Prueba material A: El sistema alimentario
¿Una sociedad socialista, basándose en el nuevo comunismo y en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, PODRÍA reestructurar la economía sobre una base ecológicamente sustentable, de manera que rompa su dependencia de los combustibles fósiles? Sí. Esto se explaya a fondo en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, y “Algunos principios claves del desarrollo socialista sustentable”. En este ensayo, exploraremos brevemente un ejemplo extremadamente importante: el sistema alimentario.
Primero, veamos la manera en que se producen los alimentos hoy, bajo el capitalismo-imperialismo. Bajo este sistema, la producción de alimentos es uno de los principales factores que contribuyen al cambio climático: está globalizada, depende fuertemente de los combustibles fósiles y es una fuente importante de metano (un gas de efecto invernadero que es 70 veces más potente a corto plazo que el dióxido de carbono). La forma en que se cultivan los alimentos se basa en las profundas desigualdades en el mundo y las refuerza: en las naciones oprimidas por todo el mundo se ha destruido la agricultura tradicional y estas naciones se han convertido en lugares para producir cultivos especializados para los países imperialistas.
Dónde se cultivan los alimentos y cómo se cultivan se determina por un factor por encima de los demás: las ganancias para el capital imperialista altamente concentrado. Si es más barato para las empresas de Estados Unidos importar algún producto alimenticio cultivado, por ejemplo, en Indonesia, porque allá se puede explotar más intensamente la mano de obra agrícola, hay menos reglamentación ambiental que restringe el uso de insumos agroquímicos tóxicos y prácticas agrícolas en general, el suelo y el clima son más favorables, y las restricciones comerciales o los aranceles no son prohibitivamente costosos, pues eso es lo que sucederá.
El capitalismo-imperialismo NO se rige por: el impacto que la producción agrícola orientada a la exportación ejerce sobre el pueblo y la economía de Indonesia; el daño ambiental irreversible causado por la tala de selvas tropicales que albergan todo tipo de plantas y animales; el envenenamiento de las personas y del medio ambiente por el uso de pesticidas y fertilizantes que prometen mayores rendimientos a corto plazo; ni la mayor aceleración del cambio climático debido a la quema masiva de petróleo altamente contaminante para transportar alimentos al otro lado del mundo. Este sistema no toma en cuenta nada más que su principio organizativo de producir para sacar ganancias, lo que se expresa cruda y brutalmente en el Sur global.
Y en los propios países imperialistas, la agricultura también está dominada y controlada por lo que es rentable para las multimillonarias concentraciones de capital. Eso implica: construir enormes granjas industriales y mataderos que maltraten tanto a las personas que son explotadas en ellas, principalmente inmigrantes expulsados de sus tierras en el Sur global debido a la pobreza, guerras y el cambio climático, como a los animales para el matadero; el uso generalizado de pesticidas, fertilizantes y otros métodos que dañan el medio ambiente, esparcen químicos nocivos en los alimentos y explotan a las personas que trabajan en los campos y granjas, muchas de las cuales enfrentan una intensa opresión y discriminación.
Veamos la agricultura en dos futuros diferentes. Uno, en el que no hay revolución, y todo lo mencionado en los párrafos precedentes continúa por décadas. Y otro, en el que hay una revolución en lo que ahora es Estados Unidos.
Primero, en un mundo en el que el capitalismo-imperialismo reina durante décadas, el marco subyacente continúa intensificando el cambio climático y las terribles desigualdades y opresión, ya incorporadas en el sistema, se agravan aún más. Veamos el agua, que es esencial para la agricultura y los seres humanos. El informe del IPCC proyecta que por cada aumento en el calentamiento en 0.1ºC (de 1.5 a 1.6 a 1.7º, etc.), habrá una correspondiente crisis hídrica cada vez más intensa. Según las proyecciones, entre 800 y 3.000 millones de personas con un calentamiento de 2°C no tendrán acceso a suficiente agua, lo que significa que no habrá suficiente para beber ni suficiente para producir alimentos para comer. Esto por encima de lo que ya es un mundo de hambre y hambruna en masa.
Ya hemos dicho suficiente sobre este futuro: ¡Se acabó el tiempo para este sistema!
Ahora, imaginemos un mundo diferente, después de la revolución... ¿Cómo se organizaría la producción, distribución y consumo de alimentos bajo el socialismo? En este ensayo, solo es posible comentar, a grandes rasgos, lo que sería posible Y ADEMÁS lo que al mismo tiempo se requeriría una lucha feroz y que abarcaría contradicciones complejas. Lo que es importante enfatizar es que la revolución y el nuevo poder estatal socialista abrirían la tremenda posibilidad de forjar un sistema alimentario racional, planificado conscientemente, saludable para los seres humanos y ecológicamente sustentable de maneras que simplemente NO son posibles bajo ESTE sistema, y que contribuirían al esfuerzo general en la sociedad socialista por reducir enormemente la inyección de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Dado el papel desproporcionado de Estados Unidos, esto no solo sería un paso gigante en sí, sino un ejemplo para todo el planeta, lo que repercutirá e inspirará a personas por todo el mundo con la posibilidad y viabilidad de una sociedad radicalmente diferente por medio de una Revolución.
¿Cómo realizaría la revolución estos cambios?
Para empezar, las gigantescas corporaciones multinacionales que actualmente controlan nuestro sistema alimentario serían sacadas del negocio, se incautarían sus activos y se pondría fin a su explotación. Las ganancias dejarían de determinar cómo, qué y dónde se cultivan, distribuyen y consumen los alimentos. La agricultura de los países oprimidos ya no se organizaría para producir productos para los países imperialistas. La dependencia de las cadenas de suministro internacionales explotadoras y quemadoras de combustibles fósiles se eliminaría por etapas lo más rápido posible. No habrá envenenamiento de lagos y ríos con fertilizantes elaborados con una gran dependencia de los combustibles fósiles. El nuevo estado socialista pondría fin a todo eso, movilizaría y sintetizaría el conocimiento de científicos, agricultores, prácticas de ciertas comunidades indígenas — se pondría a construir un sistema nuevo y radicalmente diferente para suministrar alimentos a la población.
Pero nada de eso sería fácil — e implicaría luchas y contradicciones complejas. Y sería necesario que todo eso abarque tanto la dirección como la planificación de parte del estado, Y ADEMÁS la iniciativa consciente de parte de las personas en toda la sociedad. No se implementaría de arriba hacia abajo, sino por medio del proceso que Bob Avakian ha caracterizado en El Nuevo Comunismo como el “núcleo sólido con mucha elasticidad”, e implicaría un tremendo debate, discusión y todo tipo de iniciativas de masas. En lugar de una cultura de zombis atomizados individualistas la cual esta sociedad fomenta e impone, habría una cultura revolucionaria en la que se desencadenaría y fomentaría en toda la sociedad la iniciativa consciente de parte de las personas para abordar y resolver las cuestiones más importantes que enfrenta la humanidad — como la forma en que podemos dar de comer a la gente a la vez que deshacemos la catástrofe ambiental que el capitalismo-imperialismo ha creado.
Se alentaría a las personas —y se lucharía con ellas de ser necesario—, a que cambiaran de dieta y de manera de vivir para que coincidieran con este sistema de agricultura ecológicamente sustentable. La agricultura doméstica se convertiría en la base del sistema alimentario de la nación. Tanto la agricultura urbana como la rural, así como la agricultura a gran y pequeña escala, serían esenciales no solo para hacer que la producción y distribución de alimentos sean ecológicamente sustentables, sino también para ir eliminando las desigualdades entre los centros urbanos y el campo. El nuevo estado socialista pondría a disposición fondos para seguir desarrollando métodos agrícolas que no solo sean resilientes ante el cambio climático, sino que no contribuyan a un mayor calentamiento global.
Una vez más, en este ensayo solo se puede comentar todo esto a grandes rasgos, y habrá muchas contradicciones y obstáculos nuevos, pero es importante reiterar que (a) será mucho mejor que cualquier cosa que este sistema pueda ofrecer o que sea posible bajo este sistema, y (b) habrá un poder estatal nuevo, y radicalmente diferente, que respalde estos esfuerzos dentro del marco general de la Constitución, y las masas irán adoptando cada vez más el método del Nuevo Comunismo de BA, una forma real de ponerse a abordar estos problemas. La revolución es lo que abre la posibilidad de organizar la sociedad según lineamientos radicalmente diferentes, radicalmente emancipadores y ecológicamente sustentables.
De Algunos principios claves del desarrollo socialista sustentable:
Será preciso desarrollar sistemas agrícolas basados en los principios de planificación del uso de tierras a largo plazo, la conservación global del suelo y el agua, y biodiversidad agrícola. Dichos sistemas agrícolas —a escala grande, mediana y pequeña— deben dar cabida a tecnologías y prácticas que pueden adaptarse a condiciones locales o particulares y que responden al cambio climático y ajustes de demanda. Al reorientar la agricultura, el objetivo debe ser lograr una producción agrícola alta y sustentable y productos alimenticios sanos que minimicen tanto el gasto de recursos como el daño a la naturaleza y a las personas.
Lea aquí estos principios en su totalidad.
El nuevo informe del IPCC deja mortalmente en claro que el tiempo se está acabando, y que nos estamos moviendo precisamente en la dirección equivocada. A raíz de otra cumbre climática fallida, algunos climatólogos incluso están llamando a una “huelga de científicos” — contra la inacción de los de arriba1. Este es un sentimiento bienvenido para hacer sonar la alarma con seriedad ante la sociedad en general. Los revolucionarios deberían conectarse con semejantes científicos y trabajar y luchar con ellos para convertir esa frustración e indignación en una poderosa denuncia a este sistema en su conjunto y unirse a la lucha necesaria, feroz y urgente para derrocarlo.
ES MUY IMPORTANTE NO DESPERDICIAR el poquísimo tiempo valioso que nos queda en no soluciones y delirios venenosos. Y esto es aún más cierto en estos momentos poco comunes en que la revolución realmente se vuelve posible en un país como Estados Unidos, el país más responsable de la crisis climática.