El 18 de julio, Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional (DNI) de Trump, hizo la absurda afirmación de que los funcionarios de la administración Obama, y el propio ex presidente, deberían ser procesados por “conspiración traicionera”. Unos días después, el propio Trump publicó una imagen del arresto de Obama y su traslado el bote generada por inteligencia artificial, y desde ese entonces ha afirmado repetidamente que Obama cometió “traición”. Los voceros tanto de la Casa Blanca como de la DNI han dicho que quieren una rendición de cuentas por estas actividades “criminales”… “con todo el peso de la ley”, que en el caso de traición podría implicar la ejecución.

ADVERTENCIA: No subestimen esto, por dos razones. Una, debido a que Trump podría avanzar con medidas al respecto, y si él puede perseguir a un expresidente por cargos inventados, imagínense lo que podría hacerle a una persona común. Esto no es de ninguna manera una broma — es una advertencia extrema del peligro al que todos enfrentamos. Segunda, debido a que si Trump avanza con esto, tal acto podría intensificar seriamente las escisiones en las instituciones centrales de este sistema. Dichas escisiones, si se diera un levantamiento de masas desde abajo con la exigencia de que sea sacado al régimen de Trump, podrían aumentar las posibilidades de que de hecho se cumpla esta demanda extremadamente crucial.

La acusación inventada e infundada de Gabbard

Según Gabbard, el gobierno de Obama fabricó información de inteligencia para afirmar que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 a favor de Trump. Gabbard contrasta esto con un informe de inteligencia de la misma época que decía que Rusia no había pirateado directamente las máquinas de votación ni había alterado de ninguna otra manera el recuento de votos. Según Gabbard, posteriormente este “engaño” sentó “las bases para un golpe de estado contra el presidente Trump con años de duración”.

Existe un pequeño problema con el argumento de Gabbard. El gobierno de Obama nunca dijo que Rusia pirateó las máquinas de votación. El gobierno de Obama nunca acusó a Rusia de interferir en el conteo de votos. Y Obama concedió que Trump fue el legítimo ganador de las elecciones de 2016.

Lo que sí dijo el gobierno de Obama fue que: a) los rusos intentaron interferir a favor de Trump, y b) esta interferencia se materializó en el pirateo y la divulgación de los correos electrónicos de Hillary Clinton, y en la financiación de centros de bots pro-Trump. Republicanos prominentes, incluido el entonces senador Marco Rubio (ahora secretario de Estado de Trump), aprobaron con su firma estas conclusiones.

Todo el argumento de Gabbard carece totalmente de fundamentación. Es un argumento de “hombre de paja”: inventa un argumento que tu oponente nunca hizo, y luego lo ataca por ello... lo que en este caso incluye exigir que se le acuse de traición, un delito que conlleva la pena de muerte. Y ahora MAGA va a todo vapor tras esto.

NO lo ignores

Muchos analistas dicen que el régimen de Trump está lanzando este ataque contra Obama como una “distracción” del perjudicial escándalo Jeffrey Epstein. Y debido a que la acusación carece de fundamentación fáctica, muchos le restan importancia a la seriedad de lo que está ocurriendo. Si bien este argumento carece de fundamentación fáctica y si bien quizá tenga el objetivo de desviar la atención del caso Epstein, no se puede obviar el hecho de que Trump lo ha dicho y ha soltado sus hienas en contra. Varios memes racistas han amplificado esto — por ejemplo, Obama vestido de overol anaranjado; u Obama al conducir un Bronco blanco¹ perseguido por Trump y Vance disfrazados de policías.

Otros dicen: “Bueno, esto no está bien, pero la Corte Suprema dictaminó el año pasado que los presidentes tienen mucha inmunidad por los delitos cometidos durante su mandato, y eso se aplicaría a Obama”. Pero la actual Corte Suprema, repleta de fascistas, que pervirtió la Constitución hasta dejarla irreconocible para dictaminar sobre la inmunidad a favor de intereses fascistas hace un año, bien podría no dudar en pervertir la Constitución en el sentido contrario a fin de favorecer a los intereses fascistas ahora.

Como señala el analista jurídico de la CNN, Jeffrey Toobin (en un artículo de opinión del New York Times), Trump es “el supervisor de un Departamento de Justicia inusualmente sumiso, y su condena despreocupada a su predecesor es tan significativa como escalofriante”. (Véase el artículo [próximamente en español] en otra parte de esta edición sobre la nominación, a un tribunal federal, de Emil Bove, un alto funcionario del Departamento de Justicia, por parte de Trump). Gabbard ya ha presentado una “remisión penal” al Departamento de Justicia (DOJ), el primer paso para el procesamiento. La jefa del DOJ, Pam Bondi, anunció que un “grupo de ataque” investigaría las acusaciones. Los senadores republi-fascistas Lindsey Graham y John Cornyn publicaron que “instan a la procuradora general Bondi a nombrar un fiscal especial para investigar en cuál medida el expresidente Obama, su personal y funcionarios de la administración manipularon el aparato de seguridad nacional de Estados Unidos para obtener un resultado político”.

Trump también encabeza un gran movimiento fascista. Redes sociales como Truth Social, Gab y Telegram han experimentado un pico en el número de personas que llaman a Obama “traicionero” y dicen que debería ser encarcelado o ejecutado. La posibilidad de que individuos o grupos fascistas cometan actos de violencia es muy real. Y, una vez más, los memes ya descritos aviven esas llamas racistas.

Independientemente del resultado de esta amenaza, estamos encaminados hacia una época de extrema convulsión en la que las amenazas fascistas contra sus rivales en la clase dominante se intensifican y complican la situación. Este es el contexto en el que se expresa nítidamente esta amenaza.