En 1492, Cristóbal Colón desembarcó en la parte occidental de la isla caribeña de La Española, conocida como Ayití (Haití) por sus nativos, y la reclamó para el imperio español.
Así comenzó el descenso de Haití a los infiernos. Los colonos españoles esclavizaron a los nativos taínos arawak para minar el oro. “En 50 años, alrededor de medio millón de arahuacos habían sido exterminados”1 y se agotó todo el oro. Los españoles continuaron extendiendo su dominio asesino por la mayor parte de América del Sur y Central.
Poco a poco, los colonos franceses comenzaron a establecerse y en 1696 España cedió el control de la parte occidental de la isla a Francia. (El este, lo que ahora es la República Dominicana, permaneció en manos españolas). Esto abrió el camino a 100 años de cruel dominio francés.
Francia “importó” cientos de miles de africanos secuestrados y esclavizados para trabajar —y morir— bajo el sol tropical de Haití. Trabajaban 12 horas al día, seis días a la semana, en plantaciones de café y cañaverales, desnudos o vestidos con harapos. Los crueles capataces azotaban a hombres y mujeres, niños y ancianos por igual si aflojaban.
Quienes se resistían o huían se toparon con torturas verdaderamente indescriptibles. Como informó el New York Times, los esclavos eran “mantenidos bajo control mediante el hambre, el agotamiento y los actos públicos de extrema violencia. Multitudes de colonos se reunieron en una de las elegantes plazas de la isla para ver cómo los quemaban vivos o los quebraban, hueso a hueso, sobre una rueda. Los castigos sádicos eran tan comunes que recibieron nombres como ‘cuatro postes’ o la ‘escalera’, señalan los historiadores. Había hasta una técnica de rellenar a los esclavos con pólvora para hacerlos estallar como balas de cañón, descrita como encender ‘un poco de pólvora en el culo’, según el historiador francés Pierre de Vaissière”2.
Acusado de torturar hasta la muerte a dos esclavas, un dueño de esclavos no lo negó, pero “justificó” su bárbaro crimen, escribiendo que lo único que evita que “el esclavo apuñale al amo” es “el poder absoluto que tiene sobre él”. El tribunal lo absolvió3.
La sangre y el sudor derramados por los esclavos produjeron enormes riquezas para los propietarios de esclavos en Haití y Francia. Haití era la colonia más rentable del mundo, el mayor productor de azúcar y un importante productor de café4. Esta riqueza no sólo alimentó el apetito por lujos de los propietarios haitianos de esclavos y de la clase aristocrática dominante en Francia, sino que proporcionó gran parte de las bases para el nacimiento y crecimiento del capitalismo francés que estaba surgiendo en ese momento y tomó el poder por medio de la Revolución Francesa (1789-1799)5.
La primera rebelión triunfante de esclavos en el mundo
En 1791, se inició una rebelión masiva de esclavos, comenzando con esclavos armados con armas primitivas. Usando lo que tenían, se apoderaron y quemaron las odiadas plantaciones y derrotaron a las fuerzas armadas de los esclavistas. Luego, Gran Bretaña y España (las potencias coloniales que vieron en la rebelión de los esclavos una oportunidad para que pudieran echar a Francia y esclavizar a Haití para sí mismas) enviaron ejércitos a Haití; los esclavos revolucionarios derrotaron a ambas potencias. Finalmente, el general y líder francés más famoso, Napoleón, envió un ejército de cuando menos 23.000 soldados experimentados, recién llegados de conquistar gran parte de Europa. Ellos también fueron derrotados por los esclavos. El 1º de enero de 1804, Haití declaró su independencia y abolió la esclavitud, lo que representó la primera revolución triunfante de esclavos en la historia.
Este fue, y sigue siendo, una hazaña inspiradora. Pero ¿cuál fue la situación a la que enfrentaban los esclavos recién liberados? Su propio país había sido devastado por 12 años de guerra. Hasta un tercio de la población negra había muerto en la guerra. Casi toda la infraestructura básica (plantaciones, sistemas de riego, edificios, herramientas) resultó destruida y fue necesario reconstruirla.
En ese momento de la historia de la humanidad, no había manera de organizar una economía más que de una u otra forma de explotación: esclavitud, feudalismo o capitalismo6. Pero en realidad, incluso la opción de desarrollarse como un país capitalista independiente quedó cerrada. Haití no nació en un mundo de países en libre desarrollo, sino en un mundo ya dividido entre países oprimidos y opresores. Era un mundo dominado por el colonialismo europeo, que pronto se convertiría en el capitalismo-imperialismo.
Las potencias coloniales odiaban y temían lo que representaba Haití: el potencial de las personas oprimidas y esclavizadas —sobre las cuales se basaba el poder y la riqueza de dichas potencias— de levantarse en contra de esas potencias7. Al mismo tiempo, todas estas potencias ojeaban a Haití como un jugoso trozo de carne que querían incorporar (o en el caso de Francia, reincorporar) a sus imperios.
Así que, en su mayor parte, se unieron a los esfuerzos franceses para aislar y debilitar a Haití. Ningún país reconoció siquiera a Haití hasta 1815, y Estados Unidos no lo reconoció hasta 1862, ¡58 años después de su independencia! Esto tuvo un impacto real en Haití, limitando el comercio internacional que era necesario para la reconstrucción.
Todo esto hizo que la situación general de Haití fuera extremadamente frágil. En estas condiciones, la amenaza de una invasión extranjera, reconquista y nueva esclavitud era muy real. Por eso, la mayoría de los ya limitados recursos de Haití se canalizaron hacia la defensa militar, incluida una red de 30 fortalezas frente al mar cuya construcción requirió 10 años y decenas de miles de personas.
Dominación imperialista francesa: la deuda, una nueva forma de esclavización
Luego, en 1825, 14 buques de guerra franceses navegaron hacia las aguas de Haití. Su comandante exigió: Haití debe pagar 150 millones de francos por concepto de “reparaciones”8 por la “propiedad” perdida de Francia: ¡los esclavos! A cambio, Francia dijo que reconocería a Haití y abriría un comercio más amplio (con condiciones que harían que ese comercio fuera más favorable para Francia que para otros países).
Ante la perspectiva de otra guerra con una potencia importante, y la promesa de paz y un comercio internacional que se necesitaba desesperadamente, los gobernantes de Haití acordaron pagar la “deuda” que Francia afirmaba que “debían”.
La suma de 150 millones de francos era una enorme cantidad de dinero: casi el doble de lo que Francia cobró a Estados Unidos por comprar el territorio de Luisiana, que es 77 veces más grande que Haití. Se dividió en cinco cuotas, pero incluso la primera cuota de 24 millones de francos estaba mucho más allá de los medios de Haití. En 1831, los líderes haitianos le dijeron a Francia que no podían pagar a tiempo. ¡Francia amenazó con invadir con 500.000 tropas!
Luego Francia “generosamente” conectó a Haití con un banco privado francés, que le prestó 30 millones de francos... ¡pero le cobró una comisión de seis millones! Ahora Haití estaba profundamente endeudado con Francia y con los bancos privados.
Así que esto no fue sólo un enorme robo de un solo golpe; era una forma de atrapar a Haití en un ciclo interminable de deuda sobre deuda, con la imposición de los pagos mediante la amenaza de guerra. El pago de esta deuda continuó y se multiplicó hasta bien entrado el siglo 20; en algunos años sumó el 40 por ciento de los ingresos del gobierno de Haití. ¡Entre 1825 y 1957, la deuda internacional absorbió en promedio casi una quinta parte de los ingresos anuales de Haití!9
Pensemos en las implicaciones de esto. En primer lugar, significaba que había poco o ningún dinero para las funciones que normalmente desempeñan incluso los gobiernos opresivos. No hay dinero para escuelas públicas; incluso hoy (al año 2010) hay 14.424 escuelas privadas en comparación con tan sólo 1.240 escuelas públicas, y casi el 40 por ciento de la gente es analfabeta. No hay dinero para carreteras que conecten las diferentes partes del país y conecten las zonas rurales con las ciudades; todavía hoy, sólo se puede llegar a vastas extensiones del campo a pie, en mula o a caballo.
Y así sucesivamente: no hay dinero para sistemas de riego, para la forestación y gestión forestal, para control de inundaciones. No hay dinero para hospitales. No hay dinero para redes eléctricas o sistemas de agua. Todos estos problemas agobiantes persisten al día de hoy.
La deuda también le dio a Francia (y con el paso del tiempo, a Estados Unidos, que se convirtió en un importante “prestamista” para Haití a finales del siglo 19) palancas para interferir políticamente en Haití. Los buques de guerra franceses y estadounidenses a menudo “visitaban” los puertos haitianos, cuidando de su “inversión”. Cada vez más, los imperialistas rivales respaldarían a diferentes partidos políticos y grupos armados (conocidos como Cacos) conectados a estos partidos como una forma de consolidar su propio control. Esto agravó la inestabilidad política crónica y la guerra entre facciones. Entre 1843 y 1915, Haití tuvo 22 gobiernos diferentes. Luego los imperialistas se dieron la vuelta y señalaron esta “inestabilidad” (la que estaban azuzando) como “prueba” de que “los negros no pueden gobernarse a sí mismos”. En 1915, “garantizar el pago de la deuda” fue una de las justificaciones que utilizó Estados Unidos ¡para invadir a Haití y ocuparlo durante 19 años!
Mientras los gobiernos y los bancos imperialistas constantemente les pisaban el cuello, en gran medida el gobierno haitiano se convirtió en una “estación de bombeo”: succionando todo lo que las masas tenían más allá de las necesidades de supervivencia mediante impuestos exorbitantes, cargas aduaneras y otros medios, y luego lo canalizaban todo hacia las arcas del imperialismo (además de una parte que fue a parar a los dirigentes políticos y a las clases dominantes haitianas).
Y esto a su vez tiene consecuencias políticas. Por un lado, esta nueva forma de esclavización requiere, al igual que el antiguo sistema esclavista, un alto nivel de represión a las masas de personas a las que se les está robando hasta dejarlas en calzoncillos. Y, por otro lado, engendra corrupción en el gobierno, incluso entre los empleados de bajo nivel cuyos salarios tienen que ser “complementados” con sobornos para poder mantener a sus familias. Y en los niveles superiores, el poder del gobierno depende de cuánto se puede sacar de estas transferencias masivas de riqueza nacional10.
Así que, para resumir, el problema fundamental de Haití es la realidad de que durante 200 años ha estado atrapado en una red de opresión imperialista, lo que ha distorsionado a toda la sociedad (la economía, el sistema educativo, el gobierno, etc.) para adaptarla a las necesidades del imperialismo. Por eso volvemos a decir que nada menos que una revolución REAL y profunda, guiada por el nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian, BA, puede desencadenar y dirigir a las masas a desarraigar este viejo orden, de raíz y de rama, y reemplazarlo con un sistema basado en las necesidades del pueblo de Haití y de la humanidad en su conjunto, y defender esta nueva sociedad contra sus enemigos dentro y fuera de Haití.
Nuestro próximo artículo examinará la dominación estadounidense de más de un siglo de duración en Haití.