Agosto fue un mes intensamente activo, para los prisioneros políticos en Irán (y sus partidarios) así como para la República Islámica. Esta última ahorcó a unas 100 personas, con 29 ejecuciones en un solo día1. La INhumanidad del régimen capitalista teocrático de Irán contra la humanidad de los prisioneros no podría ser un contraste más marcado.
Las estadísticas de ejecuciones ni siquiera incluyen a Mohammad Mirmousavi, quien fue golpeado hasta la muerte mientras estaba bajo custodia policial con las manos y los pies atados. Aunque la muerte bajo tortura policial es muy común, en este caso se circularon en las redes sociales videos y fotos gráficas del cuerpo severamente golpeado y contusionado de este hombre de 36 años de edad de la minoría gilak2. Han salido pocas noticias en los principales medios informativos estadounidenses sobre las ejecuciones en Irán o sobre el asesinato de Mirmousavi. Este asesinato de Mirmousavi ocurrió casi dos años después de la muerte bajo custodia policial de Mahsa Jina Amini a mediados de septiembre de 2022, que provocó el feroz levantamiento de “Mujer, Vida, Libertad” (MVL) que duró muchos meses hasta 2023.
Reza Razaei, un manifestante kurdo del levantamiento de MVL, fue ejecutado en agosto. Casi la mitad de las ejecuciones han sido por supuestos cargos vagos “relacionados con las drogas”, lo que va en contra del derecho internacional; estos cargos (al igual que en la “guerra contra las drogas” en Estados Unidos) afectan principalmente a grupos empobrecidos y minoritarios como las nacionalidades oprimidas kurda y baluchí. Por ejemplo, los baluchíes representan el 5% de la población de Irán, pero representan el 29% de las ejecuciones relacionadas con las drogas en Irán en 2023. Y de dos prisioneras políticas recientemente condenadas a muerte, Pakhshan Azizi y Sharifeh Mohammadi, ambas están acusadas de pertenecer a partidos kurdos.
No son números
El 3 de septiembre, la campaña “Martes sin ejecuciones” de huelgas de hambre semanales encabezada por prisioneros entró en su 32.ª semana consecutiva. Estas protestas en las cárceles se han extendido a 21 cárceles de todo Irán, entre ellas Evin, la Gran Prisión de Teherán y Ghezel Hesar. Ghezel Hesar es la prisión más grande de Irán, donde miles de prisioneros han sido condenados a muerte y donde comenzaron las huelgas de hambre. La prisión de Evin, construida por primera vez en 1971 por el títere estadounidense Shah Pahleví de Irán, desde ese entonces ha sido el principal centro de horribles torturas y encarcelamientos de prisioneros políticos, bajo AMBOS regímenes. En 1988, Evin fue uno de los lugares donde la República Islámica masacró a más de 5.000 prisioneros políticos en un lapso de dos meses (agosto y septiembre), lo que culminó una década de asesinatos de toda una generación de intelectuales y jóvenes radicalizados, entre los que había revolucionarios y comunistas auténticos. Esto está bien documentado por el autor Nasser Mohajer en una presentación en Libros Revolución-Berkeley:
Nasser Mohajer: Voices of a Massacre: Untold Stories of Life and Death in Iran, 1988 (07/07/2023) [Voces de una masacre: Las historias desconocidas de la vida y la muerte en Irán].
Los prisioneros políticos en Irán, especialmente las valientes mujeres de la tristemente célebre prisión de Evin, se niegan a ser simplemente unos números en las prisiones, y, de mayor importancia, se niegan a ser NÚMEROS, es decir, personas entumecidas, calladas ante el sufrimiento y la lucha de otros a la sombra de atrocidades desgarradoras como el genocidio estadounidense e israelí en Gaza. En cambio, siguen enfrentándose a una pesadilla teocrática represiva y opresiva.
El cariño y preocupación genuinos de estas mujeres por los demás se destacan en la cultura actual, dentro o fuera de la prisión. Es una notable sensación de compartir las alegrías y las penas en las trincheras que expresa una “magnanimidad intelectual y generosidad de espíritu”. Esto contrasta con la mezquina y vil cultura de la cancelación, donde rebajar y descalificar a los demás a fin de engordarse con un capital personal o político es demasiado frecuente en las cárceles infernales de la sociedad, lo que refleja la sociedad más amplia en general actual. Esto se puede ver en las muchas cartas de agradecimiento de otros prisioneros, como una carta escrita por la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, preocupada por la salud de Nahid Taghavi. Una reciente y conmovedora carta de Maryam Yahyavi habla de esta cultura diferente y de su aprecio por la prisionera condenada a muerte Pakhshan Azizi, titulada “Vivimos la lucha con una nueva forma de vida”, que termina así: “Incluso en prisión, Pakhshan hace todo lo que puede por cualquiera, independientemente de su orientación política e ideológica. El gobierno teme a semejantes individuos”3.
Hay demasiados ejemplos de este preciado nuevo brote de un futuro diferente como para que podamos detallarlos, pero instamos a los lectores a seguir las cuentas de Facebook o Instagram de “A Quemar la Jaula” para mantenerse al tanto de las luchas y actividades de los prisioneros políticos en Irán. Y estamos decididos a apoyarlos con el espíritu de luchar por la justicia, por algo más grande que nosotros mismos y la lucha por sobrevivir, sino por un mundo liberador. Como escribimos en mayo de 2023, lo que es aún más aplicable hoy:
En las últimas semanas, han surgido varios esfuerzos colectivos de los prisioneros políticos iraníes para protestar contra la actual “racha de ahorcamientos” de la República Islámica de Irán, con muchas más ejecuciones inminentes. El hecho de que esta resistencia surja detrás de los muros y bajo la misma vigilancia de la “República de los Verdugos” pone de relieve la urgencia de hacer que la lucha por liberarlos a todos sea una demanda internacional. Hace falta difundir y emular su inspirador valor y camaradería bajo condiciones extremas.
A fines de agosto, una agrupación destacada pero diversa de 68 fuerzas progresistas de izquierda, de derechos humanos y contra la pena de muerte de todo el mundo firmaron una carta conjunta “En apoyo y solidaridad con el movimiento abolicionista “Martes sin pena de muerte” en las cárceles iraníes”.
Puntos nodales de desafío del pasado y del presente
Como se ha señalado, actualmente en Irán hay dos bandos enzarzados en una lucha que parece estar en curso de colisión: el régimen teocrático fascista islámico y las masas del pueblo iraní, especialmente los prisioneros políticos que han dado un paso al frente. En julio y agosto, las mujeres de Evin realizaron dos plantones que duraron toda la noche contra las ejecuciones, uno de los plantones brutalmente atacado por los guardias. En las redes sociales, Golrokh Iraee, prisionera del pabellón de mujeres de Evin, informó sobre una conmemoración especial en agosto de la masacre de prisioneros políticos de 1988, diciendo en parte que las mujeres hablaban con amargura sobre “... las historias de aquellos activistas cuya revolución, tras el derrocamiento de la dictadura de Pahleví, fue cooptada por el régimen islamista recién establecido... Muchos de estos individuos fueron torturados, ejecutados por un pelotón de fusilamiento o ahorcados en las cárceles”.
En otro posteo tipo #OTD [“En esta fecha”], ella detalla la similitud entre una masacre del 8 de septiembre de 1978 a manos del Sha y la ejecución de manifestantes el 8 de septiembre de 2018 a manos del actual régimen de los mulás de Irán, y concluye:
La erradicación de la opresión únicamente es posible derrocando por completo el sistema, con una revolución que haga caer la estructura de poder e impida cualquier nueva versión de ese liderazgo en la cima de la pirámide. Ya sea “Su Majestad”, el “Líder Supremo”, el “Shah” o un gobernante, no son simplemente individuos, sino símbolos del dominio de una ideología de servidumbre y subyugación en la sociedad, que prolonga la opresión y la explotación. En memoria de los mártires del 8 de septiembre de 1978 y de 2018, quienes no soportaron la opresión y no temieron a la lluvia de balas ni la soga de la ejecución.
Mientras luchamos cada vez más duramente para liberar a los prisioneros políticos en Irán, como estas mujeres en Evin y todos los valientes huelguistas de hambre en las prisiones, sabemos que no hay garantías. No obstante, vemos atisbos de un mundo mejor en aquellos que se sacrifican heroicamente y se mantienen fieles a los principios de luchar contra un régimen vil en una contienda cerrada con el régimen, pero sin llegar a ser como éste. Su determinación de mantener su propia humanidad no debe perderse, sino que debe amplificarse. Y eso debería dar esperanza a todos los que hacen frente con honradez a los enormes desafíos en Irán y en el mundo de hoy. Esto debe incluir una urgencia de apoyo y solidaridad para detener las ejecuciones y liberar a los prisioneros políticos. ¡No se deben silenciar las voces heroicas!