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¡Kent State!

(Originalmente posteado el 16 de mayo de 2010.)

Nota de la redacción: El 4 de mayo se cumple el 50º aniversario de Kent State, el asesinato de cuatro estudiantes por la Guardia Nacional de Ohio, con importancia y relevancia hoy. Reposteamos unos pasajes de un artículo que salió con motivo del 40º aniversario. Como señalamos en la conclusión de ese artículo original:

Mayo de 1970 fue un momento cuando los estudiantes NO estaban contentos, pasivos y en complicidad sino que se atrevían, incluso al costo del sacrificio muy real, a ponerse de pie y resistir los crímenes de su gobierno y el sistema al que le sirve y refuerza, y hay lecciones muy importantes de esta experiencia inspiradora para hoy. Este es el momento de nuevo para los estudiantes y muchos otros para entrarle y unirse al movimiento que estamos construyendo para la revolución.

Con motivo de este día, destacamos lo siguiente de Bob Avakian sobre el más amplio contexto y etos de los años 1960:

Nota de la redacción: En esta cita, Bob Avakian habla de los años 1960.

Los campos de batalla estaban claramente deslindados: entre los manifestantes contra la guerra y los estrategas de guerra del Pentágono; entre los Panteras Negras y J. Edgar Hoover; entre los negros, latinos, asiáticos e indígenas por un lado y el gobierno por el otro; entre las mujeres que se rebelaban contra su papel “tradicional” y los viejos hombres ricos de la clase dominante; entre la juventud con su nueva música en el sentido más amplio y los predicadores y curas que los acusaban de ser discípulos del diablo y destructores de la civilización. En esos tiempos tumultuosos, los que se rebelaban contra el orden imperante y las relaciones y tradiciones dominantes encontraron cada día más causa común y forjaron una poderosa unidad. Cada día más obtuvieron —y se merecieron— la iniciativa tanto moral como política, mientras que la clase dominante se atrincheraba y se desquitaba para defender su posición dominante, pero cada día más se le escapaba, y muy merecidamente, su autoridad moral y política.

Lo BAsico 5:6

Hace 40 años, el 4 de mayo de 1970, cuatro estudiantes de la Universidad Kent State fueron baleados por la Guardia Nacional de Ohio. Días antes, el 30 de abril, Estados Unidos había empezado la invasión de Camboya en el sureste de Asia. Esto representó una gran escalada y expansión de la guerra de Vietnam y el sureste asiático. Al mismo tiempo, Bobby Seale, un líder del Partido Pantera Negra, enfrentaba acusaciones falsas de homicidio en New Haven, Connecticut. Miles protestaron combativamente contra este atropello durante el fin de semana del 2-3 de mayo.

Cuando Estados Unidos invadió a Camboya, estudiantes de todo el país se esparcieron por las calles y se tomaron edificios en protesta. En los meses antes de este escalamiento de la guerra, se habían desarrollado protestas en las universidades de Ohio; los estudiantes se movilizaban en contra de la guerra y se unieron con un movimiento de los estudiantes negros. El gobierno llamó a la Guardia Nacional a la universidad de Miami en Ohio en respuesta de una toma de un edificio allá la cual fue brutalmente reprimida por la policía local y de nuevo movilizaron la guardia a Kent State. Ante la prohibición por la Guardia a la protesta en contra de la invasión de Camboya, los estudiantes desafiantemente siguieron adelante. Lanzaron gases lacrimógenos. Los estudiantes fueron mangoneados. Pero éstos aún se rehusaron a retroceder frente a los ataques. Entonces, la Guardia disparó sobre la muchedumbre (61-67 disparos en un plazo de 13 segundos), asesinando a cuatro estudiantes e hiriendo a nueve más; uno quedó paralizado de por vida. Diez días después, otros dos estudiantes fueron asesinados y 12 lesionados en la Universidad Jackson State en Misisipí.

¿Por qué resistieron los estudiantes? ¿Qué era lo que estaban pensando? En las universidades a través del país (y más ampliamente en la sociedad), los estudiantes no estaban pensando que se deberían oponer a la guerra porque era innecesaria o estaba en detrimento de los intereses de la seguridad nacional de Estados Unidos. Los estudiantes no estaban pensando que el costo financiero de la guerra era muy alto para los estadounidenses. No pensaban que quizás Estados Unidos no debió haber ido a Vietnam en primer lugar, sino como que ya lo hizo, fuera necesario quedarse y “reconstruir” el país. No pensaba eso. La gente no estaba diciendo: “Nosotros creemos que matar a civiles inocentes es probablemente erróneo, pero por otro lado no estamos allá, por lo que no podemos estar seguros”. Y definitivamente no eran de la opinión de que la determinación sobre si la guerra de Vietnam era justa debería ser dejada al presidente y a los generales, o a cualquier otro surtido de criminales de guerra quienes en primer lugar estaban librando la guerra.

No, la punta de lanza de la oposición a la guerra de Vietnam —inclusive entre aquellas decenas de miles de estudiantes que estuvieron al frente de la resistencia a la guerra— era una posición moral y política clara y básica: Estados Unidos no tenía ningún derecho en absoluto de estar en Vietnam; están cometiendo crímenes de lesa humanidad contra la población de allá y nosotros exigimos un fin inmediato a la guerra. Durante años de resistencia este movimiento se esparció desde las universidades más radicales, como Berkeley y Columbia y estaba penetrando profundo en lo que Estados Unidos llama el corazón de su territorio. En la página 1 del informe The Report of the President’s Commission on Campus Unrest, éste planteaba llanamente: “La crisis en las universidades norteamericanas no tiene paralelo en la historia de la nación. La crisis tiene sus orígenes en las divisiones de la sociedad tan profundas como nunca desde la guerra de Secesión”.

El salto en la situación y el movimiento para la revolución

Esos eran tiempos de lucha de masas y turbulencia social y política. El movimiento contra la guerra vino junto con el movimiento de liberación negra y contra la opresión racial, en el contexto de la rebelión más amplia sostenida en toda la sociedad contra las ideas y relaciones opresivas. El desafío y determinación para luchar por lo que era moral y justo caracterizaron los movimientos de resistencia de ese tiempo. Florecieron movimientos de jóvenes, como los hippies, que eran totalmente enajenados de las normas tradicionales de la sociedad y que buscaban alternativas. Y eso los puso cada vez más en conflictos con la estructura de poder y el sistema como un todo.

En la síntesis de todo eso, nació un núcleo convencido de la necesidad de luchar por la revolución. Este era un núcleo que se opuso de manera total al imperialismo de Estados Unidos — y trazó las conexiones entre los crímenes del sistema imperialista cometidos en todo el mundo y los crímenes que este sistema cometía en Estados Unidos. Este núcleo trabajó incansablemente para demostrar que era el sistema capitalista imperialista basado en la explotación de la abrumadora mayoría de la población de este planeta que era el origen de la opresión, la guerra de Estados Unidos en el sureste de Asia, la opresión de los negros y latinos y otras minorías, la opresión de las mujeres y muchos otros horrores que la gente estaba resistiendo. No consideraban que sus intereses correspondían a los intereses del capitalismo estadounidense (en el país y en el mundo) ni actuaban como si tuvieran un interés en defender y proteger ese sistema. Al contrario, este núcleo llevó a los miles de estudiantes en general, que se oponían a la injusticia y la guerra y que se sentían completamente enajenados de su gobierno, el análisis de que el sistema en sí era el mal del que debían deshacerse. Lucharon con toda fibra de su ser para construir el movimiento revolucionario con esa meta en mente. Con su punto de vista internacionalista, fueron inspirados por los movimientos revolucionarios a través del mundo y los apoyaron. Buscaban inspiración especialmente en la China socialista, entonces un auténtico país socialista, bajo la dirección de Mao Tsetung.

Todo eso montó el escenario para mayo de 1970. Cuando el ejército de Estados Unidos invadió a Camboya, lo cual el presidente Richard Nixon había prometido que NO lo hiciera, amplios sectores sociales opuestos a la guerra se unieron al movimiento. Y aquellos que habían estado resistiendo se volvieron más decididos a levantarse y poner un fin a esa guerra.

Con los asesinatos de los estudiantes de Kent State y Jackson State, cerca de cuatro millones de estudiantes en 1.350 universidades, indignados por los asesinatos, se tomaron las calles en protesta*.

Las universidades a través del país se cerraron. Se dio un salto en la situación y muchos que estaban hartos de la guerra y del trato a los negros en esta sociedad, pero que estaban pasivos, se pusieron en acción. Confrontaron las fuerzas del estado, rehusándose a retroceder frente a esta represión brutal. Y empezaron a mirar las cosas en una forma nueva. Para cientos de miles la legitimidad del derecho de gobernar del orden actual estaba puesta en entredicho. La polarización política en la sociedad cambió, aparentemente de la noche a la mañana. Y con este desahogo de la gente a través del país, el núcleo revolucionario cobró fuerza… muchas, muchas personas se radicalizaron y el blanco de la protesta sin tregua llegó a ser el sistema mismo… el movimiento revolucionario, si bien aún lejos de englobar la mayoría de la sociedad, en muchas maneras tuvo la iniciativa.

 

* Kenneth Heineman, Put Your Bodies Upon the Wheels: Student Revolt in the 1960s, Chicago: Ivan R. Dee, 2001; p. 176. [volver]

 


4 de mayo de 1970: La Guardia Nacional federal mató a balazos a cuatro estudiantes no armados e hirió a nueve en la Universidad Estatal de Kent. Los estudiantes protestaban contra la guerra de Vietnam. (Foto: AP)


4 de mayo de 1970: La Guardia Nacional federal en la Universidad Estatal de Kent. (Foto: AP)


4 de mayo de 1970: Un estudiante de la Universidad Estatal de Kent devuelve un casco de gas lacrimógeno a los efectivos de la Guardia Nacional.

 

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De la autobiografía de Bob Avakian:
Ike to Mao and Beyond My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist

del noveno capítulo
Llegando a ser comunista
 
La revolución llega a Richmond

 

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