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Un ataque vil, idiota e irresponsable al comunismo —
La revista Atlantic pone a Mao y Trump en el mismo plano… abandonando la verdad

Bob Avakian escribió hace poco:

El ataque burgués “liberal” en contra del comunismo es, a su manera, tan ridículo e indignante —una violación burda del método científico y en descarada contradicción con los hechos concretos— como la tergiversación fascista de la verdad que los “liberales” siempre están denunciando.

Un caso flagrante es el número electrónico del 22 de noviembre de 2020 de la revista intelectual liberal The Atlantic. Presenta un artículo lleno de mentiras que sostiene que el gran líder revolucionario Mao Zedong se suscribió al mismo tipo de visión lunática de teoría de conspiraciones del mundo que guía a Donald Trump. El artículo se titula asquerosamente “Mao’s Lessons for Trump’s America” [Lecciones de Mao para el Estados Unidos de Trump]. Su autor es Edward Steinfeld, un profesor del MIT que se dice “experto sobre China”.

Al igual que otros académicos anticomunistas que cuentan con plataformas en los medios de comunicación impresos y electrónicos convencionales, Steinfeld pone de cabeza la historia y la realidad. Recicla la narrativa falsa y venenosa de que la Revolución Cultural de 1966-1976 fue un ejercicio de terror de las turbas impulsadas por lo que se alega que es la paranoia enloquecida de Mao. Steinfeld afirma que los seguidores de Mao, con la insistencia de Mao, habían estado “circulando extravagantes teorías de conspiración sobre conspiraciones contrarrevolucionarias y camarillas anti-Mao en las más altas esferas del sistema chino”.

Steinfeld descarta de plano el verdadero peligro de una contrarrevolución en China en ese momento. Borra los verdaderos objetivos y distorsiona las verdaderas prácticas de la Revolución Cultural. Pinta un retrato idiota de Mao como un glotón de violencia y de “acción vigilante justiciera”. Y compara a Mao con Donald Trump. Todo el ensayo es equivalente a una dolosa y vil “perversión de la verdad” en grande. Pongamos las cosas en claro.

1) La Revolución Cultural que Mao inició en 1966 no se guió por una “extravagante teoría de conspiración” sino que se guió por el análisis científico de Mao de la compleja realidad de la sociedad china y de los peligros concretos que enfrentaba el socialismo en China en ese momento.

Mao lanzó la Revolución Cultural para lidiar con un problema histórico mundial de la revolución comunista. Ese problema era cómo mantener a una revolución —cuyo objetivo es poner fin a toda explotación y opresión— en el camino hacia la realización de ese objetivo. Y cómo habilitar a millones de masas de personas para que comprendieran y bregaran con este problema y emprendieran nuevas formas de lucha revolucionaria bajo el socialismo para impedir la restauración del capitalismo — y para seguir revolucionando las instituciones de la sociedad... y su propio modo de pensar.

Nunca aprenderíamos esto leyendo el artículo de The Atlantic. Para aprender más sobre la Revolución Cultural en profundidad, vea No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro. Pero tomemos algunos hechos de fondo esenciales.

En 1949, la revolución china dirigida por Mao triunfó. Esta revolución expulsó al imperialismo extranjero e hizo añicos el viejo y opresivo orden económico y social. Como dijo Mao, el pueblo chino se había puesto de pie. La revolución estableció un nuevo poder estatal socialista y una nueva economía socialista para satisfacer las necesidades básicas del pueblo y se propuso, bajo la dirección de Mao, forjar nuevas instituciones y valores sociales liberadores.

Pero para principios de los años 1960, una nueva clase capitalista burguesa que ya había surgido al interior de los niveles superiores del Partido Comunista de China y del gobierno estaba maniobrando para hacerse del poder omnímodo.

En nombre de realizar un crecimiento económico más rápido y un nivel de vida más alto, utilizaron sus bases de poder para introducir duros métodos capitalistas de gestión y disciplina económica... para poner la educación sobre una base elitista y tecnocrática... para concentrar los recursos en las ciudades a expensas del campo, donde vivía la gran mayoría de la población china de la época. Tenían fuerza en el ejército y una tremenda influencia en los importantes ministerios del gobierno, como la educación, la cultura y la planificación económica. Estos eran fenómenos reales y observables. Y a mediados de los años 1960, estos seguidores del camino capitalista, como los describió Mao, maniobraban para tomar el poder.

Ah, pero Mao, nos dice Steinfeld, estaba inventando enemigos y exagerando amenazas. Imagine si un supuesto estudioso de la Guerra Civil de Estados Unidos nos dijera que Lincoln estaba inventando conspiraciones de parte de los políticos del Sur para justificar sus propias ambiciones. Bueno, la evidencia dice todo lo contrario. Al igual que con la Revolución Cultural. De hecho, ¿qué otra evidencia del peligro concreto contra la revolución es necesaria salvo que estos seguidores del camino capitalista sí dieron un golpe de estado en octubre de 1976, poco después de la muerte de Mao? ¿Y qué más evidencia se necesita salvo que una vez que estos seguidores del camino capitalista amarraron el poder —dirigido en ese momento por Deng Xiaoping—, sí hicieron lo que Mao dijo que iban a hacer?

Reestructuraron sistemáticamente la economía socialista de China y convirtieron a China en una maquiladora al servicio del capitalismo mundial. La economía basada en las ganancias que instituyeron ha generado algunas de las desigualdades más extremas de riqueza e ingresos en el mundo, con la proliferación de gente con miles de millones de dólares. El desarrollo capitalista rápido y caótico que defendieron ha engendrado algunas de las ciudades y ríos más contaminados del mundo. Los seguidores del camino capitalista en el poder desmantelaron las hazañas sociales extraordinarias de la Revolución Cultural — las que abarcaban lo que a principios de los años 1970 era el sistema de atención sanitaria más universal, igualitario y basado en las necesidades en el mundo.

Estos son los resultados observables de la contrarrevolución contra la que Mao advirtió... pero que Steinfeld declara imbécilmente que fue confeccionada por Mao para impulsar su “política de resentimiento”.

2) Los métodos de la Revolución Cultural fueron liberadores.

Mao llamó a las masas a levantarse, a desafiar y a derrocar a estas nuevas fuerzas capitalistas. Steinfeld dice mucho sobre el lema-directriz de Mao emitido en agosto de 1966 para “cañonear el cuartel general” de los seguidores del camino capitalista. Pero este “cañonear” fue político (vea mi Nota al pie de este artículo).

Las principales formas de lucha de la Revolución Cultural eran el debate de masas (sobre la política y el rumbo de la sociedad); la movilización política de masas — las manifestaciones, las huelgas, los levantamientos políticos que condujeron a formas nuevas y más participativas de poder político; y la crítica de masas por medio de periódicos, carteles murales y reuniones públicas a las autoridades influenciados por este programa neocapitalista y los dirigentes en el poder que lo impulsaban.

Estos métodos de lucha se definieron claramente en documentos oficiales y se difundieron ampliamente, entre los que se incluyen las siguientes orientaciones: “Durante el debate, se debe recurrir al razonamiento y no a la coacción o la fuerza”.

Ahora bien, durante la Revolución Cultural sí se produjeron actos de violencia y asesinatos. Pero a continuación presento lo que muestra la evidencia.

  • Primero, esta no fue la principal tendencia de la Revolución Cultural.
  • Segundo, cuando las cosas se encaminaran por un rumbo violento, Mao y las fuerzas revolucionarias condenaron y criticaron tales tendencias: mediante declaraciones, directrices, editoriales e intervenciones en el lugar de los hechos. Un ejemplo bien documentado e inspirador fue el de una importante universidad de Beijing en 1968, donde el debate y la lucha políticos se volvieron violentos. Con el apoyo de Mao, un contingente de trabajadores no armados entró en el campus para poner fin a los enfrentamientos entre los estudiantes armados.
  • Tercero, en realidad las nuevas fuerzas capitalistas instigaron una gran parte de la violencia de la Revolución Cultural, especialmente con el propósito de desacreditar a Mao.

Steinfeld hace la ridícula acusación de que como resultado de la Revolución Cultural, la sociedad china cayó en un bruto “estado de naturaleza”. Una vez más, las tonterías se siguen acumulando. De hecho, como resultado de las luchas, la experimentación y las transformaciones de la Revolución Cultural, el estado de la sociedad cambió. Los nuevos sistemas de gobernanza integraron a los trabajadores y a los campesinos en la vida política de formas nuevas y más amplias... “servir al pueblo” se convirtió en una medida y motivación de la vida social y el progreso... la investigación “a puerta abierta” llevó a los científicos al campo para realizar experimentos junto a los campesinos y compartir sus vidas... los ballets revolucionarios abordaron temas de la emancipación de la mujer. ¿Es esta quizás la “tragedia” que el profesor lamenta?

3) La idiotez de poner a Mao y Trump en el mismo plano... cuando en realidad son polos opuestos.

Steinfeld se cree muy listo al ofrecer recocidas “Lecciones de Mao para el Estados Unidos de Trump”. Es un tonto. Mao Zedong representaba la emancipación de la humanidad mundial de toda la opresión y explotación. Mao hizo avanzar la ciencia del comunismo, en particular con la teoría y la práctica de continuar y profundizar la revolución en la sociedad socialista. La noción de que Donald Trump... fascista estadounidense de origen que niega la realidad, ataca a la ciencia, propugna el racismo genocida y difunde la supremacía masculina y el odio contra los inmigrantes... la noción de que Trump tiene algo en común con el revolucionario comunista Mao Zedong sería risible para cualquier persona pensante con una pizca de respeto por el método científico y la verdad histórica. Pero en el empobrecido ambiente intelectual de hoy (con un buen servicio prestado por la cháchara crasa de gente de la calaña de Edward Steinfeld), estas necedades anticomunistas tóxicas convencen.

Desmenuzando el “método” espurio y manipulador que se utiliza para poner a Mao y Trump en el mismo plano.

  • Primero, se tiene el “tráfico de similitudes superficiales”. Trump habla de una conspiración en su contra arraigada en un “estado profundo”; Mao criticó a las fuerzas atrincheradas en la alta dirigencia que tenían como objetivo tomar el poder. Así que, ahí lo tienen, según Steinfeld... cortado por el mismo patrón. No. Se tiene una comparación totalmente infundada y desinformada.

    Mao hizo un análisis científico innovador de que, del suelo de las continuas desigualdades y diferencias sociales de la sociedad socialista (como el hecho de que algunas personas siguen trabajando principalmente en ocupaciones en que usan sus manos y otras personas en el campo de las ideas y la administración), y de las características burguesas de la economía socialista que aún existen (como la venta y transferencia de productos, el uso del dinero), se generan nuevas fuerzas privilegiadas. Y en la sociedad socialista, estas fuerzas tenían su mayor fuerza, como nueva clase capitalista, en los niveles superiores del partido comunista gobernante y el estado socialista. Ahora, ¿qué carajo tiene en común este tipo de análisis científico con las teorías lunáticas y los desvaríos de Trump, o de QAnon sobre los desmanes de los pedófilos, o con las teorías antisemitas de las sociedades secretas y las cábalas que dirigen al mundo?
  • Segundo, se tienen la repetición, los conjuros casi ritualistas, de “espeluznantes mentiras anticomunistas”. Lo escuchamos todo el tiempo: “Mao mató a millones de personas”. Lo oímos desde todos los rincones de la sociedad capitalista-imperialista. Y tales mentiras —eso es lo que son— se convierten en parte de la “opinión común” y el “discurso intelectual” dominante de la sociedad. El lector puede visitar el proyecto “Pongamos las Cosas En Claro” en www.thisiscommunism.org para obtener un análisis y refutación de las mentiras, distorsiones y tergiversaciones habituales sobre la revolución comunista.
  • Tercero, hay “trabajo académico chapucero y deshonesto” que tiene caché y que sirve a la maquinaria de la mentira. Vea mi Nota al pie de este artículo.

Hay un mundo de distancia entre Trump y Mao. Piénselo. Hace varios meses presenciamos un hermoso levantamiento contra la supremacía blanca y el asesinato racista por parte de la policía, y muchos de nosotros éramos participantes en él. Donald Trump denunció esta ola de protesta justa, alabó a la policía, instigó a los asesinos neonazis, ensalzó los monumentos a la Confederación esclavista y envió a la policía federal a reprimir a las protestas. En abril de 1968, después del asesinato de Martin Luther King, los negros se alzaron en poderosas rebeliones en todo Estados Unidos. En la China revolucionaria de ese entonces, Mao Zedong sacó una poderosa declaración de apoyo, con la declaración de que este justo levantamiento del pueblo negro era “un nuevo toque de clarín en el combate de todo el pueblo estadounidense explotado y oprimido contra la brutal dominación de la burguesía monopolista” y “un inmenso apoyo y estímulo a la lucha de todos los pueblos del mundo contra el imperialismo yanqui, y a la lucha del pueblo vietnamita contra éste”.

A pesar de sus analogías simplistas y necias entre Mao y Trump, el profesor Steinfeld trabaja a partir de un libro de jugadas de la “realidad alternativa” y la “gran mentira” al estilo trumpista.

***

* NOTA: Un ejemplo del trabajo académico chapucero y deshonesto de Steinfeld

Para armar su argumento por la supuesta “santificación de la violencia” de parte de Mao, Steinfeld cita un brindis que Mao supuestamente hizo en diciembre de 1966: “Por el desenvolvimiento de una guerra civil nacional en todo el país” (énfasis mío). Convenientemente, Steinfeld no ofrece ninguna fuente para esta declaración. En realidad, su origen es el tratado anticomunista de Roderick MacFarquhar y Michael Schoenhal de 2006, La revolución cultural china (p. 155 de la edición en inglés). Pero cuando se va al final de ese libro para encontrar la documentación de la fuente, se encuentran imprecisos testimonios de oídas y toda una sarta de recuerdos de segunda y tercera mano. No obstante, los autores sí reconocen que Mao aprobó un editorial autorizado publicado en enero de 1967 que llamaba a desarrollar “un año de lucha de clases omnímoda en todo el país”. No hablaba de una “guerra civil” violenta sino de una “lucha de clases omnímoda”: para derrocar y derrotar a los seguidores del camino capitalista mediante los métodos políticos que Mao realmente llamaba a aplicar (y los que he descrito).

 

Lecturas adicionales

*Bob Avakian, Fascistas y comunistas:
Diametralmente opuestos con un mundo de diferencia entre sí

*No sabes lo que crees que "sabes" sobre…
La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación:
Su historia y nuestro futuro

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