Durante las últimas semanas en Los Ángeles, Rechazar el Fascismo y miembros del CUERPO REVCOM Por la Emancipación de la Humanidad han recaudado fondos para enviar y apoyar a los voluntarios que han ido a DC desde Los Ángeles.
Por muy loco que parezca en la segunda ciudad más grande del país, puede ser difícil encontrar multitudes de personas. Pero la temporada navideña atrae a la gente para socializar e ir de compras, así que en las últimas semanas hemos ido a algunos de los mercados de agricultores en varias partes de esta ciudad tan extensa, algunos de los cuales abarcan manzanas enteras. Hemos estado experimentando y en un par de ocasiones nos hemos unido con una mujer que ha impreso una serie de carteles que muestran los indicios del fascismo — cuales indicios ha visto la gente en los suburbios y las ciudades por todo el país.
Hemos recorrido estos mercados en fila con carteles y coreando: “Peligro, peligro, hay un fascista en la Casa Blanca. ¡Nos toca a nosotros EXPULSARLO!” con cada persona leyendo el cartel que sostiene y explicando por qué esto es el Fascismo y que Ya Lo Tenemos Encima. La persona de delante y/o de atrás ha hecho agitación sobre por qué No se puede convivir con el Fascismo y ha explicado con sus propias palabras el mensaje de los llamamientos de Rechazar el Fascismo.
Ha sido importante sacudir el ambiente de normalización desafiando a la gente que el futuro depende de lo que hagan ahora. ¿Acomodarse a esto continuando con una vida que sigue con normalidad para mucha gente, o unirse a un movimiento con una estrategia para derrotar al fascismo antes de que pueda consolidarse? Junto con los carteles que muestran lo que ES el fascismo, hemos levantado los carteles de Que Se Largue Trump YA. En nuestra procesión en fila, tenemos suficiente división del trabajo para que varias personas sostengan montones de ellos, animando a la gente a agarrar uno, donar e inscribirse para distribuirlos por el barrio. Una persona o personas con un cubo nos sigue recogiendo las donaciones y pidiendo donaciones de 10 o 20 dólares o lo que puedan. Además, hemos montado en la entrada de los mercados mesas organizadoras o carritos de distribución con folletos, carteles, calcomanías y bandanas, atendidos por alguien que puede hablar con la gente y reclutarlos para que se vuelvan organizadores. En cada ocasión, en una o dos horas hemos recaudado unos doscientos dólares y repartido cientos de carteles, animando a la gente a colgarlos en sus casas o en las tiendas de su barrio.
Ha sido una experiencia de aprendizaje, con cada persona probando su propia agitación con una mezcla de puntos de vista, mientras que el capítulo de Rechazar el Fascismo ha estado perfeccionando su propia capacidad para afinar el mensaje y organizar concretamente a las personas en el movimiento en el momento.
Aunque demasiada gente sigue acostumbrándose mientras las atrocidades se acumulan cada hora —y la población no está respondiendo como debería ante las flagrantes escaladas del crudo poder fascista— al entregar este mensaje sacamos a la superficie la reserva de sentimiento y apoyo profundos que existe entre la gente muy ampliamente.
En un reciente mercado de agricultores en una zona de la ciudad donde mucha gente trabaja en la industria del entretenimiento, la gente aplaudió y coreó con nosotros mientras recorríamos el mercado. La gente se adelantó para conseguir carteles y donar. En cada uno de estos mercados hemos topado con trumpistas y sionistas — y en este mercado, uno de estos intentó provocar una pelea obstaculizando nuestra procesión. Una mujer que nos había estado aplaudiendo se interpuso rápidamente entre el hombre que intentaba provocar un incidente y la mujer a la que acosaba con ferocidad, y con un espíritu fantástico, exigió que dejara en paz a esas mujeres, y cinco personas más se unieron a ella rodeándolo para que la procesión pudiera continuar. (Se puede ver en este incidente algo de la formación en respuesta rápida que la gente ha interiorizado). Más tarde, llegó la seguridad del mercado, no para expulsarnos sino para acompañarnos para que pudiéramos continuar sin incidentes.
Cuanto más concreta era nuestra “petición” —llamando a la gente a unirse a este esfuerzo siguiéndonos en Instagram, llevándose un cartel o una pila de carteles para su barrio y haciendo una donación— más creábamos un ambiente colectivo donde la gente pudiera participar y marcar la diferencia. Una mujer, una conservacionista, estaba muy molesta porque la gente no estuviera haciendo más. Se unió a nosotros sosteniendo uno de los carteles de “El fascismo es...”. Más personas se habrían unido a nosotros si tuviéramos más la orientación de invitar a más gente. Otra mujer que se estaba recuperando de una grave lesión adornó su andador con carteles, le puso la bandana naranja a su perro de asistencia y llevó una pila de carteles, folletos y calcomanías al bulevar principal, regresando dentro de una hora para más porque se le había acabado antes siquiera de llegar a la cafetería a la que se dirigía.
Varias personas que habían visto nuestra procesión venían a la mesa para inscribirse y entablar conversación más profunda y les invitamos a la siguiente reunión de Rechazar el Fascismo y les damos formas de difundir esto por sí mismas. Ahora hay cinco o seis negocios en diferentes zonas de la ciudad que se han comprometido a tener carteles para que la gente pueda recogerlos cuando se necesite. Esto requiere un trabajo más enfocado y persistente por parte del capítulo para una campaña más organizada de distribución y participación por parte de personas que puedan hacer que la demanda no sea solo un sentimiento o deseo, sino un objetivo inmediato. El nuevo PLIEGO DE ACUSACIONES DE PARTE DEL PUEBLO CONTRA DONALD TRUMP: UNA DECLARACIÓN UNIFICADA DE ILEGITIMIDAD ofrece una forma nueva de seguir impulsando este tipo de iniciativas al servicio de la única estrategia que realmente podría cambiar el curso de la historia.