Hola a todos. Gracias por estar presentes hoy y por todas las cosas buenas que hacen, grandes y pequeñas, para oponerse a la locura que amenaza a toda la vida tal como la conocemos.
¿Sabían que hace dos meses, un general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea les dijo a las 50.000 tropas bajo su mando que anticipa que Estados Unidos esté en guerra con China para el año 2025, es decir, en cosa de dos años. Y les ordenó que se prepararan de formas muy prácticas para esta guerra y que le informaran a fines de febrero de cuáles son sus planes. Por favor, recuerde que China tiene 350 armas nucleares, la tercera mayor cantidad del mundo, mientras que Estados Unidos tiene más de 5.000.
Sabían ustedes, que el jueves, leí que miles de tropas rusas comenzaron ejercicios en Siberia con misiles balísticos intercontinentales. Unos días antes, el domingo, Putin reveló sus planes de emplazar armas nucleares “tácticas” en Bielorrusia, lo que comparó con el emplazamiento por parte de Estados Unidos de armas similares en países europeos aliados. Rusia tiene más de 5.500 armas nucleares.
Fuerzas de Estados Unidos rodean a China
Seamos honestos, Estados Unidos rodea tanto a Rusia como a China con numerosos barcos, aviones y bases que incluyen armas nucleares. ¿Por qué? Para impedir que esas naciones desafíen el dominio mundial de Estados Unidos. ¿Cuál creen que sería la respuesta de Estados Unidos si los barcos rusos y chinos patrullaran las costas de Estados Unidos, posicionaran tropas en bases en Canadá y México, y que todas ellas estuvieran armadas con armas nucleares? La crisis de los misiles de 1962 en Cuba nos da algunos indicios de cuándo el mundo estuvo más cerca de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la URSS. Basta pensar en toda la locura resultante del exagerado incidente del globo “espía” chino.
Haga clic aquí para ver la expansión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) desde su fundación en 1949. Es una alianza militar entre 28 países europeos y 2 países norteamericanos. Suecia y Finlandia están a punto de unírsele.
En lugar de que estas naciones encuentren formas de cooperar para hacer frente a la catástrofe climática, lo que es un requisito absolutamente esencial, todas estas naciones están jugando al punto de no regresar nuclear. Cada día, intencionadamente o no, una guerra nuclear se vuelve más probable. Y si eso ocurre, el invierno nuclear acabará con la vida tal y como la conocemos. Recordarán que el invierno nuclear se produce cuando los escombros de una guerra nuclear se elevan a la atmósfera y bloquean los rayos del sol, lo que hace imposible la producción de alimentos durante años.
Y, por si eso no fuera lo suficientemente malo, una guerra nuclear es cada vez más probable debido al impacto del cambio climático: las inundaciones, las sequías, los fenómenos meteorológicos extremos, los incendios, el aumento del nivel del mar, las migraciones en masa, etc. Estos cambios en el clima de la Tierra presionan a las naciones a entrar a una mayor competencia por las menguantes necesidades humanas, tales como los alimentos, el combustible, el agua dulce, tierras, etc. De hecho, hace unos meses, el Boletín de Científicos Atómicos calibró su reloj del día del juicio final a 90 segundos antes de la medianoche, lo más cerca que ha estado desde que se utilizó por primera vez como medida de la amenaza de un apocalipsis nuclear. Y lo calibraron debido a la doble amenaza de una guerra nuclear y el cambio climático.
¿Estoy alarmista? Sí, porque nos enfrentamos al fin de la vida tal y como la conocemos. Ya es hora de un cambio total de paradigma. Algunos lo llamarían una “revolución”. Tenemos que pasar de un mundo basado en la competencia a otro de cooperación si queremos hacer retroceder nuestra marcha hacia el precipicio. Sé que eso se parece a una quimera, pero no tenemos otra opción.
El sacerdote jesuita Dan Berrigan dijo que la razón por la que no tenemos paz es porque muchos pacificadores no están dispuestos a asumir el mismo compromiso con la paz que las personas que hacen la guerra: dejar la familia y la carrera, etc.
Muchos de ustedes han estado trabajando incansablemente para llenar ese vacío. Odio decirlo después de todo lo que ustedes han dado para oponeros a esta locura, pero tenemos que seguir intentándolo lo mejor que podamos para detener esta locura. Y tenemos que invitar a nuestras hermanas y hermanos —familiares, amigos y enemigos por igual—, a todos, a dar la vuelta, a reexaminar nuestros estilos de vida, pero sobre todo a detener la locura de estos líderes nacionales que nos están conduciendo a la aniquilación. No tenemos otra opción.
Bob Bossie, SCJ es un sacerdote activamente jubilado, miembro de la orden internacional de los Sacerdotes del Sagrado Corazón. Trabajó durante 32 años en el Centro de Justicia Social del Octavo Día, actualmente cerrado, en temas relacionados con la guerra nuclear, las sanciones de Estados Unidos y la ONU contra Irak, y el medio ambiente, entre otras inquietudes.