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Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?

Un pasaje de
Observaciones sobre arte y cultura, ciencia y filosofía

De una charla inédita.

A manera de introducción, quiero citar unos versos de "To a Rainbow" (Al arco iris) del poeta romántico escocés Thomas Campbell:

Cuando de la cara de la Creación retiró
la ciencia el velo de encanto,
bellas visiones cedieron su lugar
a la fría ley del mundo material".

¿Qué onda con eso? ¿Cómo lo ven?

Primero, veamos la siguiente cuestión: ¿podemos prescindir de los mitos? Sí... y no. Podemos y debemos prescindir de los mitos que nos presentan como realidad, es decir, la religión. Eso está relacionado con lo que dije en la conclusión de Predicando desde un púlpito de huesos * sobre las similitudes y diferencias entre la ciencia, la religión y el arte, y especialmente la diferencia entre el arte y la religión. El arte motiva al público a responder a cosas que no son reales como si lo fueran, pero en el fondo tanto los artistas como el público saben que no lo son (a menos que se trate de un documental o una dramatización de la vida real o algo por el estilo).

En general el arte, especialmente la ficción (incluso la ficción que se desprende de sucesos reales), procura que el público acepte la obra y responda a ella como si fuera un suceso real, hasta cierto punto, aunque en el fondo sabe que no lo es. El arte presenta muchas fantasías y qué bueno porque, si no, no sería arte. O sea, el arte no puede prescindir de lo fantástico. Pero, en última instancia, no afirma que las fantasías sean reales ni se pone a convencer al público (en la mayoría de los casos) de que son sucesos o hechos de la vida real.

La religión, en cambio, como dije en Predicando , presenta toda clase de fantasías y dice que son sucesos reales; afirma que son la esencia de la verdad, que son los principios que determinan y definen la realidad. Entonces a la pregunta "¿podemos prescindir de los mitos?", decimos que hay que desechar los mitos religiosos, los mitos que se presentan como realidad, o que dicen encarnar los principios motrices que rigen la realidad.

Pero, en otro sentido, no podemos --la humanidad jamás ha podido-- ni queremos prescindir de los mitos. O sea, no podemos ni queremos prescindir de la metáfora en el arte ni en la vida en general. Mejor dicho, no podemos ni queremos prescindir de la imaginación. Ciertamente, el arte necesita la metáfora, es decir, es necesario presentar cosas que no son reales, o sea, que no son un retrato de la realidad en un momento dado ni representan un aspecto concreto de ella, sino que son una concentración de la vida en un plano más alto, como dijo Mao. Se necesita la ficción y la metáfora... en el arte y en la vida en general.

Hace unos años, conversando con un cuate que estaba muy metido en la onda de la ciencia ficción, le dije que a mi parecer en la futura sociedad la ciencia ficción no tendrá caso. Me preguntó por qué y respondí que sería basarse en la realidad actual y pronosticar con muy poca probabilidad de atinar. Desde entonces lo he reflexionado en varias ocasiones y me di cuenta de que mi respuesta negó el papel del arte y la imaginación. Afortunadamente, me di cuenta luego luego, y me parece que el ejemplo ayuda a ilustrar la diferencia entre ciencia y arte.

En la política o la ciencia, cualquiera que diga: "Esto pasará en el futuro" es un irresponsable a menos que haga un pronóstico muy general basado en tendencias que ya se están dando. No tiene caso dibujar con lujo de detalle lo que supuestamente pasará en el futuro ni mucho menos exigir que todo mundo acepte que así será. Mejor dicho, es engañoso e irresponsable presentar predicciones que no tienen ninguna base científica como hechos o pronósticos cien por cien confiables (y no ciencia ficción ). Pero si uno escribe ciencia ficción, y la presenta como tal y plantea lo que puede pasar en el futuro, esboza panoramas en ese sentido, bueno, eso tendrá valor en cualquier sociedad y seguramente en la sociedad comunista también. Es una manera de echar a volar la imaginación, lo cual es necesario y muy importante para el tipo de sociedad que queremos y luchamos por hacer realidad.

Así que definitivamente habrá lugar para la metáfora, la imaginación y el mito en ese sentido, para el mito que no se presenta como realidad. De hecho, no podemos ni queremos ni debemos prescindir del mito, entendido así. En cambio, podemos y debemos desechar el mito que se presenta como realidad, el mito que tiene de una u otra forma carácter religioso. Volviendo a los versos arriba citados -- cuando de la cara de la creación retira la ciencia el velo --, cuando buscamos las explicaciones científicas de los fenómenos naturales y adoptamos el método científico de abordarlos, ¿acaso solo nos queda "la fría ley del mundo material"? ¡Para nada!

Esto tiene dos aspectos. Primero, como hemos aprendido, las leyes materiales no son tan "frías". Los materialistas dialécticos sabemos que representan tendencias, fenómenos con ciertas tendencias, y no algo rígido o monolítico sin contradicciones. Representan tendencias que encierran contradicción, movimiento y lucha, y a las cuales se oponen tendencias contradictorias. Por muy concretas que sean, las leyes materiales no son en absoluto "frías".

La auténtica ciencia tampoco es fría. Es distinta al arte, y en la ciencia la imaginación se desempeña de una manera distinta (algo que abordaré más adelante). Pero como muchos científicos, sobre todo los más grandes (entre ellos, Einstein, si mal no recuerdo), han señalado: sin la imaginación no hay buena ciencia. La imaginación juega un papel importante, definitivamente, aunque la ciencia es, esencialmente, una descripción de la realidad y de sus fuerzas motrices. Pero en su mejor y más alta expresión no debe ser ni "fría" ni inflexible ni rígida ni carente de dialéctica.

Las "leyes materiales", o sea, el materialismo, deben ser dialécticas y llenas de vida y vitalidad. En ese sentido no deben tener nada de "frío". Comprender el mundo y sus fuerzas motrices requiere un proceso y una lucha constantes por superar la contradicción entre la ignorancia y el conocimiento, lo viejo y lo nuevo, etc. Es un proceso vital y vigoroso que requiere de mucha imaginación. Y entendido en el sentido netamente científico, no tiene nada en absoluto de "frío", rígido, estancado ni "gris".

Eso me recuerda el error que cometimos en una polémica contra los mencheviques acerca del matemático chino que estudió la conjetura de Goldbach. En otra charla comenté que al contestar a los mencheviques caímos un tanto en el simplismo o lo que podríamos llamar materialismo vulgar.**. Bueno, quiero dejar en claro que fue un aspecto muy secundario de nuestra lucha contra los mencheviques. No quiero exagerarlo ni mucho menos revocar los veredictos correctos sobre la lucha contra los mencheviques y el golpe revisionista en China. Pero así y todo vale la pena aprender de ese error relativamente secundario, que nos enseña la importancia de "la investigación y la ciencia en sí", algo que es parecido a la necesidad de tener mitos, en el sentido que vengo señalando, digo, el hecho de que necesitamos la imaginación, la metáfora y la poesía.

Y vuelvo a repetir, aunque la tarea esencial de la esfera propiamente científica es descubrir la realidad y sus fuerzas motrices motines, incluso en esa esfera se necesita la filosofía y la imaginación. Es importante estudiar cuestiones filosóficas de la naturaleza de la realidad y sus fuerzas motrices, y hacer investigaciones de varios aspectos concretos que no tienen aplicación inmediata a las necesidades y preocupaciones prácticas del momento, ya sean económicas, sociales o políticas.

Claro, generalmente los intelectuales se inclinan (a veces muy fuertemente) hacia el extremo de divorciar totalmente la teoría y la práctica. Pero, aunque la teoría del conocimiento y la epistemología nos enseña que la práctica es decisiva para cambiar el mundo y también para conocerlo, no por eso debemos reducir el materialismo al "frío" materialismo mecanicista, según el cual la teoría tiene que vincularse directamente a la práctica y beneficiarla en el sentido más estrecho e inmediato. Ciertamente en la relación dialéctica entre la teoría y la práctica, en esa dinámica general, la práctica es el eslabón clave para cambiar el mundo e incluso para conocerlo. Pero, repito, eso no borra la necesidad de que haya aspectos de teoría que no estén vinculados en el sentido más estrecho o inmediato a asuntos prácticos ni a la práctica en general. Necesitamos la exploración, el estudio y la investigación en sí, pero también en un sentido fundamental es necesario que la teoría se vincule a la práctica, que se base en ella, que se devuelva a ella y que la beneficie para que conozcamos el mundo y también lo transformemos.

La importancia de la poesía y de un espíritu poético

Vienen muy al caso algunos comentarios de Mao que mencionamos en "Fin/Comienzo" ***, como, por ejemplo: "Es muy peligroso cuando la mente se anquilosa". Es muy conciso y dice mucho; vale la pena reflexionarlo profundamente: "Es muy peligroso cuando la mente se anquilosa". Y agrega: "A menos que se tenga un espíritu de vencer es muy peligroso estudiar el marxismo-leninismo" (veáse la p. 15). Otro comentario muy conciso que hace reflexionar mucho.

"Fin/Comienzo" también menciona esta cita de Mao: "No se puede escribir poesía si se es demasiado realista". Se refiere a la relación dialéctica entre realismo y romanticismo. Dice que si uno es demasiado realista no puede escribir poesía. ¿Acaso dice que debemos sustituir el materialismo por el idealismo? Para nada. Más bien subraya desde otro ángulo la importancia de la imaginación, de echar a volar la imaginación, de la poesía y todo lo que simboliza y representa. ¿Por qué lo dice? O sea, si la poesía no tuviera importancia, ¿qué importa si no podemos escribirla? Obviamente, Mao opina que la poesía es un aspecto muy importante de la vida. Es un aspecto importante del movimiento que construimos y de la sociedad por la que luchamos.

"Fin/Comienzo" agrega: "Y siguiendo esa tónica... si no se tiene un espíritu poético --o por lo menos un aspecto poético-- es muy peligroso dirigir un movimiento marxista o ser líder de un estado socialista". Eso se relaciona con lo que Mao señaló: es muy peligroso que la mente se vuelva rígida; a menos que se tenga el espíritu de vencer, es muy peligroso estudiar el marxismo-leninismo-maoísmo (MLM); y si uno es demasiado realista, no puede escribir poesía. Todo movimiento marxista, toda lucha revolucionaria y su vanguardia MLM, todo estado socialista y su dirección deben tener un aspecto poético y un espíritu poético y, a la vez, basarse cien por cien en un análisis científico de la realidad, de su movimiento y su desarrollo.

¿Acaso queremos reducir todo a "frías leyes materiales"? ¡Para nada! Hay que reconocer que las mismas "leyes materiales" son un aspecto vivo, vital y vibrante del materialismo dialéctico.

Esto está relacionado con lo que dije en la conclusión de Predicando, refiriéndome a "The Amazing Randi" (Randi, el asombroso), que dedica la vida a desenmascarar a los charlatanes que fomentan la percepción extrasensorial, la telequinesis y cosas por el estilo. Randi afirma que no porque uno deje atrás la superstición la vida se vuelve aburrida y fría. (No se refiere directamente a la religión en sí, pero evidentemente lo que dice abarca la religión --o podemos interpretarlo así sin temor a equivocarnos-- así como la parasicología, la percepción extrasensorial, la astrología, etc.). El mundo real tal y como es nos brinda una abundancia de fenómenos que son un deleite para la mente y que cuesta trabajo "asimilar", comprender y reflexionar. La imaginación tiene un papel importantísimo y es interesantísimo contemplar e investigar la realidad en toda su complejidad y con todo su movimiento y desarrollo contradictorio. No es necesario recurrir a la magia para experimentar una tremenda reverencia y asombro ante el mundo.

Lo que señala Randi es muy importante y por eso lo subrayamos en la conclusión de Predicando . Refuta rotundamente lo que dice el poeta romántico escocés Campbell: si dejamos de creer en cosas sobrenaturales, cosas que existen más allá de la realidad, todo se volverá frío y gris, o sea, perderemos un elemento vital de la condición humana, de la esencia de los seres humanos, que no debemos soltar. ¡De plano, no es cierto!

Se nos plantea un reto, volviendo a lo que dijo Mao sobre la importancia de tener un espíritu poético (si uno es demasiado realista, no puede escribir poesía), o sea, la poesía es importante en la vida, en la sociedad por la cual luchamos y en el movimiento que lucha por hacerla realidad, y se nos plantea el reto de manejar correctamente ese aspecto poético en relación dialéctica, antes que nada, con la base material de la sociedad:

Cómo manejar la necesidad de estimular la investigación científica en sí y su relación con la base económica-material de la sociedad y la necesidad de desarrollarla y transformarla y de atender las necesidades del pueblo, especialmente sus necesidades materiales, en un momento dado.

Cómo manejar la investigación científica y dedicar recursos materiales y gente a ella en relación dialéctica con la base material de la sociedad y las necesidades materiales de las masas y, también,tomando en cuenta las realidades de la lucha de clases en el país y en el plano internacional.

Son contradicciones difíciles y complejas. Será un gran reto manejar correctamente la relación dialéctica entre atender las necesidades materiales y políticas del estado y la revolución proletaria, por un lado, y estimular el aspecto poético, entendido ampliamente como la imaginación, la metáfora y demás cosas que simbolizan ese aspecto, por el otro. Tendremos que reexaminar esto continuamente y aprender más profundamente cómo manejarlo, porque esta contradicción se nos planteará profunda y a veces agudamente a lo largo de la lucha por avanzar a la época del comunismo.

Evidentemente todo esto tiene mucho que ver con la religión y la "espiritualidad" (o "el alma", como se dice comúnmente) y su relación con el materialismo dialéctico, el cual es un enfoque científico, sistemático y exhaustivo de la realidad y sus fuerzas motrices. Aquí viene al caso el dicho de la Biblia cristiana que "no solo del pan vive el hombre" (o la gente). El comunismo reconoce esto. Volviendo a lo que dijimos en respuesta al poeta romántico escocés Campbell, el comunismo y su metodología y concepción del mundo no nos dejan solamente con "frías leyes materiales".

Es muy irónico (¡y da rabia!) que la burguesía y sus defensores, que en realidad son los "materialistas" más fríos, acusen a los comunistas de no reconocer el hecho de que no solo del pan vive la gente. Así lo manifestó, por ejemplo, Zbigniew Brzezinski en su crítica del comunismo (el "porqué", según él, de la "muerte del comunismo" con la desintegración de la Unión Soviética y su bloque) a la cual respondimos en El falso comunismo ha muerto...****. (Aunque a mi ver nuestra respuesta tenía algunos defectos, no cabe duda de que Brzezinski no tenía razón, y lo refutamos contundentemente. Solo que hay un aspecto secundario que hubiéramos podido abordar de otra manera, tomando en cuenta la necesidad de ser completamente dialécticos además de materialistas). Gente de la laya de Brzezinski, así como líderes religiosos (y no solo los más reaccionarios sino también los que son generalmente progresistas como Jim Wallis, autor de The Soul of Politics [El alma de la política] que se menciona en Predicando ), hacen esta crítica fundamental del comunismo: no reconoce que "no solo pan vive la gente". O sea, según ellos, el comunismo no reconoce una cualidad esencial y necesaria de la condición humana y la naturaleza humana (en sus palabras), que ansía la espiritualidad y algo que trascienda la "fría realidad material". El comunismo, según ellos, no la reconoce ni puede satisfacerla.

Claro, todo mundo, desde el papa hasta los "comentaristas populares", tergiversa el concepto del materialismo y lo identifica esencialmente con dos cosas: primero, el consumismo craso y, segundo, el materialismo mecanicista criticado por el poeta romántico escocés Campbell. A los poetas románticos los motivó en gran medida un rechazo a la revolución industrial e incluso a ciertos aspectos científicos de la Ilustración. Representan un fenómeno muy complejo y contradictorio: por un lado, se sumaron a importantes luchas contra la opresión pero, por el otro, criticaron la revolución industrial e incluso el enfoque científico de la realidad de la época (limitado, claro está, por la concepción del mundo burguesa); es un fenómeno complejo y no es el momento de entrarle de lleno. Pero al criticar el "materialismo", todos, desde el papa hasta los poetas (y otros) "románticos" o "místicos", lo reducen al consumismo craso o al método del materialismo mecanicista. Es muy común que revuelvan las dos cosas y, por eso, comúnmente el materialismo se asocia con ambas. Y, en particular, muchas críticas del materialismo marxista destacan el aspecto del "frío" materialismo mecanicista.

Lo "espiritual" en un mundo cruel y desalmado

Eso nos lleva de vuelta a la cuestión del "espíritu", la "espiritualidad" y su relación con el concepto científico de la realidad. Hoy lo "espiritual" no tiene necesariamente significado religioso, en el sentido tradicional, aunque lo puede tener. En general, se refiere más bien al deseo de que haya compasión en un mundo más y más desalmado, al anhelo de una conexión positiva con los demás y de no vivir en un mundo donde predomina el aislamiento social y la competitividad, al anhelo de una conexión, un lazo, con algo más allá de uno mismo, algo que trascienda los intereses egoístas y estrechos y la mentalidad de comer o ser comido tan propios de la sociedad capitalista contemporánea. El deseo de creer en algo más elevado que los valores y motivos mezquinos y crueles que fomenta esta sociedad.

En su libro El mundo y sus demonios: La ciencia como una vela en la oscuridad, Carl Sagan habla de la relación entre el espíritu y la materia:

"La palabra `espíritu' se deriva del latín que significa `respirar'. El aire que respiramos es materia, por diáfana que sea. A pesar del uso común, `espíritu' no implica necesariamente que no sea materia (la materia del cerebro, por ejemplo) ni que sea ajeno a la ciencia. De vez en cuando tomo la libertad de usar la palabra, pues la ciencia no es incompatible con la espiritualidad. Más bien es una profunda fuente de ella. Cuando caemos en cuenta de nuestro lugar en la inmensidad de los años luz y en el paso de los milenios, cuando captamos la belleza, complejidad y riqueza de matices de la vida, la euforia, la mezcla de júbilo y humildad que sentimos, es espiritual. De igual modo que las emociones que nos provoca una obra magistral de arte, música o literatura, o el altruismo y valor ejemplar de los actos de Mohandas Gandhi o Martin Luther King, Jr. La noción de que la ciencia y la espiritualidad se excluyen mutuamente resta valor a ambas". [Traducción del OR ]

Aquí se ve claramente que incluso los conceptos como "belleza", "altruismo y valor" tienen un contenido social que depende del punto de vista de clase: los proletarios conscientes de clase no pondríamos como ejemplo de altruismo y valor a Gandhi ni a King, quienes jamás representaron la transformación radical de la sociedad ni el movimiento revolucionario y la ideología necesarios para hacerla realidad, sino que, de hecho, se opusieron. El punto de vista de Sagan no es el del proletariado; sin embargo, coincidimos en muchos de los planteamientos sobre la espiritualidad y la materia/el materialismo, y sus observaciones son penetrantes e importantes.

Pero si queremos aplicar el materialismo dialéctico e histórico (la metodología y concepción del mundo más cabal y exhaustivamente científica que representa el punto de vista del proletariado) a la búsqueda de la "espiritualidad", primero hay que tomar en cuenta las relaciones sociales en que se da. Hoy día muchos ansían principios morales firmes que les ayuden a sortear este mundo desalmado. Sienten que hay un vacío, un vacío espiritual, y que hay que llenarlo (al parecer es un fenómeno muy fuerte y muy común, y así lo manifiesta mucha gente). Pero no podemos divorciar esto de las relaciones sociales predominantes, que corresponden a las relaciones de producción-económicas de la sociedad (y del mundo en general) y que moldean las condiciones de vida de los individuos y las interacciones sociales. Y, en particular, no podemos divorciar todo eso del parasitismo del imperialismo ni de los grandes cambios, agitación social y luchas que suscita, que la dominación imperialista y la dinámica del proceso imperialista de acumulación suscitan tanto en los países del tercer mundo como en los países imperialistas. Hablando específicamente de las capas medias, especialmente las capas acomodadas de los países imperialistas, el desencanto y desafecto que muchos sienten no es un fenómeno aislado: es muy propio del desenvolvimiento del parasitismo.

Hace unos años en un viaje por avión el pasajero de al lado, un gerente, se puso a hablar conmigo de su vida y quiso darme "la palabra de Dios" porque recién se había metido al fundamentalismo cristiano. Lo escuché un rato y aprendí algunas cosas, pero luego dejé en claro que el proselitismo no me interesaba, pero me pareció muy interesante por qué lo atrajo la religión. El tipo había logrado salir adelante en la carrera; tenía un buen puesto, un buen salario; tenía casa en un barrio caro, carros y todo el rollo. Trabajaba muy duro día y noche y, me confesó, le era infiel a la esposa. Pero "a fin de cuentas" se sentía totalmente vacío y se puso a tomar y otras cosas. La religión (en este caso, el fundamentalismo cristiano) le dio un nuevo rumbo moral y lo llevó a abrazar la moral "tradicional"; así salió de la contradicción en que estaba entre la moral tradicional que le inculcaron de niño y su práctica, su comportamiento, que en muchos aspectos no cuadraba con ella. O sea, la religión lo llevó nuevamente a abrazar la "moral tradicional" y, a corto plazo y en un sentido estrecho, le permitió resolver la contradicción. Llenó el vacío porque la vida que tenía, el supuesto éxito de acuerdo a los criterios predominantes de la sociedad, le dejó un gran vacío.

Me impactó mucho, y me sigue impactando, que este fenómeno, que es muy común especialmente ahora en Estados Unidos y otros países, está muy relacionado con el parasitismo del imperialismo, que desde luego está profundizándose actualmente y está muy ligado a la "revolución de alta tecnología". Como dije en "Cuestiones estratégicas"***** (y también mencionó Clark Kissinger por su propia cuenta), importantes capas de los países imperialistas gozan de una posición "muy alta" en la "cadena alimenticia mundial", es decir, tienen una posición altamente parasítica.

Por otra parte, el desencanto y desafecto que muchos sienten en la sociedad contemporánea no es simplemente una manifestación del parasitismo, porque también afecta a los proletarios y explotados del mundo. Pero hablando de la clase media, y especialmente las capas más privilegiadas, ciertamente hay una relación muy fuerte entre el desencanto, desafecto y malestar espiritual, por un lado, y el parasitismo de su posición social, por el otro, sobre todo en los países imperialistas. Y es preciso reconocer que la religión lo justifica y sirve de "bálsamo". Alivia el dolor, el desencanto y desafecto sin pedir que la gente renuncie al parasitismo y el privilegio ni que luche contra el sistema que se basa en dicho parasitismo. (Como dijo Lenin, el imperialismo deja el profundo sello del parasitismo en todo aspecto de la sociedad imperialista). La religión, especialmente del tipo que atrae mucho a las capas privilegiadas, es como un bálsamo que alivia sin requerir que hagan ninguna transformación, siquiera en su vida individual, ni que dejen la posición parasítica que ocupan, ni mucho menos que luchen por derrumbar las relaciones explotadoras y opresoras de la sociedad, de las cuales el parasitismo es un elemento esencial.

En fin, para esas capas la religión juega el papel clave de justificar su parasitismo. Les ofrece una explicación del malestar sin pedir que luchen contra la causa.

Por otra parte, las masas oprimidas de países como Estados Unidos y del mundo entero pasan más y más por un tremendo sufrimiento y grandes cambios sociales, y sienten un gran desarraigo, tanto material como ideológico y moral. Las inmensas mayorías del mundo sufren terriblemente. Los grandes cambios sociales y económicos, el despojo del campesinado y su migración a las ciudades del tercer mundo, o en los países imperialistas, el caos y locura, la incertidumbre y volatilidad del modo de vida y la situación de importantes sectores, que se manifiesta de forma concentrada para los jóvenes, todo eso genera el deseo de algún tipo de espiritualidad que ofrezca algo que valga la pena, algún propósito y algún alivio en medio de tanto caos y locura, sufrimiento y desesperanza.

La religión como narcótico: el "opio del pueblo"

Aquí vemos muy claramente el papel de la religión como "opio", en palabras de Marx. Al leer los escritos de Lenin sobre los primeros años, dificilísimos, de la república soviética, especialmente sobre el ejercicio abierto y directo de la dictadura, encontré algo interesantísimo sobre la religión y la "espiritualidad". Cuenta que Feuerbach dio una muy buena respuesta a los que dicen que las masas necesitan la religión para aliviar el sufrimiento; dijo que los esclavos no necesitan consuelo, necesitan alzarse contra la esclavitud y el tormento, y darles "consuelo", como hace la religión, solo sirve para apaciguarlos,para que no rompan las cadenas de la esclavitud. Fíjense que eso es precisamente lo que hace el "opio". Y aunque algunos lo "vendan" con buenas intenciones, ofreciendo "morfina" para aliviar el dolor (o "inspiración" alucinógena para trascenderlo), en última instancia tal "alivio" o "diversión" solo sirve para que los esclavos no se alcen , para que no luchen por liberarse de la situación que crea la necesidad de consuelo.

Eso es precisamente lo que Marx dice, y lo enfoca muy dialécticamente en toda su complejidad. Dice que la religión es un "opio" y agrega que es el "alma de un mundo desalmado". O sea, da a entender que la sociedad burguesa es muy cruel, que no tiene ni alma ni corazón ( "alma", entendida en el sentido amplio y no estrictamente religioso). La gente busca algo más que la cruel explotación y opresión material de la sociedad burguesa y la mentalidad que fomenta de reducir el vínculo entre seres humanos al frío billete, tratar todo, hasta la gente, como cosas que se adquieren y usan para salir adelante a expensas de los demás. Eso suscita su contrario, en la esfera material y también en lo ideológico. Suscita el deseo de algo más allá de ese tipo de explotación material desalmada, opresión y "cosificación" de todo. La religión, sin embargo, no ofrece un remedio sino un opio. O sea, no ofrece ningún remedio, pues no dirige al pueblo a alzarse y tumbar el sistema que le hace ansiar el consuelo y buscar compasión y corazón en un mundo desalmado. Por lo contrario, la religión alienta la conformidad . Por eso Marx dijo que es como un narcótico.

Fíjense que los "cristianos renacidos", los creyentes fervientes, se parecen en mucho a los drogadictos. O sea, la religión tiene un efecto muy parecido a los narcóticos, y aunque diversas capas sociales la abracen por sus propios motivos, surte el mismísimo efecto en todas.

Un tributo irónico al comunismo

Lo anterior está relacionado con el "resurgimiento" de la religión en Estados Unidos. Tal "resurgimiento" en países como Estados Unidos y en general tiene mucho que ver con la "muerte del comunismo", lo cual nos ayuda a ver, nuevamente, por qué el capitalismo necesita tanto la religión. Cuando se le arrancó la careta socialista a la Unión Soviética y su imperio, la religión floreció y ahora la burguesía de esos países, y hasta los ex "comunistas", la fomentan. Así que el resurgimiento de la religión, especialmente tras la proclamada "muerte del comunismo", comprueba lo mucho que el capitalismo la necesita y, además, es un "tributo irónico" al comunismo (como señalamos en Predicando ). Es como admitir que el mundo del capitalismo es en realidad un mundo de terrible sufrimiento y que el comunismo ofrece la única esperanza concreta de un mundo mucho mejor, en lo material y también en lo ideológico (o espiritual, en el sentido que hemos venido señalando). Es reconocer objetivamente (y en gran parte, subjetivamente, en el caso de muchos que han abandonado un punto de vista más progresista, radical o incluso revolucionario y optimista para meterse a la religión) que el comunismo representa el camino a un mundo radicalmente diferente y mejor que el "frío" y desalmado mundo capitalista. Cuando se convence a la gente de que abandone la alternativa radical del comunismo, la religión cobra fuerza, pues es una manera ilusoria de buscar alivio, de buscar una alternativa al frío y desalmado mundo dominado por el capitalismo.

Debemos reconocer que eso es en realidad un tributo irónico al comunismo, una expresión del hecho de que la revolución y el comunismo son el único camino que lleva a un mundo mejor, a mejores relaciones entre la gente, principios y moral. Debemos captar el aspecto positivo y voltear la tortilla, o sea, debemos captar que eso subraya la necesidad de plantear y popularizar con osadía lo que en realidad es el comunismo: que nos da la perspectiva de superar, en el mundo real , todas las relaciones materiales de explotación, opresión, desigualdad, parasitismo, toda la violencia y brutalidad que se desprenden inevitablemente de ellas, y su expresión en la mente (y el "espíritu").

Reverencia y asombro

El comunismo no se propone acabar con el "espíritu", en el sentido materialista, ni tampoco con la imaginación, reverencia y asombro, pues con cualidades esenciales del ser humano. Sin caer en teorías burguesas de la "naturaleza humana", podemos decir que hay ciertas cualidades que definen al ser humano. Aplicando el materialismo dialéctico, vemos que la especie humana tiene ciertas cualidades que se desprenden de su carácter como especie, de sus capacidades intelectuales y sus condiciones materiales. Una de esas cualidades se puede caracterizar como "la necesidad de asombro". Un camarada escribió que debemos reconocer tal necesidad como un elemento importante y esencial del ser humano. Bueno, el comunismo permite expresar eso más plenamente que cualquier otra ideología o sistema social. Eso es lo que queríamos ilustrar en la conclusión de Predicando, particularmente al referirnos a lo que dijo "The Amazing Randi": que la realidad tiene una abundancia de fenómenos increíbles y asombrosos.

En el arte, ciertamente, necesitamos que nos presenten cosas imaginarias. Y en el arte, la ciencia y la vida en general hay que desencadenar la imaginación y echarla a volar muchísimo más. Debemos reconocer la necesidad de asombro y procurar que se exprese plenamente.

Miramos los cielos, las estrellas y galaxias, y vemos una pequeña parte de la infinitud del universo, y nos ponemos a imaginar esa gran infinitud. O vemos las cosas más pequeñas a través del microscopio; vemos microbios y nos asombra imaginar la dinámica interna que tendrán. O nos ponemos a pensar en la relación entre lo que vemos a través del microscopio y del telescopio. El asombro es una cualidad esencial de los seres humanos y siempre lucharemos por expresarla. Lejos de suprimirla (o ignorarla) podemos y debemos darle plena expresión. Y eso haremos.

El comunismo no acabará con la reverencia y el asombro ni con la imaginación ni la "necesidad de asombro". De ninguna manera los suprimirá. Todo lo contrario. Ampliará su ámbito. Echará a volar la imaginación a un nivel mucho mayor, en relación dialéctica e integral con una metodología y concepción del mundo científica, sistemática y cabal que permite comprender y transformar la realidad.

Debemos captar la unidad que existe, que es ciertamente una unidad de contrarios. Digo, en un sentido global hay una unidad entre la concepción del mundo científica, sistemática y cabal y la metodología para comprender y transformar el mundo, por un lado, y echar a volar la imaginación y expresar plenamente la "necesidad de asombro", por el otro. El comunismo logrará una síntesis mucho más elevada que la experiencia humana ha logrado hasta ahora y la seguirá desarrollando a un nivel mayor.

Hay oposición (pero, repito, oposición dialéctica, que encierra tanto identidad como diferencia) entre la ciencia y la imaginación, la cual permite que se estimulen y se fortalezcan mutuamente. De hecho cada una existe como elemento del otro. Es decir, la ciencia encierra la imaginación y la imaginación encierra la ciencia. La imaginación menos científica no carece totalmente de ciencia ni la ciencia más "árida" carece totalmente de imaginación. Así debe ser y será el caso con el comunismo, el punto de vista más cabalmente científico, cuanto más plenamente desatemos y apliquemos su carácter crítico y revolucionario, ahora, y de una manera cualitativamente mayor en la sociedad comunista.
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NOTAS:

* Predicando sobre un púlpito de huesos: Necesitamos moral, pero no la moral tradicional (Chicago: Banner Press, 1999).

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** Aquí me refiero a una polémica contra un grupo que se escindió del PCR, a quienes les pusimos los "mencheviques" por su posición y métodos oportunistas. Ese grupo apoyó el golpe reaccionario encabezado por Deng Xiaoping que restauró el capitalismo en China tras la muerte de Mao. En la polémica, caímos en el simplismo en cuanto a la conjetura de Goldbach y esencialmente planteamos que no valía la pena dedicar tiempo y recursos a resolver ese problema matemático.

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*** "El fin de una etapa-- El comienzo de una nueva etapa", Revolución, No. 60, otoño de 1990.

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**** El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo! (Chicago: RCP Publications, 1992).

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***** Pasajes de "Cuestiones estratégicas", una charla de Bob Avakian, salieron en el OR Nos. 881, 884-893 y están disponibles en la Internet en rwor.org en los escritos de Bob Avakian en la sección: " Unir a todos los que se pueda unir".

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