En un ensayo invitado en el New York Times del 10 de enero, la científica de la Tierra y miembro de Scientist Rebellion (Rebelión Científica), la Dra. Rose Abramoff, anunció que la había despedido su empleador, el Laboratorio Nacional de Oak Ridge (del Departamento de Energía de Estados Unidos en Knoxville, Tennessee). Como ella reveló en el ensayo, su despido fue casi seguro una represalia por su trabajo con Scientist Rebellion, una organización de científicos que se dedican a la protesta y la desobediencia civil para dar la alarma sobre la crisis climática e inspirar una resistencia popular.

Específicamente, ella y el científico de la NASA Peter Kalmus interrumpieron brevemente la conferencia grande y prominente de la American Geophysical Union (AGU; Unión Americana de Geofísica) el mes pasado. La pareja se subió al escenario, desplegó una pancarta que decía: “FUERA DEL LABORATORIO Y A LAS CALLES” y llamaron a los científicos presentes a que actuaran. Con la manta en la mano, Peter Kalmus exclamó: “Nuestra ciencia está demostrando que el planeta se está muriendo. Es aterrador. Todo corre riesgo. Como científicos, tenemos un gran apalancamiento, pero necesitamos usarlo. Podemos despertar a todos”. Por eso, fueron sacados abruptamente de la conferencia y se les impidió regresar. Su investigación, que había sido aceptada para su presentación en la conferencia, fue retirada, y fueron amenazados con el arresto y con una investigación sobre su supuesta “mala conducta profesional”. La AGU también amenazó con contactar a sus empleadores para quejarse de su acción. La Dra. Abramoff fue despedida un par de semanas después.

Como la Dra. Abramoff establece en su ensayo, las apuestas de la emergencia climática son simplemente demasiado altas, y el costo de la inacción es demasiado grande, para que las personas sigan “como si no pasara nada”. Y los científicos, particularmente aquellos que estudian las formas en que la actividad humana está calentando el planeta y causando esta crisis climática existencial, tienen que desempeñar un papel descomunal para despertar a las personas a esta realidad.

Muchos científicos saben bien lo grave que es la crisis ambiental y saben que las acciones de los gobiernos del mundo, especialmente del gobierno de Estados Unidos, en nada están actuando de formas que estén a la altura de solucionar la crisis. Científicos como Rose Abramoff y Peter Kalmus, que están tomando acciones dramáticas y llamando a otros a que se les unan, están haciendo el tipo de cosas que otros científicos —y los demás que se preocupan por el planeta— deberían hacer a una escala mucho mayor.

Es revelador que el gobierno federal, que maneja el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, y aquellos en el establecimiento científico que manejan la AGU, no pueden tolerar el llamado a los científicos a usar su influencia para ayudar a “despertar a las personas” y, en cambio, amenazan a Rebelión Científica por sus acciones, y despiden a la Dra. Abramoff. Esto es vergonzoso, moralmente reprensible, extremadamente perjudicial para el planeta y su gente, y no se debe permitir.

El que aún no haya el nivel de protesta sobre esta represalia y el tipo de expresiones organizadas de apoyo para Abramoff de parte de los climatólogos y otros científicos y activistas climáticos es un problema. Podría estar en juego el que, en el caso de los científicos, se trata de una medida de un “factor del miedo”, de que el castigo recaerá en quienes toman la posición que Rose Abramoff tomó — y posiblemente en quienes la apoyan. Esto simplemente subraya la naturaleza y la urgencia del problema: la crisis climática y un sistema que no tolerará a las personas que “hacen lo correcto”, lo que incluye que los científicos “se salgan” de sus laboratorios para dar la alarma y actúen al respecto. Estos son momentos que exigen valor y convicción.

El sistema es el problema... Únicamente la revolución nos brinda la oportunidad de salvar el planeta

El funcionamiento mismo de este sistema capitalista-imperialista está impulsando la crisis climática. El mismo sistema que destruye vidas y aplasta espíritus literalmente está haciendo que este planeta no sea habitable, al arrojar gases de efecto invernadero a la atmósfera con un desenfreno mortal. Como hemos demostrado claramente (ver la página de recursos sobre el medio ambiente de revcom.us), únicamente por medio de una revolución real para derrocar este sistema tendremos una oportunidad de luchar para detener el peor desenlace posible de esta situación y de revertir el cambio climático. Y como Bob Avakian ha analizado, este es un momento poco común en el que la revolución se vuelve más posible en Estados Unidos, el país más responsable de la crisis climática.

En este momento poco común de aceleración de crisis y de crecientes posibilidades revolucionarias, es sumamente importante que las personas tomen posición y lancen retos en torno a la emergencia climática, y llamen a millones de otras personas a que hagan lo mismo. Y es un momento para que las personas preocupadas por el destino del planeta levanten la vista y conozcan más la revolución que realmente puede poner fin a la destrucción al por mayor de la humanidad y del planeta — y contribuyan con su comprensión y energía creativa al movimiento para esta revolución.