El 27 de agosto, Trump despidió a Susan Monarez, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Monarez se había negado a aceptar la demencia anti-vacunas del “zar sanitario” de Trump, Robert F. Kennedy Jr. (RFK). Trump había nombrado a Monarez directora de los CDC hacía apenas un mes. En su audiencia de confirmación en el Senado, Monarez dijo que “las vacunas salvan vidas” y que se debía seguir apoyando su uso. Si Trump y RFK creían que podían presionar a Monarez para que siguiera su cruzada anti-vacunas, se equivocaron.

Monarez tenía toda la razón cuando dijo que las vacunas salvan vidas. Las vacunas contra la COVID-19, el sarampión, la viruela y otras enfermedades graves han salvado la vida de 154 millones de personas en todo el mundo en los últimos 50 años, en su inmensa mayoría niños menores de cinco años. La seguridad de las vacunas ha sido comprobada mediante cientos de estudios científicos. Ante esta sólida evidencia científica, RFK y otros individuos anti-vacunas han montado ataques lunáticos —y peligrosos— contra las vacunas y contra los científicos y los profesionales de la salud. RFK ha apuntado particularmente a los CDC, la agencia responsable de supervisar las vacunas y elaborar lineamientos y recomendaciones para su uso. Ha llamado a la vacuna contra la COVID la “vacuna más mortífera jamás fabricada”. Despidió a todos los miembros del Comité Asesor sobre Políticas de Inmunización, el principal panel de expertos del gobierno estadounidense sobre la aprobación y el uso de vacunas, y los reemplazó con “escépticos de las vacunas”.

Según informes de prensa, RFK llamó a Monarez a su oficina a principios de la semana pasada y le dio un ultimátum: o bien aceptar toda “recomendación” de ese panel sobre políticas de inmunización (ahora lleno de personas anti-vacunas nombradas por RFK), o bien renunciar. También exigió que Monarez despidiera al equipo de expertos científicos que ella dirigía. Ella se negó a cumplir — y fue despedida. RFK reemplazó a Monarez con un socio anti-vacunas: un ejecutivo de biotecnología sin formación médica ni científica.

Los abogados de Monarez emitieron un comunicado en el que afirmaban que su despido era ilegal. Publicaron en X: “Cuando la directora de los CDC, Susan Monarez, se negó a aprobar automáticamente directivas poco científicas y temerarias y a despedir a dedicados expertos en salud, ella prefirió proteger al público antes de servir a una agenda política. Por eso, la han atacado”.

Tras el despido de Monarez, al menos tres altos expertos médicos de los CDC emitieron cartas de renuncia públicas en protesta por el destripamiento anticientífico de los CDC a manos de RFK. Cientos de empleados de los CDC se congregaron frente a la sede de la agencia en Atlanta para expresar su apoyo a estos funcionarios. Uno de los que dimitió, Demetre Daskalakis, declaró que ya no podía trabajar para aquellos que tratan a los CDC “como una herramienta para generar políticas y materiales que no reflejan la realidad científica y están diseñados para perjudicar la salud pública en lugar de mejorarla”.

Daskalakis fue más allá:

El reciente tiroteo fuera del CDC [vea la cobertura previa de revcom.us aquí] no es motivo por el que renuncio. Mi abuelo, por el que me nombraron, se enfrentó a las fuerzas fascistas en Grecia y perdió la vida haciéndolo. Renuncio para enorgullecerlo a él y a su legado. Renuncio por la cobardía de un líder que no puede admitir que SUS palabras y las de sus secuaces durante décadas crearon un entorno propicio para la violencia como esta. Rechazo los pensamientos y oraciones de él y de sus colegas, y les aconsejo que las dirijan a la gente a las que no han perjudicado activamente.

Durante décadas, he sido una voz de confianza para la comunidad LGBTQ en temas críticos de salud. También debo mencionar la temeridad de la administración en sus esfuerzos por borrar a las poblaciones transgénero, suspender programas cruciales internos e internacionales sobre el VIH y cancelar importantes investigaciones para apoyar la equidad como parte de mi decisión.

La salud pública no se trata meramente de la salud del individuo, sino de la salud de la comunidad, la nación y el mundo. La seguridad sanitaria de la nación está en riesgo y está en manos de los que se centran en intereses ideológicos egoístas.

De hecho, si el régimen fascista de Trump logra seguir adelante arrollador con su ataque a las vacunas y a la verdad científica en general, el costo será que millones de personas se enfermen gravemente y muchas mueran. Es muy positivo que Monarez y otros en los CDC hayan alzado la voz y hayan actuado con base en su conocimiento científico y su conciencia, y hayan dicho ¡NO! a los atropellos del régimen de Trump. Y es urgente que dicha resistencia se extienda rápidamente por todo el gobierno y otras instituciones importantes de la sociedad.