planes para construir una base aérea en Ecuador, comenzar la rotación de tropas en Panamá y reabrir una base naval en Puerto Rico.

El régimen de Trump impone un control violento sobre “su patio trasero”

La justificación de esta ofensiva militar es una mentira descarada. Trump afirma que Venezuela está ayudando a los cárteles de la droga y que los barcos que Estados Unidos está hundiendo son barcos que traen drogas a Estados Unidos, pero no hay pruebas que lo respalden y todas las pruebas que existen apuntan a lo contrario.

Sabemos con certeza que muchos de los fallecidos frente a las costas de Venezuela y Colombia son pescadores, no traficantes de drogas¹. Sin embargo, como mencionamos anteriormente, “incluso si se probara en un tribunal el cargo de tráfico de drogas, ¡esto no sería legalmente punible con la pena de muerte! Y si existieran pruebas de este delito, los sospechosos deberían ser arrestados y juzgados. En segundo lugar, si las personas que viajaban en esas embarcaciones intentaban introducir drogas en Estados Unidos, es muy improbable que trajeran fentanilo, que principalmente entra por México. Los cárteles colombianos y venezolanos exportan cocaína al vasto mercado estadounidense, donde, por toda una serie de razones (en gran parte sociales), la gente consume drogas tanto para adormecerse como para estimularse. Y la cocaína no es responsable de ‘miles y miles de muertes’ al año, sino el fentanilo”.

Aunque [el “Secretario de Guerra”] Hegseth continuó con esta mentira en una declaración reciente, su subtexto dejó más claras las intenciones de Estados Unidos. Publicó en Twitter el nombre oficial de esta operación militar: “Operación Lanza del Sur”. Hegseth escribió: “Esta misión defiende nuestra patria, elimina a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protege nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente. El hemisferio occidental es el vecindario de Estados Unidos, y lo protegeremos” (énfasis añadido).

Esta visión de que todo el hemisferio occidental es “el vecindario [patio trasero] de Estados Unidos” canaliza abiertamente la doctrina militar estadounidense articulada por el presidente James Monroe a principios del siglo XIX: América Latina es la “esfera de influencia” de Estados Unidos, por lo este país [Estados Unidos] tenía justificación para imponer violentamente su control. La expansión del imperialismo estadounidense con esta justificación condujo a dos siglos de invasiones, golpes de Estado, financiación de escuadrones de la muerte y la extensión de sus tentáculos parasitarios en las economías de todos los países de América Latina. (Para profundizar en esta historia, véanse los artículos de la serie Crimen Yanqui en revcom.us).

Como escribimos anteriormente:

El objetivo del régimen de Trump es de consolidar a América Latina en un bloque fascista político y económico, liderado por Estados Unidos. Esto también es una necesidad estratégica para los imperialistas estadounidenses en su contienda con su principal rival imperialista global, China, que se ha convertido en una fuerza económica dominante en América Latina. China es ahora el principal socio comercial de Sudamérica y una fuente importante de inversión extranjera directa así como préstamos para energía e infraestructura.

Venezuela, por ejemplo, depende cada vez más de China, que le ha otorgado cerca de 60 mil millones de dólares en asistencia militar. Además, China compra el 90 % de la vasta producción petrolera venezolana. El núcleo del régimen de Trump considera que forzar al presidente venezolano a dejar el poder es el primer paso para derrocar a los otros dos regímenes que consideran “hombres fuertes de izquierda” (es decir, aquellos que no obedecen totalmente a las exigencias estadounidenses): Cuba y Nicaragua. Al mismo tiempo, están actuando para acoger y recompensar a los gobiernos que aceptan someterse al control de Estados Unidos, y castigar a los que se resisten.

Un funcionario anónimo de Trump fue citado en el Washington Post diciendo: “La estrategia general es Estados Unidos primero. Los países que deciden alinearse con los intereses estadounidenses y están abiertos a acuerdos mutuamente beneficiosos cosechan los beneficios y tienen la opción de asociarse con nuestros increíbles servicios militares y de inteligencia… [Pero] aquellos que permiten y apoyan a los cárteles que envenenan a los ciudadanos estadounidenses o permiten que naciones adversarias accedan al control de infraestructuras críticas o establezcan bases hostiles en nuestro patio trasero sentirán la presión de cambiar de rumbo”. (Énfasis añadido).

Son naciones soberanas, y Estados Unidos, como un gánster descarado, les dice: “Trabajen con nosotros o aténganse a las consecuencias”.

Se despliega un enorme poderío militar en la región

En este momento no está claro si Trump está enviando todo este equipo militar para presionar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a que renuncie, o si tiene la intención de lanzar un ataque terrestre, o incluso una invasión por tierra.

El buque de guerra, pieza central del “Grupo de Ataque Ford”, que ahora se encuentra frente a las costas de Venezuela, es el portaaviones más avanzado y grande que tiene Estados Unidos. Con 100.000 toneladas, tiene una tripulación de 4.500 marineros e infantes de marina. Esto se suma a los 10.000 soldados que ya están estacionados en la zona. El buque tiene capacidad para 75-90 aeronaves (desde drones hasta helicópteros y aviones espía). Según ABC News, “el grupo de ataque incluye tres destructores que se sumarán a los ocho buques de superficie de la Armada que ya se encuentran en la región del SOUTHCOM. La considerable presencia militar estadounidense en la región también incluye un submarino, aviones de reconocimiento, 10 cazas F-35 y drones Reaper”.

Se trata de un enorme poderío militar.

El sitio web de noticias militares Stars and Stripes citó a un oficial retirado de la Marina, Bryan Clark, quien afirmó que “ese nivel de potencia de fuego parece excesivo para la misión actual en el Caribe… Pero la incorporación [del portaaviones] sería una forma eficaz de mantener los ataques contra objetivos en tierra, señaló Clark, quien destacó que Estados Unidos no tiene bases terrestres en América Central ni en América del Sur”.

En otras palabras, si Estados Unidos iniciara una guerra, este barco, que actúa como base militar, sería esencial.

No se puede vivir con este fascismo

Más de 80 personas han muerto en los ataques estadounidenses frente a las costas de Venezuela y Colombia. La industria pesquera de esos países se ha visto afectada por el miedo extremo de los pescadores a salir a alta mar, donde se ganan la vida.

Esto no solo constituye una violación del derecho internacional, sino que el régimen de Trump está expresando su capacidad para declarar la guerra donde considere oportuno, sin la aprobación ni la supervisión del Congreso. El 23 de octubre, Trump dijo: “No creo que vayamos a pedir necesariamente una declaración de guerra [al Congreso]. Creo que vamos a matar a las personas que traen drogas a nuestro país, ¿de acuerdo? Vamos a matarlas, ¿saben? Van a estar, como, muertas”.

Los sangrientos asesinatos en serie de Trump en el mar, su declaración de que puede asesinar a quien quiera en cualquier momento y las amenazas de crímenes de guerra aún mayores contra Venezuela y otros países de la región son completamente ilegales e ilegítimos. Estas medidas suponen un peligro extremo para los pueblos de Venezuela, Colombia, toda América Latina y el mundo entero. Y representan un salto aún mayor en la consolidación de un Estados Unidos fascista, y subrayan por qué millones de personas deben levantarse para exigir:

¡EN NOMBRE DE LA HUMANIDAD, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!

¡Que se largue Trump ya!